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Andorra Andorra · Andorra la Vella
Críticas de directorscut
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Críticas 493
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
7 de marzo de 2010
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero las buenas noticias: “Al Límite” es un film entretenido. ¿Las Malas? Pues que sólo es un film entretenido. Y es que como ya ha quedado patente en los últimos tiempos, el thriller está viviendo una etapa con una preocupante falta de inspiración. Por desgracia, la película no huye del encasillamiento tan propio de estos tiempos, convirtiéndose en el mayor de los convencionalismos, consiguiendo únicamente un producto entretenido, pero demasiado simplón. Las impresiones que nos deja “Al Límite” es la de encontrarnos con un entretenimiento disfrazado, pues es fácil caer ante la idea de estar ante un producto más cercano al de un telefilm, que al de un largometraje cinematográfico en sí. Son pocos los minutos que se necesitan para averiguar que la historia es alarmantemente típica. No hay nada en la cinta que ya no hayamos visto. Donde combina de forma meritoria, eso sí, un policía con sed de venganza que inicia un charco de sangre para desentrañar un caso personal. Y es que básicamente, lo único que hace que nos replanteemos la afirmación de estar ante un producto de serie B es gracias a la figura de Mel Gibson y a la de un gran, pero desaprovechado, segundario Ray Winstone.

Parece que Martin Campbell no tiene la misma habilidad en hacer grandes producciones que al gestar films de presupuesto más modesto, y no porque sea un mal director precisamente, en films como “Casino Royale” demostró que sabía ejecutar de forma muy placentera tensión e intriga en un thriller. Por desgracia, la ausencia de pirotecnia nos otorga a un Campbell que se encuentra cómodo dirigiendo, pero sin arriesgar absolutamente nada. La ejecución de “Al Límite” es fría y contemplativa, sin ningún atisbo de tensión, emoción o de interés. El film avanza, sin más, ausente de un pulso narrativo que la haga destacar, junto con un planteamiento interesante, pero que se sigue con el mínimo entusiasmo. Su trama pretende ser difícil y compleja, a la vez que pretenciosa, y no consigue ninguno de sus objetivos, dejando mucho que desear y con un método de ir atando su cabo bastante simplón y convencional. Al final, únicamente nos queda en la memoria algún que otro buen sobresalto, y el de unos cuantos litros de sangre derramados en la cruzada sangrienta de Gibson. Por lo demás, hay opciones mucho mejores. Robert De Niro iba a encarnar el personaje de Gibson, pero abandonó el proyecto a los dos días de iniciarse el rodaje por una serie de circunstancias. Sean cuales fueran sus motivos, la decisión de De Niro fue muy sabia…
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9
6 de marzo de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada más extraordinario dentro del séptimo arte que contemplar cómo las figuras más influyentes de hace unos años todavía no han dicho su última palabra y suspiran presentándonos obras rebosantes de calidad y de maestría. Como Eastwood, Scorsese es otra de esas figuras que ya nos han encandilado en el pasado pero que con una mayor experiencia adquirida con los años y fruto de sus trabajos, nos deleitan con una soberbia etapa de madurez manifestada en sus últimos largometrajes que nos demuestran que no han terminado todavía y que tienen mucho que decir. Una reivindicación tan gratificante como hermosa y necesaria.

El director de “Taxi Driver” se atreve a tocar un género que nunca antes había llegado a abarcar y el resultado es impresionante. Una vez más, Martin Scorsese nos enseña que sabe hacer mucho más que su característico cine gansteril y con apabullantes resultados. Esta vez, el cineasta nos sumerge en una historia de dos policías judiciales que deben adentrarse en un manicomio situado en una remota isla para encontrar a una de sus pacientes después de su inexplicable desaparición. Esto es sólo un mero aperitivo de lo que el realizador de “Toro Salvaje” nos depara. Dicha investigación nos depara un viaje en absoluto convencional. La travesía por la que se navega es sórdida, perturbadora, inquietante, macabra y hasta por momentos morbosa.

“Shutter Island” es más que un thriller, pues mezcla de forma sobresaliente un enorme componente psicológico con magistrales elementos de terror genialmente implementados. Por momentos, la atmosfera tan terrorífica como incomoda y perturbadora puede recordarnos a la genial “El Resplandor”, de Kubrick. Dicho aspecto no desmerece en absoluto, pues es el mejor film de su clase desde el estreno de ese clásico del terror en 1980. Solo un genio como Scorsese podía igualar o por lo menos acercarse a semejante reto. Puede que algunos puedan pensar que el giro de los acontecimientos por los que se desenvuelve el film pequen de ser simplones, pero es un detalle sin importancia gracias a la habilidad del director en adentrarnos en su tenebrosa “Shutter Island” y en cómo el espectador se retuerce en su sillón expectante ante los sucesos acontecidos y los que están por llegar. Su ambientación es gloriosa y su banda sonora es tan brillante como exquisita.

Sí Scorsese demuestra que se encuentra en estado de gracia, su actor fetiche actual, Leonardo DiCaprio, no se queda atrás. El protagonista de “Titanic” demuestra que es tal vez el mejor actor de su generación en su interpretación más compleja y complicada hasta la fecha. El viaje psicológico que realiza su protagonista es tan inquietante como atrayente, inolvidable. Tampoco sería justo no mencionar a su genial plantel de segundarios, gracias a las grandes aportaciones de Mark Ruffalo, Max Von Sydow y un extraordinario y brillante Ben Kinsgley.
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10
24 de febrero de 2010
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Echaré de menos a los Fisher. No me han dado razones para vivir, pero des de luego me han dado lecciones de cómo vivir y a apreciar la vida en todas sus facetas. Hay algo más allá de una idea original. Y es que en la funeraria de los Fisher lo que más se respira es vida. “A Dos Metros Bajo Tierra” puede sentirse orgullosa de ser una serie equiparable a otras obras maestras que nos ha ofrecido la televisión como “Los Soprano” o “The Wire”. Pero no únicamente se equipara en ellas en calidad, sino que en ciertos aspectos, las supera. Difícilmente encontraremos en la televisión o en el cine un producto tan ambiguo y complejo que nos dé tanto de que pensar, de reflexionar o de hablar. He allí la magia de la serie, todo episodio supone una lección magistral de la vida a partir de la presentación de alguna muerte, que nos hace indagar sobre la vida del difunto, llegando a una moraleja y reflexión. Lo magistral de su historia es que cada una de las muertes que nos presenta son naturales, reales, estúpidas e incluso divertidas, en fin, como la vida misma… Con un ácido y soberbio sentido del humor negro. Pero eso sólo supone una pequeña pieza de todo lo que nos ofrece la serie. Nunca he visto ningún otro producto que nos presente y trate todo tipo de temas que son tan tabúes en la sociedad en la que vivimos. El mensaje de vivir que nos proporciona la serie es manifestado en aspectos de la sociedad los cuales ocultamos o nos avergonzamos, ya sean homosexualidad, enfermedades mentales, sexo, engaños, dudas existenciales, drogas, alegrías… en pocas palabras, la vida implica buenos y malos momentos y es así como la serie nos invita a vivir, pero no del modo en que creamos oportuno, sino del modo en que nosotros sintamos que estaremos bien con nosotros mismos y nos sintamos realizados. Será difícil encontrar algo que me llene tanto…

No obstante, no es perfecta. Después de dos sublimes temporadas, la serie adquiere un tono más fresco, divertido y desenfadado en la tercera y cuarta temporada, y aunque sean bien recibidos, hay una sucesión de capítulos con tramas segundarias absolutamente innecesarias que pueden llegar a hacerse tediosas. ¿Por qué aún así se merece un diez? Por el afán de los guionistas en superarse, sobre todo con una quinta temporada que vuelve a colocar la serie en su merecido puesto. Porque los mejores momentos de la serie son tan sinceros y desgarradores que nos hacen olvidar esos momentos prescindibles. Porque nada es perfecto, y la serie muestra orgullosa su imperfección tratando de superarse y el conjunto es bello a la vez que asombroso. La gente dice excelencias de sus últimos diez minutos, pero no, todo el capítulo final es una desgarradora y sincera lección de la vida que no tiene precio, tan inolvidable como irrepetible. Algunos dirán que con sus errores no la hacen merecedora del diez, pero señores, si “A Dos Metros Bajo Tierra” no lo merece, ningún otro medio de entretenimiento, ya sea del cine o de la televisión, lo merece.
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4
22 de febrero de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si miramos objetivamente “El Hombre Lobo”, nos damos cuenta de que estábamos ante un producto cuya meta era fácilmente alcanzable, pues únicamente tenía la necesidad de ofrecer un producto de entretenimiento a la vez que homenajeaba a aquella obra de George Waggner. En resumidas cuentas, una actualización del clásico de 1941 con un atractivo lavado de cara gracias a la magia del maquillaje y de la evolución de los efectos especiales. Si a ello le unimos un más que atractivo y carismático reparto y un director que ya ha demostrado su sobrado talento en cuanto a la ejecución de entretenimiento palomitero se refiere ( pese a que tomara el relevo por el abandono de Mark Romanek en la silla del director), lo cierto es que uno se esperaba algo medianamente decente.

Por desgracia, no es el caso e independientemente de que la causa puedan ser los numerosos problemas y contratiempos que surgieron durante su desarrollo, a este hombre lobo le huele demasiado mal el aliento. Su mayor problema es que ni siquiera ofrece lo mínimo para considerarse una película decente en su categoría. Las apariciones del felpudo andante se cuentan con los dedos, y aparte de su primera incursión, el resto de sus intervenciones no resultan demasiado espectaculares, donde únicamente saldrán saciados aquellos seguidores de escenas gore, pues es en lo único que el film de Johnston se muestra generoso.

Sus principales fallos residen en una trama cuyo desarrollo es desmesuradamente plano y anecdótico que termina por ser aburrido, con un talentoso elenco desastrosamente desaprovechado y con un pobre y lamentable Benicio Del Toro que provocará lágrimas a sus más acérrimos seguidores. El director de “Jumanji” no ha sabido dotar a la cinta de cierto halo de misterio y de inquietud ante la llegada de su licántropo. Otro dato a recalcar son sus efectos especiales, cuyos mejores resultados se muestran en ambientarnos en la época que plasma el film, pues las apariciones del hombre lobo, aparte de poco generosas dejan mucho que desear. Y es que después de un 2009 con tropecientos “Transformers”, la destrucción del mundo en el “2012” y del planeta Pandora del “Avatar” de James Cameron, no nos vamos a impresionar con cualquier cosa. Rápidamente olvidable gracias a la sucesión de bostezos que provoca. Almenos cumple como un buen somnífero...
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8
7 de febrero de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asistir a una nueva obra de Eastwood va mucho más allá de la garantía de disfrutar de una obra redonda, todo trabajo del cineasta es tan apasionante y prodigioso que consigue que sus películas sean auténticas obras maestras o que se acerquen a tal título. Lo mejor de todo, es que a medida que se suceden sus películas, vemos a un director en plena forma, en un esplendor irreprochable que hace que sus cintas sean cada vez más brillantes. Personalmente, todavía no me he recuperado de esa enseñanza de la vida que nos brindó con “Gran Torino”, quizá su mejor película. Entrando ya de lleno en “Invictus”, nos encontramos ante una cinta un poco alejada del estilo que el cineasta ha mostrado en sus últimos años. En esta ocasión, Eastwood se aleja de su lado más brillante como realizador para mostrarnos una vertiente no menos halagadora, su lado más intimista y apasionado, pues su nueva obra bien podría mirarse como una enorme declaración de amor que el director de “Ejecución Inminente” siente hacia Nelson Mandela.

“Invictus” es una cinta muy digna de su realizador, es totalmente contemporánea y comprometida, donde se resaltan valores tan importantes como la aceptación, la cooperación, la superación, el respeto y la convivencia. Dichos valores, son mostrados por una figura clave en el progreso de mencionadas virtudes: Nelson Mandela, que aquí emplea el rugby como arma política, siendo perfectamente consciente de su fuerza en las masas. Eastwood consigue ir más allá de un film de deportes, es toda una manifestación de importantísimos valores. Sin embargo, pese a sus loables intenciones, por una serie de razones, el mensaje de Eastwood acaba desviándose de su rumbo, pese a que se mantiene con total integridad. Esto es debido a la propia naturaleza del film. Durante sus primeros 80 minutos, somos testigos de un film conmovedor y sobresaliente, donde sus bazas residen en un insuperable Morgan Freeman encarnando a Mandela, su bella banda sonora y toda su maravillosa ejecución, donde vemos cómo Mandela propulsa sus ideales y va ganándose la simpatía de su pueblo. Dicha parte sólo se puede clasificar de brillante, no hay pega alguna. Aún así, durante el resto de su metraje, el film le da una mayor importancia a los partidos del rugby en la copa del mundo de 1995. Pese a que se traten de partes bastante intensas, se alejan del aura tan humano, conmovedor y a la vez sobrecogedor que gozaba su primera parte. Casi parece que asistamos a dos películas de temática bastante diferenciadas. Este desarrollo le impide a “Invictus” ser un film sobresaliente, pese a que su primera parte lo es, pero termina por desviarse decantándose más por la filmación de los partidos de rugby.

Pese a ello, estamos ante una muy bella película, digna del genio que la dirige, y con un Morgan Freeman que ha nacido para encarnar a Nelson Mandela. Será una obra menor de Eastwood, pero ya les gustaría a muchos realizadores tener entre ellos una obra de este calibre.
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