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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3,333
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de febrero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría decir que, <<SONRISAS Y LÁGRIMAS>>, es una película tan artificiosa e insostenible como muchas de aquellas que ya nos ha dado la historia del cine: Tiene un capitán de recia apariencia, pero con un claro amaneramiento y un corazón de mantequilla. Hay un convento donde las monjas, en su mayoría, parecen sacadas de un reinado de belleza y son todas encantadoras, en especial ¡la abadesa! Hay una condesa dispuesta a casarse –como casi siempre ocurre- por conveniencia, pero preserva una gran altura y se retira, sin imprudencia alguna, cuando es debido. Los nazis dan cuenta de una gran tolerancia y son bastante comprensivos… y los niños ¡que nunca han cantado! de un día para otro son grandes artistas y han conformado un coro de corte profesional.

Pero, a sabiendas de todo esto, este musical de Robert Wise, inspirado en una historia verdadera, consigue atraparme, emocionarme y divertirme cada vez que lo veo –esta es ya la tercera vez-, y cuando me pregunto ¿a qué se debe esto? creo que las razones son bastantes y puedo enumerar unas cuantas:

1. La Maria de Julie Andrews, es el perfecto ejemplo de mujer y madre que todo hombre sensato anhela: es atractiva, creativa y espontánea; exhala bondad, tiene carácter, y defiende con firmeza y buenas razones todo aquello en lo que cree; sabe estar en el lugar oportuno y en el momento oportuno; se da siempre a quien más la necesita; tiene un gran sentido de la tolerancia y la recorre una vena artística que se contagia de inmediato, trayendo alegría y ennobleciendo cada espacio… y cuando juega a ser madre, entiende como pocas que, el tiempo que se comparte con los hijos en actividades creativas o recreativas, es de lo más valioso y trascendental que podemos hacer en la vida.

2. Esos siete chicos -criados por su padre con las rígidas reglas de los marineros desde que quedó viudo-, cuando sienten que a su puerta ha tocado un aire de libertad y de acogimiento a sus ímpetus juveniles, demuestran el inmenso amor, la dulce ternura y el manantial de alegría que pueden dar los niños cuando se les trata como es debido.

3. Y ese padre, anclado en el rigor profesional sin conseguir entender que ser papá es otra cosa… de pronto se mira en el espejo de Maria, y querrá entonces recuperar todo el tiempo que, por obtuso, ha malogrado… y vale más hombre redimido que padre por siempre envilecido.

4. La fotografía es preciosa, las localizaciones de ensueño, y tres o cuatro canciones son magníficas, sobre todo, “Edelweiss”, sobre la emblemática flor que, al igual que el amor, espera en un lugar insospechado a que alguien la descubra y se la lleve consigo.

5. También el personaje Max Detweiler (Richard Haydn), el leal amigo del capitán von Trapp, resulta muy simpático; Eleanor Parker como la condesa, es fascinante; Kym Karath, como Gretl, me arroba el alma; y Charmian Carr, es literalmente un ángel venido del cielo.

Bastante para pasarla muy bien ¿verdad? No hay nada que hacer, éste es el único filme ganador del Oscar al que puedo perdonarle todas sus mentiras.

Título para Latinoamérica: LA NOVICIA REBELDE
Luis Guillermo Cardona
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9
2 de febrero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los obreros tienen una razón poderosa para sindicalizarse: “Unidos somos una fuerza significativa y respetable”. Y como dice la vieja canción: “Un colihue es muy delgado / y muy fácil de quebrar / pero si juntamos varios / es difícil de lograr”. Los patronos también tienen una buena razón para permitir que sus trabajadores se sindicalicen: “Es más fácil negociar con cinco trabajadores que con cincuenta”.

Más, sin embargo, muchos han estigmatizado al sindicalismo. Es cierto que ha habido razones de parte y parte que han llevado a fortalecer el estigma. La represión patronal ha forzado respuestas agresivas de algunas asociaciones. Ha habido sindicatos manejados improcedentemente… pero, en general, el sindicalismo ha fortalecido a las empresas al conquistar ambientes laborales más justos, lo que redunda luego en una mayor productividad y estabilidad del personal calificado.

Por eso, cuando uno ve un filme objetivo, semi-documental y tan humanamente hecho como <<LA SAL DE LA TIERRA>>, queda sorprendido cuando se entera de que, el productor Paul Jarrico, el director Herbert J. Biberman, el guionista Michael Wilson… ¡y hasta el actor, Will Geer!, hicieron parte de la lista negra del gobierno por el simple y legítimo hecho de defender - ¡en justicia plena!, ¡constitucionalmente! -, el derecho a mejorar las condiciones de vida de una especie de trabajadores como los mineros que toda la vida, aún en pleno siglo XXI, han sido tratados de manera muy parecida a la de los esclavos.

Financiado por sindicatos internacionales, <<LA SAL DE LA TIERRA>> es un bello y elocuente filme, que exalta la labor de la mujer en tiempos en que se pretendía que su lugar fuera la cocina y el fregadero... y algo más. Aquí, la mujer chicana cambia la historia, rompe con las tradiciones, y demuestra a sus hombres –y a los demás machistas del mundo- que ellas pueden luchar hombro con hombro, inteligencia con inteligencia, y con una perseverancia invencible en la conquista de reivindicaciones sociales.

Michael Wilson, logra un brillante guion, mesurado y sin alardes triunfalistas, que solo deja asentada la equidad entre hombres y mujeres, y el derecho a que las empresas se ocupen por igual de todos sus trabajadores. Y Herbert J. Biberman -logrando que aparezcan en el filme los verdaderos activistas de aquella lucha histórica-, consigue uno de los más relevantes filmes sociológicos que se hayan hecho en la historia del cine.

Necesario exaltar la labor en la actuación de Rosaura Revueltas, quien, como la vital Esperanza Quintero, enseñará a su marido lo que es una Mujer de Verdad; y también la de, Henrietta Williams, la Teresa que abrirá el camino para la reivindicación femenina.

Una vez más lo demuestra la historia: “No son los que tienen la fuerza sino quienes tienen la resistencia, los llamados a vencer”.
Luis Guillermo Cardona
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8
8 de enero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un matrimonio por conveniencia, pero a la inversa -aquí es ella la que, además de belleza, ofrece la posición y el dinero, y el novio aporta calidez, "respetabilidad" y simpatía-, la baronesa Karen Blixen de Dinamarca, ha viajado con su marido Bror, hacia una granja que posee en Kenya, y allí podrá acceder al esplendor de una tierra que ofrece paisajes majestuosos y embriagadores; un espacio romántico que inspira cuentos y poesía; un ambiente de aventura donde conocerá por fin al hombre que merecerá su corazón de un todo y para todo… y también, las contradicciones de un continente donde los que antes eran dueños de la tierra ahora son esclavos o sirvientes, y los que se adueñaron de ella, gozan de abundancia y privilegios.

Karen, vive acorde a la cultura europea, pero poco a poco comenzará a percibir las marcadas e injustas diferencias que separan a unos de los otros (aquí bastante minimizadas para preservar el ambiente lírico) … y con esa sensibilidad que la lleva a apreciar la maravillosa naturaleza que reluce por cada costado, también Karen aprende a valorar a los seres humanos que la sirven y siembran su magnífica tierra.

Con un exigente guion de, Kurt Luedtke -compendio del libro, “Out of Africa”, que, como Isak Dinesen, firmara luego la memorable condesa por aquello de la subestimación a la mujer, más otros textos sobre la autora-, el director Sydney Pollack, ha logrado un filme visualmente sublime, donde cada paisaje, animal o rostro humano, consigue hacernos sentir y percibir más allá de la superficie, y complementada cada imagen con algunos temas clásicos o con la magistral partitura de John Barry –para mi gusto una de las más bellas de la historia del cine-, logra aflorar en nosotros una plenitud de sentimientos que nos arroba de una manera en la que no caben las palabras.

Cálidos sentimientos, rostros potentes o humildes, sonidos instrumentales de una belleza exquisita, voces que acarician o atrapan con sus profundas o sutiles palabras, y un puñado de sólidos personajes que vive y palpa la experiencia del amor, confluyen en un acervo impecable que lleva, a <<MEMORIAS DE ÁFRICA>>, a niveles muy apreciables como arte cinematográfico.

No obstante, confieso que alcancé a sentir un sinsabor inevitable con la manera como Dios es tratado en el filme, pues con frases tendenciosas (aunque de posible doble sentido) se le refleja como un verdugo o un ser castigador; y más lamenté aún, que Karen no consiguiera siquiera percibirle y tomarle en cuenta, pero en cambio fuera capaz de arrodillarse ante los ingleses… ¡para nada!

Por fortuna, alguna ocasional improcedencia en las palabras (o en las acciones), no empaña la grandeza que alguien puede tener como ser humano, sobre todo si quien escucha (o ve) es capaz de ser benévolo… y es indudable que, tal y como está aquí representada, Karen Blixen es un magnífico ejemplar humano.

Sólo queda volver a decir que la interpretación de, Meryl Streep, es toda una lección de encanto y virtuosismo.

Título para Latinoamérica: ÁFRICA MÍA
Luis Guillermo Cardona
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8
3 de enero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Ley de Resonancia (o Ley de causa y efecto) hace referencia a que, cada ser humano, recibirá indefectiblemente una respuesta por sus actos, y ésta será tan positiva o negativa como haya sido la calidad de los actos mismos. En tal sentido, la impunidad no existe, y el hecho de preservarse impune ante la ley humana, no evita en absoluto la reacción que cada acción genera en la energía del universo, y sobre todo, en la conciencia: Sufrirás si hiciste sufrir. Gozarás de bienestar si llevaste paz y alegría a los demás.

“MAGNOLIA”, nombre que alude a una flor muy popular en toda América, que se caracteriza porque, cuando sus estambres se separan, miran luego hacia el corazón de la flor, tiene mucho que ver con los personajes del filme, cuyos conflictos se recrean en principio como casos aislados, pero gradualmente confluyen en una suerte de núcleo familiar, habitacional y de convivencia en la misma ciudad.

Paul Thomas Anderson, uno de los más vitales y calificados directores del cine contemporáneo, logra otra historia que apunta al centro exacto del plexo solar, y con la cual deshoja los sentimientos amargos que anidan en el corazón de un grupo de seres que pareciera privilegiado, pero en cuya cotidianidad pesa, corroe y deja huella, una incontenible sensación de desengaño, de abuso, irrespeto o traición… entre otras tantas emociones que atormentan y/o alimentan un afán autodestructivo incontenible. Otros de los personajes buscan el afecto que no encuentran en su profesión o entre sus seres más cercanos, y otros pretenden poder ser, sin ataduras y sin complejos.

Concebida en forma coral, con una bella partitura orquestal y magníficas canciones de Aimee Mann, es éste un cuadro triste y amargo, en un entorno de notable comodidad material y de alcances profesionales, donde la vida pareciera escapar sin dar ocasión a estas personas de poder hallar un poco de luz. Anderson, también autor del guión, demuestra una gran sensibilidad y una noble apertura hacia las debilidades humanas, a las que observa sin reproches y sin juicios de ninguna índole, como ya lo había hecho gente como Robert Altman en “Short Cuts” (1993) o Todd Solondz en “Happiness” (1998) entre otros.

Un reparto con nombres tan atractivos y acertados como Julianne Moore, Jason Robards, John C. Reilly, Tom Cruise, Philip Seymour Hoffman o Melora Walters, colma de emociones un filme al que apenas opaca un tanto de exceso, como el que se da en la larga introducción de personajes y sobre todo en la apocalíptica escena de la lluvia de sapos.

Todo lo que aquí ocurre, “son cosas que pasan” -como reza en el letrero del cuadro y repite Stanley, el pequeño prodigio-, pero son cosas que no deberían volver a pasar porque, de manera irremisible, traen amargura y laceran el alma.

Si sigues por el mismo camino después de ver a “MAGNOLIA”, tuya es la responsabilidad… y de nadie más.
Luis Guillermo Cardona
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8
23 de diciembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madeleine Smith es hija de una de las familias más prestantes de Glasgow, Escocia. Estamos a mediados del siglo XIX y son aquellos tiempos en que los padres decidían por sus hijas con quien debían casarse. Pero Madeleine es un espíritu rebelde, y a escondidas, mantiene una apasionada relación con Emile L’Angelier, un francés sin mayores recursos, que se ve sometido a entrar a hurtadillas en la casa para verse con su enamorada en el cuarto de la doncella.
Madeleine tiene la certeza de que su padre rechazaría a Emile por su posición social, y más cuando su mayor deseo es verla casada con William Minooh, un joven de buena posición que resulta de su completo agrado. Pero Emile aspira a una relación por la puerta de adelante y entonces insistirá para que su chica lo presente con sus padres.

Este es el inicio de un drama pasional, en el que tendrán gran peso las diferencias de clase, el autoritarismo paterno, el ímpetu por la autodeterminación, los apresurados juicios de rechazo contra aquellos que lucen humildes o los apresurados afanes de condena contra aquellos que lucen privilegiados. Estas, y otras emociones que embargan a los seres humanos, y que hacen siempre tan compleja y lejana la posibilidad de vivir en hermandad, circularán por los recintos donde transcurre una imposible historia de amor que luego se transformará en tragedia, con la posibilidad de una justa… o injusta condena.

El director David Lean, nos trae de nuevo a su segunda esposa Ann Todd como protagonista, dándole la ocasión de representar a un vigoroso personaje que bebe de fuentes del pasado y que, de alguna manera, nos remite a “La heredera” (1949) la célebre película de William Wyler. Pero Lean demuestra autenticidad y una encomiable capacidad para contar los hechos con mucha altura, y su drama consigue mantenernos cautivos de principio a fin. En particular, la escena del juicio la encuentro muy bien resuelta, abreviando con una eficiente táctica de elipsis lo que pudieron ser unas largas declaraciones. El resto es una precisa composición de imágenes que dan cuenta exacta de la sombría atmósfera que sufren los personajes, y “MADELEINE” termina siendo un drama romántico que se desenvuelve con mucha altura, dejando ver a puerta abierta, las profundas dificultades que, por siglos, han padecido las mujeres para poder decidir sobre su propia vida.

Ante la pregunta de si Madeleine es culpable o inocente, mi respuesta no guarda duda: ¡Inocente!

Título para Latinoamérica: “EL PECADO DE MADELEINE”
Luis Guillermo Cardona
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