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Al diablo con el diablo

Comedia. Fantástico Brendan Fraser es un joven torpe y bondadoso, con poco éxito en la vida, que vende su alma al diablo (una explosiva Elizabeth Hurley) a cambio de unos deseos que no se ven del todo cumplidos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
26 de abril de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos ronda desde tiempos remotos y sabe perfectamente lo que deseamos y lo que nos asusta. Así que hay que tener cuidado con él.
Cuando bailas con el Diablo tú no le llevas, él te lleva...y pobre de ti si pretendes pisarle.

Los "remakes" forman parte del imaginario colectivo, no se puede evitar, y en el del público americano no causa ya ninguna sorpresa. Le resulta difícil a esa gente que jura que le gusta el cine el investigar distintos géneros, directores y épocas; en lugar de eso prefieren gastar dinero en una entrada, coca-colas y palomitas y presentarse ante una nueva versión. ¿Lo merece? Lo cierto es que resulta cada vez más imposible hallar una que se aproxime a la calidad de un film realizado veinte o treinta años antes. El punto de vista no es el mismo, ni los ideales, ni, como en este caso, el humor.
Los "remakes" de películas británicas producidas en EE.UU. suelen ser un fracaso; a veces causa indignación y enfado, siendo buenos ejemplos "Un Funeral de Muerte", "Ladykillers" o "La Pantera Rosa". En el 2.000 le tocaría el turno a "Bedazzled", sátira deliciosamente negra y joyita de Stanley Donen y del género que maravilla por su humor perverso; entre la exitosa "Una Terapia Peligrosa" y su secuela, Harold Ramis sería el encargado de ponerse al frente del proyecto, cuyo guión firmaría junto a Peter Tolan y Larry Gelbart, donde se modernizan y tergiversan muchos aspectos del clásico de los '60.

El protagonista no se llama Stanley sino Elliot, no trabaja cocinando en una cafetería, sino en una empresa de informática, pero lo importante es que mientras su homólogo de 1.967 era un tímido que no mostraba sus sentimientos ante los demás él es todo lo contrario. Él hace lo posible por exteriorizar su simpatía, alegría y honestidad pero nadie puede soportarle por resultar extremadamente empalagoso, de ahí que su vida sea un absoluto fracaso; tras un prólogo que produce una incómoda vergüenza ajena, por la actitud del protagonista y el rechazo de los demás, entra en escena el Diablo.
Como cabe esperar, en la nueva versión han preferido cambiar de sexo al Príncipe de las Tinieblas, pues se da por sentado que una mujer puede embaucar más fácilmente a un hombre (especialmente si ella es atractiva y él un perdedor con alta apetencia sexual). Quien haya visto la del sr. Donen se conoce la canción: siete deseos se concederán y, tras ellos, la posesión del alma, siendo el primero de ellos el más espectacular y donde mejor demuestra Ramis su talento innato de cómico: el de Elliot transmutado en un traficante de drogas sudamericano. Así empieza el contrato (descartemos la hamburguesa y la coca-cola, pedidos antes de firmar...).

La finalidad de estos deseos será la de enamorar a una compañera de trabajo, ahora Alison en lugar de Margaret, pero los problemas no dejan de surgir y la razón es sencilla. El protagonista toma decisiones bajo un enfoque absolutamente egoísta (las palabras mágicas son "yo deseo..."), por lo que la mujer a la que ama será en sus sueños poco menos que un reflejo torcido, cambiante debido a ellas, una mujer a la que él ni tan siquiera conoce en realidad. Lo que hace Elliot, como alguna vez hemos hecho todos, es idealizarla, y más a lo que representa (el amor romántico) que a ella misma, de ahí que todo resulte ser un círculo vicioso irreparable y sin fin.
En la de Donen la acción y el humor se apoyaba en los ingeniosos diálogos de Peter Cook, aquí lo que más destaca son los efectos visuales y el absurdo, en situaciones y diálogos, guía la trama, Ramis lanza una ácida crítica hacia las virtudes que creen poseer los hombres en físico y emoción para enamorar al sexo opuesto y hacia la frivolidad del ser humano en todos y cada uno de los entornos sociales, mientras radicaliza, caricaturiza y ridiculiza a algunas de las figuras más típicas de nuestra sociedad, en especial las de clase media-alta (el escritor intelectual, el famoso deportista, e incluso el presidente de la nación americana).

No obstante, aunque se alcancen unos grandes niveles de comicidad en cada episodio, ninguno iguala ni supera al primero, el más memorable además del más extenso; el público espera algo parecido a ese espectacular inicio, pero las expectativas se van desinflando con cada "sueño", cada vez más corto y de más ridículo desenlace. Una vuelta de tuerca en el ecuador cambia ligeramente el tono, volviéndose sombrío, pero Ramis es consciente de que factura una comedia, por lo que todo debe concluir de manera alegre, y si es con alguna de esas moralinas de andar por casa que tanto gusta a los estadounidenses pues mejor que mejor.
Brendan Fraser hace gala de sus buenas dotes para la comedia, con doble o triple esfuerzo debido a los diversos personajes que ha de interpretar (impagable verle de Elliot sensiblón llorando ante la puesta de Sol o de jugador de baloncesto cazurro y chillón), aunque no puedo evitar pensar lo bien que habrían lucido Jim Carrey o Matthew Perry en el papel. Una explosiva Elizabeth Hurley toma bien el relevo de Peter Cook en aspecto físico (yo desde luego prefiero el de ella) aunque no en carisma...y es que, en contra de lo que piensan los guionistas y otros muchos, no se debe relacionar la maldad y manipulación femenina con la sexualidad femenina (el tópico de la "femme fatale", que no nos lo quitamos de la cabeza...).

Tras ellos, unos correctos Frances O'Connor, Paul Adelstein y Orlando Jones, los efectos visuales del maestro Richard Edlund y el humor grueso y desenfadado de Ramis (que no tiene ni punto de comparación con el más cínico, mordaz y negro de Donen), lo que asegura en esta nueva "Bedazzled", sin ser una joya del género, un rato de lo más entretenido.
La moraleja es sencilla: lo importante no es desear por lo que nos entra por los ojos, sino por el alma, la cual no es necesario buscar; hay que dejar que le llegue a uno de manera natural. Todos podemos encontrar a nuestra alma gemela, sólo hay que esperar un poco...
Chris Jiménez
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11 de noviembre de 2017
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, Al diablo con el diablo es tontona, facilona en su humor, escatológica y poco inteligente. Pero que levante la mano el que no la viera de adolescente y no se echara unas cuantas risas.
Tenía momentos inspirados, sobre todo en los sketches dedicados a las vidas postizas que una divertida y despampanante Elizabeth Hurley montaba para un Brendan Fraser en el punto culminante de su popularidad port- La Momia, y que sin ser un superdotado de la comedia, funcionaba bastante bien como un tipo mezcla de divertido, atractivo, gamberro y tierno. En conjunto, era una comedia pasable, que cumplía con su propósito de entretener y por ello se le puede dar el aprobado, aunque por supuesto fuera simplona y bastante estúpida en su carácter como comedia.

Lo mejor: Era entretenida y tenía algunos chistes inspirados
Lo peor: No es buena. Objetivamente no lo es.
Sibila de Delfos
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10 de abril de 2009
12 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero en el fondo da igual, porque ayer vi un trozo de esta película -quizá el más desafortunado- y no me cabe en la cabeza que haya ente vivo sobre la faz de la tierra que le encuentre la menor gracia o interés a esta puta mierda.
AGF
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9 de abril de 2011
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Positivo: La película ofrece algunas escenas muy entretenidas que puede causar alguna carcajada además es una cinta absurda que, para una comedia es buena señal.

Negativo: La trama de la cinta es nula, y encima veo que proviene de un otra película. La aportación que nos ofrece es mínima por lo que no tiene algo de ínteres para el espectador. Los actores no los hacen mal pero no muestran un talento excepcional.
paburo
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27 de julio de 2005
2 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia de amor es el motivo por el cual Fraser y Hurley se encuentran, y todo esto lleva a una serie de cómicas escenas en las que Fraser muestra su versatilidad en la comedia. El final es algo ñoño.
Déborah
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