Haz click aquí para copiar la URL
Rusia Rusia · Stalingrado
Críticas de Ferdydurke
Críticas 2,924
Críticas ordenadas por utilidad
1
9 de marzo de 2022
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La causa no puede ser más justa y verdadera, pero yo le encuentro dos, por lo menos, grandes problemas o tal vez fallos, veamos:
a) Es demasiado rigurosa, increíblemente ajustada a la realidad histórica, está muy pegada a los hechos, tremendamente fidedigna, cierta, Curie Marie, exacta, parece ciencia, tubos de ensayo, trigonometría, álgebra, maravilla. Un hiperrealismo desaforado que, en este caso, fue demasiado, apaga, empantana/perjudica el fluir natural de la historia, estanca el desarrollo narrativo al padecer de tan gran perfección empírica, objetiva.
b) Pocos como yo tienen una opinión tan alta de la condición humana en general y ni hablar del más concreto y reducido público cinematográfico en particular, qué duda cabe, al que considero espabilado, curioso, crítico, escéptico, sabio, formado e informado, desligado de la cerril masa, con criterio propio, sin padecer el peso de la servil sumisión al poder, alejado de modas, camarillas, sectas y tópicos, valiente y creativo, arriesgado y caritativo, ahí me tienen en primera fila con la pancarta, sublime, pero mucho me temo que aquí se han pasado de la raya o de frenada, se les fue la mano a los pergeñadores de esta obra, nos han sobreestimado o sobrevalorado, tampoco damos para tanto (de sí), estamos por encima de nuestras posibilidades, con la lengua fuera al fin y al cabo, la película es excesivamente elevada y distinguida, valiosa, sutil, precisa, educada, compleja, exquisita, honesta, regia, necesaria, comprensiva, omnisciente, moderada, mesurada, razonable y razonadora, con (toda la) altura de miras, olímpica, divina, elegante y civilizada y, claro, no llegamos a todo, a tanto, no damos abasto, nos perdemos por el camino, es cierto, nos piden o exigen lo que no podemos, hasta yo (el que todo lo sabe, comprende y conoce, el más culto y listo de entre todos) debo reconocer, seguro que por primera vez, que me sentí completamente desbordado/superado por el discurrir jeroglífico de los acontecimientos, quién lo diría o me lo iba a decir a mí, el olmo ya no da más peras, está seco, ahíto, la copa ha rebosado, la última gota ya hace algún tiempo que cayó exhausta la pobre, me rendí ante la evidencia, ante un manjar tan sabroso, orgiástico, infinito, del que apenas pude probar bocado, llevármelo a la boca siquiera, Midas, Tántalo.
No les pido ni mucho menos que hubieran tenido que haber manipulado un poco la historia o a los personajes si acaso, sé que caería en saco roto mi desesperado ruego, que serían incapaces ni aunque se lo propusieran o lo intentaran con todas sus fuerzas, por quién les he tomado, lo tengo más que claro y comprobado, jamás lo harían, pero sí por lo menos dejar algún detalle o relajo, alguna pizca de melodrama o morbo, de tremendismo para aligerar o hacer más llevadera la trama para el vulgo o pueblo, para que sea más fácil o posible seguir el acojonante ritmo intelectual/moral/filosófico/espiritual, ese del infierno trote. Pues nada, ni burda, ni maniquea, ni simple, ni idiota, ni oligofrénica, ni demagógica, cero patatero, limpia de polvo y paja, impoluta, inmaculada, como la patena, hasta la virgen maría daría el visto bueno, podría hacer tranquilamente allí sus más complicadas deposiciones, las cosas son ansí, pasaron tal cual lo vimos.
Y también, relacionado con lo anterior, la dramatización de la historia a través de los personajes de ficción es alucinante, increíblemente noble y creíble, sin pega ninguna, muy verosímil sobre todo, llena de suntuosos recovecos y fabulosos meandros, ponderados, de finura y matiz, de reacciones sorprendentes por más que verdaderas, de mayeútica deliciosa y prosopopeya a espuertas, de pequeños milagros verbales y grandes heroicidades morales, de alusiones, guiños y referencias, una obra, en definitiva, para qué extenderme, pantagruélica, extática, en estado de gracia hecha, que excede a lo humano, llena de vulnerabilidad e inteligencia, de hermosura y grandeza, esa.
Tanto, tanto, que lloramos de placer y pena, porque se acabó o acaba, como todo, por el dolor que vemos, es una locura, una bacanal artística donde abrevan los espíritus más gigantescos si es que pueden y no mueren en el intento, semejante desempeño, desde esta humilde morada lo advertimos, cuidado, peligro, jaleo, esta cosa histórica película es dinamita, trinitroglicerina.
Horada y ahonda y asalta, aplasta. Penetra. Zapa. Da luz al que no tiene ojos, agua al sediento, comida al hambriento, esperanza al muerto. Explica. Ensancha. Feroz y brillante. Ingeniosa y la más ética. Diluvio en tierra seca. Dilucida. Mayestática. Barroca espeleología algarabía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4
21 de noviembre de 2017
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es bueno remover el recuerdo, volverlo a la actualidad, o es más conveniente dejarlo como está, intacto, seguro, sano y salvo, en su falsedad? ¿Hay que echar la vista atrás o que el tiempo corra con toda libertad? ¿Hay que volver a visitar las películas que un día fueron algo en nuestra realidad o procurar que no las roce ni un atisbo de la malsana curiosidad, estatua de sal?
Todos quisimos ser El Jaro (ahora quieren ser funcionarios, nos han salido mucho más listos y honrados), una leyenda de extrarradio, de la delincuencia del lumpemproletariado, un mito juvenil, el James Dean español, el Rimbaud sin poesía (o con otra poesía o verdad, mucho más auténtica), pura acción sin gotica de conocimiento, movimiento ciego y perpetuo, la otra cara de los sueños de los niños de buen comportamiento. El chico precoz, el de los rizos y el hablar sincopado, el fibroso y vidrioso, el que tenía la polla tan grande, tan grande como la Pantera Rosa. El que se follaba a una puta que era la señora más buena y hermosa y valiente y sincera y sabia y generosa que el Madrid, y el mundo entero, de los ochenta hubo conocido, esa mexicana rotunda de nombre Isela Vega con voz de Charo López (son las cosas del querer, y del doblaje) que tanto le cuidaba y amaba. El que se lía con la vampiresa eternamente drogada, otra mexicana (qué hembras) que pasaba por allí (es lo que tienen las coproducciones, supongo, que hacen extraños, maravillosos compañeros de cama), femme fatale de barrio obrero, arbitraria, caprichosa, egoísta, necia, crapulosa y muy quejosa.
Ese chaval de los mil y un robos y asaltos y saqueos, con la navaja fina, sus puños locos, patadas volanderas o la inefable recortada de lanza en ristre y altos vuelos. Sin presente ni futuro (el pasado es un solar, un entierro). Muerto en vida. Sin salida, esperanza ni consuelo.
¿Pobreza es igual a delincuencia? ¿La delincuencia, al igual que el terrorismo, así se plantea, la potencia, crea o por lo menos la permite el Estado con el fin de tener a la población acojonada, a todos sus súbditos con el miedo metido en los huesos y, por lo tanto, convertidos en un rebaño de fácil manejo, sin capacidad de protesta o enfrentamiento, ni del abuso respuesta?
En muchas de estas películas, también en alguna del insigne José Antonio de la Loma, se ofrecía una especie de ensayo periodístico de aire moralizante como fondo o decorado de las correrías y fechorías de estos pobres desgraciados mozos de pocos años y muchos robos. Muchas veces, también aquí, daba la sensación de que ese prólogo/epílogo con voz en off ocasional, a la buena de Dios, no era más que una simple excusa, hipócrita coartada (cierta obligación progre, como de cuota de la época, que trataba de explota, sobre todo, comercial y, si había suerte o maña, artísticamente la miseria de unos penosos desharrapados, y que se cubría de buenas intenciones, a ver si nadie se daba cuenta de los verdaderos intereses, con el manto de la denuncia o crítica social, pero que en realidad hacían justamente lo mismo que pretendía criticar, aprovecharse de gente débil y sin defensa, utilizarlos para hacer unas películas morbosas y estrepitosas, truculentas, sádicas y tremendistas. Eso era así en general, la misma fórmula compartida por todos, pero claro, como en todas las situaciones humanas, todos no actuaban exactamente igual ni contaban la historia de la misma manera. Como pasa ahora con todos esos sanos programas de televisión sobre prostitución, drogas, cárceles y demás infiernos modernos que son expuestos en el bazar de nuestra actualidad como si de salchichones y su venta se tratara, un producto grueso que quiere hacerse pasar por fino para que todos sigamos con la conciencia tranquila, cosa la mar de sencilla, nuestra moral es de pon y quita, de pan y moja, usar y tirar, si no le gustan nuestros argentinos principios, tengo estos otros que nos vienen al pelo, y que la vida siga su rutina sin que se pare ni un minuto la maquinaria que todos esos horrores e injusticias que nos muestran provoca cada día) para poder mostrar la suma cruenta de tropelías con la mirada de la izquierda limpia y rasurada, la que contempla sin mover un músculo de la cara (es el alma la que tiembla, el corazón de melón) la fuerza bizarra de estos buscavidas de medio pelo, como si se abriera una esclusa y saliera a presión a cholón toda la mierda tanto tiempo acumulada, puro chorro de vida mostrenca y desaforada, cutremente salvaje y condenada.
Película lírica en sus mejores momentos, no muchos, como si fuera el retrato de un mal de bajo vuelo, el cantar de gesta sobre un desvencijado héroe de chichinabo cantado por un trovador averiado o un juglar ebrio que recitara impertérrito las andanzas fabulosas de un desgarramantas o símbolo pendenciero, epítome de todos los púberes bandoleros de aquella España posfranquista tan brutal, morrocotuda y alucinada.
Y película tosca, burda y demasiado cruda el resto del tiempo, la mayoría. Sorprende, teniendo en cuenta quién es el director, el tratamiento horripilante, tan chusco y esperpéntico, que le da a la homosexualidad y sus ejecutantes. En cambio, el tono voraz y descalzaperros es el habitual en estos casos forajidos, chapuceros y verbeneros; un realismo apoteósico e histérico, casi documental y bastante embrutecido y arrabalero.
En resumen, se puede decir que casi mejor hubiera sido haberla olvidado con la ilusión de que era otra cosa, mucho más grande, sincera y poderosa, increíblemente maravillosa, no, como sucede con el correr de los años que todo se acaba miniaturizando, jibarizando de forma pavorosa, perdiendo brillo y belleza a pasos agigantados de muerte y derrota, esta pobre cosa, basta, ruda, campanuda y algo penosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
21 de octubre de 2016
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sacas de una duda. Claro que sí. Nos tienen vigilados y controlados. Como a reptiles en terrario. Grabados y fichados. Sin posibilidad de escape. Qué miedo. Qué emoción.
Y yo que creía, pobre inocente, que mi vida era insignificante, anodina, intercambiable y prescindible, que a duras penas lograba que alguien, algún bendito o pobre despistado, me prestara un mínimo de atención o se dignara siquiera a mirarme o darme los buenos días, y se ve que no, es lo que tiene vivir en la más grande la ignorancia, ahora me entero de que soy de interés nacional (o internacional, todos súbditos del mismo imperio), valiosísimo, indispensable, información encriptada, asunto de alta seguridad, los mejores cerebros de nuestra generación no se pierden ni una de mis apasionantes actividades diarias, sometidas a un minucioso escrutinio crítico, turnos de ocho horas de puñados de intelectuales superdotados dedicados exclusivamente a mis quehaceres y ocupaciones más entretenidas, a analizar mis vertiginosas andanzas, mis desnudos más libidinosos (ay, prefiero no pensar en la terrible posibilidad de que mi cuerpo pecador cebe los sueños eróticos de algún/a espía de tan buen gusto), mis entuertos, remiendos y más atroces fechorías. No quiero ni imaginar lo que deben ser esos debates semanales en los que, reunida toda la plana mayor del estado norteamericano, desmenuzan entre todos mis abundantes correrías y minucias, especialmente mis escritos preciosos analizados con todo lujo de detalles por filólogos y catedráticos de literartura, desde Harold Bloom a Philip Roth atentos, al dedillo, desde todo punto de vista y condición, lo mismo la rica sintaxis que el infinito vocabulario o las ingentes alusiones culturales a todas las épocas y bibliotecas. Expertos de todas las áreas del conocimiento, nutricionistas, alabarderos, físicos, filósofos, sofistas, astrólogos, en fin, la gama completa, lo mejor de cada casa, arracimados en torno a mi bella persona, elaborando informes sin descanso, evaluando mi potencial peligroso, mis comunicaciones, mensajes y amores, el torbellino irrefrenable y abrumador de mi fugaz existir. Qué delirio y cuánta algarabía. Casi que me emociono y me hincho. Más bien me corro. Mi ego se expande y alborota. Ya no hay quien me pare. Cuidado conmigo.
Y, aunque muy especial y sin par, es cierto, no soy solo yo, sois todos vosotros también, seguro que os pasa igual y algo raro notáis; esa mirada torva en el metro, ese tipo extraño que os saluda sin ningún conocido o venir a cuento, ese móvil que os apunta, pues sí, señales del mismo mal agazapado y siniestro, de la bestia, tenéis mil ojos sobre vuestro puto cogote, la CIA en la sopa, la TIA en la almohada, el FBI dentro de vuestra ropa interior, el teléfono intervenido, el correo leído, el detective Marlowe a la espera escondido, un ejército de husmeadores tras vuestras bolsas de basuras, deposiciones, inquisiciones o exclamaciones.
Un sin vivir y una agonía al morir. Como para no salir de casa, vivir desenchufado, bajar las persianas, untarte de miel y forrarte con cinta aislante. Ya me veo como Gene Hackman en "La conversación", alerta mucho spoiler, desmembrando mi lujosa mansión, poniéndola patas arriba a la búsqueda desesperada de micrófonos, cámaras y demás cachivaches cotillas. Qué deleite y perdición. Qué decadencia y descojonación. Oh, mi amor.
Y ahora vamos con el Stone, el pobre, tan majo, también merece un ratito, toda nuestra atención, y su película denunciante. Mientras la ves, gozas, es fácil y fluida, te da todo masticado y diluido, no te ofrece resistencias ni fricciones o peladuras. Hasta que te das cuenta de que dice lo que ya sabía hasta el esquimal ermitaño que lleva meditando, coma místico, en su iglú desde el final de la segunda guerra mundial y que en verdad solo, y no es poco, es una película de aventuras, tan bien hecha como plana, sin personajes interesantes (tienen la complejidad psicológica de una polilla autista), pero con una buena historia, obvia y muy previsible, pero la mar de bonica.
Que la tecnología acarrea mayor posibilidad de control es una evidencia palmaria, de guardería. Que los USA está lleno de felones y sinvergüenzas que mienten a su gente descaradamente, y a todo Dios de paso, y que cometen tropelías y asesinatos sin cuento en nombre de valores que se pasan por el forro de sus partes, también, otra simpleza evidente.
¿Y del chaval santificado qué decimos? Podría ser muy interesante, pero nada nos cuentan. Es tábula rasa. No sabemos ni de dónde viene, por qué actúa de tal o cual manera o cuáles son sus pliegues o dudas, nada, tres o cuatro bondades básicas y a correr. Es el Macguffin necesario para crear la intriga, es la inocencia imposible, la ignorancia increíble, un ser invisible, sin alma y apenas cuerpo, un ectoplasma u holograma, sin psicología, ideología o cosa semejante, algún tópico buenista, puramente formulario, para disimular y ya está, a espiar. Lo dicho, queda reducido a una excusa, la que permite/provoca el discurrir de la historia y la pequeña tensión posterior. Lo mismo que pasa con la chica y su relación, tan típica y consabida que se podría intercambiar por la de cualquier policía y su santa parienta de millones de películas detectivescas y/o criminales policiales. Le apoya y se queja de su gran soledad. Le quiere y se irrita y se cansa y... Mejor no seguir con el aburrido reguero de clichés.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2
24 de mayo de 2016
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bebedor feroz, putero feliz, cachondo, solitario, hijo fiel y policía atrabiliario. De humanidad escéptica y honorable a su manera. Buen personaje.
Diálogos supuestamente graciosos las 24 horas de los 365 días del año (otra más de policías y ladrones llena de charlas ingeniosas que te rompen la mandíbula. ¿Dónde quedaron los sobrios y parcos hombres de la ley, los callados y pundonorosos cacos? ¿Por qué? ¿A qué viene esta sobreabundancia palabrera tan triste e inflacionaria? No nos la merecemos. De ningún modo), narcos penosos, secundarios sobrantes, yanquis florero, niños, putas, esposas, qué sé yo, de todo y nada. Mala trama, floja historia, mucha morralla, muchas tontadas, demasiada idiotez cool y frase rimbombante, irónica y filosófica y citadora y na, relleno, caucho.
Pues sí, lo de siempre otra vez. Y no nos cansamos. Dispuestos a repetir para no variar. Morcillas y churros non stop.
Alguna gracia tiene, poca, más al principio, cuando todavía luce la esperanza de algo mejor. Pero según van cayendo los muertos y los copazos y los malosos asoman el hocico, la cosa degenera y aburre y harta y cansa. Y acaba y no. Todo fue una gran birria.
Gleeson, soberbio una vez más. Cheadle, el hombre que nunca estuvo allí, cumple el expediente medio dormido, con el piloto automático de los trabajos alimenticios y las pocas ganas y el mucho sueño acumulado en duras jornadas de nada cotidiana.
Película muy Tarantino-Ritchie-Escondidos en Brujas-El general... La repetición ad eternum debe parar. Por favor os lo pido ya. Que todos no tenemos la suerte de contar con guionistas tan brillantes y expansivos.
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
27 de mayo de 2015
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fea, mal escrita, desdibujada. Tanto como su cara magullada, encanallada, castigada.
Una película de Van Damme que se ríe del personaje y de su carrera y que tiene la rara cualidad de ser bastante peor que la mayoría de las suyas. Ese es el chiste verdadero, el único digno de llevar tan alto nombre, de esta metaficción autorreferencial; acomodaticia, blanda y roma, tan plúmbea como inane; noventa minutos de martirio inclemente con la excusa de la jodida broma.
Una fotografía espantosa para un secuestro somnífero, ridículo, rotundamente estúpido.
Una especie de "Tarde de perros" sin Lumet, sin Cazale, sin Pacino..., sin tarde, sin perros y... en Bélgica.
Ni el monólogo levitador y resultón ni un par de comentarios (muy tibios y pusilánimes) sobe las abundantes miserias de su arte redimen esta sesión narcótica emperrada en un vuelo raso que sestea, muriendo de aburrimiento y pena.
Debe ser muy triste que hagas una autoparodia y que te salga más seria y que tenga mucha menos gracia e interés que los simpáticos bodrietes mamporreros que sueles perpetrar con tanta generosidad comercial y entrega saltimbanqui, con una disciplina tan sana y anabolizada.
Sobra todo, casi todo, especialmente esos malotes de tebeo zarrapastroso encontrados en cualquier vertedero, esos policías de vergüenza (ajena... y propia) o ese público atontado que ponen de relleno para hacer bulto y dar sensación de algo (lo que sea), así como rehenes de aliño, periodistas como decorado, taxista de pena... y demás boludeces.
Un bluff, una filfa, una birria, un tostón mostrenco e innecesario. Hasta para reírse de uno mismo es necesario ser realmente sincero y valiente, a tumba abierta, sin medias tintas, con las tripas afuera, de lo contrario, el experimento curioso se transforma en funeral deprimente, en misa del gallo... sin gallo.
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow