Supongo que en el futuro más cercano, cuando se hable de “cine de autor” se estarán refiriendo a películas de este tipo; Pocos medios, alguna idea y sobre todo mucho tiempo por delante.
Y sobre la película, pues la verdad es que cabe bastante poco que decir, después de un cierto interés inicial -¿Qué va ha hacer este tipo con la cámara?-, la cinta se acaba derrumbando demasiado pronto. No es creíble lo que está sucediendo, suena a impostura, se alarga innecesariamente, demasiados saltos al vacío para acabar dándole a la historia una duración que no se merece.
Incluso el presunto “cosmopolitismo” en el que transcurre la película, se acaba demostrando ciertamente vacuo, es decir lo que me están contando podía haber sucedido tranquilamente en cualquier ciudad de la costa española, y encima nos hubiésemos ahorrado un montón de pasta. Que ocurra en Berlín no es sino un ejercicio de autocomplacencia que desde luego aporta bastante poco a la película.
Finalmente viendo los extras, y más concretamente el corte “De Luís a Ludwig”, tenemos la certeza de que esa hubiese sido una buena película, más corta si, pero también más potente, con más incertidumbres abiertas, sin tanto relleno inútil, y desde luego tendríamos abiertas muchas dudas, muchas más de las que te quedan al terminar de ver “ Sobre el arco iris”.

Resulta curioso que una película pensada para “que se hable de ella” contenga tan pocos argumentos para hacerlo.
Se trata de una historia lineal, con muy escasos argumentos, lo que hace que el espectador vaya perdiendo el interés paulatinamente, es decir, lo que viene ya me lo imagino.
No se puede ni se debe decir que sea una película pornográfica, no, las imágenes creo que están rodadas con bastante buen gusto y delicadeza. La música de algún modo enmarca la historia, aunque es cierto que si no perteneces a una generación concreta, acabe por aburrir, salvando el solo de piano de Nyman que consiguió desperezarme un poco.
Van pasando los conciertos, y entre polvo y polvo y raya y raya, la historia sigue sin arrancar. Las conversaciones de pareja tampoco ayudan a que existan otras interpretaciones que las que muestra la cámara, no hay segundas lecturas, de modo que lo más interesante terminan siendo unas vistas aéreas de la Antartida.
Esta película cuando uno es joven, y de esto hace mucho, tal vea se pudiera haber convertido en “de culto”, pero que a estas alturas será fácilmente olvidable.
Se trata finalmente de una historia para vivirla, pero no para contemplarla

Scorsese pasa por ser uno de los directores contemporáneos de cine más importante, y los Rolling Stones se autoproclaman “la más grande banda de R&R de la historia”…ni más ni menos. Con estos hilos el tejido debería ser bueno, pero no, no pasa de ser sino la grabación rutinaria de un concierto más de esta vetusta banda.

Gran escenario, el Beacon Theatre de Nueva York, grandes cortinas rojas en el escenario, la familia Clinton entre bambalinas, en el ambiente olor a perfume de 200 $ el bote, un publico de lo más guapo y “superguay”, tarjetas de “American Express” en cada monedero…

Supongo que resulta difícil a estas alturas tratar de que algo referente a esta banda sorprenda, o añada algo nuevo a lo que ya llevamos viendo muchas décadas. Unos músicos aburridos, que desde el “Exile on Main Street” ¡del 72!, no han hecho prácticamente nada interesante salvo algún hit puntual, repitiendo tics una y otra vez, un cantante que esta encantado de haberse conocido pero que ha perdido la voz, y se limita a contonearse por el escenario, unos invitados que en algún caso rozan el ridículo como Cristina Aguilera, y finalmente y esto es lo peor, un director de cine que no sabe muy bien qué hacer con todo este material, y que no consigue en ningún momento darle a la banda la energía que no tiene, no hay planos, ni situaciones que sorprendan lo más mínimo, y la película se acaba deslizando sin remedio hacia el aburrimiento más notable.

Si una banda de Rock consigue que te entre hambre a los veinte minutos de empezar la película, es que algo ha fallado.

Al final, uno se queda con el escote de la corista, que es de lo poco interesante de esta cinta.

Típica película de videoclub, o tal vez de sesión continua (el cine empezó a morir cuando desapareció la sesión continua) no hay nada en esta cinta que la haga merecedora de un mísero recuerdo. Para lo que cuenta, la película se hace muy larga, las típicas frases rimbombantes de este tipo de cine, y que acaban haciéndose ridículas, algunas actuaciones para sonrojarse, montaje patético, historia mal hilvanada... en definitiva, la típica película de Sam Peckinpah para un público determinado, pseudo entretenimiento de bajo nivel. Tal vez la única escena que hace que salgas del sopor es aquella en la que llega un mandamás al hospital y trata de saludar a un soldado tullido...por salvar algo.
En definitiva solo hay una cosa interesante, y es que si vas al cine acompañado posiblemente te surgan entretenimientos mejores.

Si pensamos en el cine en modo entretenimiento, no perdamos el tiempo en ver estas películas, si por el contrario pensamos en el cine de un modo más amplio, entonces es en estas películas donde vamos a sacar toda la esencia a eso que llaman "septimo arte".

Se trata de la mejor película de Guerin con gran diferencia, tanto los encuadres, como el manejo de la cámara, el uso (y disfrute) de las luces y sombras, la composición de dipticos, y el modo de contar la historia (que en realidad no es una sola, si no que van apareciendo varias a lo largo de la cinta), hacen de esta una de las películas imprescindibles del cine español, y europeo.

Como todo no van a ser parabienes, decir que el uso y abuso de las manchas en buena parte de la cinta hacen que se acabe haciendo pesado, que aún asi bien vale la pena.