Como ella sola

Cuenta John Huston en su autobiografía, “A libro abierto”, que nunca le gustó esta película, aunque después de verla me parece que se exigía demasiado a sí mismo.
Sin estar entre los mejores de su amplia filmografía, este film tiene una muy buena calidad y unas interpretaciones sobresalientes, de Bette Davis, (en uno de los papeles que tan bien le iban de mala, malísima), de Olivia de Havilland, dando un buen contrapunto a la maldad de la Davis, y de Charles Coburn.
La realización, la fotografía en B/N y la música de Max Steiner son más que correctas. El guion de Howard Koch es bueno. La película se sigue con interés de principio a fin. A destacar la denuncia de la discriminación racial mediante la aparición de un personaje negro injustamente acusado de un delito.

Recomendable.

Auténtico recital de dos de las más grandes. Bette Davis y Olivia de Havilland se retan en un drama lleno de traiciones y celos. Dos hermanas de caracteres totalmente diferentes, destructiva la Davis e hija ejemplar la De Havilland, cuando ambas coinciden en pantalla dejan escenas para el recuerdo. La ayuda de grandes actores como George Brendt y Charles Coburn dan todavía más empaque a la película, que sirvió para demostrar que John Huston era un todoterreno capaz de gestionar con solvencia todo tipo de género.
Imprescindible, aunque sea tan sólo para disfrutar del duelo de dos auténticas estrellas cinematográficas, de ayer y de siempre.

Realmente una película que deslumbra por su gran guión, con apartes notables y llenos de una gran humanidad, adentrándonos en esa inmensa pasión que invade el ser humano como es el amor. También sus mas grandes debilidades, como la traición y el querer obtener lo que deseamos a toda costa, sin importar los sentimientos de los demás. Los grandes peligros que se tienen en la juventud al ver un futuro incierto y la discriminación e intolerancia de una sociedad discriminatoria. Grandes actuaciones y una Bette Davis que nos hace quererla y como en esta ocasión llegar incluso a odiarla. Stanley Timberlake un desolado corazón, que arrasa como un vendaval todo lo que se interpone en su camino y ese inmenso odio y soledad que llevaba en su perturbada vida.

"Encender otro fuego.
Es lo que queremos el uno del otro, ¿no?
Es todo lo que queremos.
Quisiera pensar en ello como algo más.
Algo con entidad propia.
- Permanente.
- Oh, no uses esa palabra, Craig.
Me aterroriza.
No hay nada permanente más que el ahora.
El momento. Eso es todo lo que hay."

Un rasgo fundamental de los melodramas son las historias de las relaciones humanas, muchas veces marcadas por los sentimientos y las pasiones o aventuras románticas y desarrolladas dentro de un grupo o una familia. Y en efecto así ocure en la rica y acomodada familia Timberlake cuando la rebelde y pasional Sanley decide dejarlo todo y marcharse con Peter, el esposo de su hermana Roy. Pero no son sólo los sentimeirntos de ella respecto a Peter lo que cambia durante el transcurso de su escapada, sino también lo que siente Roy hacia el prometido desdeñadado de Stanley, Graig. Cuando ella vuelve y descubre la relación entre ellos intenta recuperar el afecto de Craig llevada por la envidia y la venganza, pero sus planes tendrán funestas consecuencias.
Fue en los años 40 cuando este tipo de películas tuvo un desarrollo extraordinario y muy prolífico en todos los estudios de Hollywood y, sobre todo en la Warner Brothers, siendo esta cinta una muestra de ello. No es uno de los mejores melodramas que he visto, pero destaca en varios aspectos, como la bandad sonora de Max Steiner, la dirección de Jonh Huston, la cinematografía, los escenarios, la trepidante persecución policial, y especialmente por su selecto elenco actoral, que nos permite disfrutar, además de las interpretaciones de los buenos secundarios ( Hattie McDaniel) y de George Brent y Dennis Morgan, de un pequeño duelo actoral entre dos de las principales actrices de la época y de todo el cine clásico: Olivia de Havilland, como la sensata, trabajadora, fuerte y cabal Roy; y la genial Bette Davis, que nos deleita con una prueba más de su fuerte carácter y de su gran talento como la temperamental, pérfida, pasional, egoísta y vengativa Stanley, en una época en la que brilló como ninguna otra actriz en los neones y en las pantallasde los cines, y aún en el recuerdo de muchos de sus fans, (entre los que me incluyo). Buena.

La segunda película de Huston como director es una de esas que se calificaban como "película de mujeres", un registro que un director tan "masculino" no volverá a tocar. Es lástima, porque esta le quedó bastante redonda. Un tanto desaforada y bordeando el melodrama, la historia gira en torno al personaje de Bette Davis, otra mujer egoista y caprichosa que, incapaz de ser feliz, no soporta que nadie lo pueda ser. El tipo de personaje que ella bordaba y que llegó a encasillarla. Hubiese sido interesante que Davis y de Havilland, que hace un papel en su registro más característico, hubiesen intercambiado sus roles, porque Olivia también interpretó con solvencia papeles de "mala" (en "A través del espejo" hacía de "mala" y de "buena" simultáneamente y en "La heredera" transita de incauta a desalmada), pero a Bette, siendo una actriz superlativa, cuesta imaginarla como la "buena". Creo que el público de la época no estaba preparado para ese intercambio. En este "tour de force" entre actrices los galanes quedan un tanto desdibujados.
Dejando aparte la moralina, la película se mete en charcos no demasiado habituales en su momento, como la evidencia del "racismo estructural" de la sociedad americana o la sugerencia de sentimientos cercanos al incesto. Ver como el personaje de Bette manipula al "viejo verde" de su tío produce un cierto repelús y no puedes evitar pensar que son tal para cual y que se merecen todo lo que pueda pasarles. Es posible que el cine "clasico" tenga unos finales previsibles, que haya escasos resquicios para la ambigüedad moral y que los personajes, para bien o para mal, acaben recibiendo su merecido, pero el buen cine de la época facturaba unas películas "compactas", sin tiempos muertos ni interludios musicales, pura fibra.