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Críticas de FATHER CAPRIO
Críticas 641
Críticas ordenadas por utilidad
8
21 de junio de 2009
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el cine de Melville me replanteo la eterna cuestión: ¿Cine comercial o cine de autor? Reconozco que se trata de un replanteamiento ficticio. Ya hace mucho tiempo que resolví esta cuestión en favor del cine que pretende transmitir ideas antes que el que busca taquillas millonarias, presupuestos cubiertos y cuenta de beneficios. Con Melville me encuentro a gusto, porque siento como si formase parte de su cine. Aunque me engañe, que lo hace, en El confidente (Le doulos), me propine un repaso hiperrealista de la historia reciente (El ejercito de las sombras) o se limite a darme pistas sobre las verdaderas motivaciones de sus personajes dejando para mí el trabajo duro (Circulo rojo). El resto de su filmografía está en la agenda por lo que seguiremos informando. Ahora bien, las tres citadas, con seguridad, están entre sus mejores trabajos.

Circulo rojo es auténtico cine negro francés. Un cine de caracteres más que fríos, gélidos. Cine polar de gestos helados como témpanos, donde hasta el ademán de encender un cigarrillo dura la eternidad de una reflexión. Cine donde las motivaciones resultan presuntas hasta que una mirada o una bala las confirman o las desmienten. Cine donde los silencios solo admiten las palabras ciertamente imprescindibles. Es esa clase de cine de autor que precisa la complicidad del espectador para alcanzar su perfección. Melville tiene su "toque" como lo tuvo Lubitsch en la comedia. Ambos distintos, pero ambos buscando al espectador inteligente.

Magistral la escena del atraco a la joyería. Tan magistral en si misma como preludio de un desenlace anunciado. ¿Anunciado, por quien? Melville no lo ha hecho. Sin duda es algo de nuestra propia cosecha. Algo anticipado en las criaturas de los armarios que obsesionan a Jansen (Ives Montand). Algo escondido en las rutinas policiales. En los confidentes. En los garitos. En la marihuana. En esa fatalidad que parece acompañar a Corey (Delon) y a Vogel (Volonté) Algo enterrado en las ideas de Nietzsche: Los hombres nacen inocentes. Después todos son culpables. Pero seguimos viendo la película, porque lo importante no es el desenlace, ni siquiera el nudo. Lo importante es nuestra comunión con Melville. Sentir que juega con nosotros y que encima nos gusta.

Delon, Montand, Volonté, Bourvil: Perfectos. Con otros actores estaríamos hablando de otra cosa, no sé muy bien de qué...
FATHER CAPRIO
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9
1 de septiembre de 2009
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin pretender entablar polémicas sobre los semblantes más dulces de la historia del cine, que haberlos háilos y en abundancia, mi apuesta por Olivia de Havilland seguro que tiene alguna chance. En esta línea de pensamiento no es de extrañar que la Warner le ofreciese personajes "almibarados y acaramelados", es decir, con altas dosis de glucosa. Pero, como suele suceder, especialmente cuando sucede, debajo de las caritas de no haber roto nunca un plato, se esconden personalidades capaces de poner firmes al Capitán Trueno, al Capitán América y, como seguramente están pensando, al Capitán Blood. Pues eso. Olivia salió respondona y entabló pleitos con la productora.

¡Tengas pleitos y los ganes! Tal sucedió. Y en 1946, nuestra Olivia elige sus propios trabajos. Y entre ellos, La vida privada de Julia Norris (To each his own) bajo la dirección del maestro Mitchell Leisen. ¡Bingo! Oscar a la mejor actriz. En el 49, ya saben, La Heredera de William Wyler, nuevo Bingo, nueva línea y todo lo que ustedes quieran. Otro Oscar. Por una vez la justicia sería ciega pero no tonta y le había dado la razón a la ACTRIZ. Dos papeles formidables de esos por los que las actrices serían capaces de todo y que fueron para una actriz de auténtico carácter.

Se ha dicho que Leisen, en sus años de esplendor, era el director que más dinero hizo ganar a la Paramount. Curioso el olvido del director de trabajos tan interesantes como "Comenzó en el trópico" (1937) o "Recuerdo de una noche" (1940). Director que ando revisando y que, por descontado, con trabajos como éste, seguiré haciéndolo. Un auténtico enamorado de la elegancia que se inició como diseñador de vestuarios decorados. Un amor por la belleza que no le abandonó en su trayectoria cinematográfica.

El guión de Charley Brackett (El crepúsculo de los dioses, Ninotchka) era tan excelente que Olivia declaró al periodista del Parade Magazine, LLoyd Shearer : " El guión era uno de los más perfectos que yo había leído. Diálogos delicados pero con fuerza y el carácter de Jodie Norris, romántico y sentimental. Parecía que me estaba interpretando a mi misma y no a otra".

Leisen y Brackett quedaron tan satisfechos del trabajo de Olivia de Havilland que el último día del rodaje se presentaron ante ella con un calvo embutido en un traje de goma color oro. ¡El Oscar!. Anticipo de su primera estatuilla.

Les diré algo. Cuando vi esta película no sabía nada del premio. Pero, estaba cantado...

Se preguntarán. ¿De que va la película? Con todo lo que les he dicho ¿ no creen que pueden descubrirlo por Uds. mismos.?
FATHER CAPRIO
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9
14 de julio de 2009
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Frank Borzage se le calificó como el poeta de la ternura y de la intimidad amorosa en los films interpretados por Janet Gaynor y Charles Farell. Esta era la pareja de moda por aquellos años, interpretando juntos Lucky Star (Borzage, 1929), Street Angel (Borzage, 1928) o The man who came back (Raoul Walsh,1931) entre otras y especialmente El séptimo cielo.

Viendo El séptimo cielo podemos comprender fácilmente el porqué de tal calificativo. La película es un "in-crescendo" de ternura y al mismo tiempo que Chico (Farell) asciende de las pestilentes alcantarillas a una superficie no menos sórdida, asciende en sensibilidad y su aparente dureza se hace añicos frente a la fragilidad de una Janet Gaynor magistral.

Janet Gaynor es parada obligada. Cuando un día no muy lejano me descubrí ante Murnau para agradecerle aquel Amanecer maravilloso, pequé, no por pensamiento ni por palabra y mucho menos por obra, sino por omisión. Y omitir a una actriz que ganó el Oscar a la mejor actriz por 3 películas es pecado mortal. Y como esta película tiene sus moralinas religiosas en forma de deudas divinas completamente saldadas y medallas salvadoras, pues viene como anillo al dedo de mi arrepentimiento. Y en penitencia (agradabilísima) quedo obligado a visionar cuantos trabajos se pongan a tiro de esa cinematográfica diva de expresivos ojos tiernos.

El film, como buen film silente, tiene diversas lecturas. Una principal, la historia de un amor tierno, de esos que probablemente murieron con las viejas pantallas, los viejos cines y las viejas películas eternamente nuevas. Historias de amor donde olvidarse de crisis y desamores varios. Por ello no resulta nada extraña la popularidad de una amante pareja cinematográfica. Las otras lecturas dependen del espectador avispado, del que lee entre líneas, del que siente entre musicales silencios e imprescindibles textos. Ahí están la capacidad de superación de Diana por la fuerza del amor, la fidelidad sin límites, la esperanza hasta en los instantes más desesperanzadores...

El ascenso desde las alcantarillas hasta la superficie de las calles de un París algo más desfigurado que de costumbre (lo cual no convenció a los franceses) no es el único. Hay otro. Personal e íntimo. Fruto de la tranquilidad emocional y del amor. El ascenso al Séptimo cielo.
FATHER CAPRIO
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8
12 de mayo de 2009
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con El beso de la muerte, Hathaway nos propone una reflexión sobre la reinserción social de los ex convictos. El tópico del carácter rehabilitador de las prisiones queda otra vez en entredicho ante una sociedad miedosa y desconfiada que niega el pan y la sal y los regalos navideños familiares a quienes luchan por sobrevivir en la honradez. En esa reflexión ocupa un papel predominante la figura de un fiscal del distrito (Brian Donlevy) cuyos niveles de humanidad y apoyo humanitario a los delincuentes parecen superar los habituales de su profesión, lo cual no sería negativo sino fuese porque en la capa inmediatamente inferior a las buenas intenciones se ocultan intereses laborales de primer orden, tales como echarle el guante o las esposas si así lo prefieren a otros elementos escurridizos como anguilas.

La integridad, por lo visto en las películas del género gangsteril, suele ser condición necesaria, que no suficiente para sobrevivir y si es posible medrar en el oficio, que aquellos con la sin hueso especialmente desatada no suelen acabar de ver el final de las pelis. Por ello, las respuestas de Mature a las proposiciones “indecentes” del fiscal, son las que son. Claro que, con la familia no se juega y hasta ahí podíamos llegar. ¿La Traviata? Bueno, pues la cantamos, que uno no puede fiarse ni del propio abogado.

Un nuevo mundo, nuevo amanecer, nuevas ilusiones… como cantaba Karina en los 60, y un par de niñas a las que ver crecer. Este es el planteamiento de Mature, por cierto en una mas que interesante interpretación. Pero no es suficiente. Ya nos lo temíamos. La felicidad en este tipo de películas se cotiza mucho más alto. Y con Tommy Udo (Widmark) hemos topado…

Y aquí me detengo, me quito el sombrero, hago una reverencia mosqueteril a los Richelieu de turno, y brindo mi comentario a Richard Widmark. ¡Va por usted, maestro!. Porque miren, para que un primer trabajo de un actor novel sea nominado al Oscar el trabajo no solo ha de ser bueno. Ha de ser superior. Y es tan superior que me recordó a aquel Scarface (Paul Muni) de Hawks. Haz el mal y no mires a quién, sin remordimientos, como el que no quiere la cosa… Con ese punto de locura apenas perceptible por un brillo especial de las miradas. Widmarck lo consigue. Siempre lo consideré un buen actor. Hoy, lo reconozco, me ha desbordado…

El suspense es bueno – ¡que largo se hace un trayecto de ascensor! - la fotografía superior (deténganse en la escena de las escaleras), pero Widmark es… Vean ustedes la película y pongan el adjetivo.
FATHER CAPRIO
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8
14 de octubre de 2007
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corman, a los 40 años ya había filmado 40 películas. Claro que, en esto la velocidad es importante y muestra de ello es que El hundimiento de la casa Usher se rodó en tan sólo 15 días. ¡Así ya se puede!

Pero debo decir que esta versión de la obra de Poe es una auténtica maravilla, tanto que a base de atmósferas tenebrosas, de arquitecturas y decorados barrocos, de ambientes tan silenciosos como opresivos y de puertas en sublime concierto de chirridos, transporta a espectadores como yo unos cuantos años hacia atrás hasta aquellas lecturas nocturnas de Historias Extraordinarias con sus ineludibles pesadillas consecuentes.

De esta novela se han realizado muchas versiones cinematográficas desde el clásico del cine mudo realizado por Jean Epstein en 1928 hasta los trabajos de Jesús Franco en 1983 ó de Alan Birkinshaw en el 1988, pero la adaptación que Corman hace para la pantalla grande consigue transmitirnos, y así lo señaló acertadamente Julio Cortazar, los elementos autobiográficos contenidos en el escrito original del autor bostoniano: “el egotismo morboso, vinculado a una enfermedad nerviosa de confusa etiología, los rasgos necrofílicos, el sadismo macabro, las relaciones familiares anormales (de tipo incestuoso), la presencia estimulante del opio (combinado estéticamente, según se ha indicado, con cuadros y libros vetustos e interpretaciones musicales desaforadas”.

La actuación de Vincent Price es francamente buena, de las que justifican la fama de un actor, y curiosamente sin su típico bigotito, dando esa imagen de ambigüedad decimonónica tan necesaria para la obra.

Por último destacar ese ambiente bizarro que consigue Corman mezclando colores, humos, azules pesadillas, paisajes infernales, pasadizos secretos y pinturas de antepasados al más puro estilo beatnik que alla por los 60 revitalizó la bohemia cultural americana.

Lo de despacito y buena letra no cuenta para Roger Corman quien seguro comulgaría más con la máxima universal de “el tiempo es oro”. Pero al fin y a la postre lo que cuentan son los resultados y en verdad los consigue.
FATHER CAPRIO
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