A diferencia de otras películas musicales, como por ejemplo MamMa Mia, de la que toma a su protagonista, en esta la música está todo el rato sonando. El problema es que es todo el tiempo la misma música o muy parecida y se hace a los actores adaptar como puedan sus diálogos a la melodía. Se está tan saturado de tanta música sin venir a cuento que cuando se ponen a cantar alguna canción que valga la pena (pocas) apenas destaca sobre el resto. Francamente no puedo imaginar que alguien compre la banda sonora de esto.

Aburrida hasta decir basta (ose abandonar el visionado, en mi caso a mitad del episodio 7, lo más que puede aguantar).

Tiene todas las papeletas para Aburrilandia:

1.- Evolución tan lenta de la trama que probablemente los diez episodios hubiesen dado para condensarlos en un telefilme poco memorable de duración estándar.

2.- Muy reducido número de personajes para la historia que tienen que contar, se hace todo muy reiterativo, siempre salen los mismos y están en lo mismo.

3.- Personajes nada sobresalientes, ni los actores ni los personajes que les han tocado te motivan para ver lo que les pasa.

CONSEJO DE VISIONADO: si tras ver el primer par de episodios te aburres, no lo des más vueltas, la serie continúa en la misma línea y el límite estará en lo que aguante tu paciencia.

AL FINAL FALTÓ EL EDULCORANTE

Una de las razones por las que los espectadores demandan finales felices a las películas made in Hollywood es porque en buena parte de las ocasiones estas producciones quedan lejos de reflejar la vida real, sino un realismo hollywodense que recrea una realidad edulcorada. Si se sigue esta receta a lo largo de todo el metraje, al final no puede faltar el "the end" edulcorado porque si no, se está en alguna medida estafando al espectador, ofreciéndole un postre que no concuerda con el resto de platos del menú previamente consumido.

No es de recibo que a una película que empieza con hazañas de guerra dignas de héroes a lo Indiana Jones, ahí está como se carga la pareja al embajador alemán y media guarnición sin recibir un solo rasguño ni despeinarse siquiera, se le asigne un final dramático. El drama debería haber empezado mucho antes, haciendo más realistas/dramáticas las escenas de acción, si no el espectador comienza viendo una película liviana de acción y termina asistiendo a un drama, perdiendo por el camino cualquier atisbo de verosimilitud. No se puede hacer una película en condiciones sin determinar previamente su género, ¿qué es lo que enseñan hoy en día a los guionistas????

Cuando hace ya unos buenos años a Fallon la abdujo un platillo volante en Los Colby todos pusieron la serie a parir, diciendo que los guionistas ya no sabían qué inventar.

Como Fargo es serie de prestigio, aceptamos ovni como animal de compañía, y alabamos detalles sutiles de la serie que ya adelantaban indicios de su presencia como la pegatina de una pared.

¿Un ovni determinante de un momento álgido de la trama en una serie de estas características? ¿En serio? Lo extravagante manda, ¡la INVEROSIMILITUD al poder!

Para el siguiente Fargo, un pterodáctilo, por favor.

Esta serie no es obviamente para niños, sobran los comentarios.

Tampoco parece para adultos, pues sus argumentos son de una simplicidad manifiesta y el acabado del dibujo es convencional, especialmente fallido en los rostros de todos los personajes.

Entiendo que va dirigida a un concreto, pero muy numeroso, grupo de personas con retraso madurativo originado por la exposición prolongada a pantallas diversas en etapas tempranas de su desarrollo.

Un target en aumento constante y con el que este tipo de productos tiene mercado asegurado. Pues nada, ¡que la disfruten!

Pero vamos, que es delito que esto supere en puntuación a Mad Love, ¡definitivamente hemos perdido el norte!