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España España · Galicia
Críticas de sabela
Críticas 4
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
11 de marzo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
(En realidad, todo puede ser Spoiler... El que avisa no es traidor)

Vértigo es considerada por la crítica una de las mejores, sino la mejor, película de Hitchcock. Es un film que ahonda en la mente de los personajes, con una llamativa narrativa audiovisual, cargada de imágenes y simbolismos y una potente banda sonora. Es a un mismo tiempo una película policiaca y un melodrama, uniendo ambos géneros en la persecución desesperada de un hombre tras una mujer imposible, un objeto de deseo creado por su mente como única vía de salvación para su propia enfermedad, su miedo a la altura y la caída desde ella, su vértigo al vacío. El héroe del film es ahora melancólico, débil y temeroso, víctima de la imagen que su propia mente ha creado y sin la que cree no poder vivir; al igual que su vértigo enfermizo, con el que no puede vivir pero que le hace buscar en él como supuesto método de salvación.

Ese vértigo será tanto físico como mental, puesto que se trata de un hombre con una palpable incapacidad para mantener una relación con una mujer. Es un miedo a caer en picado en cualquier nivel de la vida y probablemente en su interior piense que, sanándose el físico, su corazón pueda funcionar correctamente.

El componente erótico del film, el de la mirada, es también remarcable. Scottie, el protagonista, siente verdadero pánico a la altura, a mirar hacia abajo. Es miedo a caer. Y sin embargo fuerza esa visión. Su mente desborda y no es capaz de frenar el impulso de arriesgarse, de precipitarse al vacío con la mirada, a la Imago, al deseo y la imposibilidad de satisfacerlo.

La potencia dramática viene ayudada de la música original de Herrmann y de la colorimetría tan sabrosa que ofrece el film. Cada uno de los hogares presentados en el film tiene en vértigo una tonalidad predominante. El de Scottie, predominancia verdosa con detalles rojos. El apartamento de Midge difiere de todo, amarillo. El hotel donde se hospeda Judy, un pasillo con abundantes lámparas (algo muy habitual en la película: una luz que no ilumina sino que adorna, que no muestra más allá de lo que los personajes ven, como si recalcase la propia ceguera de unos y la audacia para esconder sus trucos de otros) en el que predominan los dos colores que bañan todo el film: el rojo y el verde, la versión “de interior” del bosque en el que pasearon Madeleine y Scottie, el lugar recogido y también onírico en el que él buscan, pierde y encuentra la figura de esa mujer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
sabela
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7
11 de marzo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo a ¿Dónde está la casa de amigo? y La vida continúa, la tercera parte de esta trilogía se ambienta en Irán, tras el terremoto que sacudió la provincia en 1970, dejándola completamente desvastada.

Esta entrega recoge fragmentos de un rodaje que se desarrolla en ese mismo lugar, donde vemos cómo ruedan secuencias del filme anterior. El protagonista es Hossein, un joven enamorado de una muchacha que también es escogida para actuar en la película, Franhondé, pero con la que no puede casarse porque él no posee una casa propia.


El filme es una constante confusión entre película y realidad, entre ficción y documental. No sabemos a ciencia cierta si lo que estamos viendo pertenece a la realidad o a una ficción muy bien elaborada. Trata sobre el cine en el cine, y el cine como testimonio, no de sucesos, sino de las personas. El director del filme que vemos representado es una proyección del propio Kiarostami, que reflexiona sobre el cine y su importancia en un país con determinados desencuentros sociales y costumbres en ocasiones represivas.

La película en la película está protagonizada por las gentes de allí que, como personas, se equivocan y necesitan oportunidades para poder conseguir hacerlo adecuadamente. Llevándolo a la posible simpleza de los ensayos actorales, se desvela así los constantes pasos de los habitantes para conseguir superar la situación que ha asolado su país. Somos espectadores del laborioso trabajo de rodaje, de los detalles puntillosos y necesarios que se revelan a la hora de hacer frente a una película. Somos también testigos, incluso, del cásting del reparto de la película, también sin saber a ciencia cierta si se trata del momento real o si no es más que una ficción correctamente preparada. La protagonista femenina es escogida entre muchas otras muchachas, muchos rostros femeninos deseosos de ser escogidos. Y sin embargo, es en Frankhondé en quien se fija el director, en la muchacha rebelde que traerá problemas y que desencadenará, al final del filme, una larga y hermosa secuencia a través de los olivos.


A través de los olivos nos habla del cine y del amor. De la realidad social de Irán, ya de por si relativamente compleja, y que tiene que afrontar semejante catástrofe. Sin embargo, como decía anteriormente, no es lo ocurrido lo que se recoge con prioridad en el filme, sino el esfuerzo de superación de los habitantes, las ganas de sobrellevarlo, sobreviviendo en pésimas viviendas y tan malas condiciones. Vemos el esfuerzo para construir de nuevo sus vidas desde cero, desde la ausencia personal y material. Sin recrearse en lamentaciones, al contrario, se trata de buscar el hueco de salida a esa situación.

De hecho, y de manera más ácida, los propios habitantes aluden a su desgracia restándole importancia. El propio Hossein, quien no puede casarse con Frankhondé por falta de un hogar propio, admite que tras el terremoto ya no quedan casas sobre sus cimientos, así que resulta imposible y absurdo que él sí tenga.


Destaco la presencia de los niños, como futuro de ese presente devastador y complicado, que parecen son ser conscientes sin embargo de lo que ocurre y se entretienen con el director, quien parece hacer de figura de los padres que no vemos y que es posible que muchos no estén ya. Es, probablemente y desde mi punto de vista, una de las secuencias más entrañables, en parte también por la naturalidad y la sinceridad con la que se desarrolla.

Respecto a los personajes, podemos percibir en ellos personas reales, aunque no dejen de ser actores –pese a lo que, en constantes ocasiones, pueda parecer-. Totalmente caracterizados y tipificados, mostrando virtudes y defectos de esa manera tan natural, consiguen transmitirnos los sentimientos de las personas a quienes encarnan.

Son personajes que hablan de lo que sienten a veces con gran facilidad y otras con una tremenda torpeza, tal y como sucede en la vida real. La furgoneta del equipo de producción del largometraje parece funcionar a modo de lugar de encuentro donde los personajes se encaran o sinceran entre ellos, aunque en muchas ocasiones los conflictos puedan solucionarse sin mediar palabra. Ésa es otra de las magias del filme: los silencios, o casi silencios, que nos permiten disfrutar de lo que observamos.

Se le da gran importancia también al paisaje, sus montañas, sus carreteras, sus olivos… Una topografía que ha sufrido una desgracia y que parece querer olvidar y reponerse de ello junto a sus habitantes. Los planos se mantienen dejándonos observar, seguir los coches o personas que se muevan en el plano, y poder quedarnos con los detalles de tan hermoso paisaje, que no busca compasión sino aprecio, en la línea de los personajes protagonistas.


A través de los olivos no es un filme para deleitarse externamente con los paisajes de Irán, sino un acercamiento a lo ocurrido y cómo el ser humano, lejos de rendirse, lucha por recuperarse, siguiendo uno de nuestros instintos más básicos: sobrevivir.
sabela
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10
11 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un placer visual, un poema de imágenes. La fotografía del film es exquisita, placentera. Son una imagen y una luz hechas para deleitar el ojo y dejar a la mente reflexionar ante lo que está observando. Mallick experimenta con un montaje en ocasiones trastocado, despreocupado por raccords de cualquier tipo, únicamente interesado en la emoción de los actores, del momento. Experimenta también con el sonido, ocultando ciertas cosas y dejándonos oír otras a su gusto y elección.

También es de destacar su juego en determinadas ocasiones con las sombras proyectadas en el suelo, a las que enfoca con independencia del cuerpo al que corresponden, sin afrontar directamente la realidad.


El árbol de la vida habla de la creación y la creación de la vida en general y del hombre en particular. En una hermosa metáfora, un niño sale nadando de un hogar acuático al tiempo en que se produce el parto, dejando entrever una idea sobre la posibilidad de que vengamos de algún sitio antes de nacer, de la misma manera que se plantea el que vayamos a algún otro lugar tras la muerte.

Se muestra en el film que en la vida tenemos dos formas paralelas de vivirla: la espiritual y la terrenal, ambas representadas en esta historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
sabela
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7
7 de diciembre de 2010
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente, la improvisación sea el plato fuerte de la película, la mejor publicidad en la distribución, el mayor atractivo tanto para el público y la crítica como para los actores y el propio director. Y es que una no digiere los diálogos como en cualquier otro filme, algunos tan sinceros, tan profundas... que están ahí precisamente gracias a la improvisación y a un trabajo actoral excelente de conocimiento y preparación del personaje.

La película es lo que es gracias a ellos: los actores y actrices que la llenan y se abren y… comen, claro. Y además, si la máquina funciona, es que los engranajes eran de calidad. Todos ellos y ellas, impecables y sinceros, aunque es inevitable, como en todas las cosas, que alguno destaque como ocurre con Tosar, que se come la pantalla con su presencia, y que viene acompañado de una conmovedora Esperanza Pedreño con la que forma la pareja más tierna de la película, viajando de la comedia al drama con gran facilidad.

Pero 18 Comidas no destaca sólo por el trabajo actoral sino también por todo el esfuerzo técnico que implica, tanto en la producción como en la postproducción. Las secuencias (grabadas todas a tiempo real y sin cortes) conllevan una atención por parte de la dirección a cada pequeño detalle de la escena para que no se escape de los ojos de una cámara que, literalmente, no para quieta, y que parece buscar qué más le pueden dar esos actores. Es un estilo arriesgado que puede no gustar y sin embargo parece congeniar a la perfección con la historia o, más bien, el cruce de historias, y el espíritu por transmitir encuentros verdaderos.

Ese movimiento casi constante de la cámara a modo de documental, incrementa en ocasiones la sensación de un “gran hermano” que se introduce en las casas y algún bar mostrándonos la vida en sí misma. Porque este es, en mi opinión, el punto sobre el que gira la película: la vida en sí misma, desde el punto de vista más sincero y real. Los personajes se despellejan y se vuelven transparentes (ayudado, obviamente, por la improvisación). Descubrimos los aspectos más agridulces de la vida de cualquiera: nos reconocemos en la pesadilla de un niño, en las risas entre amigos, en la angustia de una mujer sola, en el cariño que busca un inmigrante, en la frustración de un guitarrista, en los amantes desencontrados… Todos ellos con un factor denominador que comparten con el espectador: el corazón humano. Y en esa medida nos emocionan y los sentimos cerca, al lado, en nuestro lugar, tanto si se trata de reír como de llorar. Son historias tan simples y sencillas, tan cotidianas y reconocibles, que nos trastocan por completo.

18 Comidas podría ser la vida de cualquiera. Incluso, leyendo simplemente la sinopsis, podríamos pensar que es alguna película ya hecha, algún libro ya escrito. Y sin embargo hay algo, una falta de tópico, un humor espontáneo, un dolor, repito, humano. Y de nuevo afirmo: algo que agradecerle, probablemente, a la improvisación.
sabela
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