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Una tarde en el circo

Comedia Un joven abandona la fortuna que ha heredado de su tía para enrolarse en el circo donde trabaja su novia. Cuando el propietario roba el dinero, el joven recurre a los hermanos Marx. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
10 de enero de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya sabemos que cuando nos ponemos a ver una película de los cómicos más surrealistas y más irreverentes que haya dado la historia del cine, tenemos que estar preparados para algunas cosas, vamos que tienen sus pros y sus contras, y uno tiene que valorarlos, pero, qué leches, si quieres pasar un buen rato, tienes que ver sus películas.
Vale que los números musicales sean un poco plomizos, vale que el número de Harpo y su harpa puede ser algo cansino, incluso puedo aceptar que el número de Chico al piano no entusiasme, aunque ambos son virtuosos de esos respectivos instrumentos; y es verdad que la historia de amor de todas las películas son muy cursis pero eso no es nada con el descacharrante sentido del humor que destilan todas sus películas. Y esta no iba a ser menos, con momentos hilarantes de puro absurdos y con diálogos memorables. Baste como ejemplo la escena del interrogatorio de Chico y Groucho al enano o cuando la mujer que escala le quiere quitar a Groucho el dinero.
En definitiva, una película para pasar un muy buen rato y para aquellos que no conozcan a los hermanos Marx (las consolas y la Logse han hecho mucho daño) pues, ya están tardando.
Ford Farleine
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9 de febrero de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores y menos reconocidas películas de los Hermanos Marx es esta cinta producida para la Metro por Mervyn LeRoy y dirigida de manera totalmente aséptica y funcional por Edward Buzzell.

La sucesión de situaciones desternillantes protagonizadas por el delirante trío en genial interacción con los personajes del circo alcanza niveles ciertamente insuperables.

Esta subestimada joya del humor absurdo e irreverente tanto cimienta su éxito en una aguda comicidad verborreica como en momentos de slapstick llenos de gracia e inventiva, constituyendo otro ineludible referente en la obra de los Marx.

Ver a Harpo montado en una avestruz en una hilarante secuencia o deleitarse con Groucho interpretando la canción "Lydia The Tattooed Lady" en un maravilloso número musical son sólo dos de los imborrables pasajes de esta gozosa comedia en la que parece ser que el mismísimo Buster Keaton colaboró sin acreditar escribiendo algunos gags.

Lo peor es la consabida historia romántica, que como siempre en las películas del divertido terceto, carece del más mínimo interés.
BartonKeyes
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16 de febrero de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminado “El hotel de los líos” con la RKO, Los Hermanos Marx regresaron de inmediato a las toldas de la Metro Goldwyn Mayer donde, recuperados de la pérdida de Irving Thalberg, les ofrecieron un contrato para tres nuevas películas… pero ya nada volvería a ser igual, pues, para Groucho el interés por el cine se esfumó de repente. Ya no le divertía entrar en un set, y ahora, como cualquier viejo cantante de aquellos cuya voz se torna desgarrada y apagada, seguía actuando interesado tan solo por el dinero.

Como productor, les asignaron nada menos que a Mervyn LeRoy quien, por entonces, además de tener experiencia como actor, desde 1924 se había convertido en escritor de gags y era un especialista en construcción de comedia. Después, su historial como director en la Warner es de sobra conocido. Y como director, Edward Buzzell, tenía ya un abundante fogueo en la realización de comedias, y proveniente de Broadway, sabía también como era el cuento con los manidos musicales.

Pero el punto débil de “UNA TARDE EN EL CIRCO” radica en el guión. El escritor, Irving Brecher, apenas hacía sus primeras tareas en Hollywood y es muy probable que, a petición de los productores, el objetivo fuera repetir ¡una vez más! el viejo esquema, cambiando solo el ambiente y añadiendo unas cuantas divertidas situaciones.

Así, se trata otra vez de salvar a alguien que está en peligro de perder su patrimonio… y su matrimonio (un joven dueño de un circo); los Marx, en cabeza del abogado Cheever Loophole (¡Sí, Groucho!) se convierten en los héroes que combatirán al enemigo; y ¿adivinen de quien saldrá el dinero que resolverá el problema?…… ¡Claro, de Margaret Dumont! Bueno, de la señora Dukesbury a la que representa de nuevo la estupenda actriz Dumont.

Lo curioso, es que todo esto se perdona fácilmente, porque se logra incluir un buen número de divertidas situaciones; Harpo es estupendo en su interrelación con los animales (foca, pavo, avestruz, gorila…); Chico le hace una estupenda partida a Groucho en las escenas que comparten, sobre todo en la entrevista que tienen con el enano del que pretenden conseguir la prueba del cigarro; y Groucho desacredita un poco la profesión de abogado, pero siempre se las ingenia para hacer llegar los buenos resultados.

Se extrañan un poco las frases punzantes; las sesiones musicales aburren cuando canta el chico enamorado, cuya relación con los Marx, cabe decirlo, apenas existe; el intermedio –¡Sinónimo de la MGM!- se salva porque Chico y Harpo toman esta vez su repertorio de títulos harto conocidos (La cucaracha, Barrilito…), pero que el ritmo decae, ¡decae! Se rescata también la original y novedosa intervención como cantante de Groucho con su tema “Lydia, the tattooed lady”, pero en mucho, es más y más de lo mismo. Entonces, recobra sentido la frase que alguna vez le dijo Irving Thalberg a nuestro querido Groucho, refiriéndose a sus primeras películas: ”Si, ustedes han hecho filmes muy divertidos, pero no eran verdaderos filmes porque carecían de argumento”.

Título para Latinoamérica: “LOS HERMANOS MARX EN EL CIRCO”
Luis Guillermo Cardona
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30 de noviembre de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que bueno es ver una película de los hermanos Marx. Por muchas veces que vea "Una tarde en el circo" no me cansaré, y siempre me reiré con los gags llevados a cabo por estos tres genios de la comedia.
Groucho está soberbio realizando ese personaje de abogado que tiene más de ligón que de letrado. Sus frases incisivas y llenas de un humor ácido hacen que la risa esté garantizada.
Por otro lado el siempre genial Harpo; ese mudo que muchas veces dice más que cualquiera de sus hermanos. Él realiza un personaje aplastado por su jefe (el forzudo del circo), y hará cualquier cosa por conseguir que se le respete.
Por último Chico. El último hermano que supuestamente es el más inteligente y el más realista, pero que en realidad en muchas ocasiones está mas perdido que los otros personajes. Su trabajo consiste en cuidar del circo y todos sus miembros.
Los tres forman un triángulo único, e intentarán que ese circo que se encuentra en la cuerda floja consiga mantener el equilibrio y eliminar a todas las fieras que quieren que desaparezca.
Puedo garantizar que con esta película la risa está garantizada. Y aunque los tres protagonistas tienen un enorme talento musical, debo advertir que los números musicales que aparecen siempre me acaban cansando un poco. Es una pena que estos momentos tengan tanto peso, pero bueno; demuestran que tienen un don para la canción, el piano y el arpa.
En fin, gran comedia que sigue latente hoy en día y que sus gags siguen causando efecto. Una película con la que uno se reirá desde el principio con las brillantes escenas que viven sus protagonistas.
icaro_81
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29 de octubre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que "Una tarde en el circo" no es una película de arte y ensayo, tampoco lo pretende. Sin embargo, Edward Buzzell demuestra ser más que capaz de llevar a buen puerto la tarea de llevar a tres demonios tan graciosos como inmanejables: Groucho, Chico y Harpo.

El film usa como telón de fondo el mundo circense (nada de extraño, recordemos las inclusiones de otros genios como Chaplin o Cantinflas en dicho ámbito), dejando varias escenas para el recuerdo del humor. Por ejemplo, viene a la mente el desquiciado interrogatorio de Groucho y Chico a algunos de los principales sospechosos (incluyendo el forzudo) de un robo.

Todas las piezas que hicieron memorable a esta rama del marxisma se hayan en su momento justo, destacando la siempre arrolladora anarquía de Harpo. Entre otros instantes, a destacar el gag de las tazas de café de Groucho, en uno de los momentos más hiperbólicos de la cinta.

No me juzguen un crítico objetivo porque hace tiempo ya que dejé de juzgar este tipo de filmes por su calidad artística, sino por su capacidad de hacerme reír... y ahí, los hermanos Marx me tienen subyugado.
El Libanés
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