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España España · Barcelona
Críticas de Ed Lauter
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Críticas 217
Críticas ordenadas por utilidad
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16 de agosto de 2020
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
He tardado más de dieciséis años en volver a verla tras su estreno en 2003. Y me ha quedado claro que por algo sería.

El cine asiático estaba en aquella época abriéndose paso, poco a poco, al gran público, y todo lo que nos llegaba de Oriente parecía fascinar a los espectadores más metidos en el cine "de culto" que hasta entonces habían tenido acceso al cine chinorri a través de muestras organizadas en pequeñas salas o mediante la adquisición de DVDs de importación a unos precios desorbitados. Y lo cierto es que la pasión con que hablaban estos aficionados sobre estas películas, quizá influidos por los 36 o 40 euros desembolsados por film, parecía abrirte paso a un valhala fílmico nunca antes conocido.

Y a decir verdad, aquel primer visionado de Oldboy me impactó. Más bien me incomodó. El tono del relato, entre cómico y sórdido, muy típico en muchas cintas orientales. La sobreactuación, también muy habitual en este cine. Unos personajes que se comportaban de forma un tanto ilógica. Y, cómo no, las tradicionales escenas gratuitamente impactantes por su violencia (básicamente la tapa de pulpo a feira poco hecho que se come el protagonista) que seguían la línea de autores a los que ya habíamos empezado a conocer (y yo personalmente a rehuir) como el japonés Takashi Miike.

Mi sensación fue la de haber visto una película diferente, que siempre vale la pena, con alguna escena memorable (el traveling del túnel con el protagonista enfrentándose a unos gangsters) y poco más. En cambio en mi entorno e incluso en el mundillo cinéfilo en general, Oldboy fue un pepinazo. La gente parecía haber vivido una epifanía durante su visionado. Eso sí, si les preguntabas qué les había gustado de la película, todo el mundo parecía coincidir: la escena del pulpo y la escena del túnel. De acuerdo, a mi también me llamaron la atención. ¿Pero algo más? Me parece muy poco para luego encontrarme este film valorado con casi ¡un 8! en Filmaffinity. Yo le puse un 6, con la sensación de estar perdiéndome algo. Y jamás quise volver a verla.

Así que, dieciséis años después me la encuentro en televisión y decido darle una segunda oportunidad. Quizá ahora sí estaba preparado para apreciar esta obra maestra.

Tras quedarme sobado a los veinte minutos (la sobremesa no ayudó mucho), a medio camino entre el interés por la extraña situación del protagonista y la antipatía que me generaba, insistí esa misma noche para verla al completo. Definitivamente este segundo visionado me ha abierto los ojos: Oldboy es una auténtica turra.

Además de los problemas citados más arriba que había detectado años atrás, las dos famosas escenas han dejado de impactarme. La del pulpo porque ya no cuentas con el factor sorpresa. Y además es una escena totalmente gratuita e insustancial. Y el traveling en el túnel, a día de hoy, me ha parecido tremendamente pobre, con un combate pésimamente coreografíado. Por lo demás, cuenta de forma enrevesadísima una historia de venganza de lo más simplona e incoherente, sumándole muchos detalles absolutamente demenciales, como el aspecto físico de alguno de los protagonistas que no cuadra en absoluto con la edad que deberían aparentar.

Para rematar, la historia está tremendamente alargada, su última hora se hace eterna. Pero, todo un clásico en algunos directores del lejano Oriente, añadir casquería fina y cuatro ramalazos de violencia, le sirve a Park Chan-Wook para firmar una obra "de culto" entre muchísimos cinéfilos. No teneis más que citar el título y siempre habrá alguien que salte al instante con un "¡Sí! ¡La escena del pulpo!". Pues eso.
Ed Lauter
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4 de agosto de 2014
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El Lute II: mañana seré libre" es la continuación de "El Lute: camina o revienta", película basada en la historia de un popular delincuente común de la época del Tardofranquismo, Eleuterio Sánchez "El Lute", y que fue dirigida por el mismo director que su secuela, Vicente Aranda. "Camina o revienta" se centraba en las vicisitudes de El Lute, un humilde merchero al que, en los años 60, su precaria situación económica le impulsa a participar primero en pequeños hurtos que acabarán conduciéndole finalmente a colaborar en un atraco con resultado de homicidio. Como consecuencia, El Lute da con sus huesos en la cárcel para descubrir de la forma más cruda y cruel cómo se las gastaba la Policía durante el Franquismo, especialmente la Guardia Civil, así como su absoluta impunidad dentro y fuera de sus cuarteles.

"Camina o revienta" se rodó en un tono conciso e hiperrealista y se ceñía a los inicios de la biografía delictiva de Eleuterio Sánchez. El film desprendía ante todo autenticidad, tanto en los sucesos relatados como en las interpretaciones de sus actores principales (Arias y Abril por encima de todos). Una autenticidad reflejada especialmente en la desesperación y obstinación de El Lute por evitar su oscuro destino, sobre todo en una segunda mitad del film centrada en la dramática y casi suicida huida del tren que conduce a El Lute a prisión.

En cambio con "El Lute II: mañana seré libre" nos encontramos ante una de las primeras incursiones del cine español en el género de los superhéroes. Al menos ésa es la conclusión a la que llegué tras terminar de verla entre alucinado y consternado. "Mañana seré libre" retoma la historia de El Lute tras su captura al final de la primera parte. El Lute es trasladado al Penal del Puerto de Santa María, donde (y aquí hay que leer entre líneas este sorprendente guión) el Gobierno le utiliza en una serie de experimentos secretos que le convierten en un mutante de poderes extraordinarios. Cual pupilo del profesor Charles Xavier, El Lute hace gala de una fuerza, velocidad, resistencia física y psíquica y una capacidad de metarfosearse asombrosas. Ése es Eleuterio Sánchez en "El Lute II".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ed Lauter
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2
16 de octubre de 2021
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Amenábar hay que concederle el mérito de haber sacudido los cimientos del cine español con su debut (Tesis, 1996) en un momento en que el cine de género en España parecía sepultado para siempre por una industria empeñada en machacar el espectador con comedietas ridículas, historias de la Guerra Civil y pajas mentales de autor. Eso sí, nunca faltaba en ese cine una buena ración de tetas, un desnudo sin venir a cuento o unas cuantas escenas de sexo para compensar la falta de talento cinematográfico. Tesis, una opera prima llena imperfecciones, llegó a ganar 7 Goyas ni más ni menos impulsada, más que por su calidad, por el gigantesco soplo de aire fresco que suponía encontrarse en la cartelera un thriller que no procediera del otro lado del Atlántico. Con el paso de los años al revisionarla es inevitable no poder dar crédito a la cantidad de galardones que obtuvo si no es por el contexto en que fue estrenada.

El segundo film de Amenábar, Abre los ojos, fue mucho más ambicioso que su debut. El jovencísimo director se había convertido de la noche a la mañana en un fenómeno de nuestro cine y, bajo esa aureola de genio que todo el mundo parecía otorgarle, puso toda la carne en el asador para producir una historia mucho más compleja y poliédrica que la de Tesis, que incluso se atrevía a flirtear con la ciencia-ficción, y que volvió a arrasar favorablemente entre crítica y público, rendidos ante el bautizado como "Hitchcock español".

Sin embargo no hay más que revisionarla a día de hoy para, igual que ocurría con su ópera prima, constatar que el contexto y la situación del cine español en el momento de su estreno son factores fundamentales para comprender cómo una película tan floja como ésta pudo llegar a causar tal impacto. De hecho el propio Alejandro Amenábar la considera la peor película de su filmografía y reconoce sin avergonzarse los numerosos defectos que la lastran, defectos que el cinesta atribuye a la juventud e inexperiencia tanto suya como la de su entonces inseparable guionista Mateo Gil.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ed Lauter
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1
23 de julio de 2016
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valorarla con un 1 quizá sea excesivo, pero es lo que se merece sin discusión cuando se compara cualquier mínimo detalle con su predecesora. La obra original "Depredador" es una película extraordinaria en todos sus aspectos, más allá del género de acción y ci-fi/fantasía. Una maravilla que a día de hoy funciona tan bien y se disfruta tanto como el día de su estreno: por tener un guión sólido y coherente, unos personajes carismáticos y creibles, y unos efectos especiales (analógicos) asombrosamente realistas y que por eso mismo jamás darán el cante como ya lo dan tantas y tantas películas posteriores con toneladas de CGI.

Un éxito de taquilla como "Depredador" era carne de secuela tarde o temprano. Y como suele suceder, la continuación no sólo es incapaz de superar a la original sino que da auténtica pena. "Depredador 2" es una bazofia y un ejemplo de cómo realizar una mala película de acción teniendo todos los medios posibles a su alcance... pero poniéndolos al servicio de un guión lamentable.

"Depredador 2" cuenta con todos los defectos del peor cine de acción. Los personajes (todos) son puros estereotipos, previsibles, planos y sobreactuados hasta la locura. El guión no incorpora ningún elemento novedoso, más allá de trasladar la acción a una ciudad, respecto a la primera película, con lo que si a eso se le añade la ausencia del factor sorpresa sobre el cazador alienígena, sabes qué va a pasar en todo momento, quién va a morir y cómo. Y los personajes son tan patéticos que te da igual quién muera o deje de morir (además, más de un personaje que parece haber muerto... vuelve a la vida instantes después como si tal cosa). Y todo ello trufado de diálogos vergonzantes, de golpes de humor (¿?) ridículos, de escenas de acción aburridísimas que se encadenan sin descanso una tras otra, de situaciones incoherentes e increibles o directamente estúpidas (la escena del metro, la del depredador destrozando el cuarto de baño de un piso y sus inquilinos sin enterarse hasta que le da por gritar)... No hay por dónde cogerla.

"Depredador 2" me recuerda muchísimo a "Robocop 2". Ambas secuelas fueron incapaces ni siquiera de acercarse lo más mínimo a su fuente original, reutilizando de mala manera elementos que sí habían brillado en sus correspondientes primeras partes. Algo tendrá que ver en ello la mano de John McTiernan y Paul Verhoeven.
Ed Lauter
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1
15 de agosto de 2017
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En pleno apogeo del "fenómeno Amenábar", cuyos dos primeros y existosos trabajos ("Tesis" y "Abre los ojos") pusieron de moda entre el público nacional el género del terror psicológico hecho aquí con pinceladas slasher, la "industria" española decidió explotar la veta a fondo a base de emular con muy escasa fortuna títulos de éxito del slasher norteamericano que también parecía gozar de buena salud durante la década de los 90 del siglo XX (la saga "Scream", "Sé lo que hicisteis el último verano", "Leyenda urbana", etc). No fueron muchas las películas que formaron este boom, pero sin duda dejaron huella en el cerebro de todo incauto que decidió perder dos horas de vida en el cine o ante el televisor esperando encontrar un producto cinematográfico con un mínimo de calidad, algo que sí puede decirse de los dos primeros films de Alejandro Amenábar.

"El arte de morir" se estrenó poco después de "Nadie conoce a nadie", dos films que apostaban por la marca Amenábar para atraer espectadores. Mientras que "Nadie conoce a nadie" estaba dirigida por Mateo Gil, guionista de "Tesis" y "Abre los ojos", las dos películas se repartían a los protagonistas de la ópera prima de Amenábar: Eduardo Noriega por un lado y Fele Martínez por otro. Las influencias del director de origen hispano-chileno en estas películas son muy obvias: personajes juveniles, guiones llenos de giros (casi siempre indescifrables y tramposo), y cierta pretenciosidad tratándose de un género tan básico como el terror. El resultado en ambas películas es un batiburrillo de estereotipos y referencias mil veces vistas que culminan en dos films sin personalidad propia, a cuál peor.

En el caso que nos ocupa "El arte de morir" cuenta con todos los ingredientes de una mala película. Empezando por un guión patético que además peca de retorcido y tramposo, dejando al espectador lleno de dudas a lo largo de la película. Una dirección lamentable que demostraba que Fernández Armero, presunto fan del cine slasher pese a firmar habitualmente comedias romanticonas, no era el realizador adecuado para una cinta como ésta. Una banda sonora criminal, apoyada en un montón de temas malísimos de rock alternativo español muy de la época. Y terminando por unos ¿actores? recién salidos de la mítica a la par de vomitiva serie "Al salir de clase" como prinicipal reclamo para un público que acudió en masa a las salas de cine. No se salva ni uno.

El pobre Fele Martínez hace lo que puede con un papel lleno de agujeros. Elsa Pataky demuestra lo que es: un cuerpo bonito y una cara bonita, pero sin talento alguno para la interpretación y sorprendentemente tampoco para el baile (menudo sentido del ritmo y de la sensualidad haciendo de gogó en la peli... que le eche un ojo a Salma Hayek en "Abierto hasta el amanecer" si lo que quiere es aprender a ponérsela dura a alguien moviendo las caderas). Sergio Peris-Mencheta... es que me da la risa cada vez que le veo haciendo de tio duro en cualquier película. De Adrià Collado poco puede esperarse, justo lo contrario de una Lucía Jiménez desaprovechadísima. Y dejo para el final a una María Esteve cuya actuación es por momentos involuntariamente cómica. Actriz patética haciendo carrera por ser "hija de". Ah, me dejaba a Gustavo Salmerón sobreactuando en el clásico papel de iluminado-psicópata de este tipo de películas. Pues eso, de pena.

Entre los adultos destacaría tan solo a Emilio Gutiérrez Caba fracasando en un papel de poli malo que no le pega en absoluto. Y que alguien del talento de Gutiérrez Caba destaque negativamente sólo puede ser culpa del director de este engendro. El otro adulto con cierto peso en la película es Adolfo Fernández, cuya interpretación va mucho más allá de la sobreactuación. Es junto a Peris-Mencheta y María Esteve los que por momentos me han hecho soltar una carcajada entre tanto sopor.

La película se hace larguísima para lo que cuenta. Los giros de guión ayudan muy poquito y el final abierto y ambiguo es el esperado en un guión sin pies ni cabeza. Su pretenciosidad, lo mucho que se toma en serio a sí misma y la absoluta escasez de tetas (¿dónde se ha visto que una película así no tenga las escenas de sexo grauito de rigor??) y de sentido del humor la convierten en una de las peores películas del género. Me sorprende la elevada nota que tiene en FA (4.4).
Ed Lauter
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