Si el actor principal se pasa casi todo el rato mirando a la cámara y hablando con el espectador, en unos primerísimos planos dolorosos y a veces repugnantes, sólo se puede aguantar en el caso de que detrás de todo se vislumbre un mensaje humano positivo que dé sentido a tanto sufrimiento. No ocurre así en este telefilm. Al contrario, el director y los actores se recrean haciéndonos contemplar la ciencia médica inhumana y el deterioro físico del enfermo.

Sólo hay algunos atisbos que quieren salvar la situación en la actuación humanitaria de la enfermera, en el carácter voluntarioso de la moribunda, y en unos sonetos incomprensibles que afirman que la muerte no es vencedora. Pero todo eso se queda muy lejano mientras contemplamos en primer plano el rostro llagado y amarillento de la protagonista que nos está mirando fijamente.

No he leído la novela de Julián Marías "Todas las almas" en que, según dicen, está inspirada libremente esta película. Pero seguramente, si la leyese, no me podría parecer tan desvaída.

Durante todo el rato estás esperando algún hecho o alguna explicación convincente que te ayude a reconocer como posibles todos esos amores y desamores blandos que van transcurriendo sin terminar de cuajar.

Se retrata un ambiente y unos caracteres amables, pero difuminados. La acción va transcurriendo muy lentamente sin llegarse a entender plenamente cuál es el problema que se quiere dramatizar. Los paisajes, eso sí, son bellos y elegantes. Pero el desenlace puede ser el que ha filmado el director, o cualquier otro que se le hubiese ocurrido al guionista.

Es una película sin grandes pretensiones y que se empieza a ver deseando pasar simplemente un rato agradable. Pero poco a poco vas notando que la película supera tus expectativas.

Las situaciones semicómicas o semidramáticas son reales aun siendo inesperadas. Aunque imaginas que el final será feliz, pero no te esperas la serie de vueltas que va a dar el destino. Y todas esas vueltas son creíbles y verdaderas.

Los actores no son despampanantes, sino simplemente personas de carne y hueso que bordan su actuación. Qué pena que el papel asignado a Raquel Welch nos la presente un tanto desvaída como sacada de una telenovela tonta.

Todas las escenas y primeros planos dedicados al arte de la gastronomía captan agradablemente la atención del espectador y vas notando que se te está abriendo el apetito.

En fin, una película más que notable y que pone de manifiesto que los directores españoles pueden hacer cosas buenas si se salen de los encorsetados esquemas del actual cine español.

Todas las escenas son gratuitas. Ninguna de ellas mantiene una necesaria lógica con respecto a la anterior o a la siguiente. Parece como si el guionista, sin saber qué hacer para rellenar el metraje, buscase al azar cualquier evento para que el director y los actores puedan lucirse más o menos.

Se trata de la típica película de policía incomprendido por sus jefes y de malvado psicópata. No aporta nada nuevo al género, ni tampoco tiene grandes valores fílmicos que destacar.

La mayoría de las situaciones son bastante inverosímiles. Si te las tragas buenamente, puedes pasar un rato más o menos distraído.