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Revenant: El renacido

Aventuras. Western Año 1823. En las profundidades de la América salvaje, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolecta pieles. Glass resulta gravemente herido por el ataque de un oso y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald (Tom Hardy). Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, ... [+]
Críticas 560
Críticas ordenadas por utilidad
17 de octubre de 2017
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Vi “The Revenant” (“El renacido”, 2015), un filme de 156 minutos (!), producida en EEUU y dirigida por el gran Alejandro González Iñárritu [1963-]. El guion es una obra colectiva entre el director y Mark L. Smith, basado en una novela homónima de Michael Punke [1964-] (experto en temas de comercio internacional). El dúo protagónico es de lujo: Leonardo DiCaprio y Tom Hardy. Debo señalar que ambas actuaciones fueron correctas, pero pudieron ser sublimes si el guion lo hubiera facilitado; de esto hablaremos más adelante. La cinta, basada parcialmente en hechos reales, narra una exploración de tramperos en 1823, con el fin de conseguir pieles. En dicha expedición, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) queda atrapado entre la naturaleza salvaje, la traición de un compañero de expedición, John Fitzgerald (Tom Hardy) y una tribu de indígenas que buscan a una princesa raptada. El protagonista, reclamando venganza, supera todos los obstáculos que se le presentan. La película ha barrido en varias premiaciones (3 Premios Oscar: mejor director, actor (DiCaprio) y fotografía; 3 Globos de Oro: Mejor película drama, director y actor (Leonardo DiCaprio); 5 Premios BAFTA: Mejor película, director, actor (DiCaprio), fotografía y sonido; etc.). Ahora bien, ¿qué podemos decir de ella? En primer lugar, se nota el ánimo de crear un cine-espectacular, es decir, el nuevo formato de las superproducciones que busca reemplazar en el género a aquellas mega-cintas de los 50 y los 60 del siglo pasado, formato que busca hacer películas para el hall de la fama, aunque no necesariamente para ser cine de culto. Me explico: tanto el director como los productores querían hacer algo grande, algo que quedara en la mente de los espectadores cotidianos, aunque no necesariamente en la de los críticos. Un nuevo cine metafísico o de espectáculo, diferente al de hace 50 años, pero con la misma intención. ¿Lo lograron? Sí, con creces. Este filme no desaparecerá fácilmente en la representación colectiva del cine de Hollywood. Pero, ¿será una película de culto, reverenciada por marcar un hito? Sí marca un hito para la industria, pero poco añade al arte. Con base en lo anterior paso al segundo punto: la película es más que correcta en lo que atañe a la fotografía, las actuaciones, la edición, la música, etc. Es una obra muy bien lograda en lo estético-industrial. Pero hay algo que quedó descuidado por el afán de la hacer un mega-espectáculo: el guion. Es una obra de entretenimiento, aunque a veces abusa con el tiempo excesivo, de un lado, y la simpleza dramática, del otro. Justo esto último es lo que más se extraña en la obra y me lleva al tercer aspecto: no hay mayor drama, lo que termina siendo una camisa de fuerza para el dúo protagonista. El drama se resume a aguantar todo lo que le acontece al personaje central, pero no en sus caracteres y no se refleja en los diálogos. Es un drama meramente exterior, salvo algunos y esporádicos momentos espirituales que no contribuyen a salvar el quid dramático. En conclusión, es una obra de espectáculo en el mejor sentido de Las Vegas, de aquellas obras que, por su altísimo despliegue de efectos visuales, quedará en el recuerdo del espectador, pero nada más que eso. Lástima por DiCaprio, quien si bien se lució con esta obra, pudo haber hecho una mejor actuación si el drama hubiera intentando enraizarse en lo más profundo de su personaje. La recomiendo, eso sí. 2017-10-17.
Andres Botero
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15 de diciembre de 2017
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No sé muy bien que quiso transmitir el director y mucho menos el autor del libro, otro talento desperdiciado en una larga y aburridísima película. Por eso el título de mi crítica, por lo menos para mí, no pasó de ser eso.
Sparrow
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17 de diciembre de 2017
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Si, lo a vuelto a conseguir, Iñárritu ese gran director de actores a conseguido con El renacido que sus 2h y 30mi pasen fugaces ante nuestros ojos, gracias a la estupenda fotografía, unos paisajes nevados muy bellos y sobre todo a Leonardo que cuando ya pensabas que lo avias visto todo de él, y que sabemos de sobra que es un gran actor,nos vuelve a sorprender con el mejor trabajo de su carrera hasta la fecha, con premio o sin el, se puede afirmar que Di caprio es el mejor actor de su generación. El renacido te entretendrá , e incluso por momentos quedarás imnotizado.
The revenant es imprescindible verla e imposible olvidarla.
Sergio cine Julián
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22 de diciembre de 2017
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Es muy interesante el reciente resurgimiento de un género, el "western", en los últimos años, a juzgar por largometrajes como "Los odiosos ocho" (The Hateful Eight, 2015), de Quentin Tarantino, "Bone Tomahawk" (2015), de S. Craig Zahler, o "El renacido" (The Revenant, 2015), de Alejandro G. Iñárritu, destacando los tres, por cierto, por la crudeza del enfoque propuesto para reconstruir la vida en el Oeste, una vida que, en efecto, en la realidad era muy dura, lo que siempre hace pensar en el excesivo idealismo que el cine (el de Hollywood, sobre todo y en primer lugar) ha empleado a menudo para narrar y describir este universo histórico-geográfico.

En el film de Iñárritu, situado geográficamente en las Montañas Rocosas, sur de Montana o norte de Wyoming, no hay idealismo sino todo lo contrario: una crónica sumamente cruda -por minuciosa y descriptiva- de la vida de los tramperos del Oeste, y, más en concreto, una descarnada crónica de la odisea que vive el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) a raíz de las graves heridas que le causa el ataque de un oso. La naturaleza, los indios, los blancos, todos son factores amenazadores y al mismo tiempo posibles apoyos para la supervivencia. A través de esta odisea, en la que parece imposible que el personaje protagonista sobreviva, pues le pasa de todo (incluso en un momento dado parece que va a caerle encima un meteorito), el film se vuelve ambiguo frente a una naturaleza que, se diría, es terrible y al mismo tiempo fascinante para el director. Esta aventura es una buena manera de expresar el individualismo estadounidense, por supuesto.

Ahora bien, los tres "westerns" mencionados combinan su crudeza expositiva con otras estrategias más clásicas: el desentrañamiento de una intriga casi detectivesca en el caso de Tarantino, un viaje a un mundo casi prehistórico en el caso de Zahler, una muy clásica historia de venganza en el caso de Iñárritu. En los tres casos hay una ventana abierta a la redención y, al mismo tiempo, una presencia constante de la muerte. Iñárritu convierte una aventura del Oeste en un recorrido existencial sobre el increíble instinto humano de supervivencia, convirtiéndose así este recorrido, este durísimo viaje iniciático -para iniciar al espectador, para que el espectador "viva" esta experiencia- a través de la supervivencia extrema, en una aguda reflexión sobre la naturaleza humana: el protagonista debe sobrevivir para vengarse. ¿Moralejas? ¿Lecciones éticas o morales? No lo sé. Quizás el ser humano es sólo eso: adaptación, aprendizaje, ganas de vivir, supervivencia.
Pedro Triguero_Lizana
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23 de diciembre de 2017
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Con una titánica fuerza de voluntad, el protagonista Hugh Glass se enfrenta el solo a una enorme odisea: sobrevivir en las peores condiciones imaginables, a lo que se une su inmenso afán de venganza y justicia.

Del director Alejandro González Iñárritu se puede esperar cualquier cosa y siempre buena. Pues bien, este film, siendo como es magnífico, me ha parecido execsivamente largo. Desde ya digo que siendo una gran película, el tiempo se encargará de ponerla en su sitio, porque la mera belleza de los paisajes, no basta para hacer una película grande. Así y todo, González Iñárritu conoce bien el arte de hacer películas y ha manejado con sabia mano el retrato de épocas pasadas en un medio geográfico muy duro, en que la muerte acechaba a cada paso, con un clima solo apto para gente fuerte y curtida como Hugh, el incombustible personaje del film. De manera que la dirección me parece excelente, que puede con una historia cruda y de venganza, manejando unos hilos.

El guión de Mark L. Smith y el propio Alejandro González Iñárritu, es una adaptación de la novela The Revenant: A Novel of Revenge de Michael Punke, publicada en 2002, que está basada en acontecimientos reales de los que esta obra literaria y el propio film, son fiel reflejo, o sea, la vida aventurera y silvestre del explorador y trampero Hugh Glass, que sobrevivió realmente a principios del siglo XIX al feroz ataque de un oso, en condiciones límite inauditas, de ahí el título del film, The revenant.

El libreto tiene unos antecedentes de gran envergadura e incluso se puede decir que la obra de Sarafian, amén de la de Pollack o Kurosawa, son el germen de la actual obra del mexicano Iñárritu quien, obviamente, las conoce. Guión bien construido en sus aspectos formales de tempo y pulso del relato, aunque quizá un poco exagerado en los límites de supervivencia del personaje.

La música de Carsten Nicolai y Ryûichi Sakamoto me ha parecido maravillosa, con su orquestación de violonchelos destacando en los momentos finales. Emmanuel Lubezki, asiduo colaborador de Iñárritu, en un alarde, es capaz de captar en imágenes muy hermosas la prodigiosa luz natural de los parajes en que se desarrolla el film, dotándolo de una estética de vital importancia en la obra; lugares gélidos, bellos y silvestres sin par.

El reparto es de lo mejor. Leonardo Di Caprio está excelente, dando una permanente sensación de sufrimiento con una interpretación muy física; Tom Hardy es otro grande que está descomunal como individuo auténticamente brutal, traicionero y mezquino. Acompaña un equipo de actores y actrices de.

Esta película es luminosa, de aventuras, técnicamente prodigiosa, dramática, y que se emparenta directamente con el western revisionista de los años setenta (El hombre de una tierra salvaje o Las aventuras de Jeremiah Johnson), sin excluir otras que no son western como la película de Kurosawa, Dersu Uzala. Toda la cinta goza de un alumbramiento inusitado como marca principal de la obra.
Kikivall
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