Qué poca gracia tiene todo esto. Los directores pretendiendo ser muy originales. Los guionistas, crípticos.
Pero lo peor es que apenas dejan oír la música, a veces con diálogos superpuestos. No sé cómo no se quejaron los directores de las orquestas, quizá por lo que cobraron. Además, entre las arias escogidas no están algunas de las mejores.
Y tías y tíos en pelota que no vienen a cuento para nada. El episodio de los culturistas es especialmente asqueroso. En lugar de emoción, culos y tetas. Mientras se oye el maravilloso Nesun dorma se nois hace ver un quirófano y mucha sangre. ¿A qué coño viene?
No se qué se creían esta gente en los años ochenta. Iban de rompedores y lo que resulta, a casi cuarenta años de distancia es truño a veces de muy mal gusto.

Como cine es una cosa más bien corriente. Como trama raya en la estupidez. Puede parecer una crítica a tantas escuelas de mala psicología, que tienen clientes en busca de eso tan de moda y tan trivial, por lo general: la autoayuda.
Van a un retiro en plena naturaleza, guiados por uno que se dice a sí mismo “iluminado”. Pero lo que resulta son unos diálogos insulsos, unas caras que no dicen nada y al final un notable aburrimiento.
Los actores ni bien ni mal porque interpretan a gente que no es real ni como ficción.
Puede servir de ejemplo de cuánta tontería anda suelta en esta época en la que la profundidad es la superficie.

Si hace años nos presentaban a una Sissi, emperatriz de Austria, en plan empalagoso, todo felicidad, ahora, en estos tiempos nos la dan como una enferma mental, bulímica, ¿bisexual? Y a su dama de compañía, la condesa Irma, como una lesbiana en potencia o en acto, no sé. A Francisco José I, cagando. A Víctor de Austria, su hermano, que era homosexual, como casi drag queen.
Las dos mujeres tienen en común en que odian a los hombres, que son todos unos cerdos…
¿No estáis hartos de tanto tópico pseudomoderno? Yo, sí.
Por decir algo bueno, la ambientación, el paisaje, el palacio.
La banda sonora hecha de cursis canciones de hoy, cuando tenían a disposición la música, por ejemplo, de Mahler, que es de la época.
Sandra Hüller está bien. Susanne Wollff, como Sissi, mediocre.
Aquí tiene un 6 de media. No os engañéis. Más de dos horas que se hacen insoportables.

A pesar de la crítica que encabeza, esta serie no es de un 4, sino de un siete. La media de un 6,4 se le acerca.
Por supuesto el punto de partida, un criminal buscado por el FBI colaborando con el FBI, es increíble, pero en esta ficción se hace verosímil.
Demasiadas temporadas, eso sí, pero así son las series: mientras haya audiencia, se alargan.
Grande el trabajo de James Spader, siempre convincente. Y sobre todo una variedad de personajes y de supuestos delictivos que no llega nunca a aburrir. Hay que destacar algo ya sabido: el gran arsenal de buenos secundarios que hay en el cine y en la televisión americana.
Hay momentos muy emotivos, nada empalagosos, sino contenidos y muy bien rodados.
No es que sea el no va más, pero cumple de sobra, si te gusta la ación, la tarea de entretener.

La media de 5 es justa y quizá un poco generosa. La película es plana, no despierta interés, ni intriga, con un guión al que le falta sobre todo ritmo.
El niño, protagonista, cumple, pero tiene poco carisma y no sabe expresar las desgracias que le tocan.
Carmen Maura se limita también a cumplir, todo por culpa del guión.
Por destacar algo, la fotografía y la lujuriosa selva.
En fin, no aporta mucho al cine, una más.