Lo que sí es alarmante es que en todas las encuestas cuenten el texto de esta película como fijo para ganar el óscar a guión original. A mí me parece un guión convencional, poco arriesgado, que cuenta una historia conocida por todos sin aportar gran cosa. Y precisamente las cosas que aporta son las que empeoran la película, ya que hacen que los personajes, monolíticos y previsibles, sean además poco creíbles. Sólo hay que recordar a Blair alabando y defendiendo a la reina a capa y espada ante todo el mundo, que parecía más Jaime Peñafiel que el líder de los laboristas británicos. O el mismo Blair, tan campechano él, que en uno de los momentos más críticos de la reciente historia británica pronuncia una frase como "Me voy a fregar los platos". O la metáfora del ciervo, metida con calzador, evidente y poco oportuna para mi gusto.

Y si el guión no me gusta, qué decir de la nominación a mejor película del año. No creo que esta historia Real y ¿real? con aire de telefilme sea una de las cinco mejores del presente curso cinematográfico.

A pesar de todo, no se trata ni mucho menos de una mala película. Es más que correcta, mucho más que la media. Simplemente creo que se está sobrevalorando.