"Sleepy Hollow" es una historia inspirada en la novela homónima de Washington Irvin, en la que un policía de la ciudad de Nueva York, a finales del siglo XVIII, viaja al pueblo de Sleepy Hollow a investigar una serie de asesinatos producidos por decapitación, supuestamente a manos de un jinete sin cabeza procedente del infierno.

La película cuenta con la típica ambientación oscura y gótica que tan bien se le da llevar a cabo a Tim Burton, siendo de nuevo uno de los aspectos más destacables del filme. Tanto el vestuario, como la caracterización de los personajes, pasando por la ambientación y los decorados, cumplen a la perfección para trasladarnos a un universo de cuento clásico, donde la magia y la hechicería son posibles.

Si bien es cierto que el guión parte de una buena base, y así se desarrolla durante toda la película, por momentos peca de falta de intensidad. También se introducen ciertos elementos que pretenden ahondar en la personalidad de algún protagonista, pero no será esa la sensación que nos transmitan, más bien nos quedaremos a medias en este sentido.

Las interpretaciones son otro punto fuerte de la película; el papel protagonista para un Johnny Depp que tiene más que dominado el registro que le toca desplegar en este tipo de filmes, la a veces insípida Christina Ricci, como la inocente dama que fija sus ojos en el recién llegado y Christopher Walken como el jinete sediento de sangre y cabezas, papel que logra bordar. En menor medida la película cuenta con la participación de Casper Van Dien o Christopher Lee.

Si bien es cierto que la película fue catalogada como "cine de terror", quizá esta no sea la etiqueta que mejor le siente, encontrándonos ante una película más de suspense e intriga que de terror propiamente dicho. Las cabezas cortadas llenarán la pantalla, de forma excesiva a veces, y las escenas sangrientas, aunque con cierto toque de serie b, serán también una constante. Todos estos ingredientes derivan en un buen cocktail de entretenimiento que cumple lo que se propone, además de sumergir al espectador en una atmósfera de fantasía gótica muy bien llevada a cabo.

"Los chicos del barrio" es una street opera que nos traslada al barrio de South Central en la ciudad de Los Ángeles, California, concretamente en la década de los 90. En esta ciudad, los barrios de mayoría negra habían sufrido escaladas de violencia sin precedentes gracias a factores como la proliferación de las bandas callejeras, el mercado de drogas o el aumento de la posesión de armas entre sus vecinos. La película toca directamente esta temática, poniéndonos en la piel de un grupo de chicos que crecen en el barrio y las secuelas que este ha implantado en ellos son casi ya irreversibles.

Lo más destacable del proyecto en sí es su originalidad, ya que hasta la fecha ninguna película había tocado con tanta profundidad el tema de la violencia en los ghettos de América, y en especial en Los Ángeles, poniendo en primera persona a la gente que más lo sufre; la población de estos barrios. Existe el precedente de "Colors", pero al ser esta una película cuyos protagonistas son policías, nos encontramos frente a dos historias completamente distintas.

La película se trata del primer trabajo del director John Singleton (2 fast 2 furious), en el que introduce a actores como el rapero Ice Cube o un prácticamente desconocido por aquel entonces Cuba Gooding Jr. La inexperiencia en su elenco a veces es visible, sobretodo en la interpretación del propio Cuba, que da vida al joven Tre, en la que se percibe un proceso de caracterización del personaje casi incompleto y poco creíble en ocasiones. A pesar de esto, el filme logra cumplir las cotas que se propone y nos acerca una historia cruda y realista, en la que no hay ganadores ni perdedores.

La crítica social es también una constante a lo largo del guión. Podemos ver cómo no sólo se denuncia el comportamiento de los propios jóvenes que habitan estos ghettos, sino también el de las altas esferas que no mueven un dedo por hacer que la situación sea diferente en los bajos fondos.

En resumidas cuentas, con "Los chicos del barrio" nos encontramos una película muy rica en contenido, en la que cierto sector de la juventud afroamericana de los 90 es representada de forma fidedigna y realista. El marco social en el que se sitúa el filme fue algo totalmente novedoso y hasta entonces nunca visto en la gran pantalla, por lo que hoy no sólo hablamos de un clásico en cuanto a temática se refiere, sino también del modelo que muchas películas posteriores han querido seguir a la hora de hablar de la violencia juvenil y callejera en ghettos de toda América.

Película de 1981, dirigida y escrita por el gran John Carpenter. Nos sitúa en un hipotético 1997, en el cual el crimen en Estados Unidos se ha multiplicado un 400% y la isla de Manhattan ha sido rodeada por un muro para convertirla en una prisión enorme. Los criminales que son enviados allí vivirán a su aire, sin policías ni vigilantes salvo los que patrullan los bordes de la isla para evitar fugas de reclusos. En esta especie de futuro post-apocalíptico, el avión del presidente es secuestrado y se estrella contra uno de los edificios de la ciudad. Es a partir de este momento cuando las autoridades han de tomar una decisión y recurren a un hombre que estaba a punto de entrar a la isla en condición de preso; Serpiente Plisken. Este carismático personaje, interpretado por Kurt Russel, es una especie de ejército de un solo hombre, quien tiene la misión de infiltrarse en Manhattan para traer al presidente con vida en un plazo de 24 horas. Allí se encontrará con una ciudad en ruinas, una población que ha perdido la cabeza, y una sociedad que se rige bajo el mandato de El Duque (Isaac Hayes), el cual pretende utilizar al presidente para conseguir un billete de salida de Manhattan.

Nos encontramos ante una joya cinematográfica de ciencia ficción, que nos plantea un futuro post-apocalíptico de crimen, además de enfocar a una nación que parece derrumbarse debido a la corrupción que sufre. Esta corrupción es palpable en muchos de los aspectos de la película, ya que no sólo los criminales que habitan Manhattan se servirán de medios de dudosa moralidad para conseguir sus objetivos. Cabe destacar que si bien no se trata de la primera película que plantea un futuro desgarrado por el propio ser humano y su codicia y sed de violencia, su apuesta sí es original al convertir la isla de Manhattan en el escenario de una barbarie de la que el gobierno de Estados Unidos es el principal artífice. La película cuenta con una serie de efectos especiales que si bien se nota de qué época son, cumplen a la perfección para trasladar al espectador a este desgarrado escenario, y más teniendo en cuenta que ha sido rodada casi de forma íntegra en Saint Louis y Los Ángeles, con una única escena en Manhattan enfocando a la Estatua de la Libertad.

Otro de los aspectos destacables en el filme son los personajes. Evidentemente brilla por encima del resto un Serpiente Plisken enorme, frío y constante, que no se echa atrás en ningún punto de su misión y nos transmite esa dureza que tanto nos gusta ver en un antihéroe al que le han cortado las alas. También encontramos una gran actuación de Lee Van Cleef como el alcaide del penal de Manhattan, otro personaje frío y meticuloso, seguro de las cualidades de Serpiente, que no dudará en engañarlo para salirse con la suya. Isaac Hayes encarna a un Duque prepotente y autoritario, egoísta y fanfarrón, que dará guerra junto a sus secuaces.

Hay ciertas películas que nunca mueren y los siete magníficos es una de ellas. Nos encontramos frente a uno de los westerns más clásicos de la historia del género, que además cuenta con un elenco de actores formidable como Yul Brynner, Steve McQueen o Charles Bronson. Una historia en la que se presentan los héroes y se llega a cuestionar su motivación y cuales son las recompensas de la vida del pistolero.

La historia nos lleva a un pueblo de México, en la frontera con Estados Unidos, que está siendo saqueado por el mismo bandolero desde hace ya bastante tiempo. Sus habitantes al ver que no pueden seguir haciendo frente a la escasez que acarrea tales saqueos, deciden cruzar la frontera para buscar ayuda. Allí conocen a Chris (Brynner) el cual les ayuda a formar un equipo de siete pistoleros que se establecerán durante un tiempo en el pueblo, entrenando e instruyendo a los campesinos para el combate contra la banda que les acosa. En ese pueblo no sólo encuentran un trabajo, sino también algo que les hace plantearse su propia vida y hacia donde les conduce esta.

Una historia donde una serie de personajes de gran carisma encarnan al héroe clásico, en la que no faltan elementos como el amor o los valores familiares, inculcados por Bernardo (Bronson). Una película clásica que debe estar en la estantería de todo amante del género y coleccionista de cine. Cabe destacar también su maravillosa banda sonora.

Lamentablemente no siempre se consigue lo que se busca, y esta película es el mejor ejemplo para demostrar esta afirmación. Nos encontramos ante lo que debía ser un proyecto de magnas proporciones, tanto en la dirección (David Lynch), como en la producción (Dino de Laurentiis), y el resultado obtenido seguramente sea uno de los trabajos que estos dos profesionales del séptimo arte hubieran querido olvidar con mayor dilación en sus respectivas carreras.

El filme, una adaptación de la aclamada novela de ciencia ficción bajo el mismo título, nos transporta a un hipotético futuro en el que dos clanes se enfrentan por dominar una fuente de energía que permite viajar en el espacio, además de tener otras propiedades. Este futuro se nos presenta estéticamente lúgubre, con toques de ciber-punk y escaso orden social. La caracterización estética de este universo llega a ser poco atractiva en exceso, en la que veremos personajes cada cual más pintoresco y desagradable.

Por si eso fuera poco, la historia, a pesar de definirse como una trama simple, pretende ser dotada con cierta complejidad innecesaria que no ayuda a la comprensión de la misma por parte del espectador. Nos cansaremos de ver diálogos en los que se dejan cosas a medias y de escuchar los pensamientos de ciertos protagonistas, algo que llega a resultar tedioso.

El montaje de la película tampoco es un punto a su favor, ya que nos encontramos ante una obra que inicialmente contaba con 8 horas de duración, siendo reducidas más tarde a 5 para su exposición y finalmente a 2, por lo que la sensación de que en ciertos momentos nos encontramos ante una sucesión de escenas inconexas, será una constante durante el filme.

En el plano visual tampoco cabe destacar ningún aspecto, excepto los decorados. Los efectos especiales de la película pecan de pobreza en numerosas ocasiones, restando un gran atractivo y provocando el rechazo del espectador en más de una ocasión. A pesar de ser un filme de 1984, ya existían en la época películas con una gama de efectos especiales muy superiores a los vistos en la cinta de Lynch (sin ir más lejos "El retorno del Jedi" de 1983).

Normalmente se suele decir que adaptar una novela a la gran pantalla conlleva sus problemas de realización, y "Dune" ilustra esta sentencia con total firmeza. Una obra literaria que cuenta con miles de seguidores en todo el mundo no se ve compensada con una película floja, mal planteada y mal narrada, con una producción pobre y unos personajes poco atractivos y escasamente definidos. Ha habido algún rumor de remake, y ciertamente quien se ocupe de llevarlo a cabo lo tendrá fácil para subir el listón, siempre y cuando huya del marco establecido por esta película y se acerque más a la propia novela.