Otra vez asistimos a una actuación de Antonio de la Torre haciendo de Antonio de la Torre y eso que hace el papel de un andaluz siendo él también de Andalucía, pero sin convencer, ya le pasó lo mismo
en su interpretación en la Isla mínima. No tengo nada en contra este señor, pero no he visto ninguna película suya que me convenza como actor.

Sí le he puesto un tres es por la actriz Belén Cuesta -que tampoco es que esté que se salga- que me ha parecido más auténtica por recordarme a mujeres ya fallecidas que conocí en mi Andalucía natal. Condición ésta, empero, que no me ayudó a enterarme más allá del 30% de los diálogos y eso que conozco pueblos dónde se cecea de esa manera y he tratado con personas con ese acento, pero no sé si es un problema de sonido o de vocalización, el caso es que se desoye gran parte de los diálogos aunque por otra parte, por lo cotidiano de la trama y su poca chicha en cuanto al trasfondo de la historia personal de Higinio como de la situación política del momento, tampoco se pierde demasiado.

Seguimos con la mentirosa tendencia comenzada por Amenábar de intentar hacer cine imparcial pero imposible de disimular lo contrario, al verse el plumero de las subvenciones y de los propios directores, marionetas de los que mueven los hilos....

En fin otro bodrio más , como siempre digo, del cine patrio que desaprovecha la posibilidad de mostrar unos hechos históricos desde una intención meramente instructiva para las nuevas generaciones y no siguiendo los dictados de la Ley de Desmemoria Histriónica en la que se pinta a los unos como asesinos por vencedores y a los otros de pobres víctimas por perdedores, aysss que daño le ha hecho al cine de este país la progresía de unos niños de papis franquistas que hicieron la Transacción y la Democracia heredera de la misma.

Pretendiendo apartarse de todo juicio moral en un supuesto beneficio de la objetividad, este pseudo documental con una puesta en escena forzada y sensiblera incardinado en el subgénero denominado "factual" nos cuenta desde la plataforma RTVE Play el mayor y más sangrante escándalo de abusos sexuales a menores y de explotación infantil de la historia de España, que incluso tuvo ramificaciones a nivel internacional.

Empapado hasta las trancas de lo políticamente correcto, a simple vista carece de mensaje alguno por su nula valoración de los hechos, exceptuando, en su final, una escueta alusión a una estadística, citando a la Organización Mundial de la Salud respecto de los abusos sexuales a niños y niñas en todo el mundo.

Me parece que la televisión pública incurre en un tremendo error (costando pensar que no es intencionado pues detrás de la productora se encuentra Roures=Soros+ZPSánchez) pues contar las cosas y de tal manera al gran público, cada vez más aborregado, idiotizado y huérfano de todo espíritu crítico, respecto de estos hechos históricos de los que tímidamente se deja entrever el verdadero entramado detrás de lo que ocurrió, propicia poder dar lugar a su repeticion de una manera cada vez más impune, quizás si cabe, por la normalización de los mismos.

Dejando a un lado el fondo del asunto, pues quien haya conocido o quiera ahora informarse verdaderamente de la historia tendrá sus propias sensaciones e impresiones desde el punto de vista moral y humano, me ha parecido un documental vomitivo pues la imperante escasa ética política, detrás de la puerta, debería mojarse siquiera en temas tan fundamentales como la infancia y en este caso no solo no lo ha hecho sino que ha permitido (o encargado?) sembrar la duda ante una mayoría de espectadores ignorantes respecto del verdadero trasunto del tema, tejiendo una tupida red de datos e informaciones sesgadas, incompletas y nulamente investigadas sobre los verdaderos responsables.

No solo por cómo se relatan los hechos por boca de testigos, víctimas, investigadores, etcétera - por cierto sería interesante ver el material rodado completo sin las tijeras del montaje- yendo más allá del tratamiento de la figura de Eddie, a quien tampoco se evalúa psicológicamente durante el documental exceptuando a un psicólogo que opina brevemente que es un psicópata a secas e incluso victimizandosele por su trágico final, a mi juicio este documental contribuye a la banalización de la explotación sexual de la infancia.

Curiosamente una de las pocas opiniones en que se moja el documental directamente - introducida por la Papisa del feminismo progre español Cristina Almeida- lo es siguiendo una línea estrechamente relacionada con el movimiento de lo políticamente correcto cuál es el de la memoria histórica. Se hace referencia a que no se pudo condenar más duramente al protagonista porque las leyes del año 1973 no contemplaban esos delitos con la misma mentalidad que la actual , obviandose que si el líder pederasta de la secta solo cumplió 6 años de prisión de los 146 a que ligeramente se dice fue condenado, fue gracias al sistema de redención de penas penitenciario impuesto, mejorado y aumentado por la democracia. Maniqueísmo en estado puro.

Nuestra infancia nunca ha estado protegida ni antes ni ahora. Ni una sola referencia a este tema en el grandilocuente, sobre la infancia española, informe de la UNICEF y la agenda 2030, paraguas de las corrientes antedichas.

https://www.unicef.es/publicacion/infancia-y-agenda-desarrollo-sostenible-2030-espana

Si tuviera que elegir, me quedo con el periodismo de investigación y el tratamiento del caso por Interviú o el que le hubiera dado Gloria Serra y su equipo pues, amarillismo y sensacionalismo truculento aparte, al menos se conseguiría concienciar mejor a los televidentes y quitarle durante un tiempo las ganas a más de un cerdo criminal.

Esto no es más que un interesado docudrama de un director a sueldo que hasta este momento, según filmaffinity, ha rodado tres documentales sobre el mundo del fútbol: zapatero a tus zapatos. Perdonen la ironía.