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Una trompeta lejana

Western El teniente Hazard (Troy Donahue), un joven oficial recién salido de la prestigiosa Academia Militar de West Point, llega a su primer destino: un fuerte en Arizona con una pequeña guarnición poco disciplinada y constantemente amenazada por el jefe indio Águila de Guerra. Al mismo tiempo que instruye a sus hombres se enamora de la esposa del oficial que está al mando. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
4 de mayo de 2019
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Raoul Walsh sólo podía despedirse del cine a lo grande, con un western bastante desconocido pero pleno de vigor con marcado carácter reivindicativo de los indios americanos recluidos miserablemente en reservas, como no podía ser menos en el director del parche en el ojo.

Grandes movimientos tácticos de tropas en combate, tanto del ejército americano como de los indios, infinidad de extras, una sublime fotografía en unos decorados naturales magníficos, una coreografía excelente en los intercambios de acometidas y en las luchas cuerpo a cuerpo, una historia de amor a tres bandas, en definitiva, un western clásico con todas sus letras.

Actores con mucho tirón en aquella época, con las atractivas Suzanne Pleshette Y Diane McBain disputándose el amor del joven teniente recién llegado de West Point, Troy Donahue se reparten los papeles principales, junto con James Gregory como el general respetuoso con los indios.

Una pequeña obra de arte.

Notable 8.
andeltor
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12 de mayo de 2013
15 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Raoul Walsh, otro maravilloso tuerto irlandés sin cuya brillante y prolífica obra no puede comprenderse la hermosa gran Historia del cine, hizo mutis por el foro con "A Distant Trumpet". Supongo que a sus 75 años y tras una intensa vida a sus espaldas no se sentiría con fuerzas para continuar fabricando magia. Y es cierto que su testamento cinematográfico evidencia alarmantes muestras de agotamiento. Hizo bien en retirarse, pues.
El mayor problema de "Una trompeta lejana" se llama Troy Donahue, apolíneo taco de madera coronado de aúreos cabellos y expresión bovina. Si el bueno de Errol Flynn, héroe arquetípico del cine de Walsh, hubiese abandonado la tumba para ver lo último de su amigo, la blanca dentadura de su hierático protagonista muy probablemente habría estado en riesgo serio. Después se habría metido un par de lingotazos y le habría mostrado a la adúltera lasciva de Suzanne Pleshette lo que es un hombre de verdad.
El propio Walsh patina estrepitosamente cuando trata de ahondar en el estudio de unos personajes que no son más que esbozos difusos, como si esa parte del guión hubiera quedado inacabada. O se hubiera dejado la construcción de los mismos al albur de la improvisación actoral, cosa ciertamente alejada de las aptitudes mostradas por el monolítico elenco. La Kitty Mainwarring interpretada por Suzanne Pleshette cae en una desmedida pasión ilícita con el ortopédico teniente Matt Hazzard del anodino Troy Donahue súbitamente y sin razón aparente- su joven e intrépido marido, interpretado por William Reynolds, no se merece los cuernos, pues parece un mocetón agradable con el que irse a tomar una cerveza, sin lacras aparentes, más allá de cierta displicencia en la llevanza del uniforme-. Diane McBain, que interpreta a la novia del- incomprensiblemente- deseado teniente, no es más que una bruja celosa cuya animadversión, también repentina, hacia la carnal Kitty, sólo puede explicarse desde el odio atávico que ciertas mujeres parecen sentir por todo el resto de integrantes de su propio sexo por el mero hecho de serlo.
Tampoco anda muy fino el guión- firmado por John Twist- a la hora de explicar las decisiones militares de uno y otro bando en este episodio final de las guerras indias, salvo que los pieles rojas sean una banda de retrasados a caballo, aún más estúpidos de lo que muchos otros westerns se han esforzado en mostrárnoslos. Pobrecillos. Nadie con dos dedos de frente y todas esas plumas en la cabeza se dejaría convencer por Troy Donahue de, pongamos por caso, comprar una multipropiedad; y no digamos ya de rendirse y retirarse a la reserva. Aunque, viendo su acierto con el revólver sobre blancos en movimiento y a cientos de metros... No, ni siquiera así.
La película falla también al renunciar a un enfoque, que apenas si apunta muy levemente, al que la situación descrita- posición militar avanzada, en territorio enemigo e insuficientemente defendida- podría haber dado mucho juego; esto es, la atmósfera opresiva y la consiguiente degradación humana a que las condiciones citadas hubieran, muy probablemente, conducido. Pero Walsh no es un psicólogo. Ni lo pretende. Su fuerte es la narración de aventuras. Y en ello, "Una trompeta lejana" no desmerece de anteriores films suyos mucho más logrados. Las escenas de acción, en su mayoría galopadas multitudinarias, se suceden sin desmayo- tanto que se llega incluso a cierta sensación de amontonamiento-, y están rodadas con la pericia acostumbrada. Pero ello es lo mínimo que se le puede exigir a uno de los grandes maestros de todos los tiempos en estas lides, y no corrige, ni mucho menos, el desaguisado que perpetran un reparto equivocado y un guión romo y desganado.
Carorpar
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14 de febrero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western de indios apaches chiricahuas que se resisten a la vida de la reserva bajo el mando de un valeroso caudillo, Águila de Guerra; de ese micromundo que son los cuarteles plantados en medio de la nada, Fort Delivery en este caso; del mundo castrense con sus filias y sus fobias hacia los indígenas, del lumpen de aprovechados que medran en la frontera, del sentido del deber y del sentido de la justicia que tanta importancia tienen siempre (o tenían al menos) en el género. Sin que falte el inevitable triángulo amoroso que se plantea ante un apuesto teniente recién llegado de West Point, Matt Hazard (Donahue), la bella esposa del jefe del acuartelamiento, Kitty Mainwarring (Pleshette), y su sofisticada novia Laura (McBain).
Todos ellos acompañados de un par de excelentes secundarios como son el general James Gregory (Quint) que, latinajos aparte, muestra un gran respeto hacia sus adversarios en el campo de batalla, y el silencioso soldado rastreador indio Nube Blanca.
Correcto el guion y la dirección, lo mismo que la caracterización psicológica de los personajes o la interpretación en general, aunque discutible la elección de Donahue como protagonista principal. Magistral sin embargo el desarrollo de la aventura en medio de escenarios naturales grandiosos, con espectaculares movimientos de la caballería india y la de los soldados. Reforzado todo ello con una magna partitura musical donde destaca especialmente la trompeta y los metales, tal como ya se anuncia en el título de la cinta. De todas formas, en uno de los diálogos se alude también a la trompeta como transmisora de los chismes amorosos en el interior del fuerte.
Dentro del trato respetuoso dispensado a los indios y a sus presuntos conocimientos militares, llama la atención la torpeza con la que conducen sin excepción sus ataques. Los pobres en sus alocadas cargas van directamente al matadero, para postre los soldados de Matt no fallan un tiro aunque disparen desde la estratosfera. Los combates cuerpo a cuerpo desmerecen también bastante.
Con todo, una buena película extraordinariamente visual, entretenida y bien ambientada. De esas que mecieron nuestra infancia y que difícilmente volveremos a ver en una gran pantalla.
Lafuente Estefanía
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9 de abril de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Walsh, de muy convencional argumento (la sempiterna lucha de la caballería yanqui contra los indios) dónde su ya octogenario autor utiliza la partitura de Max Steiner como motor de la historia.
No es de lo mejor de Walsh, puede resultar una película con tendencia al subrayado y algo plana, pero resulta, a ratos, espectacular y bríosa como las grandes obras de Walsh.
kafka
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21 de febrero de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1964 a los niños había dejado de gustarles ya que los indios fueran tan malos y torpes, se acercaban los 70, la televisión había engullido al scope y encandilado a las familias, y se acercaban los tiempos de la contracultura.Por lo tanto estamos en una manera lejana de hacer cine.
"Una trompeta lejana" está considerado como uno de los grandes westerns, debido más a mi parecer como reconocimiento al último film de un gran cineasta con una larga carrera plagada de exitos, que por sus propios méritos en sí.
Un dinosaurio del cine de estudios, como es Raoul Walsh, que había destacado con grandes obras tanto en el género del western, como de gagnsters, como en el bélico o las aventuras marinas.
La película está rodada en exteriores cosa bastante habitual en él, esta vez el desierto de Arizona vuelve a ser el polvoriento escenario del ejército de casacas azules yankees, ésta vez el 6º de caballería apostado en un fuerte medio derruido '"El fuerte Delivery" en 1883 , situado estratégicamente cerca de la frontera con México. Los apaches chiricauas de Águila de Guerra ( ¿trasunto de Gerónimo?) aprovechan dicha circunstancia para sus ataques y volver a territorio mexicano de Sierra Madre.
La película se basa en un héroe y su evolución militar y sentimental en fuerte. Para empezar el teniente Matthew Hazard (Donahue), que viene de West Point, donde ha sido instruido en valores de justicia y legalidad respecto a los indios y las reservas prometidas por los americanos a través de su profesor James Gregory ( Alexander Quint). Ëste personaje para mí es el verdadero héroe de la historia. Probablemente inspirado en la figura real del general Crock, impulsor de negociaciones de paz entre el gobierno federal y los indios para que llevasen a los indios a las reservas protegidas.
Nuestro teniente Matt, es un rubio hieratico que llega prometido de otra rubia conveniente ,pero cae prendido de los encantos de una bella morena Kitty (Pleshette),que oh problema, está casada con un teniente del fuerte, en las antípodas morales de nuestro protagonista recien llegado (encarnado por Reynolds). Pleshette tuvo ya aparición en la insulsa "Una mujer sin rostro" y el secundario de "Los pájaros".
Matt se hace un hueco con su valentía en el corazón del fuerte, en el de la chica y en el de los propios indios. Como héroe ya crepuscular, aprende las costumbres de los indios e irá por las malas en plan también soy machote (con incursiones militares de castigo y defensa) y por las buenas (influído por su maestro Quint) a hacer un tratado de paz con Águila de Guerra. Su mano derecha será un explorador indio Nube Blanca, un desertor deseoso de la paz.
Escenas grandiosas de caballos en el desierto bajo la música a momentos circense de Steiner que pese a todo lo leído, tampoco a mí modo de ver esta a la altura, me saca de las batallas. Grandes panorámicas, extras y batallas campales de otras épocas.
Lo mejor, me quedo con la nueva visión de la propia inculpación sobre el problema de la conquista, esa mirada crítica que se autotacha de traidores incluso a la palabra dada, en razón del odio suscitado por la creencia en una superioridad racial y de progreso que ha justificado todo tipo de desmanes en el hombre. No obstante hay que verla.
Imagomundisblog
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