Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3,333
Críticas ordenadas por utilidad
Salida de los obreros de la fábrica (C)
CortometrajeDocumental
Francia1895
6.3
5,303
Documental
10
28 de diciembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás la descripción más simple de lo que es el movimiento sea: Desplazamiento que experimenta un cuerpo en el espacio. Frase que, por sí sola, no luce nada conmovedora, ni parece que dejara a nadie cavilando, pues, al fin y al cabo, lo hacemos a todas horas, hasta durmiendo y en forma muchas veces involuntaria. Sin embargo, mira la palma de una de tus manos… cierra y abre los dedos primero lenta… y luego rápidamente. Enseguida, cierra los dedos en puño y, empezando por el meñique, abre de manera lenta cada uno de los dedos.... Ahora, reflexiona sobre esto: ¿Cuánto tuviste que pensar para hacer dichos movimientos? ¿Tuviste que darle una orden a tu mano o a cada dedo para que actuara como tú querías? ¿No es sorprendente la manera como te obedecen con solo desearlo? ¿Y qué es lo que mueve cada órgano de nuestro cuerpo?

Estas y muchas otras preguntas podrían surgir cuando vemos un avión volar, cuando un tigre corre tras un venado, cuando un halcón vuela con las alas suspendidas, cuando una célula se desplaza por nuestras venas… y el gran acerbo de cosas en constante flujo y desplazamiento ¿podríamos apreciarlo, hoy, de no haber sido porque alguien consiguió un día grabar el movimiento?

Durante siglos y siglos, la humanidad solo vio dibujos especulativos, gráficos que daban una idea incierta del desplazamiento de determinados seres u objetos, pero ¡fue solo hasta el siglo XIX de nuestra era!, que el movimiento pudo ser registrado con plena veracidad cuando, aprovechando esa cualidad del ojo conocida como persistencia retiniana, se logró que una máquina nos pasara primero 18 y luego 24 imágenes por segundo.

Thomas Alva Edison había sido pionero con su kinetoscopio, pero solo los hermanos Louis y Auguste Lumiére, lograron perfeccionar la máquina que eliminó la interferencia del movimiento y pudo registrarlo con su lógica continuidad. Había nacido el Cinematógrafo y el 19 de marzo de 1895, se rodó la primera película con el título “La sortie des ouvriers des usines Lumière à Lyon Monplaisir” (LA SALIDA DE LOS OBREROS DE LA FÁBRICA LUMIÈRE). Su primera exhibición se llevó a cabo tres días después en la Sociedad para el Fomento de la Industria Nacional en París y su estreno comercial se realizó con bombos y platillos, y junto a otros nueve cortos, el 28 de diciembre de 1895, en el Grand Café del Boulevard de los Capuchinos de la misma Ciudad Luz.

El filme fue rodado en tres tomas (de 42, 34 y 36 segundos respectivamente) que captan la puerta principal de la factoría donde los Lumiére producían materiales fotográficos, y en cada una de ellas, veremos salir al personal, hombres y mujeres que, a pie o en bicicleta, se dirigen hacia sus casas… mientras un perro callejero (o quizá guardián) ronda por allí en actitud husmeadora. La presencia del perro en las diferentes tomas, permitirá ver claramente las diferencias.

En conjunto, el corto tiene una duración aproximada de 1 minuto 52 segundos… y la clase obrera es su protagonista, porque, como ya había sido anticipado por el teatro y la literatura, el fin del arte es, en primera instancia, elevar el nivel del pueblo dignificándolo, culturizándolo y haciéndole justicia. Se advierte la modestia de las instalaciones; sorprende la elegancia que era tan común entonces aún entre los menos privilegiados; y se eterniza el movimiento donde, un pueblo creador y laborioso, cierra con broche de oro una jornada que pasaría a la historia.

Queda abierta la inmensa puerta que nos conduce a los placeres del movimiento: la actuación, la danza, el baile, el deporte, la aventura, las acciones de la naturaleza, el desplazamiento de los astros, el movimiento de las mareas y de los ríos, la erupción del volcán y el registro de la tragedia… y cuando tres décadas después se añada el sonido, una inmensa realidad se pone a nuestro alcance; los bellos artes confluirán magníficamente en el nuevo lenguaje; y el conocimiento se verá aumentado significativamente en la humanidad entera.

Ha nacido el arte cinematográfico y ya nada es comparable a sus infinitos potenciales.

Mounam.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
17 de diciembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como Ibn Sina, como Hipócrates, Wilhelm Wundt, Jean-Martin Charcot, Isaac Jennings y muchos otros nombres de invaluable importancia en la historia de la medicina, el nombre de Sigmund Freud también hace parte de ese inmortal grupo de vidas consagradas al conocimiento de la esencia humana, con el cual hemos avanzado muy significativamente en el entendimiento del ser y en el tratamiento de la enfermedad.

De origen vienés, a Sigmund Freud (1856-1939) con sus estudios sobre la sexualidad, le correspondió enfrentarse, como pocos, al rompimiento de paradigmas en una sociedad donde, hasta los llamados progresistas y bienpensantes, se sintieron escandalizados con sus explosivas y osadas teorías. Pero, como alguien ilustrara con una paradoja: “Freud tenía un gran porvenir detrás de él” y sus reiteradas, profundas y brillantes investigaciones, cambiarían sustancialmente la interpretación de la enfermedad, probando definitivamente su marcada relación con el inconsciente.

El director John Huston, sentía por Freud una gran admiración, y si se mira bien, sus teorías se manifiestan de alguna manera en varias de sus películas. Incluso, en su documental “Let there be light” (1945) se había ocupado de las neurosis de los soldados y los respectivos tratamientos con psicoterapia que les practicaron al final de la guerra. Hacer, pues, un biopic sobre el médico vienés era para Huston un verdadero placer… y cuando el proyecto se dio, pensó primero en su amigo Jean-Paul Sartre para que escribiera un primer tratamiento, pero el filósofo francés se entusiasmó demasiado y el mamotreto que presentó daba para unas 15 horas de película, por lo que fue descartado de inmediato.

Huston se vio entonces abocado a asesorarse de un reconocido psiquiatra y el guión fue emprendido de nuevo por Charles Kaufman y Wolfgang Reinhardt, partiendo de una historia que había elaborado el primero. Pero con todo, debido a la intensa vida de Sigmund Freud y a los muchos aportes que hiciera a la ciencia médica, la idea fue hacer dos películas que se exhibieran por separado… pero este plan chocó con los productores quienes, al ver que el tratamiento del tema solo interesaría a los iniciados y devotos del padre del psicoanálisis, cogieron la película por su cuenta, le editaron casi una hora y la dejaron con los muchos vacíos que, cualquiera que haya ido en busca de un biopic, notará enseguida. Incluso, el cierre del filme queda en un punto donde pareciera haber fracaso, cuando, finalmente, el éxito y la gloria fueron el resultado de una vida compleja, plena de escollos y adversidades, pero cuyos inmensos logros son todo un legado para la humanidad.

Lo que veremos en “FREUD, PASIÓN SECRETA”, sin mayores elementos biográficos, es una serie de ilustraciones escénicas y muy académicas, que ejemplifican los aportes que hiciera Freud a Los estudios sobre la Histeria, Las causas de la Neurosis, La interpretación de los Sueños, La Transferencia, El Psicoanálisis y La Sexualidad Infantil. Todo, presentado en un modelo poco apto para el común de los espectadores, y muy ajeno al estilo asequible y anti-retórico que, hasta entonces, caracterizaba la obra del director de “The treasure of Sierra Madre”, “The asphalt jungle” o “The african queen”, entre otras joyas.

Para resaltar, esa conmovedora presencia del grandioso actor que fuera Montgomery Clift, quien durante el rodaje ya estaba quedándose ciego, sentía que su fuego interior comenzaba a apagarse y solo unos pocos años más de vida le quedaban en este mundo. También muy plausible que, Huston rescatara del olvido al actor Larry Parks -otra de las talentosas víctimas del abominable HUAC- quien, como Josef Breuer, nos ofrece un rol marcadamente sensible.

Título para Latinoamérica: "FREUD, PASIONES SECRETAS"
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
16 de diciembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los muchos y significativos estudios que nos legaran los grandes médicos greco-romanos (Hipócrates, Galeno, Dioscórides y Aristóteles), fueron ampliamente trascendidos por los aportes que hiciera la medicina persa e india, y para fortuna de la ciencia, hubo un hombre que, añadiendo su amplia y efectiva experiencia, compiló todo este acervo de conocimientos en un manual que se mantuvo vigente durante cinco siglos.

Había nacido en Afshana (hoy Usbekistán), con el nombre de Ibn Sina, pero en occidente se le ha llamado sencillamente Avicena (980-1037). Filósofo, científico y médico, entre otras cosas, el musulmán persa Ibn Sina, merecería entre sus discípulos el apelativo de Cheikh el-Raïs (Príncipe de los sabios) y aún hoy se recuerdan sus famosas obras El libro de la curación y Canon de medicina, con las cuales contribuyó al avance de la, por entonces, rezagada medicina de Europa.

Precisamente en el siglo XI, un chico inglés llamado Rod Cole, tras quedar huérfano, es adoptado por uno de los entonces llamados barberos-cirujanos (curanderos empíricos con muy poca ciencia) y con él viaja durante años por toda Inglaterra, aprendiendo los primitivos métodos de sanación y cirugía que hasta entonces se conocían. Pero en alguna ocasión, este joven descubre que lo que sabe es aún muy poco, y su inagotable sed de conocimiento lo anima a emprender, un día, el larguísimo viaje hasta Ispahán, Persia, donde se encuentra la escuela de Ibn Sina.

Sobre este espinoso camino hacia el conocimiento, donde la tradición, las religiones y el escepticismo se convierten en grandes obstáculos para su desarrollo, y donde la inteligencia tiene que superar a diario la cercanía de la muerte, se desenvuelve, primero, una obra literaria que, escrita en 1986 por el estadounidense Noah Gordon, fue de tanta acogida que lo animó a proseguir la saga con “Shamán” (1992) y finalmente “La doctora Cole” (1996), obras en las que, la descendencia de Rob Cole, prosigue sus aventuras y desventuras en el camino de la ciencia.

En el año 2013, bajo la dirección del alemán Philipp Stölzl y con guión de Jan Berger asesorado por el propio autor, surge por fin la adaptación cinematográfica de “EL MÉDICO”, y aunque es una versión bastante libre, sujeta a las reducciones y modificaciones que exige el medio cinematográfico, a Gordon, el escritor, como a nosotros, lo dejó bastante satisfecho: “La factura final es espléndida –comentó-. El director ha captado muy bien el ambiente de la Edad Media con su suciedad, la precariedad de la vida, los terrores apocalípticos…” (1)

“EL MÉDICO” describe, con suma eficacia, los ingentes esfuerzos que, a lo largo de tantos oscuros siglos, ha tenido que hacer la ciencia para lograr los avances que, hoy, con facilidad y comodidad disfruta gran parte de la humanidad. Al tiempo, hace encomio de la perseverancia y de la manera como el deseo ferviente y la vocación plena, alcanzan siempre sus propósitos porque, el complaciente universo, se reacomoda para favorecer los grandes empeños.

Stölzl logra una recreación de época con algunos planos de rigor pictórico; una iluminación que contrasta efectivamente la gradual luz con la oscuridad cultural que, en aquel entonces, se padece; y una complementación musical con melodías que salen del alma para dar brillo a las nostálgicas… esperanzadas… y a veces triunfales situaciones.

Stellan Skarsgård (el barbero), Ben Kingsley (Ibn Sina), Olivier Martinez (El Shah), Emma Rigby (Rebecca) y Tom Payne como Rob Cole, muy ajustados a sus respectivos roles, logrando el impacto dramático que reclamaba tan ardua historia.

Un filme altamente recomendable, sobre todo para aquellos valientes que se animan a trasegar la empinada y compleja... pero, al final, maravillosa aventura del conocimiento.

(1) Ignacio Vidal-Folch, El País, España, 03-01-2014
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
29 de noviembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es la herencia genética? ¿Es la formación recibida en el hogar? ¿O es el entorno el que determina el surgimiento de impulsos criminales en una persona? Estas y otras preguntas suelen hacerse las personas que de pronto descubren que, en su hogar, tienen a un familiar que mata sin mayores motivaciones y sin remordimiento alguno.

“MALA SEMILLA” nos va a dar suficientes respuestas a cada uno de estos interrogantes y cada quien estará capacitado para dilucidar si todas las preguntas podrían estar asociadas o sí solo una es la respuesta definitiva a los impulsos asesinos. Escrita en tiempos en que el psicoanálisis de Sigmund Freud y la criminalística estaban en todo su auge, la novela homónima del estadounidense William March –quien falleciera un mes después de que ésta fuera publicada- fue primero adaptada al teatro por Maxwell Anderson y estrenada con gran éxito en Broadway el 8 de diciembre de 1954, donde permaneció en cartelera hasta el 27 de septiembre de 1955, para un total de 334 representaciones.

Los protagonistas habían sido: Nancy Kelly como Christine Penmark, la madre sorprendida y aterrada con las inclinaciones de su hija, quien recibiría el premio Tony por su gran actuación. Patty McCormack, en el impactante rol de Rhoda, la pequeña con una madurez precoz, superordenada e impecable, dispuesta a obtener ¡como sea! todo lo que desea. Eileen Heckart, la atribulada señora Daigle que, con el alcohol, busca escapar de la gran tragedia que ha llegado a su vida. Henry Jones, el “perverso” mayordomo Leroy quien, con una excelente táctica, consigue conectar con Rhoda mucho más de lo que logran los amigos doctos de la familia. Evelyn Varden, la encantadora y generosa arrendataria que siempre verá en Rhoda a un perfecto ángel; y entre otros, Joan Croydon, la impresionada directora para quien la imagen de la escuela significa más que la verdad.

A la hora de elegir el reparto para la adaptación cinematográfica, el director Mervyn LeRoy tomó una sabia decisión: Contaría con todos los protagonistas de la obra teatral y podemos comprobar que estaba absolutamente en uso de razón porque las actuaciones en general son magníficas y la obra desenvuelve una serie de elementos sociológicos, psicológicos y dramáticos, que no dan ocasión de espabilar y con los que los actores se conectan con absoluta eficacia.

Solo ese impropio final -exigido por la obtusa junta de censura de aquellos años, circunstancia que impediría que Billy Wilder hiciera su propia versión de la obra-, quita objetividad y cientificismo a esta, por entonces, novedosa propuesta, pero de resto, creo que estamos ante una de las mejores obras llevadas al cine durante la década de 1950.

Lo aquí planteado debe tomarse en serio, porque bien es cierto que, algunos criminales, como los grandes artistas, comienzan desde muy pequeños. Somos seres polares, cada uno lleva dentro de sí la luz y la oscuridad, y no es dable la fecha ni la razón exacta por la que una polaridad u otra, comenzará a tener un fuerte dominio sobre nuestro pensamiento y sobre nuestros actos.

Y hay que ver lo que una sencilla frase puede remover en el inconsciente patológico de una persona:
“¡Monica me prometió que me daría el periquito!”
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
26 de noviembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El autocontrol –bastante escaso por cierto, en la humanidad de hoy- es una grandiosa capacidad, en parte innata y el resto aprendido, que poseemos los seres humanos para tener dominio sobre nuestros impulsos y emociones. Es una suerte de sometimiento consciente de nuestros deseos, con lo que ganamos estabilidad emocional, responsabilidad, y criterios de justicia.

Creo que, <<EL JUICIO DE NUREMBERG>>, es una de las más magistrales lecciones de autocontrol que nos haya dado el cine y está representado muy sabiamente por dos singulares antagonistas -el juez estadounidense, Daniel Haywood, y Ernst Janning, el sindicado alemán- que, en unos cuantos meses, aprenderán a reconocerse desde lo más íntimo de su esencia y también a valorarse como se merece cada uno, mientras que nosotros, como espectadores, tendremos ocasión de aquilatar su potencial humano y su objetividad sostenida hasta las últimas consecuencias.

Escrita de manera espléndida y brillante por Abby Mann, la trama de esta película se refiere mucho menos a la condena de algunos hombres que hicieron parte de los horrorosos y abominables sucesos cometidos por el nazismo, y se adentra mucho más en la búsqueda del entendimiento humano y en la capacidad inamisible que debe tener la Justicia, para trascender los sentires de patria y los reclamos de la jurisprudencia, para dar lugar a la virtud sagrada de la conciencia y sus sapientes criterios de verdad.

De esta forma, autocontrol, verdad y justicia, se sobreponen aquí a los reclamos personales y brillan esplendorosamente en un medio donde suelen primar los más reprobables intereses. Sumado a esto, una sobrecogedora puesta en escena que, a su precisa definición de espacios, suma unas dicientes panorámicas sobre la Alemania en ruinas con detrimento de valiosísimos espacios culturales; una fotografía con ciertos encuadres que pasan del significado objetivo al subjetivo, con gran maestría; y unas actuaciones donde, Spencer Tracy, Maximilian Schell, Burt Lancaster, Montgomery Clift y Judy Garland, se llevan todas las palmas, nos lleva a sentir que, definitivamente, estamos ante una sensible y majestuosa obra maestra.

A todo lo que vemos desde lo humano, lo psicológico y lo jurídico, el director Stanley Kramer, añade también unas imágenes documentales desgarradoras, que deberían verlas todos los gobernantes del mundo de hoy, para que quizás comprendan que, con la guerra se rinde honor a la ambición, a la crueldad y a la injusticia, pero muy poco a los trascendentales valores humanos. Y así no debe ser.

Se me antoja recordar una frase que leí hace algún tiempo de, Oliver Wendell Holmes Jr. (1841-1935), uno de los más ilustres personajes del derecho estadounidense, a quien Herr Rolfe, el defensor en la película, cita muy precisamente y cuando bien sabe que le conviene:

“Lo más trascendental en este mundo no es tanto saber en dónde estamos, sino en qué dirección nos estamos moviendo”.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Más sobre Luis Guillermo Cardona
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow