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España España · Madrid
Críticas de Feisal
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
7
4 de abril de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película a película, sin hacer demasiado ruido, David Fincher se está labrando una carrera más que prestigiosa, en la que ninguna película sobra, y prácticamente todas ellas son ejercicios de auténtico maestro a la hora de crear atmósferas e historias que encajen como un guante en esas atmósferas. Algunas de ellas, como "Seven", "Zodiac" o "El curioso caso de Benjamin Button" rozan la maravilla y la perfección, y ninguna se parece a las otras. Por eso, no deja de ser curioso que el debut de Fincher en la dirección fuera en medio de una de las sagas más famosas del cine, la del oscuro asesino espacial que surgiera de la enfermiza imaginación de H.R. Giger y de la poderosa inventiva visual de un Ridley Scott en su apogeo (su "Alien" llegó tras "Los duelistas" y antes de "Blade Runner", nada menos). En 1992 la saga no parecía que tuviera nada más que ofrecer, tras ese brillante espectáculo de acción espacial que el mejor James Cameron ochentero nos ofreció en la continuación de la obra maestra de Scott. Es evidente, claro está, que los productores de la Fox querían seguir estrujando a la gallina de los huevos de oro de la saga, de modo que, tras tantear a varios directores (Renny Harlin entre ellos), Fincher se encontró al frente de la nueva entrega. Un Fincher que, como se vio después, tenía un universo personal, un estilo visual nuevo que podía encajar perfectamente en el universo Alien. El director se entregó a fondo, y con el beneplácito de la protagonista y a la vez productora, Sigourney Weaver, tomó la continuación de la historia, donde Ripley y los supervivientes de la película anterior partían al espacio en estado de hibernación, y los hizo estrellarse en un oscuro planeta inhóspito, sede de una cárcel de máxima seguridad donde los presos más peligrosos pululaban por oscuros corredores, entregados a la extracción de mineral, y únicamente controlados por un capataz autoritario y una especie de líder religioso. Semejante argumento daba pie a que Fincher desplegara su posteriormente demostrada querencia por las atmósferas opresivas, decadentes y casi asfixiantes, reflejos de una misma sociedad o grupo humano igualmente decadente y asfixiante. Esto lo llevaría al infinito con "Seven", pero aquí ya mostraba parte de sus cartas utilizando esa cárcel y a ese grupo de violadores y asesinos rapados, jadeantes por ver a una mujer después de años y desquiciados por las soflamas religiosas de su profeta, para mantener un continuo estado de tensión latente y de peligros tras cada esquina. Hasta el único personaje aparentemente amable, como es el del médico interpretado estupendamente por el actor británico Charles Dance, tiene un lado inquietante.

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Feisal
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6
2 de enero de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tardé mucho en ver esta película, hasta que no me la regalaron en DVD. La película se estrenó en 2004, y aún recuerdo la que se montó, con prácticamente el 90% de crítica y público celebrándolo como un peliculón de los que hacen época. El circo prosiguió en USA, hasta ganar, como todos sabemos, el Oscar. El argumento no hace falta que lo explique, ya todos lo sabemos. Pues bien, por fin vi el filme.

No sé si cuenta tanto que te predispongan de una manera determinada para ver una película. Un director alemán famoso, pero cuyo nombre ahora no recuerdo, dijo una vez que habría que ver las películas, y luego leer opiniones y contrastar críticas. Llegar virgen al visionado, vamos. Es bastante complicado, sobre todo para los que estamos ávidos de nuevas películas, y queremos saber qué opinan los "expertos". Bueno, pues tantas alabanzas y tal fue la excelencia que me prometieron con esta película, que me acabó decepcionando. La historia de Ramón Sampedro, con todos sus matices y complejidades, merecía mucha sutileza y maestría, para no caer en cierta brocha gorda y lugares comunes. Y, tras haber visto dos veces la película ya, Amenábar no lo consigue. O al menos, son las sensaciones que me provoca. Digamos que la película, lentamente, va de más a menos.

Empieza bien, mostrando la rutina diaria de Sampedro, con todas las limitaciones físicas, pero con toda la agudeza y campechanía de su personalidad. Pero a medida que observamos los conflictos que va teniendo con los que le rodean (Julia, su sobrino, con los abogados, con su padre) el guión va cayendo en lugares más comunes, y termina por seguir un rumbo que busca más forzadamente la empatía con el espectador y con el personaje de Sampedro. Hay buenas secuencias (el flashback de su juventud y su accidente), pero otras sobran completamente. Por ejemplo, la secuencia con el sacerdote y su ayudante, que pretende ser una crítica al anquilosamiento de la Iglesia en el tema de la eutanasia. Lástima que Amenábar use el humor y la famosa brocha gorda en un aspecto delicado y controvertido de la película, que exige más sutilidad y matizaciones. Dicho de otro modo, que Clint Eastwood hubiera hecho esa escena de otro modo.
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Feisal
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7
12 de febrero de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo de James Bond es algo único, digno de estudio sociológico. Que un héroe surgido en plena Guerra Fría todavía siga vigente, en plena forma, tras haber sobrevivido a su peor enemigo, el tiempo, es verdaderamente sorprendente. El agente del MI6 ha aguantado sin despeinarse a los 70, los 80, los 90 y llega fresco y renovado al siglo XXI. Eso sí, tras pasar por un túnel de lavado que ha durado 4 años, pero que era necesario. Creo que la clave de lo perdurable del personaje es su capacidad innata de renovación, de adaptación a los tiempos. También el cambio de caras le ha servido para mostrar diferentes facetas del mismo (y cada actor ha sabido amoldar el personaje a la época de cada película, porque Connery bordaba al espía que se movía en un mundo "amenazado" por organizaciones terroristas y comunistas; mientras que, por ejemplo, Brosnan hacía lo propio con villanos y situaciones típicas del decibélico cine de acción de finales de los 90). Rodeado por una nueva forma de ver el cine de aventuras y de acción desde un prisma más realista, Bond se encontró en peligro real con la última de Brosnan, la muy mediocre "Muere otro día", que demostraba que el personaje y sus situaciones se habían quedado atrás. Y como siempre, el personaje se reinventó a sí mismo. 4 años después llegó la siguiente entrega, y todo había cambiado. Se había optado (inteligentemente) por volver a las raíces del personaje, a la misma esencia de las novelas de Ian Fleming. A esa rudeza y desapasionamiento del personaje, lejos de Armanis y Dolces. Y en este punto, nadie mejor que Daniel Craig para interpretarlo, un estupendo actor (ahí tenéis, entre otras, "Camino a la perdición", "Historia de un crimen" o "Munich") que dio en el clavo aportando una rigidez física y emocional que se termina de desmoronar en un cierto momento de la película. Lo mejor del James Bond de Craig es que puede realizar los mayores prodigios físicos y atléticos, y te lo crees del todo. La sensación de veracidad y contundencia que rodean a este Bond es, quizá, el mejor aporte de Craig, quien realiza un verdadero tour de force en sus diálogos irónicos y secos con Judi Dench y Eva Green. Más allá del enfoque realista del filme, son sus actores los que acaban rematando una gran faena, armando una gran película de acción, suspense y aventuras que en muy poquitas cosas tiene que envidiar a clásicos de la saga como "Goldfinger" o "Desde Rusia con amor". El casting es de reconocimiento, puesto que, tras una serie de villanos risibles y patéticos, la mirada turbia y la frialdad de Mads Mikkelsen acojonan, casi tanto como nos encandila y enamora (una vez más) la sonrisa y los ojos de Eva Green, en un personaje más complejo que las habituales chicas Bond.
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Feisal
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7
17 de junio de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ron Howard siempre ha sido criticado (acertadamente) como un director blandengue y mediocre, y los temas y argumentos que siempre ha manejado han estado siempre bastante por encima de su calidad. En sus películas, nunca se le puede dejar de reconocer una gran factura y un cierto cuidado por las interpretaciones de sus actores. En general, sus filmes suelen ser entretenidos y muy bien hechos (destacando "Willow", "Cocoon", "Apolo XIII", la simplemente correcta "Una mente maravillosa" y ésta que nos ocupa), pero casi siempre adolecen de un pasteleo pringoso que tira para atrás, y unos guiones que, al ser facilones y simples cuando no deberían serlo, hacen agua por todas partes. "Cinderella Man" vuelve a contarnos la misma historia épica que tanto les gusta a Howard y a sus compatriotas, la del hombre que lucha ante las dificultades y se convierte en un héroe (contada también en la sobrevalorada "Una mente maravillosa"), en este caso se trata del boxeador Jim Braddock, quien triunfó en los años 20, pero que luego tuvo que apretarse el cinturon con el crack del 29 y la Gran Depresión, para, posteriormente, volver a remontar. Así, Howard tiene otra historia con la que viajar al pasado, a los años 20 y 30, y contar otras de sus historias de superación más grandes que la vida misma. Pero aquí, al contrario que otros intentos exitosos y olvidables como "Un horizonte muy lejano", la solidez, el rigor narrativo y la sencillez duran más de lo habitual. Entre sus puntos fuertes encontramos a Russell Crowe (gran actor y gran boxeador en la vida real, por lo que sabemos), quien encarna con precisión de relojería suiza a un Braddock honesto, sencillo, padre y marido fiel, y que se tiene que tragar su dignidad cuando su familia pasa hambre y frío. Crowe gustará más o menos, pero su interminable variedad de registros, y su puntería al clavar personajes más complejos de lo que parecen a simple vista le hacen grande. A su lado, el gran Paul Giamatti que, probablemente, sea el mejor actor de esta película. Si Crowe tiene mil registros, Giamatti posee un millón, y su interpretación del manager y entrenador de Braddock, el vitalista y animoso Joe Gould es una pequeña gran obra de arte. Perfecto, domina milimétricamente al personaje, sabe estar en su sitio. Una maravilla. Si el tercer vértice del triángulo fuera tan bueno como los otros dos, podríamos hablar de una gran película actoral.
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Feisal
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7
16 de diciembre de 2005
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre había tenido ganas de ver este filme, y cuando lo pude ver no me decepcionó. Puede llegarse a pensar que ha quedado un pelín desfasado, al ser la película de 1986. Pues no es cierto, ya que su ritmo, efectos especiales y emoción están intactas. Se nota un poco, eso sí, el aire "ochentero" en la estética y en las música (ojo, con canciones de Queen, pocas películas de aventuras pueden presumir de tener canciones de grupos tan míticos). La verdad es que el argumento es original, narrándonos las aventuras de Connor MacLeod, un inmortal que vive día a día hasta que tenga que luchar por su destino...y su vida. La historia, su propia vida inmortal nos lleva desde la Escocia medieval, donde Connor conocerá a otro inmortal, Juan Sánchez Villa-Lobos Ramírez, que le instruirá en el manejo de la espada; hasta el Nueva York de los 80, donde Connor vive a la espera de que su destino sea definitivo. En la película se dan una serie de aciertos que la engradecen, desde la presencia fornida e impactante de Sean Connery (como siempre), hasta el buen hacer de Christopher Lambert, en una de las poquísimas películas en las que ha triunfado. El montaje es excelente (mención aparte merecen los flashbacks, auténticas obras de arte), así como el ritmo de los duelos. ¡Ah!, y uno de los malos más repulsivos y odiosos: Kurgan (Clancy Brown). Muy buena película de aventuras.
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Feisal
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