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Críticas de Luis Guillermo Cardona
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Críticas ordenadas por utilidad
8
2 de octubre de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carta abierta a los niños con padres separados que los mantienen de un lado para otro:

Quiero invitarlos a que conozcan la historia de una niña llamada Maisie Farange, cuyos padres también se separaron, habiendo quedado ella bajo la custodia de su padre Beale que, aunque no era mucho mejor que su madre, las “manchas” en el rostro de ésta resaltaron un poco más a la vista de los jueces.

En la película -que es una versión puesta al día de “Lo que Maisie sabía” (1907), una agradable novela escrita por un gran señor llamado Henry James- la niña deberá estar una semana con su padre y otra con su madre… y lo que vamos a ver, es la manera como Maisie -muy sensata y dispuesta a sacarle el mejor partido a lo que la vida le ofrece-, se las ingenia para ser dulce con todo el mundo, de tal manera que así asegura que, con quien esté en su momento -que no solo serán sus padres, sino también la nueva esposa de su padre y el nuevo compañero de su madre- éste o ésta va a tratarla de la mejor manera.

Imagínense que Maisie a todo el mundo le hiciera berrinches y comenzara con el cuento de “¡Yo quiero a mi mamá!” o “¡Quiero quedarme con mi papá!” ¿Qué pasaría? Que se amargaría la vida porque, entonces, todo el mundo la tendría a regañadientes y no se animarían a proponerle salidas ni nada interesante. ¿Y qué harían en cambio? Probablemente la sientan ante un televisor o le dan un peluche para que vea como se divierte solita durante todo el día.

Pero Maisie, ¿saben qué?, ya tiene muy claro que todo el mundo tiene su lado bueno y ella se apega a este lado de su personalidad, y mostrándose respetuosa, condescendiente y divertida, hace que estar con ella resulte muy grato y así, su papá, su mamá, su “padrastro” y su madrastra (que se llaman Lincoln y Margo) terminen adorándola y encantados siempre con su compañía.

La película, dirigida por Scott McGehee y David Siegel, resulta bastante agradable y nos demuestra que, un niño inteligente, aprende desde pequeño que, todo lo que uno desea en la vida tiene que darlo primero: ¿Quieres amor? ¡Da amor! ¿Quieres respeto? Da respeto ¿Quieres que los demás sean buenos contigo? ¡Sé tú primero bueno con los demás!

¡Tienen que ver como, Maisie -a quien representa con particular encanto una niña llamada Onata Aprile-, se las ingenia para volver a tener un hogar feliz!

Julianne Moore, Steve Coogan, Joanna Vanderham y Alexander Skarsgård, son los actores que representan con efectividad a sus familiares. ¡Ah! Y si ya están en edad de leer libros serios y sin laminitas, pídanle a sus padres como regalo por las buenas notas de fin de año, que les obsequie el libro “Lo que Maisie sabía”.

Leer es una de las cosas más agradables de la vida, porque, todo buen libro, contiene las mejores historias y las más altas ideas que supieron escribir hombres muy inteligentes que trasegaron con intensidad por el mundo. Y eso ampliará tu mente, dará más calidad a tus pensamientos, palabras y acciones… y casi seguramente, te hará mejor persona.

Un abrazo ¡y ojalá les guste!
Luis Guillermo Cardona
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7
13 de septiembre de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo está lleno de gente débil, manipulable, sumisa, capaz de degradarse o de cometer la suerte de actos que por su propia voluntad jamás haría… pero que termina haciendo para no ser rechazado, burlado o subestimado. Hay temor a sentirse inferior, a ser excluido o a que se piense que se es un cobarde o un pendejo por no hacer lo que los demás hacen por indebido que sea. Pero, lo que la nueva persona tentada no entiende, es que los cobardes son los otros que ya cayeron en las trampas y que los débiles son esos mismos que están necesitando cómplices para poder sentirse fuertes.

Inspirada en un hecho real sufrido por una chica de 22 años en New Bedford, Massachussets, en el que hubo cuatro convictos, la realización de “ACUSADOS” motivó a la productora Sherry Lansing, quien, ante el terrible auge de las violaciones a mujeres en los EEUU, sintió que “uno de los más importantes problemas de nuestro tiempo es el crimen de no reportar un crimen”. Es tan infame el delito como la indiferencia que se asume al presenciarlo; es tan abominable el que ejecuta la acción violenta como aquel que incita a que otro la cometa; y es tan deplorable que esto siga sucediendo, como que los gobiernos y las sociedades sigan haciendo tan poco para subsanar estos problemas. Con sobrada razón, la abogada Kathryn Murphy se propone acusar a los violadores, a los incitadores y al Estado. Debió también –aunque no merecieran más que el castigo de sus apocadas conciencias- denunciar a los espectadores pasivos que hicieron la vista gorda mientras, la joven Sarah Tobias, era brutalmente ultrajada por aquellos irresponsables.

Para sentar un gran precedente, se eligió como personaje central del filme a la suerte de chica más propensa a una violación: Con un pasado turbio (antecedentes por porte ilegal de droga), consumidora ella misma y bebedora, conviviendo con un expendedor de psicoactivos, y con comportamientos que pisan el límite, especialmente en aquellos ambientes donde la capacidad intelectual, el autocontrol y la responsabilidad, no suelen estar presentes.

¡No hay ninguna razón que justifique el que una mujer pueda ser tomada por la fuerza para utilizarla sexualmente!, es la demanda que nos gritan a dúo la víctima y su defensora, en este notable alegato en el que ellas están dispuestas a llegar hasta las últimas consecuencias. Y hay que ver esa pasión de la bella actriz, Kelly McGillis, quien como la abogada defensora, está sin duda desfogando la rabia que guarda desde aquel día del año 1982, cuando ella misma fue asaltada y violada en su apartamento... razón esencial por la que asumió esta interpretación. Y Jodie Foster, hasta se llevaría su primer Oscar por esa potencia que ha sabido imprimir a muchos de sus personajes, y como Sarah, es claro que lo da todo hasta hacer muy creíble su personaje.

No ha habido desde entonces cambio social alguno, porque la corrupción y las violaciones a niñas cada vez más pequeñas, sigue siendo símbolo de decadencia de la sociedad a lo largo y ancho del planeta. Pero sigo creyendo que, para derrotar este flagelo, es mucho más importante la educación, la prevención y la responsabilidad inculcada en cada persona, que la consumación de la venganza.
Luis Guillermo Cardona
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7
9 de septiembre de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras cumplía sus labores como director de la revista The woman’s world, el escritor Oscar Wilde seguía sacando tiempo para escribir los cuentos que, por entonces, tanto lo atraían. Y en el segundo semestre de 1887, publicaría dos textos muy atractivos: El crimen de Lord Arthur Saville y El fantasma de Canterville que, como todo lo que venía escribiendo, fueron muy bien acogidos.

A Jules Dassin -el notable director estadounidense quien, por entonces, sembraba sus primeros pinitos- también le gustaba mucho Oscar Wilde, y hallándose la Segunda Guerra Mundial en su punto más álgido, decidió hacer esta versión muy libre de “EL FANTASMA DE CANTERVILLE”, que servía para dar valor a todos aquellos soldados que aún tuviesen irreprimibles temores ante el enemigo.

No es difícil deducir, que la idea pudo tener lugar tras el éxito obtenido por Charles Laughton en su película del año anterior, “Esta tierra es mía”, donde representaba a un tímido y temeroso profesor que entra en crisis ante cualquier estruendo, pero que luego se verá abocado a sacar valor de donde “no lo tiene”. Sin duda, el temor a las bombas y a la misma muerte, era uno de los grandes males que exudaban los soldados cada vez que un pelotón era llamado para ir al frente a dar cara a sus enemigos (y de esto tampoco estuvieron exentos los norteamericanos), por tanto, cualquier refuerzo que se hiciera para espantar estos males, recibía la más plena bienvenida… pues, durante aquel atroz conflicto bélico, aliento y fortaleza eran cosas tan vitales como el agua o la metralla.

El guionista, Edwin Harvey Blum, borra entonces de un brochazo a la familia Otis (padre y madre, dos gemelos, y una linda quinceañera llamada Virginia que, en el cuento de Wilde, son los protagonistas junto al fantasma) y en su lugar introduce a un grupo de soldados americanos, que entran a ocupar el castillo invitados por sus nuevos residentes, los Canterville, ascendientes de los primigenios habitantes del castillo. Y a la cabeza de estos, regirá una agraciada y muy valiente pequeña de seis años, llamada Lady Jessica de Canterville (la siempre vivaz, Margaret O’Brien, que aquí vuelve a reunirse con Robert Young tras su marcado éxito en “Journey for Margaret” (1942)), quien, junto al soldado Cuffy Williams, son los llamados a cambiar la historia.

Las variaciones resultan muy afortunadas y la película discurre con cierta gracia, simpáticas ocurrencias y en un tono cuando menos distencionante, logrando que quede bien plantado el mensaje de que, bajo cierto grado de presión, cualquier cobarde puede llegar a convertirse en el más valiente de los hombres.

Es seguro que, para los soldados que la vieron, “EL FANTASMA DE CANTERVILLE”, significó un momento de relax muy importante. Y como suele ocurrir, queda resaltar la encomiable actuación del gran Charles Laughton, el cual luce muy bien acompasado por un buen conjunto de actores de reparto.

Una frase para recordar, aportada por Jessica cuando alguien se sorprende de que siendo tan pequeñita sea ya una Lady. Ella responde: “Una dama es una dama cuando se comporta como tal”.
Luis Guillermo Cardona
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7
22 de agosto de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teniente primero de la guardia imperial de Austria, Nikolaus von Preyn, es también un seductor de rango primero. Las chicas le llaman cariñosamente Niki, y al verle… es fácil deducir que este nombre le viene como el pitillo a la gaseosa. Cuando un amigo de la guardia le habla de una chica violinista que le viene gustando más que su propia esposa, Niki se anima a conocerla… y al quedar encantado con ella, de inmediato se las ingeniará para quitársela. Pero, un día en que hace la guardia ante la llegada a Viena del rey Adolf XV y su hija Anna, provenientes de Flausenturm, perdón, Flausenthurm, en el instante en que sonríe y hace un guiño de ojo a su pretendida Franzi –sí, la violinista que le está quitando a su amigo- a quien ha descubierto al otro lado de la vía, el auto que transporta a la realeza se cruza entre ellos… y la rubia princesa Anna asume que estos gestos ¡irrespetuosos! iban para ella.

Lo que sigue tiene buen pulso y encanto, porque está hecho con muy simpáticas actuaciones de Maurice Chevalier, nada de galán pero mucho de comediante; Claudette Colbert, la chica enamoradísima que quizás llegue a comprender que a veces perder es ganar; Miriam Hopkins, en plena juventud queriendo aprender del amor y de otras cosas para las que todavía es novata; y muy especialmente, George Barbier, haciendo de un rey que, a mi que me gustan más bien poquito, logró resultarme bastante simpático.

El guión de Ernest Vajda y Samson Raphaelson, quienes partieron de la obra “The waltz dream” de Leopold Jacobson y Felix Dormann, los cuales habían adaptado la novela “Nux, el príncipe consorte” de Hans Müller, cuenta con deliciosos, maliciosos y retorcidos diálogos… y bueno, todo esto en manos del director Ernst Lubitsch, se convertirá en una picaresca comedia pre-code, en la que abundarán las situaciones sutilmente insinuadas que, para quien sepa leerlas con justeza, va a encontrar que son sumamente divertidas.

Valga un ejemplo de escena: Un sastre llega al apartamento donde vive Niki para hacer un cobro. Toca el timbre… la puerta… y convencido entonces de que su deudor no está en casa, se marcha. Cuando desciende las escaleras, una linda chica sube y llama a la puerta con un toque particular. La puerta se abre enseguida y la muchacha entra. Una luz se enciende en el interior… y cuando se apaga, ya es de noche y la chica sale del apartamento. Entonces, podemos ver a Niki que luce extenuado al borde de la cama. No se ha dicho ni una sola palabra, pero cada plano es tan preciso y tan bien editado, que todo queda ¡perfectamente claro!

Y que tal este diálogo:
-No me hagas esperar 24 horas. –Dice Niki a Franzi y mirándola con ojos muy pícaros, exclama- ¡Estoy tan hambriento!
-Entonces podríamos tomar el té por la tarde –Propone ella.
A lo que él sugiere:
-¿Y por qué no desayunamos mañana por la mañana?
-No, no. –Concluirá Franzi- Primero el té… Luego cenamos… y después… puede que desayunemos.

“EL TENIENTE SEDUCTOR” resulta así una comedia muy bien servida. ¿Y el final?, me recordó a “Gigi”, ¡sucede tal y como suele ocurrir en la vida real!
Luis Guillermo Cardona
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6
8 de agosto de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Dr. André Vertier, luce feliz y muy enamorado al lado de su linda esposa Colette. Todo anda bien en aquella París de los años 1930, hasta que un día de lluvia, cuando toma un taxi, André conoce a una muchacha bastante fogosa de nombre Mitzi, para quien estar casada no es obstáculo alguno que le impida coquetear a sus anchas. Y a Mitzi enseguida le atrae André, con su pelo lamido y todo. A André también le atrae Mitzi con sus atractivos rizos y su mirada a punto de tragárselo vivo, pero como cualquier hombre realmente enamorado de su mujer, André resiste a Mitzi y huye a riesgo de parecer un cobarde… pero, el Fatum, que juega siempre a las tentaciones para poner a prueba lo que hemos avanzado, hará coincidir que la rubia Mitzi… es justamente la mejor amiga de su esposa, y claro, ¡un nuevo encuentro resultará inevitable!

Remake de “Los peligros del flirt” que, el mismo Ernst Lubitsch, realizara ocho años atrás, “UNA HORA CONTIGO”, le fue inicialmente encomendada a George Cukor para que la dirigiera, pero a medida que avanzaba el rodaje, Lubitsch -que hacía las veces de productor- no se mantuvo de acuerdo como venían las cosas y entonces se deshizo de Cukor (a quien daría el crédito: Asistido por…) y él mismo continuó el rodaje, copiando plano por plano muchas de las cosas que suceden en la primera versión.

Comedia de tentaciones (muy efectivas, pero muy sutilmente recreadas para evitar tijeretazos), de celos (de aquellos que producen dolor de cabeza y que te animan a dar motivos reales para que al menos tengan su real aliciente) y de muchas picardías que entran en los diálogos y en ciertas situaciones, “UNA HORA CONTIGO”, apunta a ser una muy buena película… pero como la anterior, tampoco logra serlo y voy a dar las razones:

Aunque las canciones son cortas, las más de las veces resultan aburridas y apagan de inmediato el swing que trae la historia. Chevalier, con sus muecas y ademanes, en vez de resultar gracioso, le merma bastante a sus pretensiones de galán. El guión del habitualmente brillante, Samson Raphaelson, agrada con algunos jocosos y pintorescos diálogos y por el actualizado cambio que da al ‘efecto de las tentaciones’, pero se torna reiterativo y pesado con las escenas de celos de la linda y muy confiada Colette, que nos recuerda momentos que muchos quisiéramos borrar de la memoria. O averigüen si hay algún hombre (o mujer) a quien le guste recordar las escenas de celos que ha padecido (o que ha representado).

Es una actriz que no obtuvo todo el éxito que se merecía, Genevieve Tobin, la que preserva el vigor, el encanto y la picardía con su estupendo personaje de Mitzi Olivier, la clase de chica que si la tienes cerca… es casi seguro que dañará tu matrimonio.

Pero, en resumidas cuentas, toca decir que, “UNA HORA CONTIGO”, fue un remake que pudo calar... pero se les fue la luz.
Luis Guillermo Cardona
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