Esta polaca de nombre imposible, doctorada cum laudem en la escuela de cine de Varsovia y talento prometedor con su exitoso corto Pate se pasa al cine USA y se estrena con una "paja mental" muy en la tradición polaca sobre el sentido de la vida en formato thriller. Bajo una elegante y sosa factura repite una y otra vez planos de ataúdes, instrumental forense, interiorismo de "Casa y Jardín" y a Lian Neeson cambiándose una y otra vez de indumentaria y a la Ricci luciendo palmito. La forma, que recuerda a muchas películas ya vistas del genero ni siquiera se justifica por un pretencioso fondo, donde algunas frases cada 40 minutos nos invitan a despertarnos y reflexionar sobre aquellos que aún respirando, hace tiempo que están animicamente muertos.

Personajes imposibles como el niño o el novio Justing Long, clichés desprovistos de carisma, acompañan a un Lian Neeson que últimamente parece Nicolas Cage (se apunta a todo) y a la una vez mas desaprovechada Cristina Ricci que se deja utilizar como Lolita mórbida en espera de algún papel con mas carne actoral y menos de la otra.

En fin ¿estará Agnieszka Wojtovickz-Vooslo, realmente muerta para el cine? ¿O todo habrá sido un sueño made in Hollywood?. Estos polacos deberían ver la magnifica serie A dos metros bajo tierra, o mejor El sentido de la vida de los Monty Phyton.
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Para bien de su cuenta corriente y para mal de su integridad actoral Jason Statham se ha constituido como la marca de un tipo de films de acción violenta y sin mayores pretensiones que contentar a un publico que disfruta viendo como este "duro" reparte a diestro y siniestro. Algunas hasta entretienen como la reciente The Mechanic , otras como esta, intentan de manera torpe y desafortunada, tener mayores pretensiones. Penosa, guión pueril, subtramas patéticas con flashbacks y diálogos innecesarios, ni siquiera un mínimo de intriga. ¿Para qué?. Títulos como este ofenden al subgénero y hasta nos hacen echar de menos a Steven Seagal, que ya es decir.

El ser humano puede ponerse a pegar tiros o sablazos o porque es rico y poderoso o porque es pobre y mísero. En cualquiera de los dos casos siempre le viene bien llevar una bandera de colores con la que arroparse del frío moral y un dios que le prometa el paraíso por si aparece algún remordimiento. En Bombay o Mumbay en la India en el 2008 un grupo de los segundos a las órdenes del titiritero maestro de turno repitieron una vez más la función más representada de la historia: una tragedia. Murió mucha gente una vez más, muchos peones y algún alfil con el resultado de siempre; retornar a la casilla de salida de ricos y pobres y volver a empezar con menos poder de movimiento por aquello del miedo y del orden.

Los atentados que tocaron no solo al hotel Taj Mahal sino también al Oberoi (en el que se escapó por los pelos nuestra ínclita “Espe” Aguirre) y a otros lugares públicos han tenido media docena de versiones en las pantallas grandes y pequeñas. Esta última con la que se estrena como director, el guionista y productor australiano Anthony Maras no pasará a la historia. Maras ha aplicado la plantilla del cine de catástrofes donde el espacio en el que transcurre la acción suele ser el auténtico protagonista y lo ha poblado de personajes planos y anodinos que van cayendo como muñecos del “pin pan pun”. Los auténticos hombres y mujeres que vivieron ese calvario se merecian sin lugar a dudas otra cosa mejor que una película comercial sobre la angustia que sufrieron.

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¿A setas o a rolex?, que decía el chiste. Pues "Killing Eve" se permite el descaro de estar a las dos cosas. Y eso te descoloca. O huyes de la serie o aceptas el juego y te enganchas. En mi caso lo segundo. Tiene ritmo, personajes carismáticos y humor negrisimo. No te la tomes en serio. Relájate y disfruta.

3ª Temporada

Parece que "el truco" de cambiar de guionista en cada temporada le sienta bien a esta peculiar serie para no perder el tono entre comedia y drama, si bien en esta tercera entrega se decanta ligeramente hacia lo primero con su particular humor negro que nos ha encandilado, entre otras cosas, a unos y espanta a otros. Si eres de los primeros esta tercera entrega no te defraudará; mantiene sus aciertos y sus irregularidades encantadoramente al día y de paso nos hace una visita por tierras patrias. Y es que hay amores que matan

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La película es mala. Digámoslo antes que nada. Hay que reconocer merito, aunque no sea nada nuevo ni sorprendente, a que le hayan producido un guión tan trillado al director y que además hayan conseguido implicar a Ewan McGregor como reclamo del asunto. Mayor delito tiene que guiones así, mil veces vistos no le hayan servido al director Avery para, al menos, limitarse a copiar con un mínimo de coherencia alguna propuesta anterior cualquiera que fuese.
McGregor es lo suficientemente sólido para salir a flote con su parte encomendada por muy mal dibujada que esté y el resto del reparto, bastante tiene con dejarse filmar en espera de mejores oportunidades.
El montaje es un despropósito y los cambios de rumbo parecen propios de que el que maneja el carro ha bebido más de la cuenta. No he visto los prometedores cortos de este director australiano que le han posibilitado este estreno. Dicen los que saben que sigue siendo prometedor. Pues que suerte tiene.