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España España · la mia
Críticas de osferal
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
8
16 de marzo de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Quo vadis” es una expresión latina que en su traducción al castellano sería algo así como ¿Dónde vas?, que según relatan los textos, fueron las últimas palabras que el apóstol Pedro dirigió a Jesucristo al encontrárselo en su camino a la crucifixión “Quo Vadis Domine”.
Título que por si solo no dice nada, pero que lo resume todo.

La directora de origen Bosnio, Jasmila Zbanic que firma así mismo el guion de esta producción centro europea, revela una precisa instantánea de un conflicto dentro de un conflicto, de una guerra dentro de una guerra, en definitiva, de un crimen de exterminio en la que como siempre los más débiles carecen de opción alguna. Se esboza el calvario de la desesperación, del que ya nada espera y que ya solo se conforma con mantener la supervivencia, aferrada al recuerdo de lo que un día fue, de los que un día lo amaron, a los que amó.

Cinta técnicamente sobria, por no decir mal resuelta en ese aspecto, que se compensa sobradamente con el hábil manejo del metrónomo que imprime un ritmo que va en crecimiento, revelando una dura y cruel historia de la sin razón de unos y la insolidaridad e inoperancia de otros tantos, evidenciando una vez más el fracaso de la condición humana.

Imprescindible obra para poder entender lo inteligible.
osferal
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7
29 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su director nos propone un juego de terror en el que combina lo que más podemos temer, el paso del tiempo, la enfermedad, y finalmente la muerte, un sueño convertido en pesadilla. El film es un reloj de arena que se mueve de manera vertiginosa, que te deja atrapado, hipnotizado sin poder escapar como el ángel exterminador de Buñuel. Propuesta muy interesante y realizada de manera brillante en el que la cámara se mueve de forma precisa, con gran aportación a la narración de la trama. La colocación de los personajes en cada secuencia, incluso cuando se añaden extras, es pura delicia. Colores de gran viveza, como no podía ser de otra forma en un maravilloso día de playa y buen manejo de la luz. Técnicamente, está a un gran nivel en el que el sonido juega un papel muy importante. En alguna ocasión se desvanece, pero no hasta el punto de sacarte de la historia, buen ritmo en general.

Pero… Como ocurre en la vida misma, generalmente, lo bonito está en el comienzo y lo malo en el final. Y en este metraje, tratando sobre la existencia vital no podía ocurrir de otra manera, comienza y se desarrolla muy bien, pero ha quedado muy mal rematada, un final para olvidar. Menos mal que el tiempo lo cura todo.

El tiempo es una metáfora de sí mismo, la fina arena de la playa que se escapa entre los dedos que solo se puede detener volviendo al principio, jugando a ser un niño.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
osferal
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9
26 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando lo secundario se vuelve capital. Entre otras, hay tres maneras fundamentales de acercarse al mundo de la interpretación que son el exhibicionismo, la megalomanía o el simple amor al arte. Su director desnuda a los secundarios en esta trama, tres actores en ciernes que luchan por perseguir un sueño, una quimera que cuanto más la desean más se les aleja, mostrando sus inseguridades, su lucha, su afán para finalmente irlos vistiendo de pasión, humanidad y dignidad.

Comedia dramática de lo real, donde lo difícil es reír frente al rechazo. No es una comedia de carcajada al uso, sino que es de las que te dibuja una sonrisa casi permanente que difícilmente podrás borrar durante su ajustada duración. Puro meta-cine que ubica de forma metafórica y precisa, gracias a su guion ingenioso y perfectamente armado, a cada uno de los personajes del metraje en relación con las distintas disciplinas dentro de las ciencias cinematográficas, espectador incluido, dando de paso algún que otro capón de monja.

Producción extraordinaria no solo en su realización, ya que con medios austeros obtiene un gran resultado, sino también por la originalidad su propuesta. Como se diría en el argot boxístico, libra por libra “Los Secundarios” no tiene rival.

Y me justifico. Esta parte es más densa (bonus track):
Su estilo es clásico en su montaje, dinámico con buen ritmo, mediante la utilización de planos secuencia de media duración combinados de vez en cuando con algún que otro contraplano, usando planos de perfil para marcar la distancia física y vital entre los personajes. Los encuadres se ajustan de forma férrea a sus intérpretes, transmitiendo que son incapaces de escapar a una realidad que les atrapa. El casting (todos secundarios ;), en general, tiene unas actuaciones más que acertadas y en particular significar la de Helena Lanza, que está pletórica. En el apartado artístico, el inventarse un aeropuerto con cuatro luces y dos chapas de metal es algo formidable y genial, digno de alabar, dando por buena la expresión de que el dinero determina el talento, no se malinterprete, menos dinero exige un mayor talento y en esta producción hay a raudales de lo segundo. Colores y tonos vivos para no estropear la parte cómica y solo se cierra el diafragma en contadas ocasiones para pausas reflexivas o más íntimas de los personajes. Buena y acertada banda sonora que aporta frescura y ritmo. El ojo más observador también encontrará recompensa en pequeños gags o guiños.

Los Secundarios evidencian, una vez más, que no es Hollywood todo lo que reluce.
osferal
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3
26 de octubre de 2021
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del director Denis Villeneuve, que adapta el guion de la novela del escritor Frank Herbert, en esta primera parte pone de relieve el choque de civilizaciones y culturas en su lucha por la explotación de recursos naturales geopolíticos básicos. En esta ocasión, el liderazgo encabezado por un adolescente en pleno camino de iniciación, va a ser ostentado por la raza de tez clara (casualidad). Viéndose el resto de las razas (de tez no tan clara) relegadas a esta debido a su “inferioridad” cultural y tecnológica, en oposición a un ente malvado que ostenta el máximo poder y que lo ejerce con tiranía y despotismo.
Arrakis que es el planeta objeto de la disputa (que recuerda inexorablemente a Afganistán, o cualquiera de sus países vecinos, en su historia a lo largo del último siglo), es una visión distópica del planeta tierra en un futuro lejano en el que la lucha por el ecologismo ha fracasado (no tan lejano ni tan distópico).

Con una puesta en escena y dirección artística mezcla de entre Juego de Tronos y de The Mandalorian que se queda a medio camino, transcurre de forma lenta, pesada e incluso tediosa en ocasiones. Apoyada por una banda sonora de la que se abusa y llega a resultar machacona, sobre todo cuando se integra en escenas de diálogos, pretende realzar la épica de la atmósfera, pero que consigue su efecto contrario. Resaltar, eso sí, la magnífica cinemática, efectos especiales y de sonido que es donde se encuentra el punto fuerte de esta producción y por lo que será más que probable que se lleve el Óscar en este apartado.
Por lo que respecta al lenguaje cinematográfico, cine lo que se dice CINE más bien muestra poco. Aunque tiene un buen tratamiento de la luz, el ritmo, el montaje, el tono y color no consiguen transmitir. Carente de alma, se muestra vacía y yerma como la arena de su universo, quedando reducida a un fuego de artificio que no transciende más allá de la explosión del último de sus cohetes de colores. Con respecto a la parte actoral, se muestra hierática, sin capacidad de transmitir, con el freno de mano echado.

Obra de tintes supremacistas con evocación clara al conflicto conocido como Guerra Fría. Esperemos y deseemos que el Sr. Villeneuve tenga mayor suerte y tino con la segunda entrega y que no sea, junto a Blade Runner, dos, las obras de culto que haya desertizado.
osferal
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8
10 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando un director novel, en el género de ficción, como es el caso, tiene que lidiar con su primer toro, lo lógico es que no arriesgue en demasía; muy mal se tiene que dar para que, en la faena, otro no suceda a este; lo normal es que, como el toro herido de muerte, se apenque en tablas. El mejicano Juan Pablo González no se acula, recibe a puerta gayola para posteriormente dar capotazos de brega desde el centro del coso. Valiente, no como el torero, tahúr matarife de un juego amañado de tortura y muerte. No. Valiente como el toro que a pesar de la desventaja y del temor a su inevitable destino, lucha con toda su alma para revertirlo. Valiente.

El taumatropo o “maravilla giratoria” es un juguete óptico, paradigmático de la animación, que podríamos referenciar como el primer antepasado del cine. Consiste en un disco de papel, con una ilustración a cada lado al que se une una cuerda en sus extremos y al hacerlo girar, produce la ilusión óptica de que las dos imágenes se funden en una sola. Un pájaro y una jaula eran las dos ilustraciones típicas. El fenómeno se explica mediante el principio de “persistencia de la visión”, es decir, el tiempo que tarda nuestro cerebro en eliminar la información recibida.

“Dos Estaciones” nos cuenta de manera muy próxima al documental, de manera pausada y contemplativa, una historia intimista que es la de no pocas personas, la de miles de millones. Un momento puntual en la vida de la dueña de una bodega de tequila que lucha por llevar adelante el negocio en contra de las vicisitudes ordinarias propias de su negociado y, así mismo, lucha por llevar adelante su propia vida. Ella es el pájaro, su situación, la jaula. Es una jaula amplia, del tamaño de un país, de un continente, de un planeta, del tamaño de lo inconfesable.

Su director toma el taumatropo en sus manos y lo hace girar a su antojo, en un sentido y en otro. Con sutileza, lo acaricia, y juega con la velocidad de rotación, haciendo con ello que nuestra mente solape dos realidades como si fueran una sola; haciendo coincidir la esencia del amor con el tequila, la esencia de la tierra con el alma. A su vez, hace que se superpongan o se oculten pasos intermedios en el camino, que cada cual tendrá que recomponer.

El agave es la planta de la que, por destilación de su fruto, se obtiene el tequila. Acostumbrada a entornos hostiles y difíciles, propio de terrenos desérticos, se defiende con sus espinas; al igual que su protagonista. Dos estaciones, es el lapso de tiempo que tarda este vegetal en producir uno o dos hijuelos para ser recolectados, y a su vez, son dos historias que no se circunscriben a la estandarizada dualidad, dos que se escapan a la binaria arbitrariedad; una visibilización, con absoluta normalidad, de lo que es y debería verse como normal; que por desgracia no se ve como tal; una llamada de atención.

Si habéis sido capaces de llegar hasta aquí, mi agradecimiento y mi enhorabuena por aguantar el leño. Confío en que vuestra “persistencia de la visión”, sea lo suficientemente indulgente para permitiros guardar con prontitud, en el cajón del olvido, todo lo anteriormente leído.
osferal
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