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España España · Málaga
Críticas de JRBoxó
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Críticas 144
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
12 de marzo de 2024
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría escribir sobre Oppenheimer, un filme impecable tanto en la narración como en las interpretaciones, para entrar en los comentarios de las obras premiadas este año. Sin embargo, Oppenheimer, bajo mi perspectiva, no deja de ser un documental dramatizado que para los que conocíamos el de Netflix, no aporta nada nuevo y carece del interés de las imágenes reales. En fin, que me dejó indiferente. No así la película de este comentario. Escrita y dirigida por Jonathan Glazer, me parece cine en estado puro: predominio de las imágenes sobre el texto para estremecer con su mensaje al espectador; diálogos mínimos, ajenos al terror de fondo, que acentúan el dramatismo visual: el contraste de unas vidas cotidianas ocupadas en las tareas del hogar, la educación de los hijos y las preocupaciones laborales como cualquier familia, con el asesinato masivo y metódico de millares de personas al otro lado de la tapia que los separa de los crematorios. Todos tienen asumida la ideología y sus conciencias están cautivas por la inquebrantable lealtad al supremo líder asesino de tal forma que cada orden que se obedece no es cuestionada, ni tan siquiera pensada sobre el efecto que tendrá sobre seres humanos concretos, solo se trata de gestos de eficacia burocrática, de negociaciones de producción, aunque su objeto y producto fuese la muerte: una excelente escenificación de lo que Hannah Arendt nombró banalidad del mal. Sus miembros actuaban según normas de un mundo ficticio en el que los nazis se comportaban como si el mundo estuviera dominado por los judíos y precisara de una contra conspiración para defenderse. Su lenguaje se convirtió en la ley suprema de un estado totalitario en el que no solo los judíos, sino cualquier persona, se tornaba en superflua y eliminable con tan solo atreverse a pensar, a sentir, a cuestionar la macabra fantasía de la que participaban. Si el espectador está interesado en formar su mente contra todo tipo de tentación totalitaria y deponer aunque sea un poco su pensamiento mítico, y pensar como piensa y siente el que sufre, a esta obra de Glazer le puede seguir la lectura de Los orígenes del totalitarismo como una vacuna que requiere de muchas dosis de recuerdo.
JRBoxó
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7
8 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante esta edición, he acudido poco al Festival. No estaba de ánimos para entrar en historias cuando la actualidad pesa, entristece y duele. Acaso fue por eso, no puedo negarlo ni tampoco afirmarlo a ciencia cierta, que elegí, para no faltar a la cita por completo, Naufragios, primer largometraje de Vanina Spataro, también responsable del guion junto con Daniel García Molt. No me arrepiento. No quise quedarme al coloquio, porque uno se pone más oscuro, más pedante, más siniestro, cuando habla en el escenario de entendidos y se olvida de lo que dejó huella en el corazón. Prefiero escribirle este pequeño texto. En una hermosa playa azotada por el viento, en otoño, cinco personajes han encallado a voluntad en ella. Un socorrista para una playa desierta, un pintor que repite la misma escena, una médico sin pacientes, una mujer que limpia las pocas casas mientras su marido agoniza, y, el personaje central, una joven que viene huyendo de la ciudad con el corazón dolido y despechado por la traición de su novio con su mejor amiga. Naufragios en la singladura acometida y fracasada que arrastran en una vida sin dirección ni contenido. Una solidaridad humana y sencilla va creando una red de afecto y amistad que permite la supervivencia y la posibilidad de retomar la existencia. Para llenar la vida, aunque sea por un momento, el que dura un sueño, un beso o un enamoramiento, hasta los náufragos más débiles y confusos, tienen la capacidad de suministrar la energía que falta al herido por la vida. No se puede desechar a nadie para este aliento, todos llevamos este poder por dentro, también en la piel de nuestro cuerpo, y es necesario prodigarlo porque hay mucho naufragio que agradece un buen gesto.
JRBoxó
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8
21 de febrero de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Breve comentario sobre As Bestas. La película de Rodrigo Sorogoyen está recibiendo merecidamente los elogios de la crítica, la Academia de cine, y lo más importante para un creador, la valoración del público. Así que no voy a incidir en lo reiteradamente comentado sobre las bondades de la obra, sino adentrarnos en lo que hace posible cualquier narración: el conflicto de valores que se dramatiza, es decir, su dimensión ética que es la que, lejos de aburrir, conmueve al espectador y le hace tomar partido. A este respecto, la película presenta un rico planteamiento: la colisión de valores reposa sobre un conflicto de derechos sentidos y como tales, reivindicados, aunque no estén establecidos por una ley positiva. Los aborígenes están convencidos del respaldo de una justicia subjetiva argumentada en su inveterado tiempo explotando la tierra sin salir de la miseria: tiempo, sufrimiento y pobreza son las bases sobre las que fundamentan su actitud y su conducta beligerante hasta el asesinato. El matrimonio francés sustenta su derecho también en un tiempo trabajado duramente hasta recabar los fondos para realizar su plan de cambiar de vida. Esta nueva vida recibe el apoyo de valores éticos universales como son el cuidado de la tierra y la limitación de su explotación tecnológica. Los más encarnizados dramas se desencadenan allí dónde el sentido de lo que es justo se convierte en derecho enfrentado a los mismos convencimientos que afectan a la parte contraria. La autoridad mediadora de esta rivalidad, leyes, jueces y fuerzas del orden, no tiene capacidad, convicción o poder, para profilácticamente evitar el drama. Para la parte que desahoga su resentimiento mediante la violencia, parece que, en su ocultación, se siente reconfortada por haber hecho lo justo; su violencia expresa su sentido de la justicia. La parte violentada queda con la víctima, ya cadáver, en espera de su redención. Es entonces cuando la película expresa a mi entender, su parte más hermosa: el despliegue de los valores, en apariencia más frágiles, pero más consistentes y duraderos: la paz, la paciencia, la constancia, la fe irrenunciable a que la verdad se imponga e ilumine a la justicia que ciega aún antes de juzgar y que es despojada del antifaz de su ceguera por una mujer a la que el amor y la indignación no le hacen perder la compostura pero tampoco renuncia a que la ley, esta vez, clara debido a la muerte, se aplique con todo su rigor.
JRBoxó
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8
20 de febrero de 2022
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película de Jane Campion exige la participación del espectador para desarrollar las sugerencias que uno parece intuir, desde el título hasta la motivación de los comportamientos de los personajes. En este sentido se agradece una película abierta. Da que pensar y da para hablar. Mi comentario se decanta por el principal protagonista, el vaquero Phil Burbank, portador de la mayor parte de los misterios que mantienen la atención del espectador. Algo le pasa a este sujeto que hay que intentar entender. A los demás personajes los sostiene una lógica sensata en sus procederes. Phil es otra cosa. Su conducta genera sospecha de que algo anda ocultando activamente. Para desvelar sospechas nadie mejor que Freud. Phil es un claro ejemplo de formación reactiva. Reacciona de forma despótica y agresiva a la feminidad que ve en el joven porque vive en silenciosa afectación su propia homosexualidad. Solamente la expresa en el escondido paraje de su soledad dónde se recrea con la nostalgia del tiempo del amor con Bronco Henry. Fuera de ahí manifiesta su intolerancia mediante la cual cree engañar a su entorno presentándose como un dechado machista al uso. Claro, engaña a todos salvo a los espectadores. Este mecanismo de defensa que es la formación reactiva es ampliamente utilizado por los seres humanos pues nos permite aparentar unas convicciones y conducta que no poseemos en la intimidad, pero que nos parece que consiguen la aceptación de la opinión pública dominante en el momento que nos toca vivir. Una forma de supervivencia. El otro mecanismo que utiliza Phil para sobrellevar su dolor por la pérdida en la mitologización. Por ella consigue construir una evocación fantaseada de Bronco Henry que lo aleja de la mortalidad y las limitaciones humanas. La mitologización nos permite rescatar una imagen honorable de seres importantes para nosotros con la cual podamos identificarnos y descansar en sus ilusorios logros. Todo a costa de nuestro propio desprecio en alguna medida. Allí dónde reina el mito, existe desprecio de lo sencillamente humano. Los excesos de la formación reactiva y de la mitologización son como un perro que nos muerde el alma atándonos a la mentira. Líbrame del poder del perro.
JRBoxó
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7
1 de enero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pequeño comentario de cine a propósito de No mires arriba, película de Adam McKay. Cuando ejercía en el medio rural, visitaba un paciente en una zona frondosa y fértil del municipio. En su propiedad resaltaba, nada más entrar, un enorme nogal pecano que un antepasado había traído de América y plantado en el patio. Esta especie produce frutos a los 20 años aproximadamente, aunque su edad más productiva sucede a los 75 años. De regreso al centro de salud, mientras comía algunas nueces, pensaba en aquel hombre que había sembrado para que otros disfrutaran de la vista, la sombra y el fruto de este hermoso árbol, sabiendo que él nunca lo haría. Esta generosa actitud ante la imposibilidad del disfrute personal e inmediato ponía de manifiesto que aquel hombre confiaba en que habría vida después de la muerte, su muerte y proyectaba sus cuidados del árbol hacia un mundo de personas y cosas que nunca experimentaría. La frenética película de McKay expone un mundo de valores contarios a la paciencia, la resignación ante la propia extinción y el cuidado de la vida mientras la disfrutamos. Una serie de estereotipos humanos (el político, los periodistas influyentes, los empresarios de éxito con sus vacuos discursos ejemplarizantes) alienados en el artificio capitalista, llenos de ambición y de un egoísmo recalcitrante que los hace miopes ante el peligro y el sufrimiento ajeno invalidan cualquier aportación de la ciencia y las llamadas de alerta de una naturaleza que gime con dolores de parto. El mundo no requiere de héroes extraordinarios sino de sujetos simples que opten por la virtud y sus trabajos. La Tierra puede cubrir las necesidades de los seres que la habitan, pero no sus ambiciones, afirmaba Gandhi. El cultivo del cuidado del mundo y de la dimensión espiritual en una sencilla oración puede serenar el alma y traer sabiduría al corazón.
JRBoxó
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