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Críticas de Hitchcock10
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
7
27 de abril de 2016
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
'The Invitation' se alzó con el galardón a la mejor película en el pasado Festival de Sitges, algo que no es de extrañar dada su combinación de intriga a fuego lento y explosión final de violencia sangrienta, tan del gusto de los festivales de terror. No por casualidad, 'Bone Tomahawk', ganadora del premio al mejor director en la misma edición, también presentaba ese esquema.

Aunque en mi opinión esta última es muy superior y hubiera merecido la máxima distinción del certamen, 'The Invitation' no es en absoluto desdeñable y constituye un digno ejemplo de thriller entretenido y resultón.

El argumento se centra en una típica cena de reencuentro de amigos treintañeros, dos de los cuales, antes matrimonio pero ya separados, perdieron a su hijo trágicamente años atrás. Después de esto, nada se sabe de ella hasta que de repente organiza una cena en la que desde el principio muestra una actitud “me la bufa que mi hijo muriera porque yo elijo si sufro o no y yo soy la dueña de mi vida” que da muy mal rollito. Igual de siniestros a pesar de (o en parte debido a) la serenidad que exhiben son los amigos y el nuevo novio de la buena mujer, que también la acompañan y tienen una pinta de chiflados de secta que no pueden con ella.

Con este punto de partida, la directora Karyn Kusama ('Jennifer’s Body') construye una película que sortea el riesgo de llevar al espectador al tedio que suele dañar las películas en las que el suspense se articula de forma despaciosa. Y lo hace básicamente gracias a un potente envoltorio visual que consigue generar tensión mediante la fotografía, la iluminación, los planos, los encuadres y los movimientos de cámara (portentosos travellings cenitales).

Es el mayor acierto de una obra en la que el estilo, la forma, están un peldaño por encima que lo que se cuenta, pues el argumento y guión son astutos pero algo rutinarios. Se incorpora también de pasada una reflexión sobre la pérdida y la elaboración del duelo, que, sin poseer el calado de –por pensar en ejemplos recientes- 'The Leftovers' o 'Black Mirror' (episodio 'Be Right Back'), tiene el punto justo de profundidad para dar realce a la historia.

En cuanto a las interpretaciones, admitiendo las desigualdades que se suelen dar en estas pelis de reuniones de amigos con repartos corales, la mayoría resultan convincentes, si bien es cierto que los personajes podrían haber estado mejor escritos.

'The Invitation' es en suma es una cinta más hábil que brillante, pero tiene genuinos destellos de clase a nivel de realización. Es más efectiva que compleja, pero consigue inquietar y mantener en vilo. Cuenta además con el morbo añadido que despiertan las sectas (pronto escribiré en esta web sobre 'The Path', una serie ambientada en este mundillo) y con un final que acojona mucho.

http://www.ojocritico.com/criticas/the-invitation-intriga-juguetona-muy-bien-presentada/
Hitchcock10
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5
15 de febrero de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leonardo DiCaprio se llevará el Óscar en unas semanas por esta película cuyas virtudes técnicas son incuestionables pero que a mi parecer solo puede cautivar si uno tiene un día muy cursi. Y ojo, que todos los tenemos de vez en cuando.

De veras quería que El renacido me gustara. Porque su título original me evoca a una fascinante serie francesa y porque DiCaprio hace tiempo que se convirtió en un gran actor y deseaba que ganara la estatuilla hollywoodiense con merecimiento. También porque en su día me impactó 'Amores perros' (miedo me da revisarla) y quería librarme de esa idea que con sus siguientes películas se ha ido instalando en mí de que Iñárritu es un timador que fabrica obras ampulosas pero de nulo calado emocional.

La cosa empieza bien, con una escena de padre e hijo cazando un ciervo (me recuerda de manera anecdótica al inicio de la enorme 'Prisioneros') seguida de una deslumbrante secuencia de lucha entre indios y blancos que está rodada y coreografiada con un virtuosismo de quitarse el sombrero. Y…¡eso es todo amigos! A partir de ahí, DiCaprio y su sino de revolcarse como un cochino y muchos amaneceres, plantas, animales, amaneceres, ríos, nieve y amaneceres.

Que la secuencia del ataque indio nos impresione pero no nos conmueva es entendible porque aún no hemos tenido tiempo para empatizar con los personajes. Que la película avance y siga sin importarnos lo que les ocurre ya no tanto. Y es que cuando los personajes –incluyendo a Leo- sufren o mueren, me la sopla. Todo muy espectacular, eso sí. Lo malo es que cuanto más aprieta Iñárritu la tuerca de la espectacularidad, más fatuo parece todo, porque mayor es el abismo entre la profundidad pretendida (el no va más) y la conseguida (poca o ninguna) con esa pomposidad. Todo se antoja pseudolírico y pseudoépico, y el uso de la naturaleza para dar alcance supuestamente trascendental a lo que se cuenta no logra desde luego su objetivo.

Los paisajes, eso sí, son una pasada y el solo hecho de contemplarlos entretiene. Que Iñárritu tiene talento para potenciar la grandiosidad de esos paisajes es igualmente innegable. Hay piezas sueltas que también captan la atención (el ataque del oso), pero el conjunto es prosopopéyico.

La parte de calvario gore es otra que de nuevo se queda en mera apariencia. A lo truculento le sienta bien lo barroco -el giallo y sus desmesuras o la serie 'Hannibal', que no puedo evitar nombrar diariamente- y lo aséptico -Haneke cuando lo hace bien, el penúltimo Cronenberg- porque lo primero es muy perturbador por el refuerzo de lo sanguinario con una belleza exquisita y poderosa, y lo segundo por la frialdad con que se retrata algo en teoría tan impulsivo y arrebatado. Pero contrastar lo violento con lo lírico suele conseguir que lo lírico parezca huero y lo violento una pose. Se me viene a la cabeza 'Cold Mountain' y su manera ridículamente poética de mostrar lo sucio y lo pasional. Allí teníamos una escena de palomita blanca en la iglesia, aquí tenemos postales ñoñas de pajarito e iglesia pero encima por separado. La enfática música de la película de Anthony Minghella al menos en este caso está sustituida por sutiles y hermosas partituras que no nos avisan a cada paso de la magnificencia de lo que estamos viendo.

En cuanto a DiCaprio, realiza una interpretación muy física, en modo “aguanto tó lo que me echen”, a lo Jim Caviezel en 'La Pasión de Cristo' o 'Naomi Watts en 'Lo Imposible', quedándose entre el uno y la otra. No está mal, pero tampoco es para lanzar cohetes. Una actuación muy visceral (a veces, literalmente) que le hará ganar el Óscar que ya debería tener en su vitrina pero que no es ni de lejos la mejor de su carrera. Mucho mejor está un Tom Hardy que no para de encadenar papelón tras papelón y que también está nominado por esta película, como actor de reparto.

'El renacido' tiene pues sus virtudes (paisajes, música, escenas aisladas, Tom Hardy), pero supone un tremendo descalabro, casi tan grande como el que se pega el caballo de nuestro héroe, que, seguramente desalentado ante tal panorama, se abarranca. Y como el pobre animal no vuela como la mujer de Leo, se queda en el sitio. Parte de él, al menos.

En definitiva, un tour de force técnico admirable y disfrutable pero al servicio de la nada, artero y afectado. Para colmo, como el asunto tiene que ser épico, la peli se va hasta las dos horas y media. 150 minutos en los que, como diría mi madre, todo es “más cursi que una espuerta de gatos”. Aquí no hay felinos metidos en cestitas, pero seguro que los veremos en The Director’s Cut cuando Iñárritu saque las escenas descartadas. Así la película le resultará más lírica y de paso se estirará la duración hasta las tres horas para que parezca también más épica si cabe. Tiempo al tiempo.
Hitchcock10
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8
26 de septiembre de 2013
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el aval de haber obtenido varios premios en la edición de 2011 del Fantastic Fest (uno de los festivales de cine de terror más renombrados junto con el ScreamFest, Sitges y Fantasporto), 'Tú eres el siguiente' es sin duda una de las obras más interesantes que ha dado el género en los últimos años. Su director, Adam Wingard, está llamado a convertirse un referente ineludible, y en su currículum se encuentran ya varios cortos, segmentos de 'V/H/S' y de 'V/H/S/2' y 'A Horrible Way to Die', también multipremiada en el Fantastic Fest.

Tras una sobrecogedora secuencia inicial, Wingard nos muestra a una familia disfuncional que se reúne en una casa de vacaciones en medio de la nada y cuya velada acaba siendo un pelín más encarnizada de lo que quizá los protagonistas preveían cuando un grupo de asesinos decide aguarles –y ensangrentarles- la fiesta. La cinta se inscribe dentro del subgénero de la “invasión doméstica”, pero también del denominado mumblegore, variante slasher del mumblecore, cine americano de bajo presupuesto donde prima el enfoque naturalista en los diálogos y en la presentación de atmósferas. Efectivamente, esta perspectiva es evidente en el tramo inicial de la película, con conversaciones espontáneas que desprenden realismo y retratan la archiconocida incomodidad propia de este tipo de encuentros familiares.

Un encuentro que pronto se tornará en desesperada lucha por la supervivencia cuando los asesinos irrumpen en la vivienda con intenciones dañinas y el rostro cubierto por unas mascaritas que dan muy mal rollo por su inexpresividad animal. Y es que el ataviarse con caretas para cargarse a los inquilinos está de moda ('Los extraños', 'La noche de las bestias') y, aunque trillado, resulta un recurso innegablemente inquietante.

La lucha de los malhadados miembros de la familia Davison por salvarse de la masacre está aderezada con unas gotas (o más bien chorreones) del gore más brutal y unas altas dosis de tensión de la buena, que ambas cosas no tienen por qué ser incompatibles pese a que a algunos puristas se lo parezca. Hay además un saludable humor negro que hace aún más disfrutable la propuesta.

Por si fuera poco, en el camino el guión presenta asimismo ingeniosas vueltas de tuerca que no desvelaré para evitar spoilers y deleita a los cinéfilos más frikis con la presencia de Barbara Crampton (musa del terror de serie B desde los años 80 con “joyitas” como 'Re-Animator', 'Re-Sonator', 'Robots asesinos' o 'Exterminio', que aquí hace de madre histérica), Ti West (responsable de la estupenda 'House of the Devil' y aquí precisamente en el papel de un director de cine underground) o Joe Swanberg, uno de los principales autores mumblecore, con quien Wingard colaboró en la dirección y el guión de la comedia subidita de tono 'Autoerotic'. Suya es la gloriosa frase: «Soy el que corre más rápido, pero tengo una puta flecha clavada en la espalda.»

Estas, empero, son sólo anécdotas en una función que pertenece por completo a Sharni Vinson, más que convincente en la piel de un personaje que exhibe tanta dulzura como ovarios y que no deja títere con cabeza, literalmente. La escalada de violencia explícita en la que la heroína despliega todo su arsenal de habilidades está rodada con una precisión y elegancia coreográficas que provocan miedo, asco y admiración a partes iguales.

Si pecáramos de exquisitos, podríamos afirmar que 'Tú eres el siguiente' no defrauda pero que no es nada del otro jueves. Sí lo es. Aunque no posea (impostadas) hechuras de gran cine como la soporífera 'Expediente Warren' ni invente la pólvora, contiene varios giros argumentales que sorprenden y consigue ser aterradora y divertida al mismo tiempo, combinación de la que pocos filmes pueden presumir. Una auténtica gozada, que además no se alarga innecesariamente y concentra toda la acción en una horita y media, como debe ser. Y encima también he de agradecerle el haberme descubierto una jodida cancioncita ('Looking for the Magic') que me producirá un acojone inevitable cada vez que la oiga o la recuerde. Escalofriante melodía para una escalofriante y ocurrente película.

http://www.ojocritico.com/criticas/tu-eres-el-siguiente/
Hitchcock10
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10
1 de octubre de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Boyhood' es una película colosal, un acontecimiento de dimensiones ciclópeas escondidas tras una engañosa sencillez que puede hacer que más de uno acabe inesperadamente sobrecogido al final de su visionado. Estamos ante una obra pequeña y grande a la vez, pequeña porque ensalza los momentos menos llamativos de la vida, y grande porque el trascendental impacto de la sucesión de estos momentos la convierten en una poderosa reflexión sobre el paso del tiempo y en un trozo de vida misma puesto en la pantalla. Sé que puede parecer que exagero. No es así.

Rodada a lo largo de doce años (2002-13) en los que los propios intérpretes (estupendos Ellar Coltrane, Ethan Hawke y Patricia Arquette), como sus personajes, han crecido y madurado, en la radical propuesta de Richard Linklater se difumina la frontera realidad-representación de tal manera que la cinta termina no imitando a la vida sino convirtiéndose en ella. El director estadounidense acomete aquí en realidad una empresa similar a la de esa delicia que es la trilogía formada por 'Antes del amanecer', 'Antes del atardecer' y 'Antes del anochecer', pero de sesgo mucho más radical. Si en ese caso exploraba la evolución del amor de Jesse y Céline a través de tres películas distintas con una separación de nueve años de por medio (1995, 2004 y 2013), en 'Boyhood' Linklater nos muestra, en una sola película, la huella que el tiempo va dejando en una familia levemente disfuncional. Como todas, al fin y al cabo.

Y el tiempo es aquí, efectivamente, el gran protagonista. Ese tiempo que cura (y causa) todas las heridas y que impone un reajuste constante de unas relaciones (la amistad, la familia, el amor) que van cambiando de modo inevitable porque nosotros vamos cambiando. Nunca somos los mismos que hace un instante, pues el tiempo es un flujo que nos moldea segundo a segundo, y la persistencia de nuestra propia identidad no es sino una falacia. No estoy cayendo en elucubraciones pseudofilosóficas o pajas mentales fruto de un estado de ánimo exaltado tras la experiencia que supone ver esta película. Es un hecho irrefutable: ni siquiera a nivel celular somos los mismos seres que éramos ayer.

El tiempo es además contradictorio porque, si bien es universal y nos cambia a todos, también es personal porque deja en cada uno de nosotros una impronta individual y propia. Todos evolucionamos, y sin embargo nadie evoluciona igual que los demás. En 'Los enamoramientos', de Javier Marías, la narradora afirma que “uno ignora lo que el tiempo hará de nosotros..., en qué es capaz de convertirnos… Avanza sigilosamente,… nunca nos da un...sobresalto. Cada mañana aparece con su semblante tranquilizador e invariable, y nos asegura lo contrario de lo que está sucediendo: que todo está bien y nada cambia, que todo es como ayer,… que quien nos odiaba nos sigue odiando y quien nos quería nos sigue queriendo. Y es todo lo contrario, en efecto, sólo que no nos permite advertirlo con sus traicioneros minutos y sus taimados segundos, hasta que llega un día extraño, impensable, en el que nada es como era.” Esta verdad axiomática, cómo el tiempo nos va transformando a todos nosotros y por tanto a nuestros vínculos de manera imperceptible pero cierta, es uno de los dos elementos que vertebran esta hermosa película.

El otro, la innegable realidad de que la vida adquiere su esencia básicamente en los aparentemente banales momentos cotidianos, y que el 99% de nuestra existencia está compuesto no por líricos puntos de inflexión sino por experiencias nada epifánicas que van conformando nuestra identidad. Como aclara el propio Linklater, “rehuí el drama, quise capturar pequeñas conversaciones, la vida”, y por ello el director omite los típicos grandes momentazos (el primer beso, la muerte de un familiar, o cualquier otro hecho traumático) para dejar patente que puede haber mucho más significado en la simple acción de enterrar a un pajarito, en discutir con nuestra novia sobre lo adictivo de las redes sociales, en que nuestra madre nos explique en la cama algo que no acabamos de comprender pero que nos da igual porque lo que nos importa es ese consuetudinario abrazo suyo mientras se recuesta a nuestro lado, en bañarnos con nuestro padre en el río o en no enterarnos de qué demonios quiere decir ese mismo padre hablándonos de una canción que nos suena a chino. La vida es una cosita más de andar por casa y no está tan llena de momentos mágicos, o mejor dicho, quizá su magia resida en estos pequeños detalles triviales.

Aunque sea una inmodestia autocitarse, traeré a colación unas palabras que dediqué a otro título de Linklater, 'Antes del anochecer' (http://www.ojocritico.com/criticas/antes-del-anochecer-amor-adulto/): “Como en el mejor Rohmer, parece que no sucede gran cosa, y sin embargo todo está sucediendo, la vida está sucediendo, y los personajes, sin estruendosas tragedias de por medio, ríen lloran, son felices, sufren, y, fundamentalmente, aprenden un poco más acerca del sentido de la existencia y de lo que significa madurar”. Aquí Linklater, fiel a su estilo naturalista, nos vuelve a mostrar eso mismo. Sin altisonancias, dejando a un lado dramatismos exagerados, coloca de nuevo ante nuestros ojos un agridulce retal de vida que no aspira a ser un catalizador para la nostalgia complaciente y facilona. No salimos del cine con unas agradables lágrimas en nuestras mejillas, sino extrañamente satisfechos pero con un regusto muy amargo.

Más allá del valor anecdótico de su curioso y dilatado proceso de creación, no estamos ante experimentalismos vacuos, sino ante una obra coherente, conmovedora en su sencillez y autenticidad y épica en su alcance. Sus dos horas y media largas de duración se hacen cortas, y uno acaba sacudido y seguro de haber presenciado una proeza artística. Ni siquiera en estos tiempos de confusión cinematográfica, 'Boyhood' pasará inadvertida. Si lo hace, es que el mundo ya tiene poco remedio.

Calificación: 10/10.
Hitchcock10
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9
27 de abril de 2016
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que el género del western está experimentando un evidente revival en la presente década es una realidad corroborada por la sucesión de títulos como 'Valor de ley' (2010), 'Cowboys & Aliens' (2011), 'Django desencadenado' (2012), 'Los odiosos ocho' (2015) o 'El renacido' (2015), que, con mayor o menor fortuna, reproducen, actualizan o tunean los esquemas convencionales de las películas sobre el lejano oeste.

Desplegando unos modos originales pero a la vez respetuosos con los moldes clásicos que la inspiran, 'Bone Tomahawk' se apunta a esta tendencia de una manera tan triunfal que no sería extraño –ni inmerecido- que acabara convirtiéndose en una película de culto más pronto que tarde. En principio, la premisa no se aparta de lo esperable, con unos indios que secuestran a un hombre y una mujer de un pequeño pueblo cercano a la frontera y la decisión del sheriff y otros habitantes de lanzarse a la aventura del rescate. En el segundo acto, la travesía de los cuatro valientes a través del desierto (uno de ellos el malherido esposo de la secuestrada) continúa con los esquemas tradicionales de confraternización en condiciones extremas, con ritmo despacioso y tiempos muertos para que la película respire y deje poso. Es el tercer acto, en el que se produce el enfrentamiento con los peculiares indios, el que introduce el elemento de terror y gore del que ya había habido unos cuantos apuntes desde el inicio. El truculento retrato de los indios -trogloditas y caníbales, por añadidura- es sin duda el elemento de hibridación más singular de esta obra, y, si bien el espectáculo de casquería final a algunos pueda parecer ridículo por excesivo, un servidor, amante de lo sangriento y lo violento, lo encuentra un novedoso pero coherente énfasis de los peligros y horrores implícitos en la conquista de lo salvaje y lo atávico tan típicamente presentes en el western.

Esta contraposición civilización-barbarie existe de hecho desde el mismo germen de los Estados Unidos como colonia puritana en un entorno inhóspito y amenazante en el siglo XVII, una época en la que lo salvaje e ignoto era considerado demoníaco y la civilización equivalía a virtud y moralidad. Este hecho, ampliamente expuesto por antropólogos e historiadores, tiñe algunas de las más emblemáticas obras literarias norteamericanas (La letra escarlata) y ha sido también recientemente explorado en clave de terror en la magnífica 'La bruja', vista, como 'Bone Tomahawk', en Sitges 2015 (¡vaya dos pedazos de debuts directoriales!) y que asomará a nuestras pantallas en mayo.

El elemento de terror y la mezcla de géneros no es de extrañar si echamos un vistazo al currículum de ese tipo polifacético que es S. Craig Zahler, novel en la dirección pero con una sólida trayectoria como músico (y no precisamente de canción melódica, sino de heavy metal), novelista y guionista (de la muy bestia 'The Incident' – aka 'Asylum Blackout'-) y que en sus distintas incursiones artísticas ha cultivado el western, la ciencia ficción y el terror.

Su inexperiencia como director hace aún más sorprendente el tremendo pulso que exhibe, la elegante a la par que dinámica puesta en escena del filme y su dirección de actores, todos ellos excelentes. Kurt Russell se mueve como pez en el agua en la piel de un oficial de la ley expeditivo, montaraz y parco en palabras, mientras que el blandito de Matthew Fox está más entonado que nunca. Patrick Wilson también lo borda, sobreponiéndose a sus heridas para cumplir con su casi imposible objetivo (la comparación con el DiCaprio de 'El renacido', el otro western del pasado año, está servida y Leo no sale muy bien parado de ella). Por último, mención especial para un Richard Jenkins inmenso como el entrañable y divertidísimo ayudante del sheriff, un personaje que ilustra por sí mismo las virtudes de una película que no es solo una hábil combinación de géneros, sino de registros. En efecto, la alternancia de ternura, escalofríos y comicidad (¡!) se da con tal precisión quirúrgica que nos conmovemos, aterrorizamos y reímos sin que nada en esta mezcla de sentimientos chirríe lo más mínimo.

Tras este énfasis en la aglutinación y multirreferencialidad a todos los niveles, muchos pensarán en el humor ágil y del pastiche posmoderno de Tarantino. Pero -que me disculpen los incondicionales de Quentin- la amalgama de componentes de Craig Zahler late con vida y no es un virtuoso juego estético tan divertido como vacuo. 'Bone Tomahawk' posee sin duda más calado emocional. Y es que, pese a la debilidad por la sangre y lo asqueroso, uno es en el fondo un sentimental, y prefiere películas en las que los personajes importen. Y la odisea de estos cuatro vaqueros dejándose la piel en el rescate (perdón por el chiste fácil) importa. También a diferencia de Tarantino, Craig Zahler muestra más apego al western clásico pese a la bienvenida desviación final.

Esto no significa negar la influencia de Tarantino. Hay en esta cinta algo de Tarantino, e incluso de los Coen, claro está. De la intertextualidad posmoderna en general. Y al mismo tiempo de los cánones del western de toda la vida. También del "survival horror" desértico de 'Las colinas tienen ojos'. Pero sobre todo hay un director con un futuro brillante.

P.D. No puedo dejar de felicitar al Festival de Cine Europeo de Sevilla por su nueva sección SEFF365, que durante la primavera ofrece películas como esta, difíciles de ver en cine por su escasa distribución. Me siento orgulloso de que mi ciudad crezca con iniciativas de este tipo.
Hitchcock10
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