Cuando comencé a verla, lo primero que me sorprendió es ver a la andaluza Inma Cuesta desenvolverse muy bien con el acento gallego. Su personaje, lleno de inseguridades, complejos y traumas, va evolucionando poco a poco de manera casi natural a tenor de los acontecimientos. Bárbara Lennie luce a la misma altura, si no a una mayor, que Cuesta en una especie de duelo de actrices en el que fijar vencedora sería del todo injusto.
Pero la serie no tiene más. No existe la sugerida tensión, el ritmo es demasiado lento, la historia es, por momentos, predecible. Eso sí, todos los personajes esconden secretos y estos secretos se irán desvelando dosificados a lo largo de los episodios en un vano intento por enganchar al espectador al sofá.
Por otro lado ha sido todo un descubrimiento el joven Roque Ruiz en un papel con mucho desarrollo emocional en el que brilla con luz propia, algo inusual para tratarse de su debut.