Los renglones torcidos de Dios, es una buena película, que trata sobre una detective, que decide ingresar en un manicomio, por voluntad propia, para tratar de resolver un crimen que sucedió en el mismo, hace algunos años, la cuestión se le complica, cuando necesita demostrar a los trabajadores del centro, que no es una persona loca, y que es completamente cuerda, para que hagan caso a sus teorías sobre lo que pasó aquella noche del día del asesinato.

El entorno es el adecuado, la recreación del centro donde ingresa parece que es lo suficientemente aceptable, como para mantener al espectador en su sitio sin pestañear, pero a pesar de que todos los que están en el lugar, cumplen un papel importante para la detective, desde la mitad de la película, se deja entre ver quién es el verdadero culpable de los acontecimientos que sucedieron ahí, por esto es por lo que no merece más nota, porque a pesar de todo, aunque la resolución del caso no sea sencilla, no hay tantas sorpresas como se esperan en el final.

Una vida encerrado dentro de un armario, por el miedo a lo que puedan decir los demás, sobre tu orientación sexual, no es algo a lo que puedas llamar vida, por ello, como persona perteneciente al colectivo LGBT, me siento completamente identificado con los alumnos que forman parte de esta terapia, que no hace otra cosa que impedir el desarrollo completo de la personalidad de un chico al que le gustan otros chicos.

Estas terapias deberían ser prohibidas porque en un mundo moderno, cada uno debe ser libre de poder amar con libertad a quien quiera sin importar el género al que pertenezca, pero lo realmente triste, es que a día de hoy, muchos padres siguen llevando a sus hijos a estos lugares con la esperanza de que puedan seguir los valores tradicionales de la familia, los tratan como si por el echo de gustarles alguien de su mismo género fueran inferiores, cuando la historia a demostrado, que existen grandes hombres y mujeres del colectivo que han llegado muy lejos en la vida.

Ser miembro del colectivo LGTB, se encuentra prohibido en muchos sitios del planeta, en los que los derechos humanos brillan por su ausencia, pero confío en el progreso de la humanidad, y confío que las cosas van a cambiar sobre todo en los lugares, donde por ser homosexual te condenan a muerte, por esta razón, resulta vomitivo, escuchar a algunos sectores de la población, la reivindicación de un día al amor heterosexual, cuando en ningún país del mundo te asesinan por ser heterosexual.