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Los imperdonables

Western. Drama William Munny (Clint Eastwood) es un pistolero retirado, viudo y padre de familia, que tiene dificultades económicas para sacar adelante a su hijos. Su única salida es hacer un último trabajo. En compañía de un viejo colega (Morgan Freeman) y de un joven inexperto (Jaimz Woolvett), Munny tendrá que matar a dos hombres que cortaron la cara a una prostituta. (FILMAFFINITY)
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Críticas 378
Críticas ordenadas por utilidad
21 de abril de 2007
109 de 134 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ví en su estreno, y me pareció un tostón. Y, como tal que la recordaba, así la puntué aqui.
En mi descargo, he de decír que fuí al cine con una chica que entonces era mi novia, más bonita que un día de primavera, y que estuve más por ella durante la proyección que por la peli en sí. No me arrepiento, pero reconozco que fué un error.
Porque anoche la volví a ver, y quedé sobrecogido: unas interpretaciones asombrosas (tan sólo chirría el jovencito), una fotografía sublime, una ambientación perfecta, y un guión que consigue hacer de un argumento simplísimo una verdadera maravilla.
Un personaje que vive una fantasía para aumentar su ego, otro que desea olvidar quien fué, uno más que se arrepiente de su pasado pero su fidelidad le impulsa a volver a las andadas, otro más que se deja llevar por las leyendas para olvidar sus defectos, otro que vive fingiendo ser justo cuando es el más cruel... La descripción de los personajes es sublime, rayana a la perfección, los diálogos aumentan su profundidad al tiempo que la historia se desarrolla, y los sentimientos más intimos de los personajes, a cual más tortuoso, se exponen de una forma rotunda y extremadamente eficaz.
El western nunca ha sido uno de mis géneros favoritos, desde luego que no, pero tras revisar una película tan excepcional como ésta, que en su momento no supe valorar, mejor hago caso al amigo Txarly y reviso alguna que danza por mi memoria como pasable o tan sólo buena, a ver qué nuevas sorpresas me depara el bucear en la memoria.
Absolutamente recomendable, incluso para poco aficionados al western como el que esto suscribe, aunque avisando que, tras verla, pocas cosas tendrán para decír, habida cuenta de la perfección con la que casi todas las críticas anteriores han reflejado las sensaciones que despierta esta absoluta joya.
Kingo
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27 de mayo de 2008
88 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es poca la gente que considera "Sin perdón" poco más que un western más, un western bueno.
Yo sin embargo, acto seguido de haberla vista por 3º vez, no he podido evitar volver a emocionarme por 3º vez, y es que simplificar la película con la palabra western me parece poco menos que una insensatez.


Todo, desde mi humilde opinión, es inmejorable, mucho ha sido comentado ya por otros como, por poner algún ejemplo, el tener agallas hace mucho más que la puntería, la leyenda que es más fuerte que la realidad, el joven que quiere aparentar más de lo que es… Muchos son los detalles hermosos de la película que además de contarnos una historia, nos muestran, como tanto le gusta mostrar a Eastwood, que toda persona tiene su parte de bondad y de maldad, que no todo es blanco y negro y que el ser humano esta compuesto de sentimientos contradictorios.

Pero como ya mencioné antes, gran parte ya ha sido comentado, y mi crítica tiene el único fin de resaltar el, para mi, más hermoso y breve relato de amor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
aerandil
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21 de septiembre de 2010
73 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) En el burdel de Big Whiskey una de las chicas se echa a reír de lo pequeña que la tiene un cliente. Él raja su cara. El sheriff, Little Bill (Hackman está brutal, apabullante) no le castiga, total una tontería; sólo una multa con que resarcir al dueño del burdel, disgustado porque su mercancía ha quedado estropeada y sacará menos rendimiento.
Las putas se indignan y planean reunir dinero para pagar a un pistolero que haga justicia.
El sheriff intentará que ninguno pueda realizar el encargo. Y cómo se las gasta. Uno de los candidatos es el aparatoso Bob el Inglés, quien viaja acompañado de un biógrafo encargado de mitificar sucesos sórdidos, convertirlos en leyenda con un lenguaje ampuloso.

La película incide especialmente en este proceso de falsificación engrandecedora, pero actuando en dirección contraria. El western clásico, de galanes con mejillas rasuradas y cutis brillante, patillas perfectas y pelo esculpido que atraviesan parajes majestuosos con atuendos planchados, de mujeres encantadoras que mientras limpian la cuadra lucen maquillaje rutilante, se desmonta en una estética de penumbra, fango y aguaceros nocturnos: calles embarradas, alcohólicos violentos, pegotes de tierra en el rostro, caras cosidas con bramante, tiritar al raso helado añorando la cama…

2) El mito del forajido libertario e indómito queda al desnudo en la figura antiheroica de otro pistolero, el legendario Munny (Eastwood saca enorme profundidad de su hieratismo), que vive retirado criando cerdos en una mísera granja y suspende su redención para conseguir unos dólares. Más frío que la nieve, nunca le tiembla un músculo. Eso decían de él pero ahora está lento, se cae del caballo, ha perdido puntería.

3) La revisión del género es melancólica y tenebrista, con bellos y desolados paisajes a lo Mann, e incluyendo violencia como los homenajeados Leone y Siegel, pero mostrándola en su raíz primaria y bestial, sin coreografiarla. Propone un héroe que es también antihéroe, lleno de ambivalencia. Torpe, frágil y vulnerable, pero capaz de encolerizarse y mezclar la justicia elevada del caballero andante con la cólera vengativa del violento asesino, apuntando (como es frecuente en Eastwood) a una ley por encima de los códigos penales; de quién lleva la estrella en el chaleco o quién ocupa el calabozo.

4) Para esos movimientos psicológicos y morales que culminan en el final explosivo, hábilmente retardado, lo que ocurre con el whisky sirve de marcador visible: el pase de la botella o frasco, la forma en que es bebido o evitado, y el momento
Atentos pues al whisky, que en el western clásico simboliza la fiesta vaquera y la alegría vital, y aquí aparece (empezando por el nombre de la población) cuidadosamente cargado de connotaciones siniestras, punto crucial en el desmontaje, como también lo es uno de los escasos valores afirmados, la dignidad femenina.
Archilupo
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11 de mayo de 2012
63 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Completamente merecidos los 4 oscar para las 10 nominaciones de Sin perdón: mejores película, director, actor de reparto (para Gene Hackman) y montaje (para Joel Cox). Y aunque sin oscar, el guión de David Webb Peoples consigue generar inquietud en cualquiera. Contra todo maniqueísmo nos hace palpar la violencia y la maldad desde diversos ángulos contradictorios y complementarios: ridiculiza la mitología del Far West y al mismo tiempo la reviste de irónica grandeza; entristece y divierte a la vez con la naturaleza prosaica de una realidad tantas veces mezquina; indaga en la banalidad del mal, oscilando entre la burla frívola y el respetuoso temor hacia el sufrimiento y la muerte; y nos plantea sin pretensiones ni moralinas diversos dilemas éticos que nos alcanzan por la elegancia de su autenticidad. Un western magistral para cerrar -en la cumbre- la historia de ese magnífico género de la cinematografía del siglo XX.
Yanpol64
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7 de mayo de 2008
89 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, señores, no. Clint no dio carpetazo. De hecho, enseñó al resto de directores cómo se abren las puertas: con agallas y una patada. Y preguntando "quién es el dueño de esta pocilga", a poder ser.

El disparo en el corazón fue el de "El hombre que mató a Liberty Valance". Y no fue letal, Leone o Peckinpah, entre otros, dan fe de ello. Y con actores como Hackman o Freeman, se puede hacer, nada de Gibsons, Costners, ni calañas del calibre...

Así que si no hay huevos para rodar una del Oeste, no culpen a Clint.

Y dejen sus nubes y sus maricones fuera, con los caballos. ¿Que pida perdón? Nada, nada, sin perdón, ¡fuera he dicho!
Sines Crúpulos
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