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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5,218
Críticas ordenadas por utilidad
8
18 de julio de 2011
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
203/27(22/06/11) Notable fresco televisivo americano en forma de superproducción sobre la colonización en el S.IXX dirigida por el hombre blanco sobre lo que después se ha llamado Estados Unidos y conocida como ‘La Conquista del Oeste’. Son seis episodios de hora y media producidos por Steven Spielberg, dirigidos cada uno por un realizador distinto, en los que se relata de modo detallista la odisea de la expansión de los colonos estando en la vanguardia los exploradores, cazadores, tramperos, comerciantes que hacían trueques con los indios, esto fue la avanzadilla que derivo en la llegada de más y más pioneros que explotó en el genocidio de las tribus de nómadas indios, se les fue minando su existencia poco a poco, con diferentes excusas se les recortó el territorio, se les fue anulando su gran medio de subsistencia, el búfalo un animal al que veneraban, de él lo aprovechaban todo y del que al principio se hace un manifiesto estremecedor <El hombre blanco los llama búfalos. Nosotros los llamamos Tatanka, los majestuosos. Su historia es la historia de nuestro pueblo. Tatanka vivía en el inframundo hasta que una vio de nuestro pueblo en una visión. Vio que estábamos necesitados y por amor hacia nosotros Tatanka subió a la superficie de la Tierra se convirtió en carne para que pudiéramos comer, hacernos nuestras ropas y nuestras moradas para escondernos de él.> El hombre blanco acabo indiscriminadamente con las numerosas manadas para así poder estrangular a estas tribus y poder controlarlas. El relato sucede entre el 1825 y el 1890, el hilo conductor para relatarnos esta epopeya son dos puntos de vista el de los ‘invasores´ y el de los ‘invadidos’, una es la familia Wheeler dedicada a la herrería, viven en Virginia, y uno de los miembros Jacob (correcto Matthew Settle), siente la llamada de la Selva y decide huir de su tranquilo hogar para unirse al cazador y famoso explorador Jedebiah Smith (buen Josh Brolin), con el que cruzó Utah, Nevada y California, llegando al Pacífico, siendo el primer blanco que lo hacía, abriendo nuevas rutas cartografiadas por las que los pioneros llegaron. El otro punto de vista es recogido por una tribu india de Missouri, los Lakota, aquí seguimos a Pluma Blanca (buen Simon R. Baker) un guerrero adolescente que cree tener visiones sobre el penoso futuro que les aguarda, esta tribu vive en comunión con la naturaleza que les rodea, su mundo lleva siglos estancado en el pasado, y viven felices en su universo hasta que la llegada paulatina del hombre blanco los va asfixiando poco a poco.
Continua sin spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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10
4 de agosto de 2014
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
84/07(13/14) Una de las Más Grandes Odas al antibelicismo que se hayan hecho nunca, más de 80 años de su realización que no le han hecho mella, su frescura y mordacidad la han atomizado, siendo de gran influencia para posteriores grandes cineastas. Lewis Milestone realiza una de los más conmovedores alegatos contra una de las mayores lacras que el ser humano ha creado, la Guerra y todas sus nefastas consecuencias. Su profundo mensaje Humanista era tan pernicioso para el poder de Maestro de Marionetas de los gobiernos que estos temieron que su pacifista contexto podría influir en la gente, los gobernantes no quieren que sus ciudadanos vean la realidad de las contiendas bélicas, pretenden pintárselas de idealistas y glamurosas. La Academia de Cine la premió con el Óscar a la mejor película y a la mejor dirección. Sinopsis omitida por falta de espacio.

La cinta arranca con un mensaje sobreimpresionado que da idea que estamos ante algo de calado emocional: <Esta historia no es una acusación ni una confesión, y aún menos una aventura, pues la muerte no es una aventura para aquellos que se enfrentan de pie a ella. Trata simplemente de una generación de hombres que, aunque escaparan de las bombas, quedaron destrozados por la guerra.>

Se basa en la novela homónima del germano Erich Maria Remarque, veterano de la Gran Guerra plasma en el libro sus experiencias en el conflicto, siendo el primer gran film del cine sonoro. Lo guionizan George Abbott, Maxwell Anderson (“Cayo Largo”), Del Andrews, y el no acreditado director, con una composición de momentos únicos, de los que manan estremecedores sentimientos, con descripción de personajes con los empatizas y con los que sufrirás. Discurre en tono pesimista, realista recreación del tránsito del artificioso idealismo de de formar jóvenes Patriotas que luchen abnegadamente por una causa, aunque esta causa les sea ajena, pasando gradualmente de la ilusión, al desencanto, la decepción, la frustración, la desesperación, habla de la sinrazón, de la inutilidad, de la futilidad de las Guerras, nos cuenta que la victoria es permanecer vivo, que el inicial idealismo deriva en que únicamente luchas por el compañero. Fastuoso reflejo de la dura vida en las trincheras, no escatiman autenticidad, exponiendo la crudeza, mostrándolas embarradas, mugrientas, con ratas entre los soldados, pasando hambre, con el constante sonido de fondo de las bombas enemigas cayendo, conviviendo con la muerte, impresionantes batallas, magníficamente rodadas, se muestran los horrores de estas con imágenes imperecederas como las manos amputadas que quedan colgando en una alambrada, Sublime. La cinta pone el acento en desmitificar la guerra, en despojarle de cualquier glamur, aquí no hay héroes solo supervivientes.

La guerra la vemos desde el punto de vista de los soldados rasos de infantería, peones movidos por caprichosas manos, nunca sabremos donde están o cual es la estrategia de combate, no se nos explica porque guerrean, pero se nos enseña la manipulación a la que chicos volubles son sometidos con argumentaciones pomposas, hinchadas de nacionalismo que no es más que el McGuffin para azuzar a las masas, jóvenes que sueñan con ser héroes. Se nos relata con esmero todo el trayecto desde el adoctrinamiento en la escuela, el adiestramiento, la llegada a las inhóspitas trincheras, la relación con los veteranos, las primeras misiones, el hambre, las batallas, los deprimentes hospitales con sus fallecimientos, amputaciones y traumas de guerra o los permisos de vuelta a casa donde ya se encuentran fuera de lugar.

Gran parte del éxito del film es su extraordinario elenco actoral, con el acierto de no poner a estrellas para no desviar la atención a lo superfluo, con unos intérpretes que transpiran veracidad, humanidad, y de lo más complicado, contención, pues los actores provienen todavía del cine mudo donde el histrionismo era la forma de emitir emociones, aquí transmiten naturalidad. El amo y señor de la función es Louis Wolheim como el veterano Kat, Colosal, ayudado por un físico tallado a machetazos emite un portentoso carisma, dota a su rol de un patinado paternal conmovedor, su lenguaje gestual apabulla, lamentablemente murió de cáncer un año después del estreno de la cinta con 51 años. Lewis Ayres es el protagonista resulta entrañable en su papel, emite toda la gama de matices que requiere, con momentos apasionantes, con discursos arrolladores de poderío como el que da a los alumnos en un permiso, alertándoles de lo perniciosos de la guerra mientras estos le abuchean por considerarlo antipatriota, tan marcado quedó por su rol que durante la WWII se hizo objetor de conciencia, sirviendo durante la contienda en el Cuerpo Médico en el Pacífico Sur. Slim Sommerville como Tjaden realiza una fenomenal labor como alivio cómico, y derrochando ternura.

Puesta en escena espléndida, brillante dirección artística de William R. Schmidt y Charles D. Hall (“El Doctor Frankenstein”), con estupendo pueblo teutón, tremendas trincheras, aterrador campo de batalla, fruto de 20 hectáreas de un rancho californiano, con miles de extras en una pavorosa coreografía de la muerte, más de 2000 excombatientes alemanes residentes en Los Ángeles sirvieron de extras militares, algunos incluso hicieron de asesores técnicos, con lúgubres hospitales, o el excelente vestuario, esto maximizado por el grandioso trabajo de cámara de Kar Freund (“Metrópolis”) y Arthur Edeson (“Casablanca”), con espectaculares travellings en las trincheras, con prodigiosas tomas en las batallas, con secuencia subjetiva estupenda cuando vemos a Paul asistir a un caótico enfrentamiento entre tropas con él situado en un cráter de una bomba, genial o cuando la cámara actúa de ametralladora, a esto se añade no poner música porque se confía tanto en el relato que la música puede resultar maniquea y sensiblera. (continua en spoiler por falta de espacio))
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TOM REGAN
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5
9 de septiembre de 2016
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
159/17(28/07/16) Serie bluff sobrevalorada del canal Netflix, o los que la han alabado supongo lo habrán sido imbuidos por la nostalgia ochentera que despiertan los primeros capítulos, pero este cruce de ciencia ficción, fantasía, drama juvenil y misterio se queda muy lejos de lo mejor de estos años, un producto creado por los hermanos Matt y Ross Duffer (“Wayward Pines”) se pasa de listo a lo largo de sus ocho entregas, pues el “homenaje” a los films de esta época está bien como guiños, como percha a que asirse, pero los hermanos confunden tributo con copia barata, esta mezcla descarada entre “ET” y “Poltergesit”, las dos del 82, sin alma, sin frescura, con olor a rancio, conforme avanzan episodios se vuelve más enmohecido. Su arranque resulta sugerente, abre subtramas despiertan interés, presenta personajes con potencial, pero a medida que pasa el metraje y capítulos te das cuenta es una serie vacía de contenido, con personajes planos, cuando no irritantes, con buenos buenísimos clichés, y malos villanísimos plúmbeos, con actuaciones que en algunos casos rozan lo chirriante, con un desarrollo de subtramas atropellado, con agujeros más grandes que los del Titanic, y con todo lo peor es que se toma demasiado en serio, le falta humor para reírse de sí misma, esto hubiera sido desengrasante, pero, prefieren ir por el lado serio que no hace más que desvirtuar más aún el resultado final, ah, y está su chusco final propio de un descarte de serie Z.

El 6 de noviembre de 1983 en la ciudad de Hawkins (Indiana), Will (Noah Schnapp), chico de 12 años de edad, una noche mientras iba a su casa desaparece misteriosamente. Su madre, Joyce Byers (Wynona Ryder), lo buscará desesperadamente con la ayuda del jefe de policía Jim Hopper (Mike Harbour). Los niños amigos de Will, Mike (Finn Wolfhard), Dustin (Gaten Matarazzo), y Lucas (Caleb McLaughlin) realizarán su propia investigación ayudados por una enigmática chica, Eleven (Millie Bobby Brown). Ello mientras una oscura organización gubernamental comandada por el siniestro el Dr. Martin Brenner (Matthew Modine) parece tener algo que ver. También tendrá importancia en la historia el hermano mayor de Will, Jonathan (Charlie Heaton), un asocial adolescente aficionado a la fotografía, Nancy (Natalia Dyer), hermana de Dustin, Steve Harrington (Joe Keery), arrogante novio de Nancy, y Barb (Shannon Purser), amiga de esta última.

Hay una corriente cinéfila pone en valor la década de los 80, prueba son: Attack the Block (Joe Cornish, 2011), Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), Super 8 (JJ Abrams, 2011), The Guest (Adam Wingard, 2014) o It Follows (David Robert Mitchell, 2014), Turbo Kid (Anouk Whissell, François Simard y Yoann-Karl Whissell, 2015), o el genial corto Kung Fury (David Sandberg, 2015); Cuando en es probablemente la peor de la historia del cine, grandes males se engendraron en estos años, proliferó una ola de productos meramente mercantilistas, films de acción, violencia individualista rayando en lo justiciero (Stallone, Scwarzi, Chuck Norris,...), otro subgénero de thrillers eróticos (“Nueve semanas y media”, “Instinto básico”,...), y los que plagian en esta serie, la vertiente teenager (quinceañeros), los que se suponían llenaban las salas de cine, donde primaban las historias de amiguetes o bien de niños (“ET”, “Cuenta conmigo”, “Los Gremlins”...), de adolescentes marca John Hugues o el juvenil-terror (“Pesadilla en Elm St.”, “Viernes 13”, “Carrie” ...), o la mezcla de ambos (“Los Goonies”, “Poltergeist”...), donde lo que sobresalía era la superficialidad a favor del divertimento escapista sin capacidad de trascendencia. Y de todas estas cintas tiene un poco y de más esta serie como del cine de John Carpenter, en lo del terror y la música tecno, las historias de terror de Stephen King, hay de la saga “Alien”, todo malmetido en una coctelera pariendo un guión que se lía más y más sin saber hacia dónde se dirige. Adornado con personajes estereotipados: El grupo de niños amiguetes, con el listillo, el étnico (el negro), el que hace reír (solía ser el gordito, aquí lo han cambiado por uno que cecea), siempre con sus bicis, con radiotransmisores; La chica guapita que está con el “Rey” del instituto, que suele ser un berzotas arrogante; El inadaptado social; Una organización gubernamental que es el malo de la función; Ello en un entorno de casitas de madera rodeados de bosques misteriosos; Fiestas juveniles; Picores sexuales de la adolescencia; Todo tan previsible como el día y la noche.

Como punto de partida está bien el homenaje a la década de los 80, excelente intro con la música tecno de Michael Stein y Kyle Dixon (miembros de la banda Survive), que de vez en cuando nos suelten pellizcos como los carteles que vemos de films como Tiburón , The Evil Dead , o La cosa, pero luego debe aportar algo de originalidad y frescura, y aquí la serie desbarra, puede y es que si rascamos un poco nos encontramos con que los Duffer son los creadores de otra serie con similares características, te atrapa en los misterios de sus primeros capítulos y a mitad de capítulos la “caga” a base de bien, pues esta en cierto sentido es parecida, esto acentuado por que la dirigen ellos junto a un director del montón, Shawn Levy director de comedias olvidables, como “Noche en el museo” o “Recién casados”. Todo huele cuando se hace una copia, de una copia, de una copia, a que todo es algo bastardeado, los aires spielbergeanos son apuntados pero bombardeados por unos personajes que van de lo jartible a lo insoportable. Cuando a los pocos episodios se agota la melancolía ochentera debería empezar a discurrir una historia, y entonces se emponzoña en un pastiche viscoso, como no hay protagonistas con los que se cree conexión termina por darme igual lo que les pase, su combinación de misterio, terror y suspense fantástico se antoja cansino, sin capacidad alguna de sorprender y sí de cabrear por sus muchas incoherencias narrativas, me extiendo un poco más en spoiler...
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TOM REGAN
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7
11 de junio de 2008
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
(19/03/08-18/03/22) Divertidísima comedia del genial F.F.Gómez, con multitud de fallos/licencias que se toma el brillante narigudo, se nota una barbaridad su procedencia teatral, pero como en el caso de los Marx todo se perdona si enfrente estan unos actores en estado de gracia, sublimes una pareja con una química fuera de lo común, con esos tonos de voz tan peculiares, escandalosamente brillantes. No puedo olvidarme del maravilloso Manuel Alexandre que se compenetra con Gracita y José Luis como solo los Marx lo conseguian. Así como está muy bien el flemático gentrleman español Fernando Rey en un rol de villano sibilino sensacional.

Esta cinta la dirigio Fernando despues "El extraño viaje", que fué un estrepitoso fracaso en taquilla, tambien machacada por los productores, que tardaron bastantes meses en estrenarse, debido a este hundimiento en los cines se embarcó en adaptar una obra teatral de éxito, se tradujo en triunfo en taquilla.

Recomendable a todos los que deseen reirse y la risa es lo segundo mejor del mundo. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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6
12 de enero de 2018
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
300/20(28/12/17) Interesante puesta de largo de esta antología de episodios en los que adaptan en su primera temporada diez relatos cortos del escritor de culto especializado en la ciencia ficción de Chicago Philip Kindreck Dick del que se han llevado a la gran pantalla relatos como “Blade Runner”, “Desafío Total” o “Minority Report”, donde sobre todo sus historias estaban enmarcadas en mundos distópicos oscuramente futuristas, micro-universos paranoicos. The Hood Maker es la primera entrega de esta serie de 10 partes y está escrita libremente por Matthew Graham (“Life on Mars” o “Doctor Who”), se basa en una historia corta de Philip K. Dick, publicada original en 1955 en la revista Imagination, en donde Dick la escribió como una crítica al macartismo, cuando la lealtad y la traición eran asuntos de estado. Dirigida por Julian Jarrold (“Regreso a Brideshead”o “The Crown”). Producidos por Ronald D. Moore (especialista en series como “Carnivale” u “Outlander”), para la cadena británica Channel Four, en lo que viene a ser el sustituto de la emigrada (a Netflix) “Black Mirror”. Este episodio tiene puntos en común con “Minority Report”, con “Blade Runner” (el interrogatorio es emulo de los de Deckard a los sospechosos de replicantes)cruzado con los “X-Men”, y sazonado por la orwelliana “1984”, donde se tocan temas como el derecho a la privacidad, el derecho a la libertad de pensamiento, el derecho al libre albedrio, sobre la paranoia máxima de que alguien pudiera penetrar en nuestra mente y saber lo que pensamos, sobre los prejuicios sociales, sobre el amor, la traición, la integridad personal, todo esto es tratado de forma desigual, en sucesión de esbozos de ideas por exprimir que apenas se rascan. Destaca la ambientación decadente retro-futurista, con filtros de color ocre, donde lluvia es constante (influencia de “Seven”?), y la solidez interpretativa de la co-protagonista Holliday Grainger en una labor sugestiva.

La Unión Libre, un régimen represivo, usa personas con poderes telepáticos llamados "Teeps", físicamente caracterizados por una cicatriz en el rostro, para erradicar y eliminar a sus oponentes políticos. La historia se cuenta a través de los ojos de Honor (Holliday Grainger), un telépata forzada a trabajar con el agente Ross (Richard Madden), ambos forman una estrecha relación a pesar de sus diferencias. Su misión será descubrir quien está fabricando unas capuchas que impiden que los tepes penetren en las mentes ajenas.

El episodio tiene una enorme agilidad en el ritmo, ya desde el principio va al grano, sumiéndonos en una manifestación en un entorno mugriento donde los policías antidisturbios contemplan pacientes, y entre ellos una misteriosa mujer con una cicatriz roja en el rostro que va desgranando lo que tienen en mente los reclamantes, y de pronto aparece uno con una capucha y la telépata entra en shock, iniciándose una persecución contra el manifestante, sabiendo colocarnos en pocos minutos en el centro de la historia; Tras esto se produce un interrogatorio de la teep, Honor, a un sospechoso en el que sentimos la acción cual experiencia cercana a la violación cuando ella penetra en el cerebro del tipo.

Se nos muestra en varias pinceladas el submundo en el que viven estos mutantes cicatrizados, cual maldición-bendición tienen un Don, y estese nos muestra en su crudeza, de cómo se puede pervertir algo en beneficio de nuestras bajezas humanas, como en el caso de utilizarlo para la prostitución. Un Don que es filtrado también como una maldición, algo muy de Philip K. Dick, pues el hecho de poder leer mentes convierte sus cabezas en caóticos recipientes imanes de todos los pensamientos de los que pasan por su lado, e incluso cuando un teep tiene pesadilla, todos los teep la comparten, con lo que sus cerebros son un constante y eterno volcán en erupción continua, este dolor muy bien escenificado por omisión en la escena en que Honor se pone la capucha, y se produce el silencio absoluto, su calma, la paz interior.

Taras: El relato resulta harto confuso, incoherente en su desarrollo, y es que nunca queda claro que es lo que quieren los manifestantes, si un fin espurio, como una Revolución contra el poder, o únicamente acabar con los teeps, esto es una nebulosa mal explicada; Resulta una historia que suelta reflexiones-preguntas, pero estas se diluyen en una ambigüedad retorcida, pues en su desarrollo no se sabe si invadir nuestra libertad de pensamiento está justificado o no, se queda en tierra de nadie, no hay valentía; No se sabe si las capuchas son un progreso bueno o algo malo, esto acentuado por el hecho de que todos pensamos que Honor, tras ponerse la capucha y hallar la paz, puede querer estar a favor de este artilugio, pero en su final todo queda huérfano de sentido. Y es que parece que estos mutantes creen más es una maldición que un Don su telepatía, pero en su conclusión no es complejidad lo que ofrecen, dan desconcierto; Además el rush conclusivo (spoiler) se presenta falto de garra, y su pretendido giro sorpresivo no llega a pellizco de ursulina, te deja con una mueca de “pues vale”, pero habrá algo más”, y no lo hay.

Lapueswta ewn escena dentro de su frugalidad de notarse rodada en interiores, gracias al buen quehacer en el diseño de producción Lisa Hall (“This is England ‘86”), impregnando los lares de decadencia feista, destaca el inquietante diseño de las capuchas, en su sencillez reside su fuerza, como estar a las puertas del apocalipsis, esto realzado por la buena cinematografía de Felix Wiedemann (“Una cita en el parque”), bañando en tonos verdosos los fotogramas, con profusión de luces de neón. Como estimulante la edición de Adam Bosman (“Ripper St.”) con las escenas en que Honor “entra” en las mentes ajenas, radiante de punción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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