Se nos vende a Abrams como el heredero de Spielberg (al maestro todavía le queda mucha cuerda) o como su discípulo mas aventajado. Desde luego que ser nominado a tan alto honor ya es un logro, pero hasta la fecha, parece que es mas una estrategia de marketing. J.J., a mi juicio, ha demostrado que apunta maneras y poco más, amén de que le guste el cine de entretenimiento y sus grandes realizadores. Lost fue una gran idea que acabó como el rosario de la aurora de tanto explotar a la vaca y MI3 y Stark Trek, sobre todo esta última, le daban un crédito que no ha mejorado con esta revisión del cine juvenil de los 80. Por otro lado Spielberg no es que se esté cubriendo de gloria artística últimamente (Transformer) como productor ejecutivo.
Pues dicho todo esto, Super 8 nos ofrece unos primeros 40 minutos realmente geniales, donde todo lo que promete la publicidad se cumple con creces y uno queda enganchado por la magia y la aventura de los grandes clásicos... pero como cenicienta, se acaba el tiempo y volvemos a la realidad de un guión que va perdiendo fuelle, situaciones donde hay que hacer un gran esfuerzo por muy joven que seas para que tengan un mínimo de credibilidad, abandono a su suerte de unos personajes que estaban estupendamente trazados y minutos de metraje de garrafon que no aportan nada y parten el ritmo, para desembocar en un final tan falso y efectista como una copia china de un rólex.
El apellido Fanning, sigue augurando lo mejor y la pandilla como bloque, deja en ridículo al coro de adultos a los que les toca bailar con la mas fea. No me refiero al "monstruo" sino al guión que les toca.

Han tenido que pasar la friolera de 20 años para que nos encontremos de nuevo con los personajes de Delicatessen y su imaginario retro-futurista nacido del mundo del cómic. Hasta llegar aquí, ahora sin su coautor, Marc Caro, hemos pasado por éxitos universales como Amelie y frustrados experimentos que si bien no llegaron a triunfar mantuvieron vivo el estilo personal que identifica a su director. Su estrella ya no luce como antaño, prueba de ello son los dos años en que han tardado en hacernos llegar este, su último trabajo, donde su espíritu transgresor se ha domesticado bastante por mucho que ataque, de forma algo pueril, a los traficantes de armas y la hipocresía de los gobiernos. Con un arranque en su primera media hora que demuestra que quien tuvo retuvo, recordándonos al gran Tatí, decae en su nudo central y ya solo nos queda agarrarnos a su mirada poética y algo friki, a sus personajes circenses plagados de gadgets, en espera de esa toma magistral, de ese encuadre sorprendente o de la belleza misteriosa de un vestido bailando en el aire al son de sus siempre evocadoras bandas sonoras. Ojala que no tengan que pasar otros 20 años para volver a encontrarnos.
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Una película USA, de animación, con las voces de actores reconocidos y dirigida por un director premiado por su labor en el campo de los efectos digitales y con amplia experiencia tras haber participado entre otras producciones en Titanic y que tarde en llegar a nuestras pantallas.... 3 años. La única explicación posible es que no viene distribuida por los grandes estudios. En fin ya estamos acostumbrados.
Pues esta muy bien. El error es compararla con los clichés a que nos tienen acostumbrados esos estudios en cuanto a desarrollo de historias y personajes. Objetivo Terrum tiene un estilo propio, elegante con una buena producción y si bien se puede encuadrar en cine para toda la familia, el guión no está trufado de gags humorísticos y de esos secundarios que aportan el desahogo gracioso a la trama. De hecho algunas de sus escenas son bastante adultas. Siendo una obra "menor" en tanto en cuanto no existe una profundidad en el desarrollo de situaciones y protagonistas si es una buen tarjeta de presentación de este director canadiense con nombre griego y posee los elementos indispensables, incluido el 3D y el metraje justo para que disfrutemos de una sugerente propuesta con moraleja incluida: "O tu o yo" siempre puede sustituirse por "nosotros".
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El productor, de entre otras series de tv, El ala oeste de la Casa Blanca, se estrena en el largo con esta "bondadosa", reflexión sobre la crisis que estamos viviendo. Apuesta por un mensaje consolador: si te quedas sin nada, siempre puedes comenzar a replantearte tu vida desde otra perspectiva. Somos una gran nación, somos los mejores y con nuestro esfuerzo y el cariño de la familia y los amigos saldremos adelante y seremos mas felices. Y fueron felices y comieron perdices. Menos mal que entre col y col deja entrever unas vetas cuyo color mas oscuro nos sugiere que no todo es de color de rosa. Rodada con oficio y eficacia se sostiene gracias a los pilares de pesos pesados como Tommy L. Jones y Chris Cooper, cara y cruz, botella medio llena o medio vacía que dan sentido a todo el conjunto, apoyados por una buena labor de Kevin Costner, Maria Bello y un casting acertado. Desgraciadamente y una vez mas Benn Affleck tiene que apoyarse en una inspirada Rosemarie Dewitt para no romper el equilibrio ante tantas buenas interpretaciones con sus limitados recursos actorales. Mala elección por parte de Wells, que acaba dejándonos un buen sabor de boca ante tanta desesperanza metida debajo de la alfombra. Lamentablemente la realidad es otra.
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Quien tuvo, retuvo. Disney celebra su película número 50 (más o menos) intentando abrirse un hueco entre tanta competencia. Ella que tantos años tuvo el monopolio de la animación, lucha por no perder la cuerda en una carrera que hoy día está muy reñida. A pesar de contar en su equipo con la plusmarquista PIXAR sigue buscando su propia identidad y para ello el equipo de dirección recurre a las viejas cintas clásicas, donde el color y la profundidad de campo junto con un movimiento "mágico" enmarcaban los cuentos de siempre acomodados a las nuevas épocas, llenos de bellas canciones, humor blanco y malos muy malos. Y si no lo consiguen al cien por cien desde luego que se han quedado muy cerca. El cuento de Rapunzel apenas sirve de escusa para narrar una historia ágil entretenida, bella, actual. Una realización técnica que quita el hipo para contar un cuento para todos los públicos donde la princesa es de armas tomar y el príncipe se ha convertido en un plebeyo sin pedigrí, escoltados por "secundarios" de lujo. Fantástica la labor de las voces de los actores (en v.o. por supuesto) con un Menkel a la batuta musical que nunca defrauda. Si Walt levantara la cabeza se sentiría orgulloso.
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