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Críticas de FATHER CAPRIO
Críticas 641
Críticas ordenadas por utilidad
8
13 de diciembre de 2008
37 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
El año 1945 estuvo marcado, cinematográficamente hablando, por argumentos psicológicos y relaciones materno o paterno filiales destructivas. Y entra en el terreno de lo curioso que el Oscar a la mejor actriz de aquel año fuese para Joan Crawford por su interpretación de una madre tortuosamente sacrificada por su hija, en una película, Mildred Pierce (Alma en suplicio), donde el cine negro se da la mano con el melodrama, en noble competencia con Gene Tierney quien dio vida y belleza a la posesiva Ellen Berent fuertemente traumatizada por una anormal e inexplicada, para el espectador, relación padre-hija.

Esta extraña filiación es el punto de partida de una excelente película, Que el cielo la juzgue, dirigida por un John M. Stahl de quien tan sólo conocía su labor co-directora en El príncipe estudiante de Lubitsch. Francamente, Stahl lo hace bien. Parte de una gran novela, el best-seller de Ben Ames Williams, pero trasladar la literatura al terreno de la imagen no es fácil y mucho menos cuando el sentido profundo de los acontecimientos hay que buscarlo en el terreno de los desequilibrios mentales.

¿Cómo se filma la locura? Muy fácil. Como lo hace Stahl en esta película. Con la ayuda interpretativa de una gran Gene Tierney (la inteligencia de la locura), con pequeños detalles de gran significado ( el pliegue de la alfombra sobre la escalera), con frases que giran bruscamente (la conversación con el doctor que asiste al hermano inválido), con sentencias como "Ellen siempre gana", con el impactante inmovilismo de la secuencia de la barca, con los "preparativos" para el café campestre...

Un film destacado por el propio Martin Scorsese en su "personal journey with Martin Scorsese (Through american movies)" donde califica a Que el cielo la juzgue de película negra en rutilante color. Color que mereció, el reconocimiento de la Academia.

Para no cometer injusticias, mencionar el buen trabajo de Cornel Wilde, en la que probablemente sea su mejor película, así como valorar la interpretación de Vincent Price como despechado y vengativo fiscal del distrito. Todo ello regado abundantemente por la perfectamente acoplada música de Alfred Newman. Otro genio.

Imprescindible.
FATHER CAPRIO
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6
11 de noviembre de 2008
47 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras escribo esta crítica estoy escuchando la BSO de Chinatown de Roman Polanski pero ni por esas. Todo parecido con el cine negro es pura y absoluta confluencia de hados, destinos favorables y generosidad por parte de los espectadores. Ya sé que, aproximadamente el cincuenta por ciento de los que lean esto coincidirán conmigo y que el otro cincuenta no. Este es el sino de las películas de culto y Godard sabe darle a la máquina de fabricar churros cultos como nadie. Ya lo demostró en El desprecio. Claro que allí al menos estaba la Bardot y BB no es la Karina en lo que a alegrar la vista se refiere.

Para aquellos que ya me han puntuado negativamente antes de acabar la lectura (evidentes godarianos de pro) les diré que, no obstante todo lo que acabo de decir, Godard me ha gustado mucho más de lo habitual. No en el argumento, prácticamente inexistente, pero sí en su función de desmaquillador de una sociedad en decadencia intoxicada de spots publicitarios de coches de lujo, leches hidratantes y lacas para el pelo... "¿Captas?". Y me ha gustado también por su humor altamente inteligente - el único habitante de la luna asediado por consignas comunistas y coca colas- y memorable - para enmarcar- la escena del embarcadero y el hombre que escuchaba, digamos "música celestial".

Godard realiza un film surrealista, aunque compendiar todo el cine que lleva dentro en una sola frase es una osadía por mi parte. No obstante, considero que esa es la línea principal del film. La secuencia de la gasolinera es un ejemplo de ello, a lo Laurel and Hardy. La escena del matón enano, otro. Pero el surrealismo es un arma muy afilada y puedes acabar cortándote. Cortar los hilos que atan la realidad a la cordura es un terreno todo lo filosófico y vital que queramos pero que con frecuencia desemboca en el absurdo y en lo ininteligible.

Godard consigue mantenerse en esa delgada línea que separa los fracasos de las obras maestras. Probablemente son los riesgos de un cine personal que intenta remover cimientos sociales. Aquí la cosa le salió, digamos, medianamente decente, entre absurdos, muertos "atijereados" y arsenales en ruta hacia el África Subsahariana. De ahí mi valoración, en la misma línea de equilibrio entre la nada y el infinito: Interesante.
FATHER CAPRIO
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8
28 de febrero de 2007
43 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa disparidad: Fracaso de público y éxito de crítica. ¿O no tan curiosa? ¿Eramos un pueblo maduro en el 64? Para mi, la madurez es aquella época de nuestra vida en que nos aceptamos como somos e incluso podemos reirnos de nosotros mismos.

Porque la película es una fotografía de la España rural de los 60 con sus beatas y sus curas, sus terratenientes venidos a menos, sus solteronas y sus solterones, sus jóvenes con la mirada puesta en otros horizontes, sus fiestas de fin de semana y sus bailes "agarraos", y todo el conjunto variopinto de personajes de la fauna hispánica. Esa misma fauna hispánica que retrataron Buñuel y Bardem y especialmente Berlanga. Un Berlanga que participa aquí en el guión según me pareció entender.

Pero aquí no dirige ninguno de las tres ilustres B de nuestro cine sinó un Fernando Fernán-Gómez que para mi es una de las personalidades más completas de nuestro cine que suma a su profesionalidad como actor su genialidad como director.

Yo no hablaría de obra maestra, pero sí de una excelente película que debemos ver sin olvidarnos que la España que se estaba retratando era la de 1964.

Fernán-Gómez nos propone una historia que yo calificaría como cine negro made in Spain con elementos terroríficos y macabros. Una propuesta muy distinta de aquella a la que nos acostumbraron en aquellos años, donde España era el paraíso de los turistas, donde a las chicas Bond que nos venían de fuera oponíamos abuelos made in spain, marisoles, pilis y milis, etc...

Probablemente este era el cine que reclamaba el público, pero precisamente por eso me atrae mas El extraño viaje porque aquí Fernán-Gómez nada a contracorriente, demostrando que es un nadador excelente.

Ah y por último, una idea atrapada " in extremis " ¡Que gran plantel de actrices y actores hemos tenido siempre en nuestro cine! Si en España las cosas hubiesen sido de "otra manera" seguro que Hollywood hubiese temblado.
FATHER CAPRIO
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8
30 de octubre de 2008
35 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un árbol. Brooklyn. Elementos aparentemente contrapuestos, pero enlazados. Lazos ¿humanos? Tal vez. Pero sobre todo, vitales. La vida por encima de la adversidad, Las raíces que volverán a romper el cemento. Esa es la conclusión, el corolario de la opera prima de Kazan basada en una novela “ejemplar” de Betty Smith.

Estos son los poderes sobre los que se asienta la película de Kazan, la inmigración, la pobreza, la frustración y sus gotas de alcoholismo, la madre, la abnegación, el sacrificio, el futuro... Todo ello, mezclado (no agitado) y siempre con las dosis oportunas, que los excesos suelen retraer a los espectadores, ya bastante cargados de problemas.

Y Kazan consigue el equilibrio justo, casi en la cuerda floja, entre alegrías y dramatismos, sin que se pierda un ápice del carácter de los personajes, la madre, el padre, la tía Sissy, la abuela y por supuesto los hijos, especialmente Francie, espectacular Peggy Ann Garner, de quien he oído decir que es la mejor interpretación infantil de la historia. ¡Que fuerte! Yo, mas comedido, afirmo que está entre las mejores. Como magnífico es el trabajo de James Dunn padre ejemplar y hombre entrañable, cuya mejor definición es aquella de que “uno se siente bien yendo a su lado”.

En definitiva, buena película de las que se reponían anualmente en las TVs navideñas estadounidenses y donde aquel árbol talado que impedía tender la ropa, renace de los cementos para crecer en Brooklyn y también en nosotros...
FATHER CAPRIO
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8
8 de noviembre de 2007
40 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay actores que de tan encasillados en cierto tipo de personajes no resultan creíbles en otros menesteres. Sin embargo a Edward G. Robinson, duro donde los haya, lo creemos a pies juntillas en su rol de cándido sin remedio. Ni aún restregándole por la cara, la pura y dura verdad del engaño, parece despertar del sueño de una noche de verano, ó mejor dicho, de invierno pues las nieves del Kilimanjaro ya cubren sus sienes. Y claro, así se las dan todas en el mismo carrillo…

Fritz Lang nos ofrece un film absolutamente claro en sus planteamientos. Aquí no se trata de conspiraciones, ni de sobornos, ni de intereses creados, ni otras filigranas. Aquí solo hay buenos y malos, que en grado sumo significa cándidos y perversos. Y con esta simple propuesta cinematográfica compone un film absolutamente magnífico al que pequeños defectillos (otros compañeros los comentan en el spoiler) impiden que le otorguemos la categoría de obra maestra. No obstante, utilizando el argot ciclista diríamos que figura escapado en el pelotón de cabeza, juntamente con otras esplendidas obras del director alemán.

Contrastando con Edward G. Robinson, encontramos a una Joan Bennett que a mi parecer no da la talla suficiente y a un Dan Duryea en uno más de sus arquetípicos papeles de matón del tres al cuarto y absolutamente limitado en sus registros como actor. La habilidad de Lang es absolutamente patente en esta película pues aun con esta carencia de calidades artísticas consigue dejarnos momentos increíbles como la escena de la Bennett boca abajo en la cama, pareciendo que llora y en realidad riendo a carcajada batiente. Probablemente boca arriba el efecto hubiese sido radicalmente opuesto. Este tipo de cosas definen y dan valor a un director como Lang, no en vano, uno de los mejores exponentes del llamado expresionismo alemán.

Por mis muchas carencias cinéfilas, suelo valorar las películas no tanto por sus aspectos técnicos (hay otros compañeros verdaderamente bien preparados para ellos) sino por las sensaciones que provocan y dejan en mi. En este sentido Perversidad me ha dejado absolutamente lleno de buenas vibraciones, que dirían los chicos de la playa…
FATHER CAPRIO
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