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Chile Chile · Santiago
Críticas de Lawrence
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Críticas 94
Críticas ordenadas por utilidad
6
18 de abril de 2020
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A lo largo de una década desde su debut en 1988 con "As Tears go By", el cineasta chino Wong Kar Wai logró deslumbrar a los críticos y el público gracias a títulos como "Chungking Express" y "Happy Together" (por el cual fue elegido mejor director en Cannes), y en 2000 la bella y melancólica "In the Mood for Love" terminó por consagrarlo a nivel internacional, convirtiéndose además en una de las cintas de referencia del cine reciente. Pero desde entonces, aunque volvió a cautivar con "2046", en los últimos años no ha logrado alcanzar las cumbres expresivas a las que llegó con sus anteriores títulos: en 2007 su primer film en inglés y con reconocidas figuras internacionales, "My Blueberry Nights", no entusiasmó a pesar de desplegar el habitual talento del cineasta, y su más reciente trabajo, "El arte de la guerra", que inauguró el Festival de Berlín 2013, tampoco convenció demasiado pese a contar con innegables atractivos y reconocibles elementos típicos del director asiático.

Inspirada en la vida real de Ip Man, una leyenda de las artes marciales conocidas como Wing Chun, quien fue el gran maestro de distintas generaciones y tuvo como su discípulo más famoso a Bruce Lee, "El arte de la guerra" aborda sucesos que comienzan en los años 30 del siglo XX y se extienden por distintas décadas, incluyendo rivalidades, problemas familiares y teniendo como marco de fondo el agitado y cambiante contexto político y social de su época en China.

En apariencia este nuevo film se aleja de las historias habituales que aborda Wong Kar Wai, pero en verdad no es su primer trabajo en el que los elaborados combates son tan importantes como las historias sentimentales de sus personajes, ya que en 1994 desarrolló muy bien esa fusión en uno de sus títulos más subvalorados, la notable "Ashes of Time". Tal como era de esperar, acá las peleas, coreografiadas por una eminencia como Yuen Woo-ping (el mismo de "Matrix", "El tigre y el dragón" y "Kill Bill"), están muy bien logradas, incluyendo extensos y fantasiosos enfrentamientos bajo la lluvia, en escaleras o en una estación de trenes. Pero más allá de eso, en el fondo estamos en los territorios de siempre que se han convertido en un sello del cineasta: los amores y sentimientos no expresados, las atmósferas sutiles y melancólicas, las huellas que el implacable paso del tiempo va dejando en sus protagonistas. Todo en medio de una cuidada ambientación, y filmado de una manera estilizada y detallista, con una visualidad que deslumbra -muy merecidas las nominaciones al Oscar 2014 como mejor fotografía y vestuario, ¡las primeras en toda la filmografía del realizador!- y un uso de las imágenes y la música que ya hace mucho se ha convertido en referencia e inspiración para el cine y la publicidad.

El problema es que en esta ocasión Wong Kar Wai se queda atrapado en lo estético y no logra desarrollar bien las historias y las motivaciones de sus personajes, enredándose en lo narrativo con las idas y vueltas a lo largo del tiempo, por lo que a pesar del buen desempeño actoral de un elenco encabezado por reconocidas figuras ya presentes en anteriores títulos suyos -con su actor fetiche, el siempre sólido Tony Leung, como protagonista-, el resultado es hermoso, pero algo plano, frío y monótono. Cerca del final, un guiño musical a la maravillosa partitura de Ennio Morricone para "Erase una vez en América", la incomprendida obra maestra de Sergio Leone con la que "El arte de la guerra" guarda más de una conexión, entrega algo de emoción y acentúa la sensación de que este nuevo film de un autor de enorme talento, pero algo errático en el último tiempo, pudo ser mucho mejor.
Lawrence
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6
13 de abril de 2020
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Ganador del Oscar en 1999 por el guión de su película "Dioses y monstruos", como cineasta el estadounidense Bill Condon ha tenido una carrera con altibajos y sin un sello que lo distinga o destaque especialmente, ya que puede pasar del curioso drama biográfico "Kinsey" y el reiterativo y alargado musical "Dreamgirls", que destacaban casi sólo por sus actores, hasta los dos últimos capítulos de la exitosa saga adolescente "Crepúsculo", o la innecesaria e irrelevante versión live action de "La bella y la bestia". En este largometraje, Condon fue aún más ambicioso, al pretender abordar una historia real y reciente, cuyo desenlace incluso aún está pendiente: el surgimiento y desarrollo de la polémica plataforma informativa y de denuncia Wikileaks, que saltó al primer plano noticioso y se convirtió en un verdadero escándalo internacional luego de que en 2010 filtrara a la opinión pública una contundente cantidad de documentos oficiales del departamento de Estado estadounidense.

Estructurada de manera bastante confusa y ambigua a partir del fundador de Wikileaks, Julian Assange, y su relación profesional y personal con el periodista Daniel Domscheid-Berg, "El quinto poder" fascina y entretiene por momentos con su enrevesada intriga, pero luego se vuelve monótona al carecer de un punto de vista más definido y profundo. A pesar del esfuerzo histriónico del británico Benedict Cumberbatch, Assange nunca termina de convencer por completo como personaje, incluso pese a que la película al menos trata de mostrar tanto sus luces como las sombras de su compleja personalidad. Más interesante y con mayor conexión con el espectador parece la evolución de Domscheid-Berg (Daniel Brühl, el actor alemán de títulos como "Good Bye Lenin!" y "Bastardos sin gloria"), quien pasa del idealismo y la admiración por Assange a la decepción posterior, y es el autor de uno de los dos libros en los que se basa el guión de la película. Pero todo lo que un caso como este implica para las comunicaciones modernas, para la moral y la información mundial, para el orden social y político de las grandes potencias y los países más pequeños, se queda apenas en la superficie, como un telón de fondo por el que desfila la historia de un hombre misterioso y con un ego inmenso.

Una impecable factura, un despliegue de atractivas locaciones digno de película de James Bond y un elenco de buenos actores -mezclando importantes nombres del cine europeo con breves apariciones de figuras hollywoodenses como Laura Linney y Stanley Tucci-, ayudan a que de todos modos el film sea un producto interesante. Pero igual queda la sensación final de que Assange y la historia de Wikileaks se merecían una mejor película, o al menos una que no sólo intentara centrarse en su enigmático protagonista (el que al final sigue siendo un misterio), sino además desarrollar y explorar de manera más aguda e inteligente los alcances políticos, comunicacionales y éticos que detonó el caso.
Lawrence
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5
13 de abril de 2020
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La receta parecía infalible: Peter Segal, un cineasta dueño de una filmografía con muy ocasionales y reducidos aciertos y centrada en la comedia -con títulos como "Agárralo como puedas 33 1/3", "Ejecutivo agresivo", "50 primeras citas" o "Superagente 86"-, juntó a dos iconos del cine como Robert De Niro y Sylvester Stallone, y aprovechando que ambos encarnaran a memorables boxeadores en dos clásicos como "Toro salvaje" y "Rocky", respectivamente, logró que protagonizaran esta comedia en la que dos gastados púgiles y rivales que no se soportan el uno al otro aceptan salir del retiro para volver al ring a enfrentarse en una pelea que dejaron pendiente décadas atrás.

Pero aunque el resultado es entretenido, tiene un cierto sabor ochentero y se deja ver, no saca el suficiente partido a tener esas dos leyendas hollywoodenses juntas en la pantalla, ya que las reduce a muecas, tics y clichés que por momentos dan un poco de vergüenza ajena, y el humor de alcance limitado se refleja también en los actores secundarios que se supone deben hacer reír, Kevin Hart y el veterano Alan Arkin (reiterando un poco su personaje ganador del Oscar en "Little Miss Sunshine"). Tal vez el problema es tanto del predecible guión como de la convencional puesta en escena, que ni siquiera destaca en los toques sentimentales o románticos; al menos sirvió para confirmar que a sus 60 años recién cumplidos, en el momento que filmó esta película Kim Basinger se seguía conservando muy bella, pero 16 años después de ganar el Oscar había sido continuamente subvalorada y desperdiciada por cineastas y productores en filmes y roles de escaso vuelo, como también le pasó en este "Ajuste de cuentas".
Lawrence
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5
13 de abril de 2020
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"Caminando con dinosaurios" se inspira en la miniserie documental de televisión de la BBC del mismo nombre que debutara en televisión a fines de los años 90. Pero a diferencia del espacio televisivo, este film, sin abandonar sus fines educativos, cuenta una historia, en este caso un convencional relato de crecimiento y superación protagonizado por Patch, un pequeño pachyrhinosaurio de hace 70 millones de años, quien junto a su familia y el resto de su manada debe sobrevivir a su primera migración a través de Alaska, enfrentando peligros y bestias muy poco amistosas.

A lo largo de varias décadas, la animación en pantalla grande ha ofrecido diversas miradas a los tiempos prehistóricos, pasando de los dinosaurios del notable segmento inspirado en "La consagración de la primavera" de Stravinsky que Disney incluyó en "Fantasía" (1940) a "Los Croods" (del año anterior a la película que comento acá), e incluyendo franquicias como "En busca del valle encantado" y las muy exitosas cintas de "La era del hielo". El aporte de esta nueva producción radica especialmente en el cuidado visual con el que se aborda la cotidianidad prehistórica, particularmente en el diseño de dinosaurios animados por computadora insertados en escenarios reales filmados en Estados Unidos y Nueva Zelanda. Las texturas y movimientos resaltan sobre todo gracias a una muy buena utilización del 3D, que ayuda a sentir todo mucho más real y casi palpable para los niños.

Lo más flojo de la película es sin duda el guión, eficiente pero demasiado básico, incluso si sólo está pensado para llegar a las audiencias infantiles, ya que el cine actual ha acostumbrado a los espectadores menores a exigir cada vez más, y además a incluir guiños que conecten la trama con sus acompañantes adultos (por ejemplo, acá cuando Patch conoce a una "niña" de su especie y queda embelesado, suena Barry White).

De todos modos los niños podrán disfrutar aún más una historia de aventuras y mucho humor (con personajes como Alex, el divertido pájaro que se convierte en el fiel amigo y consejero del protagonista) que evoca ineludiblemente en muchos aspectos argumentales a filmes como "Bambi" y "El rey león", aunque de manera mucho más suave en los aspectos dramáticos del argumento, que a estas alturas no deberían provocar mayores traumas en el público infantil. Didáctica (durante todo el metraje se especifican los nombres científicos de cada especie), breve y liviana, se trata de una película inofensiva y con buen ritmo, que no llega demasiado lejos a nivel artístico, pero funciona perfecto como panorama para los espectadores más pequeños.
Lawrence
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6
13 de abril de 2020
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En 2010, la comedia teatral "El nombre", de Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte, se convirtió en uno de los grandes éxitos de ese año en la escena francesa, lo que pronto la llevó a distintas latitudes. La trama es muy simple, y básicamente transcurre en el departamento parisino del matrimonio que componen los profesores Elisabeth y Pierre, al cual llegan a cenar su amigo, el músico Claude, y la pareja que conforman Vincent y Anna, quienes esperan el nacimiento de su primer hijo. Y será precisamente una simple conversación en torno al nombre que tendrá el niño, el punto de partida de una serie de discusiones, confesiones y revelaciones que amenazarán tanto la armonía de la velada como los lazos que unen al grupo.

En su paso a la pantalla grande, dirigida por los propios autores de la obra y contando con cuatro de los cinco actores originales, "El nombre" también se convirtió en un fenómeno de taquilla en Francia, recibiendo además cinco nominaciones al premio César -incluyendo mejor película, de las cuales obtuvo las estatuillas a mejor actor secundario y actriz secundaria-, aunque al verla no se entienda del todo tanto revuelo. El film cumple con las cuotas de encanto y buenos personajes que se le puede pedir a un trabajo como éste, y como se inicia con un vertiginoso y adictivo prólogo lleno de detalles e informaciones -en el que se nos presenta a los protagonistas con un estilo que recuerda los inicios de algunas cintas de Paul Thomas Anderson o Wes Anderson-, queda la primera impresión de que estamos frente a una comedia magistral. Pero por el camino todo es mucho más convencional, plano y predecible, aunque siempre consigue entretener gracias a los diálogos y especialmente por el talento de sus actores. Con una innegable dosis de pedantería pero a la vez un estilo amable, cálido y elegante, la película recuerda a otras producciones francesas afinando un humor que tiene como blancos tanto a cierta intelectualidad gala como a distintos prejuicios de la sociedad europea.

Siempre es un riesgo el trabajar adaptando el teatro al cine, a pesar de que ocasionalmente de esa fusión entre ambas artes han surgido trabajos notables, en especial cuando los directores han sido autores estadounidenses como Kazan, Mankiewicz, Brooks, Lumet o Nichols, adaptando a dramaturgos como Tennessee Williams, Eugene O’Neill o Edward Albee. Pero en este caso, los escritores y realizadores no llegan demasiado lejos en términos cinematográficos, ya que no siempre evitan que mientras los personajes hablan, hablan y hablan, el resultado parezca una "obra de teatro filmada", por más que en algunos buenos momentos consigan transmitir cierta espontaneidad en las conversaciones. Acá, el ritmo es más irregular, ya que luego del prometedor comienzo todo avanza con menos fluidez, para volver a tomar fuerza en el avasallador y convincente segmento final, muy bien logrado gracias al oficio de su elenco.

Es que en verdad son los actores los que más se lucen y sostienen este largometraje, en particular Patrick Bruel y el siempre sólido Charles Berling (a quien hemos visto en filmes de emblemáticos nombres del cine francés como Sautet, Leconte, Assayas y Chéreau), con especiales menciones a la notable Valérie Benguigui -ganadora del César por su papel, y quien falleció al año siguiente del estreno de la película, con apenas 47 años, víctima del cáncer- y a las breves apariciones de la veterana Françoise Fabian, recordada protagonista del clásico de Rohmer "Mi noche con Maud".
Lawrence
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