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Críticas ordenadas por utilidad
18 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Las mujeres no podemos hacer otra cosa; solo esperar".
La Calle Mayor comienza siendo el escenario de una rutina benevolente y acogedora para ir bifurcándose en meandros y callejones más sinuosos y tétricos. La vida provinciana se desarrolla sin alteraciones y siguiendo unas costumbres tan rígidas que pueden llegar a hacer daño. La calidez se transforma en frialdad y el aire puro en prisión angosta. La Calle Mayor gira en recodos hasta convertirse en un vórtice sin escapatoria posible. El retrato miniaturizado de una vida que nos es demasiado familiar. Crueldad social sin misericordia. Personas asesinadas por el aburrimiento. La tragedia que supone una elección imposible: morir o matar.
La Calle Mayor comienza siendo el escenario de una rutina benevolente y acogedora para ir bifurcándose en meandros y callejones más sinuosos y tétricos. La vida provinciana se desarrolla sin alteraciones y siguiendo unas costumbres tan rígidas que pueden llegar a hacer daño. La calidez se transforma en frialdad y el aire puro en prisión angosta. La Calle Mayor gira en recodos hasta convertirse en un vórtice sin escapatoria posible. El retrato miniaturizado de una vida que nos es demasiado familiar. Crueldad social sin misericordia. Personas asesinadas por el aburrimiento. La tragedia que supone una elección imposible: morir o matar.
6 de noviembre de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra que es una isla en sí misma, "Vampyr" vive a caballo entre dos mundos. Entre el cine mudo del que conserva los intertítulos y el carácter literario, y el cine sonoro. Entre el mundo real y el onírico. En esta interzona es donde se mueve la imaginación de Dreyer como pez en el agua para relatarnos una historia oscura e irreal entre imágenes brumosas y de grano gordo con momentos impagables como el rodaje de las sombras, los planos imposibles y las transparencias fantasmales. Un auténtico manual de técnica al servicio de un sueño malsano y terrorífico que se alimenta de carne real para transformarla en un producto vidrioso y fascinante. De pesadilla.
7 de noviembre de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es "Vértigo" una maravilla de las que cuesta decir algo y no parecer idiota. Porque a su lado todo parece menos importante y por supuesto unas palabras torpes y apresuradas no van a escapar a esta idea.
La película está hecha de materiales nobles que la convierten en una de las obras maestras más absolutas de la historia del cine. Todo en ella es maravilloso e icónico hasta tal punto que se antoja imposible escapar a ese vórtice de deseo obsesivo, el pasado que se repite, ese rastro fantasmal que queda tras la pérdida y la redención a través del enfrentamiento con los fantasmas y los miedos. Y por supuesto la historia criminal, sorprendente una vez más.
No sabría decir qué es lo que más me gusta de ella. Si la música, los encuadres, la iluminación, los contrapicados imposibles, los efectos cuando Scottie (James Stewart) siente los síntomas de su acrofobia, la historia, Kim Novak, el deseo latente que supura cada cruce de miradas… Hay demasiado a lo que agarrarse, demasiado que disfrutar.
La película está hecha de materiales nobles que la convierten en una de las obras maestras más absolutas de la historia del cine. Todo en ella es maravilloso e icónico hasta tal punto que se antoja imposible escapar a ese vórtice de deseo obsesivo, el pasado que se repite, ese rastro fantasmal que queda tras la pérdida y la redención a través del enfrentamiento con los fantasmas y los miedos. Y por supuesto la historia criminal, sorprendente una vez más.
No sabría decir qué es lo que más me gusta de ella. Si la música, los encuadres, la iluminación, los contrapicados imposibles, los efectos cuando Scottie (James Stewart) siente los síntomas de su acrofobia, la historia, Kim Novak, el deseo latente que supura cada cruce de miradas… Hay demasiado a lo que agarrarse, demasiado que disfrutar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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3 de agosto de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El segundo capítulo de la "trilogía finlandesa" de Kaurismäki es un nuevo canto a los desheredados. En la presentación de su película de 2006, "Luces al atardecer, el realizador afirmaba jocoso que "Finlandia es el país más rico y feliz de la tierra". Ironía malsana y cruel si nos acercamos a su filmografía.
En "Un hombre sin pasado", el protagonista es apaleado y despojado de todo, incluyendo su nombre y su memoria. A partir de aquí es acogido por una pareja de indigentes y ayudado por el ejército de salvación. En este entorno encontrará el amor a la vez que irá tratando de reconducir su vida. Kaurismäki denuncia el abismo social entre clases y el árido camino vital de los sin techo aunque a la vez se preocupa de dignificar la miseria. El hogar del protagonista, un contenedor de mercancías abandonado, es el mejor símbolo de esta idea, así como las ropas que consigue en un almacén de caridad. Ambos elementos poseen una dignidad extraña que enlaza con la no-actuación de unos personajes hieráticos y carentes de emoción. Así todo parece tan aséptico e indoloro como la idiosincrasia nórdica que late en cada plano y en cada frase.
En la película no todo es pesimismo. Es cierto que el peso de los requerimientos sociales parecen aplastar por momentos a un protagonista que, no lo olvidemos, no tiene nombre. No puede por tanto abrirse una cuenta bancaria, no puede encontrar un trabajo y no puede colaborar con la policía cuando le exigen que se identifique. Aún así, este hombre condenado a vivir al margen es capaz de crear esperanza a su alrededor, ya sea a través de la música o de su paso firme hacia delante. Al fin y al cabo no tiene nada que dejar atrás. Esa es su tragedia y su esperanza. Empezar de nuevo, aun desde lo más bajo, sin deudas que saldar, sin culpas, sin miedos.
En "Un hombre sin pasado", el protagonista es apaleado y despojado de todo, incluyendo su nombre y su memoria. A partir de aquí es acogido por una pareja de indigentes y ayudado por el ejército de salvación. En este entorno encontrará el amor a la vez que irá tratando de reconducir su vida. Kaurismäki denuncia el abismo social entre clases y el árido camino vital de los sin techo aunque a la vez se preocupa de dignificar la miseria. El hogar del protagonista, un contenedor de mercancías abandonado, es el mejor símbolo de esta idea, así como las ropas que consigue en un almacén de caridad. Ambos elementos poseen una dignidad extraña que enlaza con la no-actuación de unos personajes hieráticos y carentes de emoción. Así todo parece tan aséptico e indoloro como la idiosincrasia nórdica que late en cada plano y en cada frase.
En la película no todo es pesimismo. Es cierto que el peso de los requerimientos sociales parecen aplastar por momentos a un protagonista que, no lo olvidemos, no tiene nombre. No puede por tanto abrirse una cuenta bancaria, no puede encontrar un trabajo y no puede colaborar con la policía cuando le exigen que se identifique. Aún así, este hombre condenado a vivir al margen es capaz de crear esperanza a su alrededor, ya sea a través de la música o de su paso firme hacia delante. Al fin y al cabo no tiene nada que dejar atrás. Esa es su tragedia y su esperanza. Empezar de nuevo, aun desde lo más bajo, sin deudas que saldar, sin culpas, sin miedos.
27 de agosto de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Monsieur Verdoux" es una película extraña dentro de la filmografía de Chaplin. Lo primero que viene a tu mente es que se debe a su oscuridad. Sin embargo esta no viene, como podría parecer a priori, de su humor negro. Aunque este le otorga una leve carga amarga, lo que impone y choca viene de la filosofía desesperada que yace en su interior. El pesimismo y la resignación ante la injusticia de un mundo en el que el individuo paga y los estados triunfan. Una idea valiente por derecho propio y por cómo la plasmó Chaplin en una película que se convertiría en un escándalo en su época. La sociedad no estaba preparada para el tono amoral de una cinta en la que un asesino no se arrepiente de sus crímenes porque considera que la sociedad no le ha dejado más salida. Hoy día parece increíble que Chaplin se atreviera a filmar una historia tan perversa que no era más que el reflejo de un estado de ánimo y de una crisis social y económica que vale para cualquier época. Por eso, hoy también, "Monsieur Verdoux" está de plena actualidad.
Las ideas siniestras no tienen por qué ser siempre las mejores, pero cuando van a contracorriente, cuando surgen de la necesidad del artista por expresarse y romper, son las que perduran. Chaplin se atrevió con esta película, como había hecho en toda su carrera, con unas ideas que reflejaban sus sentimientos y el pulso social. No ofrecían esperanza. ¿Puede haberla acaso? Un genio sin dios ni amo.
Las ideas siniestras no tienen por qué ser siempre las mejores, pero cuando van a contracorriente, cuando surgen de la necesidad del artista por expresarse y romper, son las que perduran. Chaplin se atrevió con esta película, como había hecho en toda su carrera, con unas ideas que reflejaban sus sentimientos y el pulso social. No ofrecían esperanza. ¿Puede haberla acaso? Un genio sin dios ni amo.
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