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España España · Ponferrada (Leon)
Críticas de Antonio
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
5
26 de febrero de 2012
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía ganas de volver a ver la película El diario de Ana Frank, ese documento conmovedor de la niña judia de 13 años del cual guardaba un lejano recuerdo. La verdad es que me ha costado terminarla hasta el final después de casi tres horas interminables de metraje. Es una lástima que una historia tan estremecedora y angustiosa de supervivencia ante el holocausto nazi se quede en una resolución tan puramente plana y teatral que conduce a una evidente monotonía.

Sin duda, una historia así merecía otro tratamiento más sobrio y contenido en lugar de un estilo tan light y suavizado por el cine de Hollywood. No se respira el climax ni se siente el miedo y la ansiedad de esos personajes encerrados en un ático de Amsterdam durante dos años. Se intenta aligerar esa tensión con un romanticismo y un lirismo sentimental fuera de lugar. En mi caso, no llegó a conmoverme o impactarme como lo merecía.

Es digno de valorar el trabajo fotográfico y de ambientación en ese único y claustrofóbico espacio pero falta fluidez narrativa y capacidad de síntesis ante un metraje tan largo (sobra por lo menos media hora). Estos inconvenientes se hacen patentes al ser una adaptación de la propia obra de teatro y George Stevens es un director que, a veces, tendía a la pretenciosidad y artificiosidad como, por ejemplo, en Gigante también bastante descompensada.

Solo hay un par de momentos en donde se reparten una tarta entre los ocho supervivientes o esos problemas de racionamiento que están bien resueltos y percibes ese sufrimiento y estado de inanición. ¿Qué partido y riqueza hubieran sacado otros directores europeos a esta resistencia frente al horror de la persecución nazi?.

Millie Perkins no queda creíble como Ana Frank por un error de casting al hacerle interpretar un papel de 13 años cuando tenía 20 en la realidad y no daba el pego físico. El resto de personajes secundarios destacan más como Shelley Winters, ganadora de un Oscar, o ese dentista Ed Wynn, orgulloso y egoista que únicamente piensa en sí mismo.

Desde mi punto de vista, una versión demasiado manipuladora de los sentimientos que los subraya en exceso y que te distancia de una realidad tan injusta y cruel. Otro tratamiento más sutil y equilibrado con mayor angustia física y emocional, hubiera dado como resultado una película más recomendable en todos los sentidos.
Antonio
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6
26 de febrero de 2012
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me considero poco entusiasta del género de la comedia clásica americana en la década de los 30, 40 y 50 salvo algunas excepciones muy evidentes (Sucedió una noche, Bola de fuego, Medianoche, Un marido rico, Los viajes de Sullivan y La novia era él) por encima de la media. Por lo general, me aburren y no me enganchan unas tramas tan esquemáticas y previsibles aún reconociendo que es preciso remarcar el contexto en que fueron realizadas.

Esta película siempre ha sido muy valorada por la crítica como una de las comedias más logradas de esos años. Una vez vista, tampoco comparto ese entusiasmo por un tipo de cine un tanto simple en el guión y sus diálogos. Es cierto que se tiende a sobrevalorar trabajos que viéndolos con la distancia son poco más que discretos. La premisa de enredo y situaciones rocambolescas (la forma en que se conocen los protagonistas es absurda) es interesante a priori y da lugar a momentos simpáticos al principio pero me hubiera gustado un tratamiento más sarcástico y socarrón al estilo Billy Wilder o Preston Sturges. Prevalecen las situaciones estereotipadas y, sobre todo, esa moralina impuesta habitual en su recta final para poner todas las cosas en su sitio.

Sinceramente, este título se mantiene hoy en día únicamente por el trabajo excelente de una de las más grandes actrices secundarias del cine americano, Thelma Ritter (Eva al desnudo, La ventana indiscreta, Manos peligrosas o Vidas rebeldes, entre otras) que consigue eclipsar por completo al resto del reparto. Sin su presencia y personalidad, hay escasos atractivos añadidos para recomendarla. Gene Tierney es una actriz con limitaciones para el género de la comedia y su papel bordea el ridiculo por su exceso de cursilería. Eso sí, sobresale la belleza de su rostro a pesar de esos vestidos tan rimbombantes.

Leisen siempre rueda con elegancia y de una manera muy clásica. Entre su filmografía, mis preferidas suyas son Medianoche, una comedia simpática con Claudette Colbert y la trama de intriga Mentira Latente con Barbara Stanwick.
Antonio
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5
3 de marzo de 2011
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Viaccia es una película muy característica del estilo habitual recargado y esteticista del director italiano, Mauro Bolognini, que siempre ha cuidado más la forma que el contenido de sus historias (otros ejemplos de su cine son La gran burguesía o La herencia Ferramonti, cortados por el mismo patrón).

Aquí, se nos cuenta esa esperada herencia de la familia Casamonti que va pasando de uno a otro miembro donde prevalece el ansía de poder y la rivalidad entre hermanos. El planteamiento inicial es interesante con un dilema universal como es el reparto de bienes de la finca en una humilde familia de campesinos y como el personaje interpretado por Belmondo se va introduciendo en la ciudad para subir de escala social. No obstante, los acontecimientos están narrados de una manera anodina, sin apenas profundizar en los personajes y con secuencias vacías de contenido.

Todo gira en torno a una ambientación tan estética y plástica, al estilo viscontiano, que llega a agotar por exceso (un burdel aristocrático adornado por infinidad de elementos de atrezzo como armarios, cuadros, espejos, lámparas y sofás con encajes bordados). Nada que objetar en este sentido al igual que el adecuado uso de la fotografía en esa Florencia del Siglo XIX. El problema reside en una falta de implicación emocional tan evidente que llega a contagiar al espectador.

Belmondo se encuentra incomodo en un papel desganado alejado de sus logrados trabajos en policiacos de cine francés como El confidente o El guardaespaldas, ambos de Melville. El mayor atractivo de la película reside en la sensualidad y el poderío físico de una bella Claudia Cardinale (su actuación en La chica con la maleta sigue siendo mi favorita) como prostituta desencantada en un papel que hubiera necesitado un mejor desarrollo.
Antonio
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6
21 de febrero de 2011
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al volver a la vida de Byron Haskin (un director más habitual en el género de aventuras y el fantástico) es otro curioso y atractivo título de cine negro de serie B con un buen planteamiento y esa típica historia de redención y venganza del personaje que ha pasado tantos años en la cárcel, traicionado por su mejor amigo.

El primer encuentro entre Lancaster y Douglas en el cine con unos trabajos correctos, el primero un tipo brutal e impulsivo y el segundo frío y calculador. Wendell Corey compone el papel de más sustancia como un contable que quiere mantener la lealtad con un antiguo amigo hasta desencadenar en trágicas consecuencias.

Se nota la falta de fuerza e intensidad en su último tramo, demasiado previsible y artificial. Va de más a menos y se ve perjudicado por excesivos interludios musicales de Lizabett Scott, una actriz con cierto atractivo a lo Bacall y buena voz pero con bastante inexpresividad.
Antonio
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4
3 de marzo de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cartouche fue ese otro Robin Hood que robaba a los ricos para repartir sus ganancias entre los más pobres. En esta ocasión, la película adopta un estilo de comedia disparatada y bufonesca donde ridiculiza a los personajes de la aristocracia francesa o a un mariscal que roza la caricatura. Este humor que en la época de su estreno pudo resultar fresco y original, en la actualidad se convierte en un producto acartonado y envejecido. Apenas consigue despertar algunas sonrisas entre el público ante situaciones tan rocambolescas repletas de espadas, correrías y golpes.

Belmondo compone de nuevo ese sempiterno papel de pillo seductor y caradura adornado con continuas secuencias de acción, acrobacias o piruetas, donde prescinde de dobles pero que acaba por repetirse una y otra vez. Por otro lado, se agradece la grata presencia de Claudia Cardinale aunque sea en un personaje tan insignificante como el que interpreta. Curiosa la intervención de un joven Jean Rochefort en su debut en el cine.

Como únicos aspectos destacados un elaborado diseño de producción en el vestuario, la dirección artística y la elección de localizaciones que hacen más llevadero su visionado así como una música agradable de Georges Delerue, uno de los mejores compositores de la historia del cine con esas melodías tan bellas repletas de romanticismo y melancolía.
Antonio
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