No voy a decir nada que no se haya dicho ya, pero no quiero dejar de pasar la oportunidad de alabar esta gran trabajo de Alberto Rodríguez y compañía.

La película está súper bien realizada, con un sólido guión cargado de adrenalina in crescendo. La interpretación también merece destacarse, junto a los dos principales hay actuaciones secundarias para brindar en lo más alto, con la excepción de Nerea Barros (pivoncete disfrazado de mujer sumisa de pueblo del todo inverosímil.)

Enhorabuena a todo el equipo!

Excelente mirada crítica y desgarradora de la guerra. Por un lado, pone patas arriba la charlatanería patriótica. Por el otro, describe el horror de las trincheras con unas audacias técnicas impensables para la época (1930!), travellings, planos cenitales, soto in su, restos expresionistas...Sin embargo, a mi pesar, no deja de caer en cierta condescendencia sentimental con algunos personajes y situaciones.
Muy recomendable

Realización clásica, detallista, magistral...El diseño artístico de lo mejor; pero, como me suele ocurrir con las de Isabel Coixet, me resulta un tanto "sosa". No me llega el sentimiento que pretende insuflar a sus creaciones ¡qué le vamos a hacer!
Me recuerda a las novelas de Jane Austen (cocinadas a fuego muy lento), pero el cine difícilmente se puede adaptar al sempiterno estilo novelístico de la inglesa.

Una aldea es expoliada periódicamente por un grupo de bandidos. Por este motivo, los campesinos deciden contratar los servicios de siete samuráis que tendrán la misión de proteger su aldea y evitar el robo de la cosecha. Con este sencillo argumento dirigido al público en general, el gran director japonés es capaz de crear una de las películas más extraordinarias del cine; eso sí, acompañado de uno de los mejores directores de fotografía, Asakazu Nakai.

Para un aficionado como el que escribe, sin formación, contemplar los encuadres, la composición de cada escena o el protagonismo que adquiere la cámara como agente narrativo es toda una lección, aparte de un placer. La verdad es que no deja de sorprenderme la potencia narrativa de Kurosawa y cómo fue capaz de imaginar cada escena. Sin duda, fue un genio nacido para ser director de cine.

Conviene, por otro lado, destacar la habilidad para incluir una crítica hacia la conservadora sociedad japonesa medieval (¿y contemporánea?) con escenas dedicadas claramente a la pobreza, la injusticia social o la inflexible estructura jerárquica del antiguo país del sol naciente. Un detalle que adoro en el cine de Akira Kurosawa y que también encontramos en otros de sus trabajos como la fantástica película Barbarroja.

¡Qué grande es el CINE!

Enfrentarse a una obra tan completa como el Oliver Twist de Charles Dickens requiere mucho oficio, arrojo y sacrificio. Puedes perder mucho si te sale regular y ganar muy poco si te sale bien, es lo que tienen los clásicos. Roman Polansky, en la madurez artística, siente que ha llegado su momento, que su gran talento cinematográfico incluso nos debe esa gran adaptación que todo gran director desea legar, se atreve con el reto y...Bueno, no es que salga mal parado pero no llega a triunfar.

La novela es difícil de adaptar, eso es innegable, por la prolongada trama y la compleja densidad emocional. Polansky opta por la simplificación argumental para centrarse en el devenir "truhanesco" en el Londres más pintoresco y literario del XIX. Siempre que aceptemos esto, la creación es una maravilla: escenografía, fotografía, dirección artística, música, actores (Bien Kingsley tremendo!)...Sin embargo, personalmente, no me acaban de llegar la tragedia del pobre chico, la miseria londinense y las desgraciadas vidas de sus protagonistas (todos ellos víctimas de una sociedad que Dickens denunciaba) como en la obra original. Quiero decir que a mi gusto le falta el realismo que sí tienen versiones anteriores.
Estoy seguro que Roman Polansky lo hubiera podido hacer, pero ¿hubiera sido del agrado del público actual? Qué difícil es combinar arte y negocio. En todo caso, recomiendo esta bella obra de cine.