La película gira entorno a Chris Cooper, que es el protagonista absoluto y demuestra una vez más, su solvencia en este tipo de personajes serios. En esta ocasión, lejos de otros personajes secundarios, como en American Beauty, con menos matices y casi inexpresivo.

Dejando a Cooper al margen, que cumple con lo que requiere la película, nos queda una historia muy sencilla. Hay momentos de tensión, como en cualquier película del género de espionaje, pero son tan manidos que aunque todo sea real, llevado al cine, cumple solo con el trámite de entretener lo justo.

El esquema de la película es básico. O'neill (Ryan Phillipe) empieza a trabajar para Hanssen (Cooper), rápidamente una escena de esas de hay que nos pillan, cada dos por tres le llama al busca Laura Linney para reunirse y ver los progresos del joven, más escenas de hay que nos pillan, seguidas posteriormente por el típico momento del "¡Mira detrás de ti, un mono de tres cabezas!", que popularizó el intrépido pirata Guybrush Threepwood.

Ryan Phillippe no es un novato en este tipo de películas. Conspiración en la red, es prácticamente lo mismo. Solamente habría que cambiar el espionaje de toda la vida, por el informático y sustituir a Chris Cooper, por Tim Robbins, en plan Bill Gates.

El problema surge en la facilidad que tiene el personaje de O'Neill, en convencer al agente Hanssen.
Es cierto que a veces las situaciones en la vida real se resuelven de manera sencilla, pero tampoco se puede olvidar que lleva 25 años en la agencia y se espera algo más de sentido común en ciertas situaciones, que se producen a lo largo de la película.

Leyendas de pasión es una de esas películas que nunca veo empezar, y ni falta que hace, salvo en una ocasión que la vi entera. Siempre me las he arreglado para verla ya entrada en su parte final. Y es así como debe ser, porque esa parte final es lo mejor de la película.

Una película que avanza a base de impulsos, de impactos. Que coge con la fuerza de sus imágenes.
Tiene unas cuantas bazas que juegan a su favor. A destacar una dirección arriesgada y acertada.
Darren Aronofsky da su mejor cara ante el publico y la critica, después de taladrar duramente a ambos con Pi. Aun así, no abandona la paranoia, ni los cambios de ritmo, ni la angustia vital que fuerza a la reflexión. En contra de lo que ocurría en Pi, Requiem por un sueño conecta mejor con el público, es menos extraña y mas atrayente.
También cuenta con un reparto convencido de sus posibilidades y dando cada uno de los gestos, miradas y momentos que sus personajes determinan. Lo mismo que hace la historia en la que están inmersos.
Ya habrán oído hablar de la fantástica actuación de Ellen Burstyn, pero un servidor quiere destacar a los jóvenes Jared Leto y Jennifer Connelly, los dos están geniales, los dos son reales. Marlon Wayans demuestra que puede transmitir cosas cuando se aleja de la comedia.
Y por encima de todo lo dicho, una banda sonora maravillosa,
Requiem por un sueño juega con los personajes y en ella se pasa con extrema facilidad del cielo, de lo oniricamente perfecto, al fondo de los infiernos.

Bella película es lo menos que puedo decir de la cinta de Paolo Sorrentino. También es sincera, si se entiende por sinceridad el relatar la abrupta senda de la vida, haciendo paradas en el amor, el recuerdo, la juventud, la madurez, la nostalgia o la perdida, con la crueldad y el dolor que acompañan. La perdida de la vida, y la perdida de lo que la hace hermosa, la perdida de la fe y la esperanza.
Todo a través de las vivencias de un protagonista, fenomenal Toni Servillo, trasnochado en parte, cínico y misántropo según le cojan, pero en realidad perdido en una búsqueda constante de algo que no puede encontrar al echar una mirada a su alrededor.
La película mezcla de manera inteligente momentos llenos de falsedad bien aceptada, con otros de puro sentimiento. La desnudez de los personajes que pululan por Roma, y la verdad que surge en sus encuentros. La tristeza, la amargura del pasado recorriendo las venas hasta llegar al corazón, destrozado como no, esperando sucesos que den para unas miseras letras en un trozo de papel, algo que le hagan a uno palpitar de nuevo.
La gran belleza se encuentra en sus escenas, en las menos esperadas, en las que llegan después de una fiesta, del ruido y el champagne. Una reunión de viejos amigos que torna en verdades que duelen, el misterioso diario de una mujer a la que has amado, o una bandada de pájaros perdiéndose en el horizonte.
La nostalgia que nos lleva, y el tiempo que nos queda.

Giorgos Lanthimos nos ofrece este manual en forma de película para la crianza de los "pequeñines" de la familia. Admitámoslo, la juventud esta asilvestrada, y el mundo es un caos, ¿la solución?, aquí la tienen.
Gatos asesinos, lamidas inocentes, zombis en el jardín, peces en la piscina, meretriz a domicilio, tu abuelo es Sinatra, torturas a base de colutorio, eterna inocencia, el Edén, el Paraíso.
Transcurre en un chalecito, lejos del mundanal ruido, escenarios limpios, personajes sencillos en su plasmación y perversidad en el ambiente. Tiene todos los ingredientes para dar el pego como una película de Haneke, y sin embargo resulta bastante pesada y artificial.
El griego sabe lo que hace, pero no se esmera. Parece hecha a propósito para provocar y forzar la reflexión sobre lo que perdemos al formar parte de la sociedad y por supuesto, las ventajas del aislamiento, la pureza más infantil. Pero sobretodo se trata de una parábola que trata la manipulación del entorno, de la realidad al antojo de mentes criminales con aviesas intenciones, lo que viene a ser un sistema de gobierno y engaño (viene a ser lo mismo) casero.
No obstante ahí acaba todo, porque la película no tiene un ritmo minimamente aguantable, las "bromas" resultan repetitivas en exceso y el intercalar sexo tampoco consigue levantar la cosa, la pelicula me refiero. No es de esas películas que invitan a un segundo visionado.
Aquí dicen que Canino es una comedia... pffff. Buscando a Eva es una comedia, y te ríes con las situaciones que vive el personaje de Brendan Fraser descubriendo el mundo exterior, sin que se convierta en un placer culpable, que igualmente invita a la reflexión sin ínfulas de grandeza. Canino es seria, cruel incluso en su humor, y ni siquiera llega a placer.