Convincente drama romántico con tintes psicólogicos y de intriga. Protagonizado con solvencia por el duo protagonista quienes manejan con acierto el núcleo de esta apasionante historia.
Cuando Carla (Emmanuelle Devos), víctima de abusos y desprecios por parte de algunos de sus compañeros de trabajo por el hecho de ser una persona distante y de carecer de atractivo para ellos más el hecho de ser sorda (aunque puede oir gracias a un audífono), conoce a Paul (Vincent Cassel), ex convicto y en periodo de libertad condicional al entrar él a trabajar en la misma oficina, éste le da un sentido a su vida que antes desconocía, le dará fuerzas para afrontar y emprender acciones impensables antes para ella. Su entrega puede llegar muy lejos, anteponiendo miedos que antes la sumían en una persona encerrada en sí misma y demuestra su total entrega y amor por él afrontando todo lo que le propone ya que gracias a su habilidad para leer los labios de quienes están hablando, ésta se embarcará en una peligrosa misión.
Lo que no se entiende muy bien es que se narre en cuentagotas y en paralelo una amarga historia que incumbe al vigilante de la condicional, ya que no aporta nada a lo demás y no deja mas que interrogantes al respecto.

Agradable, curiosa pero algo errática comedia a costa de un joven (Tony Curtis) que al principio de la película pierde todas sus posesiones (un coche y sus pocas pertenencias que llevaba en él), por culpa de un despiste tras otro de una joven (Claudia Cardinale) con la que tropieza (nunca mejor dicho).
Viéndose totalmente desprovisto del mínimo sustento para sobrevivir decide aprovecharse de la ocasión que se le presenta chantajeando moralmente a la joven y a su amante casado, quienes al no querer descubrir su idílio ceden a su propósito que no es otro que trabajar en la empresa que dirige el infiel marido.
Empresa que se dedica a la instalación de piscinas, contando con un modelo nuevo que aporta un sistema de oleaje como si del mar se tratara.
Con todo se trata más bien de una estampa del lugar donde transcurre, una urbanización junto a una playa del sur de California con sus bañistas y costumbres, conteniendo algunas escenas mostrando todo esto en plan video-clip y del intento del protagonista de ligarse a una chica (Sharon Tate) que conoció en la playa cuando éste casi se ahoga.
Tony Curtis cumple con su papel de comediante, quién ya lo había demostrado de sobras en la obra maestra "Con faldas y a lo loco" de Billy Wilder y las muy divertidas "Vacaciones sin novia" y "La carrera del siglo", ambas de Blake Edwards.

No hay nada peor para una película de terror que ésta con demasiada frecuencia parezca una parodia de ese género cuando su intención es todo lo contrario.
El absurdo se debe obviar cuando en la película prevalecen otros aspectos que logran que se mantenga, pero cuando el absurdo es su norma habitual aquí hay que discrepar.
Porque la realización es decente y el clima apropiado, pero el despropósito en lo que nos cuenta es de una aplastante imbecilidad.
El mérito que tiene es que mantiene en todo momento la incertidumbre sobre el propósito de unas extrañas muertes a manos de gente normal y corriente, dando pie estas escenas a que uno se pregunte si todo esto tendrá algún sentido.
Si lo único que mantiene el interés se debe a que te esconden la información mal vamos, porque yo puedo filmar durante una hora una caja con algo dentro que hace que ésta se mueva y a ver quién es el guapo que no deja de mirarla para averiguar que hay dentro.
Muchos momentos me han recordado aquel repaso sobre las normas básicas que hay en el cine de terror que aleccionaba a sus colegas uno de los protagonistas de "Scream", porque de la manera que se dan en esta película..., es de una previsibilidad alarmante y sonrojante.
Pero el sonrojo total está por venir cuando se ponen sobre la mesa todas las cartas, es vergonzoso como nos quieren hacer creer toda esa serie de barbaridades inverosímiles forzadas más no poder.
Me estoy imaginando que en manos de un director más competente, mejores actores y dejando a un lado bastantes momentos lastimosos(a no ser que su propósito fuera hacer reir), estaríamos hablando de un pequeño clásico, una lástima.

Una ancianita difícil de olvidar, un Ben Stiller y Drew Barrymore contenidos dentro de una situación que exasperaría al mas paciente; integran una comedia bien llevada, cargada con absurdas, divertidas y sarcásticas pruebas de fuego para la joven pareja, que hacen la delicia del espectador. Una comedia muy superior a la media, que ha sido ignorada injustamente por el mercado del DVD que saca a la venta toda una selección de comedias vergonzantes y vomitivas.

No es ésta la típica película de terror con casa fantasma y en parte se agradece ya que en lugar de hacer pasar un mal rato lo que pretende y en cierta manera consigue es entretener dentro de un tono de comedia.
Aunque no sea lo suficientemente interesante el argumento, éste se sigue con agrado gracias a la amenidad y cierto sentido del humor que caracterizan lo que en principio es una historia de desgracias y presencias aterradoras.
Cuando Roger Cobb(William Katt) pierde a su tía abuela, estando él tristemente divorciado en parte por la extraña desaparición de su hijo, y en plena crisis creativa con su último libro, decide instalarse en la casa que ésta le ha dejado para centrarse de lleno con una autobiografía de su experiencia en la guerra de Vietnam.
Como todos ya sabemos se sucederán las típicas presencias fantasmales o de otra dimensión, los ruidos que no deberían suceder, los momentos donde el protagonista intenta averiguar que se esconde detrás de todo ello; pero lo que nadie puede esperar es que todo esto no asuste y en este caso no es un defecto sino una virtud.
El transfondo de todo es muy discreto y aunque sea el orígen de todo se sigue con muy poco interés y provoca más incertidumbre que respuestas.
En general se deja ver por el tono desenfadado, gamberro, simpático y relativamente humorístico que le imprime el irregular y a veces infravalorado Steve Miner.