La serie parte de unos personajes inspirados en "Firefly", en algún caso casi calcado. El comienzo es ilusionante, los efectos especiales son más que correctos y el guión parece alejarse de los tópicos de las series americanas (es canadiense).
Las historias personales de los miembros del grupo, que se muestran poco a poco a lo largo de los distintos capítulos de forma paralela a la trama central, están razonablemente bien planteadas, aunque resultan algo forzadas en ocasiones. Eso lleva a que la serie se vea con agrado.
No obstante, poco a poco los protagonistas muestran sus limitaciones (obviamente no tienen el carisma de Nathan Fillon o Morena Baccarin), aunque el guión se esfuerza en exigirles poco más que caras preocupadas.
Conforme la serie avanza hacia el final de la temporada los giros argumentales se vuelven cada vez más forzados, Todo para llevar a un final que, por inesperado, obligue a la presumible segunda temporada a dedicar varios capítulos a explicarlo. Pero eso es tramposo.