Hace tiempo, viendo otras películas, se me dio por pensar cual era el personaje de película más malo que había visto. A uno se le vienen a la cabeza esas infinitas listas que circulan por ahí de las 10 mejores, las 10 más vistas, las 10 más caras, los 10 más malos,... Bueno, pues yo nunca he sabido confeccionar una lista de este estilo. Creo que he visto demasiadas películas para tenerlo tan claro. Esto viene a colación del título de la crítica, ya que resulta que el personaje de la niña es el personaje más vil y despreciable que he visto, sino en mi vida, en muchos, muchos años. No digo más para no desvelar la trama pero merece verla sólo por la actuación de la chiquilla.

Papelazo el de la niña Bonita Granville que sustenta prácticamente ella sóla todo el metraje. El resto de actores tampoco están mal, hacen un trabajo bastante aceptable, pero a uno le queda la sensación de haber visto ya, en algún otro lado, las mismas situaciones.

No digo más, hay que verla.

Voy a ser escueto en mi crítica, no dispongo ni de recursos ni de ganas para enfangarme. No se trata de una gran obra maestra, tampoco lo pretende. Pero verla te deja ese regusto de las cosas bien hechas. La historia no es nada del otro mundo, no destaca por su originalidad, pero si por su sencillez y claridad. Tampoco hay linealidad ni estereotipos.

Lo que más me llama la atención es el trabajo de los actores (bien de ellos mismos o bien de la dirección de actores) y la complejidad o la profundidad de los personajes, acabo la película convencido que son todos cojonudos. Mención especial a Ryan Gosling (ya me había dejado temblando en The Believer) y a Shareeka Epps (totalmente desconocida), es impresionante conseguir tanto gesticulando tan poco.

Un consejo para los amantes del histrionismo: no es resulta directamente proporcional la gesticulación y la sobreactuación con llegar a transmitir el mensaje, a veces con una mirada se es más efectivo. El mérito está en conseguirlo.

Ánimo y dedicadle 106 minutos de vuestras vidas, yo creo que se lo merece.

No sé si me perdí algo entre robotines con andares reumáticos programables con cartuchos de la GAME GEAR, sangre con demasiada textura ketchup, personajes mega-esteriotipados (vaya tela con el trio, podrían ser el bueno el feo y el malo), sobreactuaciones estelares (el de SMONKA diría: muy contenido, si señor),... es que incluso los ridículos nombres que le pone a los robots son de traca. Vale que no todos tienen el presupuesto de Spielberg para hacer ciencia ficción pero al menos que resulte mínimamente creíble. Me pareció todo un chiste.

Lo dicho, o todos estos trucos hicieron que no pasara a la verdadera chicha o sencillamente no tengo ni puta idea de cine, que tampoco lo descarto.

Y le pongo floja porque me encantan las pelis del espacio.

Reconozco que refleja como pocas el ambiente y la cultura pop de por aquellas, todo ese desenfreno sexual y mental en el que parece que nadie tiene reglas. La banda sonora también me merece todos mis respetos. Incluso hay un cameo de una banda de los 60 que ahora no recuerdo bien. Vale, hasta ahí. Pero es que ya no te tengo el cuerpo para según que cosas. Quizás si la hubiera visto a los 18 aderezada de alguna sustancia psicotrópica le encontraría más xeito. A estás alturas de la película me perdía en las secuencias.

Acabó la pelicúla y yo intentando descifrar que coño es lo que he visto.

Le doy un dos porque tiene algunos momentos en los que refleja bastante bien la estupidez humana (ya no digo yanki), al margen de la estupidez del protagonista, claro.

Humor cocho, barato y muy fácil. A mi no me hizo ni puta gracia, vamos.