No sé si se trata de una película para niños, pero lo cierto es que es una de las peores películas que he visto en esta década. El cine francés es, a veces, difícil de entender, pero en este caso lo que no se puede comprender es como han podido confeccionar un guíon tan lleno de majaderías y francamente baboso. Luc Besson no es tampoco un gran director, pero como guionista de este pseudofilm ha demostrado una falta de ideas que deja traslucir cierta senilidad incipiente. No merece la pena perder el tiempo con este espanto, sólo aceptable para sobremesas televisivas del domingo.

Cada vez que me dispongo a ver un film francés temo sentir una nueva decepción. Y así ha sido de nuevo. Y una vez más me siento delante del teclado de mi ordenador para ir en contra de esa mayoría que confunde constantemente originalidad con calidad.
Poco bueno se puede decir de esta película. La diarrea mental del director y guionista es difícilmente explicable. El señor Gondry disfraza una serie de incoherencias inconexas con una innovación aparente en la presentación, pero hueca completamente en su interior.
Un par de comentarios pseudofilosóficos por aquí, otro par de referencias sexuales bastante ordinarias por allá y una historia de amor absurda y con final muy cursi y muy galo para envolver y rematar este aburridísimo engendro. Los actores, por su parte, hacen lo que pueden, moviéndose como zombies dentro del espanto general.
Lo siento por los que la consideran una obra maestra, pero el buen cine es otra cosa muy diferente a esto.

Trainspotting es, sin duda, una de las películas más interesantes y divertidas de los 90. Danny Boyle recrea con imágenes muy realistas, pero al mismo tiempo impactantes y, a veces, fantásticas, las vidas de un grupo de jóvenes drogadictos buscando su sitio en la vida. No tiene piedad ni con la sociedad ni con su propio país, Escocia, del que se avergüenza uno de sus personajes por estar dominado por un pueblo como los ingleses. En fin, el pesimismo vital que siempre flota en sus películas. Impagables las actuaciones de los actores, especialmente del extraordinario Robert Carlyle y también, en esta ocasión, de Ewan McGregor. No recomendable para estómagos débiles o personas sensibles. Los demás, no dejeis de verla porque es uno de los films más importantes de los últimos 15 años.

George Harrison siempre estuvo a la sombra de Lennon y McCartney, la mejor pareja de compositores de la historia del rock. Sin embargo, dejó muestra de su talento en su época Beatle con maravillas como Something o Here comes the sun. Ya en solitario, firmó discos excelentes, como el triple All things must pass (1971) o Cloud Nine (1987).
En este memorable concierto, sus amigos le rinden homenaje con una selección de sus mejores canciones extraordinariamente interpretadas. McCartney, Starr, Clapton, Lynne, Brooker, Petty, su propio hijo, Dhani, y otros muchos grandes del rock desfilan por el escenario del Royal Albert Hall de Londres, ofreciéndonos un espectáculo emocionante e inolvidable.

Pese a que el tema que subyace en la historia de la película es francamente interesante: una sociedad opresora, capitalista y alienante para el individuo, el guión es francamente aburrido, con humor muy infantil y con imágenes más propias del comic que del cine. No se puede intentar tapar la falta de ideas intersantes con una artificiosa presentación. Tediosa y pretenciosa diarrea mental del señor Gilliam.