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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de gerardops
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Críticas 304
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de diciembre de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La saga que conforman los siete largometrajes de “La guerra de las galaxias” ha trascendido sin discusión al mundo del cine. La legión de fervientes seguidores y apasionados adeptos de este peculiar universo imaginativo, unida a otros aficionados, tal vez menos incondicionales pero igualmente entregados a esta narración, forman un grupo poderoso que ha aupado cada una de las cintas al primer puesto de la taquilla. Los principios, valores y enseñanzas que se transmiten en cada una de sus historias han calado en las culturas más diversas, como una influencia cercana a la de una religión. De hecho, numerosas frases y diálogos constituyen una base filosófica aleccionadora como pocas. Un fenómeno similar ocurre con la banda sonora del maestro John Williams, cuyas partituras van más allá del mero acompañamiento musical de las imágenes, para convertirse en melodías icónicas reconocibles en todo el mundo.
En este contexto, en el que suponía todo un reto decidirse a continuar el legado, J.J. Abrams se alzó como el candidato ideal al mando de las cámaras para liderar este ambicioso proyecto. Se trata de un realizador formado inicialmente en la pequeña pantalla, pero que logró dar el salto a las salas de proyección gracias a una creatividad, rigor y habilidad incuestionables. Ya evidenció una notable capacidad narrativa y una elevada destreza para controlar el ritmo y la intensidad de los relatos en algunas entregas de “Star Trek”, la otra saga galáctica por excelencia. Pero, además, ha filmado también una pequeña joya titulada “Super 8”, cuya apariencia de producto infantil y juvenil no debería llevar a engaño, dado que atesora importantes méritos cinematográficos y muestra un profundo amor por el Séptimo Arte. “El despertar de la fuerza” respeta buena parte de las bases, dogmas y modelos de sus predecesoras, aunque se aprecia asimismo un intento muy loable por resurgir y evolucionar. En ocasiones cómica, a menudo intensa en numerosos planos y, sobre todo, con una profunda carga trascendental en la secuencia final, cumple a la perfección la primera regla (entretener) sin descuidar la segunda (satisfacer a esa mayoría de espectadores que incluyen a “Star Wars” en su galería de piezas de culto).
Dicho esto, al público que no conecte con este peculiar ideario místico y con la estética espacial y futurista le costará adentrarse en la trama e, incluso, podrá llegar a calificar de ridículas algunas de las propuestas (por ejemplo, determinadas batallas entre naves restan credibilidad al conjunto). Sin embargo, quienes engarcen con ese punto de unión, disfrutarán sin ninguna duda. Personalmente, eché de menos a personajes imprescindibles como Yoda, aunque comprendo que mi afán por ver al Jedi más emblemático era un imposible.
Los rendimientos económicos son apabullantes y la convertirán en breve en la producción más taquillera de la Historia. Sólo en su primer día de exhibición recaudó doscientos cincuenta millones de dólares a nivel mundial y le ha bastado un único fin de semana para situarse como el film más rentable del año, lo que da la medida de la envergadura de sus cifras.
El reparto de la cinta aglutina a varios de los personajes tradicionales de la saga (Han Solo-Harrison Ford, la princesa Leia-Carrie Fisher y Luke Skywalker-Mark Hamill) con otros nuevos, llamados a liderar las restantes secuelas. Los hasta ahora desconocidos Daisy Ridley y John Boyega, acompañados por el extraordinario actor Oscar Isaac (grandioso en “El año más violento), actúan con soltura, desparpajo y eficacia, y están a la altura del proyecto. Como nota discordante, el joven Adam Driver desentona ligeramente en su papel de nieto de Darth Vader. Aun así, el resultado global merece aplausos y reconocimientos. En esta ocasión, la fuerza acompaña.
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
gerardops
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4
19 de julio de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un director de cine debe saber qué tipo de película quiere rodar y, además, debe poseer la habilidad de narrar la historia siguiendo las reglas del género al que pertenece. No hay nada peor que obtener una carcajada como resultado de una secuencia dramática o provocar el tedio en un film de intriga. Además, las diversas modalidades cinematográficas permiten moverse entre márgenes muy amplios. Así, en “E.T. El extraterrestre” encaja perfectamente la imagen de un niño volando sobre una bicicleta y con la Luna de fondo, máxime si a la vez suena una partitura de John Williams. Sin embargo, una licencia similar puede resultar inadmisible en otra cinta.
¿Qué se ha pretendido rodar con “Ahora me ves”? En principio, un thriller con pinceladas de comedia que, en su desarrollo, echa mano de recursos propios del género fantástico. Y, la verdad, semejante combinación, ya compleja de por sí, evidencia un proyecto sin un rumbo claro y sin habilidad en la realización. Más allá de la expectación que pueda generar en determinados momentos del metraje, la intriga inicial se diluye al no poder aglutinar con solvencia los aspectos fantástico, policial y cómico.
La acción se centra en cuatro magos callejeros que, gracias a sus habilidades, son reclutados para ejecutar los trucos más espectaculares del mundo y difundirlos a través de internet y de otros medios audiovisuales, generando así una expectación popular sin precedentes. Por ejemplo, uno de sus retos consiste en robar un banco ubicado en Francia desde un lujoso hotel de Las Vegas. Conscientes de su peculiar capacidad de delinquir, un grupo de policías trata de perseguirles pero las tretas de los ilusionistas dejan a sus perseguidores a la altura de unos principiantes idiotas. El caso es que, aunque algunos de sus amaños son desvelados posteriormente -pasando el público de la incredulidad al asombro-, otros quedan en el aire, lo que impide la credibilidad de la trama policiaca. Pero lo peor de todo es el final que, si bien no revelaré, consiste en un torpe y brusco giro de guion cuyo único objetivo es lograr la sorpresa del espectador aunque, para ello, tire por la borda lo narrado durante la hora y media previa.
Pese a todo, reconozco que la propuesta es, cuando menos, original, que despierta cierto interés en algunos momentos, que es visualmente impactante y que puede cubrir las expectativas de un público cuyas pretensiones no excedan de la mera diversión. No obstante, los espectadores más exigentes le sacarán menos jugo a causa de la realización poco definida de Louis Leterrier -responsable de títulos como “Transporter 2”, “El increíble Hulk” o “Furia de titanes”- y de un guion bastante hueco.
El equipo artístico es, sin duda, lo mejor de “Ahora me ves”, por más que ninguno de sus integrantes realice una interpretación brillante. Tanto Morgan Freeman como Michael Caine o Mark Ruffalo son profesionales que justificarían por sí solos la asistencia a una sala de proyección y su presencia es un importante activo del que se beneficia el resultado final. En papeles más secundarios intervienen también Woody Harrelson y Jesse Eisenberg, mientras que el apartado femenino corre a cargo de las casi desconocidas Mélanie Laurent e Isla Fisher.
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
gerardops
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5
5 de junio de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brad Bird es un auténtico virtuoso del cine de animación, que ya ha logrado cuatro nominaciones a los Oscar, obteniendo sendas estatuillas por “Los Increíbles” y “Ratatouille”, dos joyas de la magnífica productora Pixar que derrochan ingenio, agilidad y brillantez. Pese a estos éxitos, abandonó los dibujos animados para dedicarse a la filmación con imágenes reales, en mi opinión perdiendo por el camino buena parte de su genialidad. Primero se encargó de la cuarta entrega de “Misión imposible” (cinta habilidosa aunque reiterativa dentro de una saga que comienza a resultar cansina) y ahora presenta “Tomorrowland”. Ambos largometrajes, aunque rodados con impecable precisión técnica, carecen de ese elemento invisible que genera la transmisión de magia a los espectadores y que los convierte en obras maestras.
En esta ocasión, ha destinado su proyecto a entretener y a proporcionar aventuras y diversión. Logra ambos objetivos, pero tan solo a ratos y no siempre con el mismo nivel de calidad. Da la impresión de que pretende homenajear un género de aventuras propio de épocas pasadas (cierto toque infantil, una acción desenfrenada, grandes dosis de fantasía e innegable corrección formal), cuando las familias acudían en bloque a las salas de proyección. Sin embargo, esa opción ya no se da en la actualidad y el hipotético público al que va dirigido este film es bastante más difuso, entre otras razones porque su trama es excesivamente fantasiosa e ingenua para jóvenes y adultos y demasiado elaborada para niños. Muchas de sus secuencias me recordaron a cintas como “Jumanji”, cuya historia no encajaba en absoluto con los indudables méritos de sus efectos especiales y que, más que acción, provocaba precipitación y ansiedad por filmar el “más difícil todavía”.
Volviendo a “Tomorrowland”, la parte en la que los protagonistas huyen en una bañera convertida en improvisada nave que aterriza en un lago, me produce un cúmulo de sensaciones encontradas. De un lado, el reconocimiento de un impecable plasmación en pantalla de tan desbordante imaginación. Pero, de otro, un moderado rechazo ante la forma pueril de abordar el relato. Ese desequilibrio entre las virtudes técnicas y las deficiencias de guion queda puesto plenamente de manifiesto. Y es que, tal y como se afirmaba en “The International: dinero en la sombra”, "la diferencia entre ficción y realidad es que la ficción ha de tener lógica" y, en este caso, no se ha cuidado este aspecto suficientemente, centrándose los esfuerzos en conseguir unas imágenes impresionantes en detrimento de una elaboración más sólida del libreto y de los diálogos.
Una avispada y curiosa adolescente, llena de ansias científicas, y un antiguo niño prodigio inventor lastrado por las desilusiones, se embarcan en una peligrosa misión para descubrir los secretos de un enigmático lugar llamado “Tomorrowland”, que, perdido en algún lugar del tiempo y del espacio, esconde demasiados misterios. El excelente actor y cineasta George Clooney, ganador de dos Oscar de un total de ocho nominaciones, da vida a un personaje que no está a la altura de su filmografía. Le acompañan Hugh Laurie, el popular Doctor House televisivo, y la joven Britt Robertson, todavía en cartelera con el reciente estreno de “El viaje más largo”.
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
gerardops
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3
4 de junio de 2016
20 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iba a comenzar mi valoración sobre “Warcraft” afirmando que el cine está en crisis. Pero siempre que oigo comentar a alguien que vivimos tiempos difíciles recuerdo una escena de la maravillosa película “El hijo de la novia”. En ella, un hombre de negocios trata de convencer al protagonista de que venda su restaurante utilizando un sencillo argumento: la precaria situación económica por la que atraviesa el país indica que la venta es la mejor opción. Entonces, un extraordinario Ricardo Darín, ayudado de su envolvente acento argentino, le responde con el siguiente discurso: “¿Cuándo no hubo crisis acá? Quiero decir, si no hay inflación hay recesión y, si no, hay recesión con inflación. Si no es el Fondo Monetario es el Frente Popular… La cuestión es que si no es en el frente es en el fondo, pero siempre una mancha de humedad en esta casa hay.” Y tiene toda la razón. Siempre estamos en crisis y el cine no es una excepción, aunque ahora no estoy hablando sólo de las cuestiones financieras sino de las creativas y artísticas.
Hace escasas semanas llegó a las salas de proyección el film “Angry Birds”. Por alguna extraña razón que no llego a comprender, determinadas personas consideraron que era buena idea trasladar a la gran pantalla este popular juego para dispositivos móviles, una de esas aplicaciones que se descargan en los teléfonos de última generación y que, supuestamente, sirve para que la gente rellene sus tiempos muertos moviendo el dedo sin parar. Y ahora le ha tocado el turno a “Warcraft”, estreno basado en unos famosos videojuegos sobre guerras épicas y fantásticas.
Para ser sincero, no recuerdo ni una sola adaptación cinematográfica de un producto para consolas o similares que se haya llevado a cabo con acierto. Desde que en 1993 se estrenase “Super Mario Bros” (todavía me pregunto cómo convencieron a Bob Hoskins para que participara en aquel rodaje), todos los títulos que me vienen a la cabeza oscilan entre lo prescindible y lo espantoso. “Street Figther” en 1994, “Mortal Kombat” en 1995, los largometrajes de Lara Croft, la bochornosa “DOA: Dead or Alive” en 2006 o el gran fiasco de “Prince of Persia” en 2010, por citar unas cuantas de ellas. Tan sólo las cintas de “Resident Evil” obtuvieron alguna repercusión, aunque sólo fuera en términos de taquilla.
¿Por qué entonces ese empeño en tropezar reiteradamente en la misma piedra y desnaturalizar el cine? Es un misterio. Puedo reconocerle a “Warcraft” una pulcritud técnica notable y una recreación visual imponente –características, por otra parte, no especialmente meritorias cuando se dispone de un presupuesto de ciento sesenta millones de dólares-. En los demás aspectos, es otro nuevo intento (en mi caso particular, inútil) de apabullar visualmente al espectador e intentar que no caiga en la cuenta del enorme vacío de guión, interpretación y narración. En definitiva, la negación misma del cine hecha cine. Una paradoja macabra.
La trama nos traslada a un mundo donde habitan especies tan distintas como los humanos, los orcos o los enanos. Un escenario en el que la magia, los hechizos y las batallas acaparan toda la atención de los dos bandos del conflicto. Por un lado, los humanos, liderados por la Alianza. Por el otro, los orcos, a cargo de un sanguinario ejército conocido como la Horda.
El cineasta británico Duncan Jones, que debutó en 2009 con la meritoria “Moon” -llegó a ganar un BAFTA- se sitúa detrás de la cámara. Sin embargo, aquí pierde gran parte de su creatividad y de su capacidad narrativa para embarcarse en un proyecto claramente fallido. Los actores que integran el reparto son desconocidos para el gran público: Travis Fimmel, Paula Patton (secundaria en “Déjà vu”, con Denzel Washington o “Misión imposible: Protocolo fantasma”, con Tom Cruise) , Ben Foster (“El tren de las 3:10”) y Dominic Cooper (“Capitán América: el primer vengador”).
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
gerardops
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3
24 de marzo de 2017
18 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el paso del tiempo, Gore Verbinski va dando muestras de su mediocridad como director. Reconozco que me divierte ver a Brad Pitt en muchas escenas de “The Mexican”. También estoy dispuesto a admitir que la primera entrega de “Piratas del Caribe” funciona como cine de aventuras. Pero, salvo esas dos pinceladas, el resto de su filmografía me parece poco recomendable y, en algunas ocasiones, incluso decadente. De hecho, alargó indebidamente la “saga pirata”, llegando a veces al esperpento y, en general, su forma de combinar comedia y acción, o terror e intriga, termina por resultar poco efectiva, reflejando más carencias que habilidades.
Ahora estrena su último trabajo, “La cura del bienestar”, con el que pretende retornar al terror, género que ya probó al copiar “Ringu”, cinta del realizador japonés Hideo Nakata. Y, si bien “The Ring” poseía algunos méritos, lo cierto es que en su mayor parte eran heredados de su predecesora. Ahora, sin embargo, en ausencia de referencias previas, parece perdido y transmite esa sensación a través de esta proyección huérfana de ingenio.
Con un excesivo metraje (casi dos horas y media son manifiestamente desproporcionadas), trata sin éxito de enlazar una trama de suspense a base de giros sorpresivos en el guion y de técnicas muy manidas. Además, lo enrevesado del planteamiento no sirve para esconder un caos narrativo que se evidencia en la forma de filmar la película. Parece que las dudas sobre cómo contar el relato (en realidad, qué contar) se trasladan a la pantalla y son la causa de tan inapropiada duración, como si la grabación de secuencias, una tras otra, en busca de ese motor que logre hacer funcionar el largometraje, se le hubiera ido al director de las manos.
Un joven y ambicioso ejecutivo se ve obligado a viajar a un remoto lugar de los Alpes suizos para traer de vuelta al director de su compañía, que se encuentra internado en una especie de balneario. Dicho centro terapéutico, idílico a primera vista, pronto se torna misterioso. Entonces el protagonista se dará cuenta de lo sencillo que resulta entrar él pero de lo complicado que le será salir. Los milagrosos tratamientos de tan peculiar spa no son lo que parecen. Su cordura se pondrá a prueba cuando comience a desentrañar los secretos que allí se ocultan y sea diagnosticado de la misma extraña enfermedad que mantiene a los pacientes a la espera de una cura.
La aparente estética siniestra y las habituales fórmulas cinematográficas para generar intriga y tensión funcionan sólo parcialmente y durante un breve tramo de la proyección. A medida que pasan los minutos, las expectativas iniciales se quedan en eso, en meras esperanzas frustradas de disfrutar de un interesante thriller. El guion se termina perdiendo en su propio laberinto y lo que provoca no es tanto miedo o suspense, como incredulidad ante la falta de consistencia de los personajes y del argumento. Esta confusión se ha manifestado en la escasa acogida que la producción ha obtenido a nivel de taquilla. Con un presupuesto de cuarenta millones de dólares, apenas ha recaudado ocho en el mercado norteamericano.
Entre los actores que integran el reparto, desconocidos para el gran público, figura Dane DeHaan, con algunas apariciones en la meritoria “Sin ley”, de John Hillcoat y en la popular “The Amazing Spider-Man 2”. También intervienen Jason Isaacs, un habitual de series televisivas que ha participado en “Black Hawk derribado” o “El patriota”, y Mia Goth (“Everest”, “Nymphomaniac: Volumen 2”).
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
gerardops
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