Es sin duda una película que emociona, y emociona de la aurícula al ventrículo, que no al revés. Yo la he visto sin tapujos y puedo decir que he quedado con más ganas de soñar y de estar en ese mundo que antes de verla. He quedado con esas ganas de habitar ese mundo turbio pero al mismo tiempo melancólico y sensato. He quedado como inmóvil y luego he vuelto a emocionarme, como si pasara a otro mundo sin darme cuenta. Le película es hermosa y es una película que fluye y deja huellas, no diré heridas, aunque podría, sólo diré huellas.

Es una película que germina en la mente del espectador, al menos germinó en mi mente y dio flores y frutos. Dio flores de día y frutos de noche, cosa que no me ocurre con todas las películas pero hay películas que pueden encallar como barcos pesados y antiguos, pero esta película específicamente flota como un delfín encantado.

El espacio vacío, el espacio del desierto, que es el espacio del espejismo, que es el espacio sin tiempo, o donde el tiempo se congela, o se hace transparente.

El espacio de lo fantástico, que no es lo fantasioso, sino lo elegante que perdura en su vastedad sin contornos, sin flaquezas, sin rebelión, con melancolía, pura y dura melancolía en el espacio transparente.

Esta película de Zurlini canta a la distancia, a la expansión de los horizontes dentro del cerebro del hombre. Los hombre son disparados fuera de sí mismos merced a esa distancia mal digerida.

En esta película se canta a la vida y se instituye una escalera para medir formas de vida, y se restituye a lo Vivo su dignidad primera, más allá de lo "humano".

Lo humano es apenas una forma de vida, la más elevada en cuanto a diseño, la más ambigua en cuanto a manifestación, la que funda la gran escalera y la rompe.

Por la gran escalera avanzan las formas de vida, creándose unas a otras. En Blade Runner, se funden las líneas temporales del creador y del creado, pues en el fondo el mensaje es que el Amor prevalece más allá de las formas y de los frutos.

Hay un jardín y en ese jardín se cosecha y se experimenta con el futuro, y allí beben los directores de cine reflexivos, que se demoran en los rincones de la realidad buscando sus puntos críticos, contribuyendo a realzar los rasgos de las Grandes Preguntas.

Epidermis, piel habitable, cinta habitable, celuloide extendido como otra piel.

La mirada de Pedro, el Almodóvar, el Almohade, el ibérico acérrimo, extendida por metros y metros de piel ajena, de Frankensteins recién inventados.

Antonio Banderas como un Peter Cushing mal engastado, pero hirviente de igual modo, fiel a una gestualidad eficiente.

No es una genialidad, no debe serlo. Es una "delicatessen" para los amantes de los experimentos imposibles.

Siendo Juan Luis Martínez un poeta inexistente, autor de un libro inclasificable, La Nueva Novela, era de esperar que no apareciera ni una sola vez en un documental acerca de su biografía o no-biografía.

Lo que se dice de él no llega ni siquiera a hacerle cosquillas a lo que él mismo no dijo de sí mismo en un poema, quizás uno de los poemas más potentes de la lengua española en el siglo pasado, Desaparición de una familia, cuya declamación en off por el mismo autor es quizás lo mejor del documental de Tevo Díaz:

DESAPARICION DE UNA FAMILIA

. Antes que su hija de 5 años se extraviara entre el comedor y la cocina, él le había advertido: "-Esta casa no es grande ni pequeña, pero al menor descuido se borrarán las señales de ruta y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".

2. Antes que su hijo de 10 años se extraviara entre la sala de baño y el cuarto de los juguetes, él le había advertido: "-Esta, la casa en que vives, no es ancha ni delgada: sólo delgada como un cabello y ancha tal vez como la aurora, pero al menor descuido olvidarás las señales de ruta y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".

3. Antes que "Musch" y "Gurba", los gatos de la casa, desaparecieran en el living entre unos almohadones y un Buddha de porcelana, él les había advertido: "-Esta casa que hemos compartido durante tantos años es bajita como el suelo y tan alta o más que el cielo, pero, estad vigilantes porque al menor descuido confundiréis las señales de ruta y de esta vida al fin, habréis perdido toda esperanza".

4. Antes que "Sogol", su pequeño fox-terrier, desapareciera en el séptimo peldaño de la escalera hacia el 2º piso, él le había dicho: "-Cuidado viejo camarada mío, por las ventanas de esta casa entra el tiempo, por las puertas sale el espacio; al menor descuido ya no escucharás las señales de ruta y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".

5. Ese último día, antes que él mismo se extraviara entre el desayuno y la hora del té, advirtió para sus adentros: "-Ahora que el tiempo se ha muerto y el espacio agoniza en la cama de mi mujer, desearía decir a los próximos que vienen, que en esta casa miserable nunca hubo ruta ni señal alguna y de esta vida al fin, he perdido toda esperanza".