Hábil combinación de elementos para tocar la fibra del personal que está entre la tercera y cuarta década de su vida. Esos, que fueron niños en los 80, disfrutarán no sólo con la añoranza de los amigos, el primer amor, las pandillas o los veranos. Ese refresco, esas zapatillas, las bicis, Naranjito o las canciones que escuchaban también forman parte de la historia.

Todo bien hasta que el espectador se topa con un obstáculo: el doblaje. Esta circunstancia lo aleja tanto de la trama como de los personajes. En algunos casos los actores se autodoblan, en otros se usan voces de terceros. El resultado en algún caso, como el de Brendemühl roza lo ridículo.

A pesar de los pesares y gracias al desarrollo de los acontecimientos la película logra sobrevivir y queda más que digna. El final resulta sorprendente y emotivo.

Para la próxima vez esperemos no tener que añorar no ya la infancia, ejercicio complaciente para el que uno casi siempre está dispuesto, sino las voces sin doblar. No debería ser mucho pedir para una película española. Digo yo.

Tenía buena pinta por la historia y los actores, pero quizá esperaba algo más.

La historia de amor e infidelidad es atractiva pero pierde mucha intensidad en diferentes fases de la película. Eso sí, como suele suceder en los clásicos de la época, temas que podrían llevarse a un terreno más explícito o vulgar están elegantemente tratados, y eso para mi es un punto fuerte de esta película.

En fin, para pasar el rato y también recomendable para fans de Kim Novak.

Lo dicho: parecía estar viendo la adaptación de algún personaje de tebeo a la pantalla. Tal parecen las excesivas muecas de todos y cada uno de los personajes, las situaciones y hasta el argumento, excesivamente simplón.

Tampoco estaría de más que no se confundieran conceptos como el racismo y la xenofobia, aunque ignoro si el error debe anotarse en el haber del guión original o del doblaje. Lo infantiloide, al menos, que no confunda términos.

Copia descarada de cualquier comedia sexual para adolescente facturada en USA. Presenta casi todos los clichés típicos: tontorrón que pretende ligarse a la guapa, amigos más tontos aún que "le ayudan", ambiente universitario, chistes fáciles, expresiones groseras... Sólo le falta el novio musculitos de la chica, aquí sustituido por un inglés panocha que sólo llega a admirador.

Es de risa fácil, entretenida y absurda a partes iguales. No puede engañar a nadie porque hasta un recién nacido sabría lo que va a ver si paga una entrada por esta película. Por lo tanto eruditos, abstenerse.

A los que nos gustan los cuentos tal como nos los contaron no nos vengan con estas revisiones absurdas y, cómo no decirlo, insoportables.

Ahora se llevan estas imbecilidades, "dar una vuelta" a lo que había funcionado fantásticamente hasta la fecha, sin que hubiera venido ningún cantamañanas a tocarlo. Aquí el susodicho ha creado un engendro siniestro, donde la dulce Blancanieves pretende tener ínfulas de ese new feminismo que ahora debe acatarse sin rechistar si no quieres convertirte en un proscrito de la sociedad. La princesa es una chica ojerosa y lánguida, los enanitos dan verdadera repugnancia y la historia es prácticamente un cuento de terror. Hasta se quiere buscar explicación psicológica en la maldad de la bruja, por más que Charlize Theron sera lo único que se deja ver en este despropósito, razón por la que le doy un 2 y no un 1.

Hay que tener el mapamundi cerebral muy averiado para perpetrar esta basura.