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Chile Chile · Santiago
Críticas de Lawrence
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Críticas 94
Críticas ordenadas por utilidad
4
25 de mayo de 2020
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A lo largo de más de tres décadas de carrera fílmica, el actor estadounidense John Turturro ha desarrollado una sólida y a menudo subvalorada trayectoria (pese a ocasionales estereotipos y desbordes interpretativos) especializada en memorables personajes secundarios, frecuentemente dirigido por realizadores de prestigio como Scorsese, Friedkin, Cimino, Weir, Rosi y particularmente con Spike Lee y los hermanos Coen; estos últimos, con quienes ha filmado cuatro películas, no sólo le permitieron lucirse en uno de sus pocos roles protagónicos que han generado elogio unánime entre los cinéfilos, el de Barton Fink en el film homónimo -por el cual fue elegido mejor actor en el Festival de Cannes-, sino además le ofrecieron uno de sus papeles más excéntricos e inolvidables, Jesús Quintana en "El gran Lebowski".

Pero además de su faceta frente a las cámaras, Turturro también se ha fogueado en la dirección, debutando como cineasta en 1992; "Casi un gigoló" es su quinto largometraje, y en un principio lo que más llama la atención es el contar en su elenco, junto a figuras como Sharon Stone y Sofía Vergara, con el realizador, actor y guionista Woody Allen. A lo largo de los más de 40 años que se ha dedicado a la dirección, el octogenario autor neoyorquino ha reservado sus apariciones en pantalla casi exclusivamente para títulos dirigidos por él mismo, salvo contadas interpretaciones en cintas de colegas como Herbert Ross, Martin Ritt, Paul Mazursky e incluso Godard. Por eso no deja de generar curiosidad que haya aceptado ser dirigido por Turturro, quien en 1986 apareciera en un breve personaje en uno de los clásicos de Allen, "Hannah y sus hermanas".

En el papel, el curioso argumento de esta película, también escrita y protagonizada por Turturro, parecía prometedor: agobiado por apremios económicos que lo han obligado a cerrar su librería, Murray, el personaje de Allen, intenta convencer a Fioravante (Turturro) de satisfacer a cambio de dinero la fantasía sexual de la dermatóloga que encarna Stone, hacer un trío con ella y Vergara; y el primer encuentro con la doctora será tan positivo, que Murray verá en las inesperadas dotes amatorias de Fioravante una posibilidad de generosos ingresos para ambos, ya que se convertirán en proxeneta y atípico gigoló.

Una trama tan improbable como esta -más aún considerando lo rápido que acepta la propuesta Turturro, así como la avasalladora pasión que genera en sus "clientas"- se hace todavía más bizarra gracias a sus dos personajes principales, así como por una historia secundaria sin mucha fuerza y que sin embargo va cobrando importancia, enmarcada en el ambiente judío más estricto y ortodoxo de Brooklyn, y donde interviene la viuda de un rabino, encarnada por la bella Vanessa Paradis. En un principio todo pareciera remitir a una película dirigida por Allen, partiendo por la presencia de éste, y siguiendo por la ambientación en Nueva York, la grata banda sonora, las situaciones absurdas y las alusiones al sexo, la muerte y la religión. Pero eso es sólo la cáscara, porque el estilo de "Casi un gigoló" va por otro lado, y más bien es una rareza simpática aunque no muy divertida, que tiene un ritmo irregular, cuya fluidez narrativa tiene notorios altibajos y su conclusión es abrupta y algo torpe. Sin embargo, en medio de sus intentos por hacer reír -donde como era de esperar, las pocas veces que sonreímos es gracias a Allen en su enésima versión de su característico personaje neurótico pero entrañable-, tiene algunos detalles que la hacen ser grata a pesar de todo, e incluso sorprende con sus toques de melancolía y romanticismo.
Lawrence
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6
25 de mayo de 2020
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Basado en su libro homónimo de memorias, desde su debut mundial en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 2013, el nuevo trabajo del ya octogenario realizador chileno ha sido recibido con entusiasmo por sus admiradores en todo el mundo, también cautivando a buena parte de la crítica. Y no es de extrañar, porque se trataba del primer largometraje suyo en casi un cuarto de siglo, apenas el séptimo en una filmografía de más de cuatro décadas que lo ha convertido en un cineasta de culto a nivel internacional.

Con todos los desbordes oníricos y los toques barrocos y surrealistas que son parte de su sello fílmico, el film recorre su agitada infancia en su Tocopilla natal, incluyendo apariciones del propio Jodorowsky interpretándose a sí mismo en la actualidad, a tres de sus hijos como parte del elenco -uno de ellos, Brontis, encarna al severo e inflexible progenitor- y a la sorprendente soprano Pamela Flores robándose la película en el rol de la madre.

El resultado es sin duda imperdible para sus fans, pero también recomendable para quienes no son miembros del culto a su excéntrico autor: excesiva, desinhibida, reiterativa y egocéntrica en su mirada que incluye humor absurdo, enanos, minusválidos, travestis, prostitutas y artistas circenses, con todos sus guiños visuales y argumentales que evocan no sólo al propio Jodorowsky, sino además a directores como Fellini y Kusturica, la película logra pese a todo momentos de poesía y belleza.
Lawrence
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6
19 de abril de 2020
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Inspirado en hechos reales, este cuarto largometraje del realizador francés Gilles Bourdos se centra en la particular relación que una joven bella y desinhibida, Andrée, establece con dos artistas que hoy son leyenda, uno en el ocaso de su vida y el otro cuando estaba definiendo qué camino creativo va a seguir: el célebre pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir (encarnado con su habitual talento por el octogenario Michel Bouquet) y su hijo, el futuro cineasta Jean Renoir, quien dirigiría títulos tan memorables como las magistrales "La gran ilusión" y "La regla del juego".

Nominada a cuatro premios César y elegida por Francia para postular al Oscar a la mejor película extranjera, "Renoir" se ambienta en bucólicos parajes de la Costa Azul en 1915, en plena Primera Guerra Mundial, y sigue cierta tradición académica, refinada y convencional del cine galo; como era de esperar por abordar el trabajo de artistas visuales, se luce especialmente por las imágenes de innegable delicadeza y belleza plástica que captura la fotografía del taiwanés Ping bin Lee (quien ya se ha lucido en trabajos de cineastas como Wong Kar-Wai y Hou Hsiao-Hsien), muy bien subrayadas por la banda sonora del solicitado Alexandre Desplat.
Lawrence
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6
18 de abril de 2020
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20 años después de co-dirigir uno de los grandes clásicos modernos del género, "El rey león", el realizador Rob Minkoff regresó al cine de animación con esta primera incursión fílmica de dos personajes surgidos de una serie animada que fue muy popular en Estados Unidos en los años 50 y 60: un niño llamado Sherman y su padre adoptivo, un perro llamado Peabody, quien es el mayor genio del mundo, asesora a líderes mundiales, triunfa en las más diversas disciplinas y entre sus muchos inventos cuenta con una máquina del tiempo que les permite a ambos viajar a las más diversas épocas. A lo largo de una hora y media que se pasa muy rápido, este entretenido film -debut en el cine del guionista Craig Wright, quien ha escrito capítulos de series televisivas como "Six Feet Under" y "Lost"- pasea a sus protagonistas por la Revolución Francesa, el antiguo Egipto, la Florencia del Renacimiento y la Guerra de Troya, teniendo como eje un incidente en el primer día de colegio de Sherman que amenazará el lazo que lo une con el Señor Peabody.

Más dirigido al público infantil que otras producciones animadas de los últimos años, es un nuevo paso adelante de los estudios Dreamworks en su rama animada, que ya cuenta con éxitos tan sonados como la saga "Shrek", "Madagascar", "Kung Fu Panda" y "Cómo entrenar a tu dragón", entre otros.

Ingeniosa y dinámica, con buen ritmo, un logrado uso de un humor blanco y cándido, atractivos y encantadores dibujos y una acertada banda sonora del siempre talentoso Danny Elfman, "Las aventuras de Peabody y Sherman" es otro buen panorama para los más pequeños, en especial por su ternura -no es de extrañar, considerando que Minkoff también tuvo éxito con "Stuart Little" y su secuela- y la diversión que asegura sus viajes en el tiempo. Además, cualquier película que elija esa bella canción que es "Beautiful Boy", de John Lennon, para acompañar una emotiva secuencia de recuerdos paterno-filiales, merece ganarse nuestro corazón.
Lawrence
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4
18 de abril de 2020
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Figura legendaria desde que hace casi 200 años se diera a conocer en la espléndida novela de Mary Shelley, hace mucho que la criatura creada por el doctor Victor Frankenstein trascendió lo literario para ser abordado por distintas artes, convirtiéndose en un icono del terror y además una inteligente y fascinante metáfora de lo que puede ocurrir cuando el ser humano traspasa los límites de la ciencia. Y por supuesto que es en el cine donde la historia y sus personajes han dado origen a algunas memorables adaptaciones, con hitos como la versión de 1931 dirigida por James Whale y con Boris Karloff como el más emblemático intérprete del monstruo, pero también las versiones de la productora británica Hammer y la fallida y desbordada cinta que en 1994 dirigió Kenneth Branagh, con él mismo como el científico, Robert De Niro como la criatura y Helena Bonham Carter, entre otros.

La pantalla grande también se ha prestado para interpretaciones más particulares y sui generis de la trama original, como la genial comedia que en 1974 dirigiera Mel Brooks, "El joven Frankenstein", el entrañable cortometraje "Frankenweenie" (y posterior largometraje) de Tim Burton o el "Frankenstein perdido en el tiempo" (1990) del veterano Roger Corman. En este apartado podría ubicarse este más reciente "Frankenstein", ya que se trata de un largometraje inspirado en la novela gráfica de Kevin Grevioux, quien además de actuar acá en un rol secundario, colaboró en el guión escrito por el director del film, Stuart Beattie; es por ello que la historia clásica de Shelley sólo aparece al principio en una suerte de breve prólogo, que concluye con el monstruo enterrando a su creador, el doctor Frankenstein.

Y es ahí donde la trama se va por otra dirección, convirtiendo a la película en un predecible vehículo de acción y efectos especiales, ya que la criatura se ve atrapada en un enfrentamiento que durante siglos ha dividido a las gárgolas encabezadas por la sabia reina Lenore, y los ángeles caídos que se han convertido en demonios y están liderados por el príncipe Naberius. Rebautizado como Adam (Adán), el protagonista desiste de apoyar a las gárgolas y así vagará defendiéndose por sí mismo, desde fines del siglo XVIII hasta la actualidad, cuando vuelva a encontrarse con los "buenos" y los "malos", y los planes del malvado Naberius, ahora encubierto como el millonario hombre de negocios Charles Wessex, quien está impulsando una serie de arriesgados experimentos científicos que permitan reanimar cadáveres.

En su segundo largometraje, Beattie cae en los mismos errores de otros proyectos en los que estuvo involucrado como guionista, como "Australia", "G.I. Joe" o la saga "Piratas del Caribe" (eso sí, al menos hay que reconocerle que acertó en su guión para "Colateral", de Michael Mann): historias flojas y de escaso vuelo, personajes que terminan convertidos en caricaturas, donde lo argumental termina sepultado por los excesos visuales.

Por supuesto que hay que entender que este "Frankenstein" es una producción comercial que sólo busca entretener sin alcanzar mayores profundidades, pero de todos modos los resultados son menos que discretos, e incluso a pesar de durar apenas una hora y media, se hace monótona y muy convencional. Tampoco se entiende qué pudo atraer al proyecto a buenos actores como Aaron Eckhart, Bill Nighy y Miranda Otto. La película pasa sin pena ni gloria, sin destacar ni como adaptación de novela gráfica -pese a que algunos momentos están bien resueltos visualmente-, ni como versión de un mito que ha tenido mejores representaciones cinematográficas y se merece algo mejor si va a ser revisitado en la pantalla grande.
Lawrence
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