El intrépido llanero Woody persigue un tren secuestrado por Mr. Potato y señora, que a toda máquina se dirige a un puente roto con la vida de 100 trolls de la suerte en peligro. Buzz entra volando al rescate con sus lásers. La criminal pareja de tubérculos escapa a la fuga con el coche de Barbie, el perrito-muelle se enfrenta a muerte con el Tyranosaurus Rex, la nave nodriza del malvado cerdito-hucha irrumpe para destruirlo todo con su bomba terminal de monos saltarines y...

Salimos de golpe de la imaginación del juego de Andy a través de una serie de grabaciones caseras en las que le vemos crecer a través del tiempo, con la constante presencia de sus juguetes año tras año. Andy se ha hecho mayor y se dispone a ir a la universidad, con la consecuente jubilación de sus amigos de plástico. Juguetes made in Taiwan en cruzada existencial. ¿Qué hacer cuando tu sentido de ser, en el caso de los protagonistas, que jueguen contigo, desaparece? Vivir cogiendo polvo en el trastero junto a los adornos de Navidad, ir a parar a la basura... o mejor conseguir nuevos dueños: otros niños que den forma a tu vida. Por una serie de equívocos optarán por la última solución, acabando en la aparentemente idílica guardería Sunnyside, un lugar no tan alegre y agradable como parece a simple vista.

La importancia de los juguetes, su capacidad para hacer felices a los críos, el desarrollo de la fantasía mediante el juego, el crecer y dejar atrás todo eso para siempre…Esto y mucho más es lo que plantea a grandes rasgos este sobresaliente cierre crepuscular a las correrías de Woody, Buzz y demás tropa, que mezcla la comedia, el drama, la acción y el misterio en un arco magnífico que desemboca en una trepidante versión animada de "La gran evasión" en su segunda mitad. No cabe añadir ni destripar nada más de su desarrollo, sino simplemente sentarse y disfrutar como un enano del último viaje de los muñecos de Pixar.

Siendo como es un film para los pequeños, se trata sorprendentemente de una de las producciones más maduras y dramáticas de su productora, junto a “Up”, con momentos auténticamente sobrecogedores y una emotividad que ya quisieran para sí muchos films “reales”. Y es que con ese cúmulo de situaciones, diálogos, risas, emociones y aventuras eslabonados de manera soberbia… lo han vuelto a hacer.

Otra obra maestra más a la lista de producciones Pixar, esa fábrica de sueños cinematográficos en la que se antepone la calidad ante todo, conformando películas imperecederas que resisten y resistirán la mella de Cronos gracias a sus geniales guiones y la magia que desprende el valor de un relato bien contado. Porque "Toy Story 3" no es un ejemplo de cómo hacer un film de animación o de cómo cerrar dignamente una trilogía memorable. "Toy Story 3" es un ejemplo de cómo hacer buen cine, y punto.

“Rec” sorprendió a propios y extraños por su efectividad, aún a pesar de la simpleza de su planteamiento y gracias a la búsqueda del julepe inesperado tanto para el espectador como para los propios actores. Instrucciones del tipo “entra en la habitación y reacciona con lo que pasará” sin más explicación por parte de los directores a su equipo actoral, posibilitaron un aura de realismo que transmitía una angustia palpable, reforzada por el recurso de la cámara en mano, que nos sumergía en una odisea pesadillesca, frenética y desesperante, configurada a modo de crescendo en espiral hasta un final tremebundo. Exitazo en taquilla, con la consecuente puesta en marcha de una segunda parte que recoja el testigo allá donde nos dejó la primera. ¿Resultado? Irregular

La primera parte, es decir, los primeros 40 minutos en los que acompañamos al equipo de GEOS, es magistral, una planificación que ya no deja nada al margen de la improvisación, con una economía narrativa y un pulso en la acción de taquicardia. Desgraciadamente este euforizante comienzo se va diluyendo en un indolente segundo segmento, desde que seguimos a los insoportables niñatos hasta un final que no está a la altura de las expectativas.

Hay gente sorprendida y que se siente incluso estafada por el enfoque que a la supuesta exposición vírica se le da esta vez al tema, y yo me pregunto si vieron su predecesora hasta el final, que ya apuntaba por donde iban los derroteros. Es más, me encanta la enjundia de dicho enfoque, ya que de zombis-infectos ya vamos sobrados en los últimos tiempos.

En fin, gran labor de planificación y ejecución técnica por parte de Balagueró y Plaza, buena secuela, pero lástima por hilvanar una historia que se desinfla para juguetear con ciertas estructuras de transposiciones temporales entre personajes; muy bien pensadas, sí, pero que palidecen ante la visceral montaña rusa de su predecesora.

(Fórmula en Spoiler)

Doce años nos ha tenido el señor Cameron en dique seco, a excepción de sus magníficos documentales subacuáticos, a la espera de su siguiente magna obra. ¿Lo ha conseguido? Sí y no.

Sí porque realmente la sensación de inmersión en un fascinante mundo desconocido está plenamente conseguida, el uso de las 3D jamás estuvo tan bien empleado, con permiso de Up, y la acción transcurre a lo largo de sus dos horas y media con fluidez y precisión, sin llegar a hacerse pesada en ningún momento; desde la inmovilidad de nuestro asiento (silla de ruedas) sentimos viajar a través de territorios ignotos. Los actores están correctos, en especial un Stephen Lang que se divierte en el papel de despiadado militar y Sigourney Weaver, que eleva el caché del reparto, pero no puede competir con tamaño envoltorio fantástico.

Ahora bien, se tendría que haber trasladado parte de tanta imaginación plástica a un pequeño detalle: el guión. Éste resulta convencional y previsible, resultando un batiburrillo de referencias de la ciencia-ficción y la aventura cinematográfica y literaria: Pocahontas en el romance, Dune, en el papel mesiánico del protagonista (ver spoiler)y la existencia de un valioso recurso natural a explotar como causa del conflicto, Neuromante en su concepción de entrada a otra realidad mediante conexión neuronal, Aliens en la estética marcial y diseños aeronáuticos, paletas cromáticas gentileza de Richard Corben, todo ello sazonado con filosofía New Age ... podría seguir hasta un análisis sociológico de los pitufos de tres metros, pero no pienso extenderme tanto.

En definitiva , a pesar de sus defectos, el film es plenamente disfrutable si nos dejamos llevar por su apabullante trajineo aventurero. James Cameron sigue siendo uno de los mejores realizadores del cine de acción de las últimas décadas, lástima que también sea uno de sus peores guionistas. Avatar no hace sino confirmar dicho postulado.

No nos engañemos, "Depredador", película mítica para los que la vimos de enanos, no es una obra maestra. Pero tampoco un film mediocre, para nada. Yo la considero una destacable rara avis dentro de los parámetros del cine comercial estadounidense de los 80. Why?

Veamos, comienza con un plano copia-homenaje a "La Cosa" de John Carpenter, con nave espacial aproximándose a la Tierra, a modo de aviso de por dónde irán los derroteros. Seguidamente asistimos a una odisea de masacre cafre digna de cualquier "macho movie" de la época, con el comando USA de Schwarzenegger arrasando impunemente a una guerrilla en cualquier país autocrático y bananero que se os ocurra.

Tras esto, comienza lo interesante: McTiernan destroza todos los parámetros habituales de este tipo de cintas, las subvierte rompiendo la tónica habitual. De nada sirven los músculos, el armamento y la preparación marcial contra un enemigo superior cuyo fin es la diversión de la caza mayor, para lo cual utiliza su avanzada tecnología (lásers cauterizantes, visión termográfica, cuchillos kilométricos, camuflaje mimético, etc.) y sobre todo, su despiadada mala leche. Como si de "Los diez negritos" en plena selva se tratara, va diezmando al equipo uno por uno, defenestrándolos de las maneras más estrambóticas y sanguinolentas posibles. Un gustazo.

No la considero una simple peli de entretenimiento ochentero del montón pues sus virtudes cinematográficas posee, sobretodo en su buen manejo del suspense y el horror, más que no en su funcional y rutinaria acción. El descubrimiento de los cuerpos despellejados, los hábitos taxidérmicos de la criatura puliendo los cráneos a modo de trofeos, los silencios inquietantes de la jungla que preceden a los ataques, la gradual desesperación de los componentes al enfrentarse a lo desconocido... Todo funciona a un nivel más que aceptable cuando obedece a los parámetros del terror-ciencia ficción.

Quedan para el recuerdo numerosas escenas: Mac con "la impaciente" podando la jungla, las sentencias del personaje del rastreador indio Billy, la rivalidad ente Dutch y Dillon (ese saludo al comienzo que deviene en pulso), el intento de trampa fallida con la red, la secuencia del salto de la cascada y el barro, todos los múltiples ataques del alienígena en general, y el acojonante tramo final con ese Schwarzenegger encarnado en una especie de regresión a un estado primitivo, haciendo frente con sus bemoles y su ingenio al cazador de sangre fosforescente.

Mención aparte a la efectiva labor del artesano John McTiernan orquestando todo tras las cámaras, el increíble diseño del maestro Stan Winston del bicharraco, la genial banda sonora de Alan Silvestri y el carisma del Chuache y su escuadrón.


"-Tengo miedo Poncho.
-¡Mentira, tú no tienes miedo a ningún hombre!
-Ahí fuera hay algo que nos está esperando... y no es un hombre. Vamos a morir todos."

“En Tierra Hostil” es el devenir cotidiano de un grupo de artificieros en tierras iraquíes, al que se suma un nuevo e intrépido jefe, protagonista del relato. No es un retrato patriótico o amable del soldado y sus lides, sino la descripción sin juicios de valor de un hombre adicto a la adrenalina que le proporciona estar al borde de la muerte. Aquí no hay héroes, sino gente literal o emocionalmente mutilada, para los que el miedo, la culpa, el instinto de supervivencia y el subidón del combate definen sus acciones, sin ningún idealismo de postín. No hay típicas amistades confraternizadas en el fragor de la batalla, sino desconfianza y malas decisiones que ponen el peligro la integridad del grupo; el sargento James pone en riesgo a sus compañeros sin calcular las posibles consecuencias con tal de conseguir un nuevo chute de peligro.

De igual manera, el enfoque atípico de la Bigelow del tema bélico se refuerza con un tono documental que aporta una textura realista y tensa a los sinsabores de los soldados, lástima que el precio de ese tono documental sea una cámara demasiado nerviosa en ocasiones, estilo Bourne, que a veces dificulta el seguimiento de la acción. Cabe resaltar la magnífica labor de los actores principales, especialmente Jeremy Renner, además de las esporádicas intervenciones de Guy Pearce, David Morse y Ralph Fiennes, que quieras que no, confieren algo más de caché a la producción.

En mi opinión no es una obra perfecta, hay situaciones que se extienden demasiado hasta el hastío junto a otras de tensión taquicárdica milimetrada, resultando desgraciadamente irregular por momentos. A pesar de ello, el cómputo global es positivamente elevado por lo original del enfoque y lo portentoso de bastantes escenas en las que el suspense se adueña de la pantalla.

Hay quien dice que el epílogo americano sobra, yo creo lo contrario, pues en el discurso final encontramos el reflejo definitivo del carácter de alguien a quien lo único que le llena a esas alturas es la guerra; tristemente, todo lo demás es un trapo de relleno.