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Críticas de Luis Guillermo Cardona
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Críticas ordenadas por utilidad
8
27 de junio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De otoño a otoño, un año en la vida de un joven granjero y su familia, es lo que nos cuenta George Sessions Perry (1910-1956), en su novela “Hold Autumn in your Hand” (1941), con la cual obtuvo el primer National Book Award. Con algunos elementos biográficos que seguramente rememoran a su abuela Mai y a un tío que tuvo en el más alto aprecio, la novela rememora hechos de La Gran Depresión, y muy al estilo de, “Las Uvas de la Ira” de John Steinbeck, recrea la difícil lucha por la que pasaron miles de familias para poder sobrevivir.

Con una afortunada adaptación de, Hugo Butler y Jean Renoir, la novela de Perry fue llevada al cine por el director francés, y en ella se hace una valiente apología del trabajo independiente y de la autonomía cueste lo que cueste, compromiso que asume el protagonista, Samuel Tucker, desde que recibe el mensaje de su agónico tío Pete: “Trabaja para ti mismo, cultiva tu propia cosecha”.

Lástima que no se conservara el título original de la novela, pues, ‘Toma el otoño en tu mano’, alude a sobreponerse a la vejez y a la enfermedad, y también a los fracasos y desgracias, pues, sólo así nos fortalecemos. Tras el otoño y el invierno, llega siempre la primavera, pero, para poder gozarla y disfrutar de la luz del sol, hay que resistir, vencer los obstáculos, y dar siempre lo mejor de nuestra propia esencia. Los más perseverantes suelen ser los llamados a vencer.

A la familia Tucker, los obstáculos les caerán a cántaros, pero, Sam tiene en Nona a una esposa fuerte, y ella va a ser un apoyo irrestricto a sus acciones, y sus hijos… y aún su ‘obstinada y egocéntrica’ abuela, serán un motivo para luchar. La tierra la han tomado en alquiler, pero, pueden sembrarla y, quizás con esfuerzo y compromiso un día sea suya porque el universo cree -aunque con frecuencia se demuestre lo contrario-, que la tierra es para el que la trabaja.

Jean Renoir, consigue momentos memorables y muy bien logrados visualmente, como el de la abuela empeñada en no ingresar a la destartalada casa que ha adquirido su nieto, el cual contrasta con un efectivo plano distante en el que pronto la veremos mojándose, mientras la familia está cómodamente resguardada en el interior tentándola con un aromático café y a la espera de que reflexione. De fuerte impacto, también, aquella escena en la que Sam busca un poco de leche para su hijo enfermo… y excelente el enfrentamiento a golpes entre el mal vecino, Devers, y el nuevo granjero, Tucker, con la pesca gloriosa que se producirá luego.

Empero, considero que la secuencia del enfrentamiento de, Tim y Sam contra el cantinero, fue llevada a condiciones extremas e improcedentes (y extrañamente no genera consecuencia alguna) y la del rescate en la inundación, resultó sin aire y muy débilmente resuelta.

Zachary Scott y Betty Field, logran una creíble pareja, comprometida con su preciada familia y con la libertad; pero, mejor están, J. Carrol Naish, el mezquino Devers; Blanche Yurka, la testaruda abuela, y Norman Lloyd, encarnando al extravagante, Finley. Mención para la exreina y showgirl, Noreen Nash (Becky), quien, con ese aspecto descalzo y desaliñado, luce muy, pero muy atractiva. ¡Cómo es que no estuvo nunca en una película de Tarzán!

<<El HOMBRE DEL SUR>> me recuerda una frase de William Shakespeare: “El trabajo que hacemos complacidos da por descontadas todas las molestias”.

Título para Latinoamérica: El AMOR AL TERRUÑO
Luis Guillermo Cardona
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8
26 de mayo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un tren de Chattanooga, Tennessee, el 25 de marzo de 1931 cruzaba el noreste de Alabama y, entre sus ocupantes, iba un grupo de afrodescendientes que buscaban un sitio donde vivir. En algún lugar del trayecto, alegando que el tren pertenecía a un hombre de su raza, un grupo de blancos intentó tirar del tren a un chico negro y luego la emprendieron contra el resto de los jóvenes afroamericanos que iban en un vagón, queriendo arrojarlos a todos del tren. Se produjo, entonces, una fuerte riña y un grupo armado detuvo el tren en Paint Rock, donde dos mujeres blancas clamaron haber sido violadas por los adolescentes negros que se enfrentaron con sus amigos. Los nueve chicos fueron llevados ante el tribunal de Scottsboro y, tras un acelerado juicio, fueron condenados a muerte, aunque hubo evidencia médica de que no se presentó ningún tipo de violación.

El Partido Comunista (CPUSA) y La Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP), apelaron el caso y entonces se dictaminó que, “a los acusados, se les había negado un jurado imparcial, un juicio justo, una sentencia justa y un abogado eficaz”. Trasladado el juicio a Decatour, Alabama, una de las presuntas víctimas admitió que ninguno de los Scottsboro Boys (como comenzó a llamárseles), había tocado a ninguna de las mujeres. Contra todo, las sentencias seguían en contra de los chicos, hasta que, finalmente, se retiraron los cargos contra cuatro de ellos y los demás recibieron condenas de hasta 75 años de prisión o la pena de muerte… pero, al final, ninguno de ellos pudo ser ejecutado y dos de los chicos escaparon de prisión.

En mayo de 2013 (¡ochenta años después!), la legislatura de Alabama concedió el indulto póstumo a Weems, Wright y Patterson, los únicos jóvenes afroamericanos a los que nunca se les revocó su condena.

Este caso, conmovió profundamente al escritor, Jean-Paul Sartre, y fue el punto de partida para una obra que publicó en 1947 y que tituló “La P….. Respectueuse” (las comillas no solo fueron para eludir la censura… tras conocer a su personaje, quizás podamos pensar que esa P… puede significar algo que le haga verdadera justicia.

Se trata, ahora, de una muchacha de alterne (compañera de ocasión) que, durante un viaje en tren, solo encuentra un asiento en el vagón destinado a los afroamericanos, y tras sentarse allí sin ningún prejuicio, es irrespetada por un hombre blanco quien, sin motivo alguno, asesina luego a un hombre de color. El criminal es Teddy Barnes, quien va a la cárcel… pero, resulta ser el sobrino del senador Clarke, quien aspira a la reelección. Entonces, entre su primo y el propio senador, se las van a ingeniar para convencer a Lizzie McKay, la prostituta, para que cambie su versión en favor de Teddy… aunque esto pondría la soga al cuello a otro hombre negro al que, también se sindica de haberla violado.

¿Qué hará Lizzie? ¿Superará o cederá ante las fuertes y marrulleras presiones que se avendrán enseguida? ¿Se hará justicia… o el sistema judicial estadounidense cargará con otra infame condena a un hombre inocente por el simple color de su piel?

Jacques Bost, Alexandre Astruc y el propio J.P. Sartre, se ocuparon de la adaptación cinematográfica, con significativos y muy positivos insertos y modificaciones, y Marcello Pagliero y Charles Bravant, se ocuparon de la dirección, logrando un llamativo filme que surge como otro alegato contra el racismo y la discriminación, causal de tantas y tan abominables injusticias en EE.UU. y en el resto del mundo. Leves baches en la edición y la simplicidad de la puesta en escena, no empañan lo suficiente una obra cinematográfica muy digna de verse.

<<La P… RESPETUOSA>>, no dejará a nadie indiferente.
Luis Guillermo Cardona
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8
26 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser es servir, prodigarse, fluir como lo hace el río, iluminar como lo hace el sol, producir para los demás como lo hace la tierra y la naturaleza en pleno. Si el hombre no aprende esto, se volverá avaro, miserable e infeliz, pues, el universo es recíproco y el que nada da, nada puede recibir.

De este estilo es, Ebenezer Scrooge. Nunca entendió la generosidad que otros tuvieron con él logrando iluminar su vida; nunca cayó en cuenta de que, su egocentrismo, su apatía y su falta de bondad, lo alejaban de la fraternidad, la sociabilidad y el amor… y menos llegó a pensar en lo que puede ocurrir cuando el hombre no hace lo que debe hacer para favorecer a los demás.

Pero, el universo, siempre paciente, generoso y tolerante, nunca se olvida de nadie… y tampoco se ha olvidado de Scrooge, pese a que son ya muchas las lecciones que le ha brindado para que retome el camino de la evolución y la Unicidad; por esta razón, va a enviarle a algunos mensajeros dispuestos a prevenirlo para que no termine como, Jacob Marley, su antiguo socio, quien será el primero en hacerle la necesaria advertencia.

Esta inmortal e inmaculada historia que nos legara el escritor Charles Dickens, “Canción de Navidad” (A Christmas Carol, 1843), debería ser vista (o leída) una, y muchas veces, por la humanidad entera, pues, de una manera perfectamente didáctica y accesible a todas las edades, nos ofrece una lección de esas que jamás podemos olvidar. Es una escuela de vida lo que, sencillamente está envuelto en filigrana, y conseguir asimilarla hasta llevarla a la práctica, cambiará muchas cosas en cada ser humano que consiga dar este gran paso, pues, la infelicidad que hay en el mundo es consecuencia de la ambición, la avaricia, el egoísmo y el miedo, y vencer a estos insaciables enemigos, es atraer por fin la dicha y la paz que todo el mundo anhela... ¡No hay otra manera!

Con un acertado guion de Hugo Butler, que preserva cuidadosamente la esencia moral del libro, sin omitir sus personales variaciones, el director Edwin L. Marin, consigue una muy grata realización, siendo, ésta, una de las muchas y felices versiones cinematográficas que ha tenido un cuento que la humanidad nunca olvidará… y es indudable que, muchos, la han tenido en cuenta al momento de hacer su propia versión.

No obstante su sencillez –fue rodado en blanco y negro-, el filme es ágil, divertido, lleno de calidez en sus personajes, y de un ambiente de sombra y soledad, va resurgiendo la luz y la esperanza de tal manera que consigue llegarnos al alma. Los efectos especiales todavía resultan convincentes… y las actuaciones son encantadoras, logrando a cabalidad ese atractivo ambiente de época que ahora miramos con cierta añoranza.

Se falla un poco en el maquillaje de Reginald Owen (Scrooge), pero, de resto, Gene Lockhart (Bob), Kathleen Lockhart (su esposa también en la vida real), Barry Mackay (el sobrino Fred) y Lynne Carver (Bess), entre otros, resultan encantadores, y la historia deja una sensación de despertar que agradeceremos el resto de nuestras vidas.

Título para Latinoamérica: CUENTO DE NAVIDAD
Luis Guillermo Cardona
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10
20 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí un especial grupo de seres humanos que se juntan atraídos por cosas simples que, sin proponérselo, dan brillo a la existencia. Trabajan juntos alentados por un pequeño hotel de barrio popular. Forman parejas… aunque no todos estén plenos y ya estén mirando para otro lado. Los propietarios, gente humilde como los demás, tienen su propia familia bien unida, y con su gran corazón, hacen lo que pueden para mantener la cohesión grupal.

Una pareja de inquilinos, que parece llevar rato hospedada en ese Hotel del Norte, despierta afecto hacia ella, pero, Edmond, su compañero, es visto como una suerte de ogro quizás por el frio trato que, a ella, brinda; y otra joven pareja entrará de pronto a ese mundo… teniendo un plan que va a alterar el orden que, hasta entonces, parecía darse en este grato lugar.

Una sucesión de tiernas, conmovedoras, amargas… y hasta divertidas anécdotas, tendrán ocasión en un filme que pretende recoger esa suerte de cosas simples que, repentinamente, se transforman en grandeza, cuando se comprende la suerte de valores y de sentimientos que se involucran en ellas. Es una exaltación del ser humano, un reconocimiento a la gente del común, incluyendo a algunos de aquellos que, pareciendo malos, también demuestran que tienen un corazón que palpita con vigor.

<<HOTEL DEL NORTE>>, brilla con fuerza propia, solo con la capacidad de ver un poco más allá en acciones que solemos ver como simple cotidianidad. El director, Marcel Carné, tuvo su primer gran acierto en el magnífico grupo de actores elegido para dar vida a este hotel donde, prácticamente, todos son protagonistas, pues, cada uno se convertirá en una suerte de eslabón que da sentido a esa entidad tan especial que llamamos La Especie Humana.

Annabella, Jean-Pierre Aumont, Arletty, Louis Jouvet, Bernard Blier, Jane Marken… logran personajes que tienen vida propia… y con sus encuentros y desencuentros, sus decisiones e indecisiones, se sienten tan cercanos a nosotros que bien podríamos ser alguno de ellos. También es posible Ver en alguno(s) a nuestro propio amigo o a nuestros vecinos, y ese, Ver, contiene ya un alto sentido de entendimiento.

El punto de partida fue la novela, “L’Hôtel du Nord” (1929), cuyo autor, el francés Eugène Dabit -quien falleciera a la edad de 37 años, dos años antes de que se rodara la película-, hizo parte de ese notable movimiento que se conociera como ‘Littérature Prolétarienne’ (años 30 del siglo XX) que, como condiciones para ser miembro, tenía: 1. Ser hijo de padres obreros o campesinos. 2. Ser autodidacta (que haya dejado temprano la escuela para trabajar). Y 3. Testimoniar, en sus escritos, las condiciones existenciales de la clase social a la que pertenece.

El guion, escrito por Henri Jeanson y Jean Aurenche, asegura una potente sensibilidad en los diálogos, y cada acción, además de que caracteriza con precisión a esa clase social que, contra todas las carencias y vicisitudes, sabe darle sentido a la existencia, contiene ese gusto a humanidad que, por estos lados, es donde con mayor frecuencia palpita.

Sin duda, <<HOTEL DEL NORTE>> es una película memorable.
Luis Guillermo Cardona
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7
20 de marzo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mejor conocido por sus allegados como Number One, Lauren Hardeman es el patriarca de un gran emporio industrial donde, los automóviles, son sólo uno de los tentáculos de sus negocios, y para él, su gran obsesión. Empecinado en construir un nuevo modelo que, además de barato sea de poco consumo, no contaminante y seguro (¡eso se llama visión de futuro!), Number One decide contratar al automovilista, Angelo Perino, por su peri-cia, su conocimiento de la mecánica automotriz… y porque, además, es nieto de un viejo y gran amigo, para que le ayude con el proyecto al cual bautizan, The Betsy, en homenaje a la joven biznieta del magnate a quien tiene en el más alto aprecio.

Mientras esto sucede, comenzaremos a entrar en los secretos mejor guardados de una familia que pareciera tenerlo todo, pero donde el odio, la infidelidad, la crueldad y otros malestares, tienen un lugar de primera fila. La historia se inicia en 1975, pero, para poder comprender sentimientos y actitudes muy actuales de sus protagonistas, impactantes recuerdos de los años ’30 saldrán a la luz… y así veremos que, el poder económico y la abundancia material, jamás son suficientes para atraer la felicidad.

De nuevo, y como ya lo lograra con la más alta eficacia en, “The Carpetbaggers” (1961), el escritor Harold Robbins, nos entrega a un puñado de fuertes personajes y, “The Betsy” (1971), vuelve a impactar como novela. En cambio, como película, he sentido que no logra la altura del filme de, Edward Dmytryk, sobre su anterior novela, pero, no obstante, el interés se mantiene en alto por el solvente nivel de drama y de crítica social que se preserva en su narrativa. Los diálogos son de muy buen nivel y la puesta en escena lograda por el director, Daniel Petrie, garantiza la solvencia y el estilo en que se mueve ésta suerte de personajes.

El filme salta de una época a otra, pero la edición resulta inobjetable y la caracterización de Laurence Olivier, el único personaje importante que se preserva en aquel medio siglo, es del más alto nivel. Entre las mujeres, muy bien, Jane Alexander, como la esposa de Lauren III, el hijo que no perdona al abuelo las cosas que sucedieron en el pasado; y por su parte, Lesley-Ann Down, llena la pantalla con cada plano de su divino rostro… y es ella, precisamente, la que hace notar con toda claridad, lo desubicado que resulta, Tommy-Lee Jones, en su rol de galán, luciendo esa pinta 60’s style, con más aires de cantante de rock que de exitoso hombre de negocios. ¡Cómo es que Petrie no cae en la cuenta de que estaba poniendo a su lado a una de las actrices más bellas y con más clase del cine de aquellas décadas!

Exceptuando este bache, <<THE BETSY>>, está lleno de fuertes significados y el drama de aquella prominente familia queda recreado de manera impactante… y de nuevo, se nos permite comprender que se puede tenerlo “todo”, pero, si se ha fracasado como padre y no se tiene amor, el ascenso a la cima de la vida está todavía bastante lejano.

Sin embargo -y aquí también pesa el papel que jugaron, William Bast y Walter Bernstein, en la estructura del guion-, cuando conocemos las más íntimas razones que motivan el comportamiento del prominente, Lauren Hardeman, surge una imprescindible pregunta: Aunque sus hijos tienen argumentos para odiarlo, ¿has conseguido, también tú, tener por él ese mismo sentimiento?

“Comprenderlo todo, es perdonarlo todo”, decía Friedrich Nietzsche… ¿Será que sigue teniendo razón?

Título para Latinoamérica: LOS DESALMADOS
Luis Guillermo Cardona
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