Conspiración de silencio

Correcta, interesante, seria, sencilla, plausible, serena y más que acertada visión sobre una investigación en la que un hombre trata de descubrir lo que pasó con un viejo conocido, lo que le hace llegar a un pueblo en el que parece que todo el mundo sabe algo, pero no quiere soltar información alegremente.
Gran reparto para una historia sencilla e intrigante con un desarrollo pausado con buenos toques de suspense y crítica social.
Una historia para el recuerdo y para realizar una notable crítica contra el racismo.
Otro gran trabajo de su director, John Sturges, demostrando que sabe contar una buena historia desde la sencillez.
Conspiración del silencio, rompe silencios y pone el grito para decir no al racismo, con un enorme Spencer Tracy a la cabeza del reparto.

No leáis la sinopsis para disfrutar de un rato mas de intriga con esta elegante película que se desarrolla en una minúscula población del oeste americano y que esconde un terrible secreto.

En este microcosmos están representados todos los estereotipos de las personas que habitan nuestro planeta.
Los déspotas que aprovechan cualquier excusa para pisotear al vecino, los temerosos de enfrentarse al poder establecido, los aborregados que hacen lo que se les ordena sin plantearse si está bien o mál y los valientes que se enfrentan a las injusticias. Todos tienen cabida en este relato y cada uno de ellos es necesario para que existan los demás.

Excelentes actores a las ordenes de un gran capitán.

Estados Unidos es un país inmenso, el lejano oeste está plagado de interminables llanuras por las que deambulan las vías del tren, atrapadas entre el polvo milenario y casi incandescentes por la acción de un sol abrasador, un tren que parece no tener paradas intermedias …

John Sturges centra la acción de su película en un lugar desértico, inhóspito que envuelve aún mas el desarrollo de la acción en un halo de misterio, Spencer Tracy con su dureza de semblante, su aplomo y su veteranía aporta la calidad necesaria para despertar nuestro interés por una historia no carente de misterio.

Excelente también la interpretación de Lee Marvin en su papel secundario de busca vidas, papel que, por sus características se le ajusta como anillo al dedo.

Tiene su "aquel", porque lo que es la historia que se narra, no me convenció. Parches, remiendos varios para un cuento que no encaja. Pero, cómo será, que durante el metraje había algo que me hizo disfrutar en el tiempo del visionado. Tal vez simplemente fueron los actores, tal vez esos diálogos contenidos. Pero había algo que mantuvo la película viva todo el tiempo, no se hundía a pesar de que se sucedían cosas que no me acababan de cuadrar.
Se menciona mucho a Spencer Tracy, pero pienso que es el trabajo coral el que se debe ensalzar.
Entre los temas del género del filme se menciona "racismo". No ví racismo por ningún lado, sí ví lo que se llamaría hoy día delito de odio, odio creado por un Estado para que sus ciudadanos odien a individuos de una particular nacionalidad. Hoy día se llama racismo a cualquier cosa. Está de moda.
"Bad day at black rock" (la "conspiración de silencio" me resulta más que desacertado) tiene una fragancia intensa a buen western. La luz del día deslumbra en muchas escenas. El paisaje respira polvo.
Me chirrió y molestó en momentos la música. El final me resultó forzado. Pero no me importaría volverla a ver dentro de uno o dos años. Un 6,5.

"Conspiración de silencio" aguanta a buen nivel poco más que quince minutos. Admito que el principio es sugerente porque a la aparición de un misterio viajero, John Macreedy (Spencer Tracy), que llega a un diminuto pueblo perdido, hay que superar el comportamiento huraño de sus habitantes. Desgraciadamente pasado este tiempo la cosa se desinfla como un globo. Ese terrible secreto es de lo más previsible y entonces nos fijamos en otros aspectos. Por ejemplo, que la villa tiene parada de tren, telégrafo, hotel y prisión pero no pobladores salvo los implicados en la trama. Cero extras. O la rudeza de los malos, que con tanta reticencia se delatan. O la pelea con un solo brazo, que es de todo menos creíble. O el final, tan simplón.

Eso sí, te hace pensar pero no sobre el odio racial, pues se explica poco. Por cierto, que manía con el mismo mantra. ¿El racismo tiene que ser necesariamente irracional? Si es que casi siempre responde precisamente a la racionalidad. Pero a lo que vamos. Por ejemplo, que el sistema norteamericano por el cual el funcionario profesional no existe nos lleva a que todo un sheriff, el representante de la ley, pueda ser despedido sin más por el poder político. Esto es muy democrático, a fin de cuentas, ¿quién elige a un policía? pero caldo de cultivo a auténticas mafias locales. Aunque lo que más me hizo pensar fue que las diferencias, 60 años pasados, entre 2014 y 1954, cuando se rodó, no son muchas pero respecto a 1894, otros 60, son enormes.