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España España · Barcelona
Críticas de rober
Críticas 705
Críticas ordenadas por utilidad
3
1 de enero de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es una película que va de dos tipos que quedan para cenar un día en un restaurante y se dedican a hablar sin parar, sin apenas probar bocado. Me pone nervioso tanto desperdicio. La puesta en escena es anodina y la manera de rodar totalmente aséptica. Si de lo que se trata es de que me quede yo también embobado con la profundidad de la conversación, seguramente habría disfrutado más leyendo el guión que asistiendo a esta interminable sesión de planos y contraplanos. Sí, es muy interesante lo que dicen, y más desde la contrastada posición que cada personaje parece ocupar en la vida, pero eso no me basta. Lo mejor de la película para mí, las escenas de arranque y cierre, con eso creo que lo digo todo. Llego a dudar de que esto sea cine, ni siquiera sé si es teatro. Literatura y quizá nada más
rober
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6
16 de agosto de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jay Roach parte de la anécdota de un biopic para hacer una crónica sobre el episodio más bochornoso de la historia del cine americano. La interpretación de Bryan Cranston es magnífica, pero la película intenta ir más allá, no siempre de modo brillante. El guión es rico, y pone el acento más en la situación, en la trama, en el entorno, que en el propio personaje. No obstante, los matices que Cranston aporta se ven arrastrados por el exceso en su comportamiento, por una ambientación colorista y con un cierto aire de telefilm que lastra demasiado al conjunto. Las composiciones de mitos como John Wayne o Kirk Douglas no ayudan, creo. La agilidad del relato, la dimensión familiar de la trama y el sentido del humor edulcoran una historia que habría admitido un tratamiento más ácido. Al final, la denuncia tiene un cierto tono amable y condescendiente para la industria...

El conjunto de personajes secundarios, con un John Goodman que siempre destaca, y la inclusión de imágenes reales, sirven para componer un cuadro que quiere destacar más allá del propio personaje principal. Dalton Trumbo no es más que un instrumento para sacar de nuevo a la luz una trama vergonzosa e indecente, que parecería ridícula contada en abstracto, y que supuso un estúpido atentado contra el arte, la cultura y la honradez. En ese sentido, y salvando los inconvenientes que hacen que "Trumbo" no sea una obra maestra, la película es un digno homenaje a todos los artistas malditos que mantienen la coherencia en su trabajo, y a los que aún se ha de reivindicar.
rober
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7
30 de julio de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una reflexión sobre los comportamientos humanos y las reglas sociales. “Ahora sí, antes no” puede parecer dos películas en una, y la gracia estriba precisamente en el contraste entre esas dos versiones de la misma historia. La diferencia entre ellas, básicamente, es que en un relato los personajes actúan reprimidos por las convenciones y el qué dirán, mientras que en el otro se dejan llevar de manera sincera por sus sentimientos y emociones. La conclusión termina siendo clara: los pequeños detalles, cada palabra que se dice o se omite, determinarán el curso de nuestra vida. Porque en la vida siempre hay sólo una oportunidad. Esta idea puede parecer relativamente simple, incluso tediosa al llevarla a cabo, pero en la práctica esta película propone un ejercicio de estilo complejo y enriquecedor. El guión parece medido minuciosamente. El trabajo de los actores termina siendo titánico, por la importancia que Hong Sang-soo concede a cada gesto. Y, sobre todo, la confrontación de situaciones utilizando estructuras narrativas basadas en larguísimos planos fijos (estupenda/s la/s escena/s en el restaurante) nos conduce a cuestionar constantemente el comportamiento de los personajes. Y, con ello, inexorablemente, a plantearnos qué habríamos hecho nosotros en una situación así…
rober
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8
23 de abril de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que el enamoramiento supone la negación de la razón es algo conocido y aceptado. Pero que ello lleve al extremo de romper cualquier frontera social no era algo tan asumido en la España rural de finales de los años 70, como quizá no lo haya sido nunca en ningún lugar. Armiñán sale airoso del desafío de relatar una historia muy difícil de contar, en donde habría sido fácil caer en el maniqueísmo o en la sensiblería. “El nido” contiene una evidente crítica social a la España pueblerina de la época. La llegada de la democracia no había servido aún para cuestionar la autoridad del catolicismo y de la Guardia Civil como fuerzas vivas garantes de la corrección en el pensamiento. Pero Armiñán va más allá. La típica historia de la relación imposible entre un hombre maduro y una menor casi preadolescente tiene aquí un desarrollo más cercano y verosímil que nunca. El estrafalario de Don Alejandro vive la paradoja de un descenso a los infiernos de final inevitablemente trágico, con la aceptación de quien siente que su decisión de autodestrucción es también la apuesta por una vida en plenitud nunca experimentada hasta entonces. El personaje de Goyita se construye también en la antítesis entre la inocencia del juego infantil y la dominación implacable de una esfinge hierática y cruel.
Armiñán nos muestra este torbellino de sentimientos con una gran delicadeza y proximidad, como algo cercano y cotidiano, como si la doble moral y el prejuicio fuesen inherentes al género humano. Los diálogos son afiladísimos pero creíbles. Quizá la escena final del monólogo en la cruz me sobre por edulcorada, pero en cualquier caso “El nido” me ha parecido una singular aproximación al género humano y al mito de Lolita, trascendiendo más allá de la época y del lugar en que está rodada.
rober
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4
15 de febrero de 2015
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión, de lo más flojo de lo que he visto de Greenaway. Como he oído en algún comentario, seguramente es una de las películas de este director por las que peor ha pasado el tiempo. Puedo valorar, como en todas sus obras, la destreza técnica, los espectaculares juegos de iluminación, el gusto por la experimentación artística y la inquietud por llevar al extremo el lenguaje cinematográfico hasta convertirlo en un arte total. En este caso, Greenaway perturba por su particular homenaje a las estructuras simétricas y helicoidales, su reflexión sobre la pintura y su nueva apuesta (como siempre) por una música potente e hipnótica. El problema es que la estética termina por invadirlo todo, uno acaba con esa típica sensación de que no ha visto una obra cinematográfica, sino un videoclip de casi dos horas. Aunque Greenaway siempre ha huido de la manera convencional de contar una historia, en este caso el surrealismo lleva a la incongruencia y a un absurdo enfermizo y autocomplaciente. Lo formal deja de estar al servicio del conjunto y se convierte en objetivo en sí mismo. En otras obras que he visto del director, la trama tampoco se expone de manera clásica, pero sí existe una historia llena de aristas en la que el espectador puede zambullirse y hacer su propia exploración y lectura. Quizá Greenaway juega con la idea de que la historia se disuelve del mismo modo que la materia viva acaba por descomponerse en la naturaleza, pero ello no me parece suficiente para sostener todo un largometraje. A pesar del innegable impacto que provocan muchas escenas, "Una Z y dos ceros" deja una sensación de mero juego, de experimento, de boceto, de divertimento, y por tanto de obra incompleta e inacabada.
rober
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