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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de William Munny
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Críticas 63
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
8 de octubre de 2006
22 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film que lleva el término “ciencia-ficción” a su estado más elemental – e indigerible- y se dedica a describir en dos horas que dura la película el proceso de investigación a contrarreloj que llevan a cabo cuatro “científicos” estadounidenses una vez se detecta un agente vivo no identificado llegado en una capsula espacial en unas instalaciones secretas del gobierno.

En resumidas cuentas, una charla pseudocientífica, alargada hasta la saciedad y con grandes niveles de pretenciosidad sobre una más que posible amenaza de infección biológica proveniente del espacio exterior. Una aburrida moralina sin moraleja que abusa de tecnicismo y se olvida de entretener al espectador, al menos a todo aquel que no sea biólogo, químico o algo por el estilo. Aunque creo que ni ellos la encontraran entretenida…

Por momentos ver tanta parafernalia efectista y diálogos pretendidamente tecnológicos puede despertar nuestra curiosidad, pero solo los diez primeros minutos…los demás es repetir y repetir prácticamente lo mismo sin llegar a ninguna parte.
El único aspecto dramático lo aporta la panda de investigadores mientras descubren, se escandalizan, se decepcionan, y se vuelven locos de emoción en torno a una especie de célula extraterrestre ultramortífera y potencialmente peligrosa para la humanidad.
A pesar de ser un film de marcado carácter catastrofista, está tan enfocado hacia un aspecto en concreto -lo que pasa dentro del laboratorio- que pierde la oportunidad de inquietar al espectador mostrándole sólo muy de pasada las consecuencias palpables de lo que acontece fuera.

Por tanto “La amenaza de Andrómeda” no deja de ser mas que una anécdota ficticia de cierta intencionalidad crítica (muy en el fondo) contra el uso de la tecnología con fines bélicos –o moralmente inaceptables- pero que no va mas allá de lo anteriormente comentado.
William Munny
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7
7 de octubre de 2006
49 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El último valle” es una maravillosa recreación histórica de un periodo completamente marginado por el cine: La guerra de los treinta años que asoló a media Europa en el siglo XVII.

Una obra poderosa y radiográfica, perfectamente ambientada y con una fotografía que saca provecho de un enclave natural de fantasía.
Relato incisivo de la mentalidad del guerrero de aquellos tiempos y las gentes de un pueblo germáno que, a pesar de sus enormes diferencias, han de aprender a convivir si quieren salvar la vida. Los primeros, esperan en el valle a que pase el invierno, los segundos, entre la admiración y el miedo lógico que les producen los soldados, intentarán contentarlos en la medida de lo posible pero pasando lo más desapercibidos posible.
El único pero lo pondrá el ente religioso (ese poder despótico que condenó a la muerte a miles de inocentes por la salvación de su espíritu y que tanto mal hizo siglos pasados), representado a través de la figura del cura. Un eclesiástico fanático e irascible que pondrá trabas continuamente a Caine y compañía y que no dudará en enfrentar a militares y civiles en cuanto se ponga en entredicho su palabra.

“El último valle” sigue los pasos clarividentes de la narración clásica, aminora el ritmo en su desarrollo (demasiado para mi gusto) para luego acelerarlo en el desenlace. Entre tanto, cuenta una historia de amor y brujería por un lado, y de traiciones y desengaños por el otro, pero lo hace sin restarle ni un ápice de protagonismo al conflicto principal de los soldados.

En el plano interpretativo, Caine tiene que lidiar con un papel difícil como pocos debido a su ambigüedad, pero que borda de principio a fin sacándolo adelante sin demasiados problemas. Y Omar Sharif, una vez más, demuestra lo gran actor que es y lo tristemente desaprovechado que estuvo por aquellos años.
Sin embargo, alguna que otra pieza del reparto no encaja del todo bien, y muchos personajes parecen estar de relleno (esto de las adaptaciones es lo que tiene). Por suerte la solidez narrativa de James Clavell logra camuflar dichos defectos e incluso utilizarlos en beneficio propio a modo de sorpresivas intervenciones (piensen en el “alcalde” del poblado y su evolución, por ejemplo). De todas formas su segunda línea de intencionalidad se percibe en algún momento pero no queda del todo clara.
Otro aspecto mejorable son las secuencias de acción, muy confusas e irreales, fatalmente planteadas. Cuestiones de presupuesto, me imagino.

Por último destacar a un John Barry que dio vida musical al relato con una banda sonora acertadísima que nos sumerge de lleno en el contexto histórico. Entre sus notas presenciamos un final tan atípico como sorprendente, algo precipitado, me dio la impresión, pero que pone un broche final de auténtico lujo a un film de incuestionable valor pero extrañamente olvidado por el gran público.
William Munny
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7
7 de octubre de 2006
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Una historia de Brooklyn” es una propuesta tan inusual en los tiempos que corren que solo por este mero hecho merece la pena darle una oportunidad.

Noah Baumbach realiza un inteligente estudio de las relaciones intrafamiliares poniendo hincapié en los conflictos que se derivan de una separación matrimonial. Una experiencia traumática que los miembros de una familia han de aprender a afrontar por si solos. Unos (los padres) recapacitarán sobre lo vivido, sus errores y faltas y el por qué se ha llegado hasta esta situación, otros (los hijos), entre la resignación y la rabia, tendrán que empezar a vivir una vida completamente nueva a partir de entonces y que se les viene encima justo en plena pubertad, con todo lo que esto conlleva.

Un drama urbano que convence por su sencillez y suena muy real principalmente por el afán de la directora en acercarnos a los personajes, hacerlos lo más humanamente defectuosos posibles y mostrarnos sin tapujos sus miedos y complejos más secretos.
Si bien en algunas ocasiones le falta algo de chispa (lo siento, no puedo olvidarme de Woody Allen viendo un film de este tipo), el relato resulta siempre muy interesante y se le agradece enormemente que se aparte de los tópicos y evite caer en el sentimentalismo más gratuito e insoportable.

Ahora bien, es una película muy corta, y es una pena porque hay diversos puntos que no quedan del todo claros o que se tocan muy de pasada y de los que hubiera sido preferible haber incidido en ellos algo más profusamente. Ésto, aparejado a unas interpretaciones, sobretodo la del padre, algo tibias y descompuestas, hacen que el film finalmente no sea redondo pero sí altamente recomendable.
William Munny
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5
2 de octubre de 2006
12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film sobre la antropofagia en un apartado rincón de California que mezcla el género de terror y el western con resultados desastrosos.
Es un lástima, pues arranca de manera sobresaliente pero se pierde por el camino a la media hora o cosa así, una vez se descubre todo el pastel y la tensión del momento pasa a convertirse en un impulso por contener la carcajada.
Lo demás se olvida con prontitud por mucha sangre y vísceras que veamos comer y beber a Guy Pearce y compañía.

Lo mejor sin duda es su tema principal, una melodía de lo más acertada para cualquier western que se precie, pero no para... "esto".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
William Munny
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7
2 de octubre de 2006
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Protagonizada por el camaleónico Anthony Quinn, “Los dientes del diablo” es un drama costumbrista que narra el modo de vida de una familia de esquimales así como la relación que mantienen con el temido y hasta entonces desconocido “hombre blanco”.

La película comienza con un tono casi de comedia consiguiéndonos arrancar alguna que otra sonrisa a través de la excentricidad del personaje de Quinn o mediante las para nosotros extrañas e incluso divertidas costumbres de los esquimales del Ártico.
Somos testigos de la rivalidad existente entre los hombres por conseguir mujer, la peculiar hospitalidad que muestran sus maridos con los invitados –a esto no se le podría llamar adulterio, no, no creo-, la importancia de la caza de focas, y en definitiva del modo de vida y tradiciones de este olvidado pueblo de gentes machistas e intransigentes para nuestros ojos pero de gran nobleza y tenacidad.

El film se vuelve mucho más serio a partir de la aparición del hombre blanco en la vida de nuestros protagonistas. Cazadores en busca de pieles de zorro se establecen cerca del iglú donde han decidido pasar el invierno y Quinn, deseoso de poseer un fusil con el que matar osos polares parece cosa de niños, pronto consigue las cien pieles necesarias para canjearlo y junto a su mujer y suegra parten hacia el campamento llenos de curiosidad y ambiciones. Lo que se encuentran allí choca con sus creencias y formas de entender la vida, cosa que les traerá más de un quebradero de cabezas, para ellos completamente inexplicables.

Es este un incisivo retrato de la vida del esquimal, sus costumbres y tradiciones, así como un estudio de como les afecta la irrupción del “hombre blanco” y las ideas hasta entonces desconocidos por ellos que estos traen consigo. Ideas tales como el “comercio”, “la ley” y “la religión”, descubrimientos de incalculable valor social para todos nosotros pero que parecen efímeros y casi ridículos en un paraje tan incivilizado y hostil como el Polo Norte.

Sigue en spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
William Munny
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