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Argentina Argentina · mendoza
Críticas de nahuelzonda
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
9
9 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La podredumbre y el odio que habitan por siglos el alma de las naciones, sedimentan y a veces engendran monstruos de proporciones mitológicas: estos nos engullen y entre sus desesperadas fauces desaparece lo poco que nos queda.

Rusia todopoderosa, gigantesco monstruo marino, jirón de tierra pisoteado, lastimado y herido de muerte, que hace años comenzaste a ser devorado desde adentro.

Extraordinaria película.
nahuelzonda
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Exit Through the Gift Shop
Documental
Reino Unido2010
7.6
14,341
Documental, Intervenciones de: Thierry Guetta, Banksy
9
8 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué gran película!,
Un canto de amor al arte, a los que lo hacen, a los maravillosos impostores que lo deshacen y a los incrédulos que lo reconstruimos.

Una crónica del embuste, una trampa deliciosa,
una verdad que de tanto repetirse se volvió absurda,
hasta el infinito.

Sensacional.
nahuelzonda
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9
8 de agosto de 2016
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buscando al Sr. Goodbar es una obra de importancia capital.

Se ha hablado de esta película como una sórdida incursión en lo que fueron las facetas más tristes de la contracultura, una radiografía descarnada de aquellas tendencias revolucionarias que signaron un camino nuevo y que catapultaron a la conciencia colectiva hacia un nuevo horizonte que nunca llegó a amanecer.

Es una película sobre la guerra que perdimos:

Las décadas del 60 y 70 fueron momentos críticos, que marcaron hitos sociales y culturales sin precedentes en la historia occidental. Fue el momento del estallido y el cambio. Las empalizadas del sistema saltaron en pedazos y las astillas laceraron los ojos ortodoxos y pusilánimes. El telón de los Estados se hizo a un lado y las bambalinas quedaron al desnudo revelando la evidencia, antes apenas intuida. La mirada audaz atisbó el engaño pergeñado, oculto tras un velo transparente, apenas hilvanado; las políticas paternalistas dejaron de ser útiles porque su pueblo-niño ya no vestía la ignorancia ni la deshonra. Todo o casi todo, salió a la luz, y fue esa luz fulgurante de la lucidez la que derritió la escarcha de los fríos valores enquistados.

La generación moderna se dio cuenta que la tierra prometida por sus padres era un valle estéril donde ya nada podía sembrarse, y decidió despertar. Abrió bien los ojos a la injusticia, y desempolvo las motas de pasividad de sus vestiduras para caminar con mayor soltura…
generación beat
contracultura
Morrison
mayo francés
revolución sexual
Joplin
liberación femenina
Vietnam
Hendrix
Lennon…
Esta lista interminable, que nunca va a ser exhaustiva, y los miles de anónimos que también la nutrieron, fue lo que permitió el intento y la posibilidad.

Pero perdimos una guerra visible, una guerra cruel, donde se polarizaron las partes y donde muchas veces combatimos contra nosotros mismos. La actitud contestataria fue una estocada eficaz, que desestabilizó los cimientos del status quo y la conformidad de los poderosos, pero también nos sumió en una contienda inmadura donde nos rebelamos para llamar la atención, actitud que encubrió nuestra secreta necesidad infantil de sentirnos reconocidos, por esos, a los que paradójicamente combatíamos. Esto nos paralizó y nos endureció, se fragmentó eso que siempre creímos iba a ser homogéneo, se eligió el exceso como forma, y la desintegración fue una cualidad distintiva de la época (la desintegración social, ideológica, filosófica, política, partidista). La contienda no pudo poner fin al desacuerdo: el orden soñado nunca llegó y la esperanza se extinguió junto con el último rayo de luz del día. La conciencia ensanchó sus horizontes, pero termino siendo constreñida por la violencia, la uniformidad y el desencanto.

Eso es Buscando al Sr. Goodbar.

Un doloroso recuerdo y un grito sordo en la oscuridad.
nahuelzonda
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8
31 de agosto de 2022
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos frente a un reducido - aunque no escaso - fragmento de cine perfectamente ejecutado y consistente. Una pavorosa idea condensada en brevísimo metraje que trasciende los marcos de la historia que narra y se adhiere a nuestros elementales terrores metafísicos. La oscura propuesta de estos artesanos de la animación digital arroja una pregunta ontológica acerca de La Realidad (dimensión especular de dudosa evidencia y preeminencia que damos por sentada, que consideramos con afectada certeza como si de una situación tranquilizadora se tratara) y nos conmina a seguir preguntándonos - asumiendo la perplejidad de la duda - en inconveniente vacilación: ¿Dónde demonios estamos? ¿Existe la vida futura? ¿La eternidad es un espacio inconmensurable?

Este trabajo, de factura técnica impecable y retazos de una filosofía incisiva e inquietante, ha invocado nuevamente la voz del escalofriante Svidrigáilov de Dostoievski:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nahuelzonda
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9
8 de agosto de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grandiosa esta última película de Quentin Tarantino. No sé bien porque, pero me reconcilió un poco conmigo. Me trasladó hacia un pasado que creía olvidado, recordé mi amor por el cine, un amor joven, donde un niño maravilloso descubrió las pasiones.

Ver a Tarantino es encontrarme a mí mismo sonriendo, agazapado entre sabanas de celuloide soñando con un mundo imposible, donde todo se reía de todo y donde nada importaba más que otra cosa. De chico descubrí que una película podía cambiarme la vida, que mi visión del mundo podía alterarse con el cine. Que el arte manifestado en imágenes perturbaba mi ánimo, me dejaba exhausto, confundido y abrumado.

Al ver Django desencadenado sentí una extraña sensación, una emoción vaga y ambigua dulcificada con el rubor de la vergüenza y con la plenitud del asombro, esa que siente un crío cuando descubre por vez primera el fulgor indescriptible de lo nunca antes vivido, eso, cuya fuerza puede reventar muros de contención e inundar su corazón. Al terminar de ver la película, tuve que salir a caminar, a tratar de encontrar a ese pequeño roedor maldito, a ese sátiro de pantalones cortos y sonrisa endiablada que se había metido bajo mi piel y me hacía cosquillas. Caminé durante un tiempo, pero no pude hallar al niño escurridizo,ni al asombro fugitivo que unos minutos antes había encendido la llama y catalizado con fuerza la caldera emotiva del recuerdo. Esperé en vano, porque no pude ser habitado por la desesperanza, ella no llegó nunca, solo llegó la brisa suave de la gratitud, templada por haber recorrido distancias, inagotable en su andar, imperecedera.

Al ver la última película de Quentin Tarantino sentí gratitud. Algo así como un reconocimiento, un gracias por esto. Es que Django desencadenado contiene riquezas, que para mí son innumerables. Sus virtudes cinematográficas se entremezclan y se confunden de forma inaudita con mi alma, con mis propias telarañas interiores, con ese mecanismo inexplicable que trazan mis subjetividades y mis anhelos más profundos. No quiero viajar más allá de mí mismo y ver en perspectiva (sea lo que sea que eso signifique) porque todavía me estoy buscando, quizás cuando me encuentre, puedan convencerme de emprender ese monótono viaje impersonal y ser “objetivo”. Pero no, no voy a ser “objetivo”, no pienso restringir ni mi entusiasmo ni mis arbitrariedades al hablar de esta película, quizás tampoco fundamente mis desatinos. No voy a excusarme. Seré un fundamentalista del cine, un autócrata de la opinión. Porque para mí, Django desencadenado, es casi perfecta. Y digo casi, porque no sé qué diablos es la perfección.

Todo en esta película es extraordinario, toda la maquinaria cinematográfica se pone al servicio de ese infante bizarro que es Tarantino, y funciona de maravilla. La música es estupenda, tal vez una de las mejores bandas sonoras que ha escuchado este servidor desde hace mucho tiempo. Los actores están realmente estupendos, Christoph Waltz es una maravilla y su personaje es el más complejo y fascinante de todos, con su ternura, su violencia ocasional, su paternalismo, enalteciendo el valor de la amistad y la camaradería, ¡Qué bien Tarantino! Se nota que ya no te avergüenza mostrar el corazón (La lealtad y la amistad entre los personajes masculinos es un lugar recurrente en la cinematografía de Quentin Tarantino: Samuel L. Jackson y John Travolta en Pulp Fiction, Harvey Keitel y Tim Roth en Perros de la calle, pero en Django desencadenado la amistad entre Jamie Foxx y Christoph Waltz es más auténtica, no esta tan disfrazada ni opacada por las ocasionales distracciones a las que nos tiene acostumbrados este director). Leonardo DiCaprio, su personaje, su interpretación, su exultante desdén, su caracterización de un villano. Creo que es la primera vez que disfruto con la actuación de este actor, nunca me gustó (o tal vez debo precisar, nunca termino de gustarme). Jamie Foxx también está bien, aunque sé que su personaje es el menos matizado, y tal vez el menos interesante de todos. Samuel L. Jackson es un placer, y me reservo el motivo de esta opinión para no influir sobre el que lea este ensayo.

Todo lo demás se hace evidente con su visionado. Tarantino hace lo que quiere y filma sin tapujos, dilata las escenas hasta el infinito, manipula a los personajes, se hace cómplice del espectador en momentos de tensión insoportable demostrando que puede ser un gran director y perpetra secuencias maravillosamente agónicas que se hacen cada vez más incomodas, culminando en estallidos estridentes y desquiciados. Un cine que no pide permiso, que se hace largo por caprichoso pero que exuda amor al celuloide, que corta y pega segmentos deplorables de pasado italiano, fundiendo el espagueti con el mejor Far West. Un cine que descuida la “lógica” de la narración en aras de ocurrencias arbitrarias y desatinadas que le obligan a entusiasmarse hasta el paroxismo y a perseverar más de la cuenta en escenas inútiles pero exquisitas.

¿Que muchas escenas son innecesarias ? ¿Que la película pierde ritmo por momentos y que algunas situaciones podrían haber sido tiradas a la basura antes de comenzar el rodaje? Totalmente de acuerdo. Pero la libertad creativa de Tarantino es tan contagiosa, corrosiva, excesiva que me es imposible subir al estrado y juzgarlo. No quiero que termine. Sus casi tres horas de duración, su trivialización de la esclavitud me parece un sensacional muestra de cómo transgredir inmerso en ese mundo hipócrita y tirano del mainstream hollywoodense contemporáneo.

Tarantino como prototipo de saludable anarquía en un mundo acartonado, repetitivo y mediocre, de infulas, banderitas y estandartes.
Otra vez Tarantino, escupiendo sonriente sobre las convenciones de la buena vecindad cinematográfica.
Gracias Tarantino.
Sobre todo, gracias por traerme de vuelta.
nahuelzonda
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